viernes, 26 de junio de 2020
Contracolumna • UN PURO EN HONOR DE OMAR GARCÍA • LAS ENSEÑANZAS DE GARCÍA PANIAGUA
jueves, 25 de junio de 2020
Monsiváis, ocurrencias, censuras, complicidades y Pronasol-Salinas
Carlos Ramírez
En su entrevista con Julio Scherer García para Proceso en diciembre de 1977, el poeta y ensayista Octavio Paz hizo una de sus declaraciones más importante sobre el papel de los intelectuales y el poder: “los intelectuales pueden ser útiles dentro del gobierno a condición de que guarden sus distancias del Príncipe”. Antes, en 1972, el reclamo de Paz enfatizó el daño que había hecho la política al escritor: “la revolución ha sido la gran Diosa, la Amada eterna y la gran Puta de poetas y novelistas”.
A diez años de su muerte ha habido en el ambiente cultural un
intento de reposicionar a Carlos Monsiváis como la gran figura de la
crítica al poder desde la crónica. Nada más alejado de la realidad. Una
revisión de los textos de Monsiváis leva a la conclusión de que fue un burlón
de las prácticas cotidianas de las élites mexicanas, pero no un crítico
ni disidente del sistema/régimen/Estado priísta. Las fotografías que han
circulado compartiendo amigablemente con el entonces presidente Carlos
Salinas de Gortari se deben entender en el escenario más complejo: hacia
1993 y 1994, Monsiváis trabajó para Salinas de Gortari como miembro del
consejo consultivo del Pronasol.
El tema Unión Soviética, Cuba y socialismo marcó las
relaciones intelectuales mexicanas de 1955 a 1999, hasta 1978 con mucha
intensidad y después con altas y bajas y sobre todo sumas y restas de
intelectuales; en 1999, Monsiváis aceptó: “la caída del muro de Berlin le
da la razón a Paz”.
En México el tema Moscú y las dictaduras del Este soviético se canalizaron
a través de Cuba y el gobierno dictatorial y represor de Fidel Castro. En su debate
con Paz en 1977 por la entrevista con Scherer, Monsiváis se montó sobre
el modelo de Jean-Paul Sartre en El fantasma de Stalin: reconocer
represiones, pero defender ideas. El socialismo, siguiendo el modelo
Sartre y la figura retórica creada por Norman Mailer, fue para la
intelectualidad mexicana que había perdido al nacionalismo revolucionario
del PRI, debía ser un héroe existencial, en donde la existencia precede
a la esencia. El socialismo tenía que existir, sin importar qué malo o bueno fuera.
Monsiváis fue la única figura intelectual que encaró a Paz,
aunque no con buenos resultados: Paz le endilgó la frase demoledora: “Monsiváis
no es un hombre de ideas, sino de ocurrencias”. La polémica de 1977
mostró a un Monsiváis incómodo en el análisis o el ensayo y sólo con
ciertos estallidos de ironía insuficientes para el debate serio, a
fondo, filosófico e ideológico que abrió Paz. Un reciente análisis de esa
entrevista se publicó en la web de Indicador Político la semana pasada: http://www.indicadorpolitico.mx/?p=108313.
Monsiváis ha sido, más bien, un mito genial. Su sentido del
humor, su descuido en el vestir y su movilización popular lo llevó a ser famoso.
Su defensa de las minorías sexuales fue lo más encomiable de su
seriedad. Al carecer de un liderazgo de grupo sin posiciones como la coordinación
del suplemento La Cultura en México 1972-1987, se protegió en el
grupo prosalinista (A)Nexos de Héctor Aguilar Camín y éste lo arrastró
a sus relaciones pegajosas con el poder. Pero Monsiváis fue consciente
de ello y acudió a las reuniones con el presidente Salinas sin obligarlo y se sumó
al Pronasol salinista.
El mito Monsiváis se olvida de muchas cosas; dos entre ellas:
en 1972 censuró --se negó a publicarla en el suplemento-- una carta pública
de Gabriel Zaid a Carlos Fuentes sobre la declaración del autor de La región
más transparente de que los intelectuales cometerían un “crimen
histórico” si abandonaban al Echeverría progresista, porque en esa carta
Zaid concluía, terminante; “el único criminal histórico es Echeverría”,
algo impublicable en el establishment cultural progresista de
esos años. Y en otra ocasión el Fondo de Cultura Económica le encargó a
Monsiváis una edición de la poesía de Carlos Pellicer, pero Zaid,
experto en poesía mexicana, encontró muchos errores en sus adelantos y en un
artículo descalificó a Monsiváis y éste renunció al proyecto.
La revisión de los textos de Monsiváis --descalificados por Luis
González de Alba en una crítica al estilo y contenido (https://www.letraslibres.com/mexico/carlos-monsivais-el-gran-murmurador)–
revela la técnica de los raspones a funcionarios, no la crítica al
sistema/régimen/Estado y critica el lenguaje abigarrado en sus crónicas sobre
el 68.
En este contexto los diez años de fallecimiento sirvieron
para recordar el Monsiváis amigo, no al Monsiváis intelectual.
-0-
Política para dummies:
La política es la antítesis de la intelligenzia.
@carlosramirezh
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Contracolumna • AMLO Y SU VISITA LA CASA BLANCA • A VER SI OBRADOR TIENE COJONES
miércoles, 24 de junio de 2020
Gobernadores, más preocupados por perder en 2021 que por federalismo
Carlos
Ramírez
La rebelión de gobernadores en funciones
ha enarbolado la bandera del federalismo
y ha optado impugnar algunas de las decisiones del presidente López Obrador,
pero en el fondo su preocupación es otra:
de las quince gubernaturas en disputa en el 2021, Morena podría alzarse con la victoria en catorce de
ellas.
En este sentido
hay que leer la propuesta de Acuerdo
en Defensa de la Libertad, la Democracia y el Federalismo que propuso la
Asociación de Gobernadores del PAN el pasado 14 de junio. El resultado electoral en la renovación de
la cámara de diputados federal y en quince gubernaturas fijará el punto de partida de las elecciones presidenciales de
2024.
El otro dato
singular en el activismo de gobernadores radica en la desarticulación y descomposición de las estructuras locales de
todos los partidos de oposición en veintiséis gubernaturas actuales, por lo que
el resultado del 2021 a favor de Morena en catorce de ellas hundiría a la oposición. Morena buscará
hacerse de veinte gubernaturas, el
62% del total de treinta y dos.
El problema no será nuevo. En la historia del largo
reinado del PRI el presidente de la república estableció un sistema político basado en tres
subsistemas orgánicos federales: el nervioso (PRI), el sanguíneo (el
presupuesto) y el óseo (seguridad) en la república. El PAN nunca tuvo idea de qué sistema estuvo gobernando y Peña Nieto centralizó el poder hasta anular a los
gobiernos estatales y a los treinta y dos PRI.
Ante la ausencia de liderazgos partidistas
nacionales en la oposición, los gobernadores de oposición buscarán consolidar el modelo de califato
autónomo, toda vez que el modelo de virreinato
como representante de un rey ya no funciona porque perdieron al monarca
presidencial en el 2000. En este sentido se explica el activismo de los gobernadores.
El problema, sin embargo, radica en el
hecho de que los gobernadores de partidos de oposición a Morena carecen de buenos resultados de sus
gobiernos y todos apuntan a perder sus elecciones por el repudio social. En las elecciones de 2021 de gobernador y hasta de
diputados federales funcionará el
modelo priísta: la capacidad de gestión y la fuerza personal del presidente de
la república en turno será el valor
agregado a las votaciones a favor del partido en el gobierno presidencial.
Dos casos serán
significativos: en Campeche encabeza
Morena las tendencias, a pesar de que el gobierno en turno, vía un suplente, pertenece al actual presidente nacional
del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, quien cargará
sobre sus espaldas la segunda ola de derrotas en gobiernos estatales, incluyendo su estado natal. Y en Michoacán, una sede del poder
cardenista que alguna vez la prestó al PRD, Morena vía el excardenista
Cristóbal Arias, compañero de luchas de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, tiene
casi asegurada la victoria.
El otro dato que explica el esfuerzo
desorganizado de poderes locales de partidos de oposición para intentar reconstruir la fuerza en lo
local estaría en la posibilidad de que los candidatos
presidenciales opositores a Morena en el 2024 deban de salir de alguna exgubernatura
o alguna gubernatura en funciones. Sin embargo, salvo pocas excepciones, los
gobernadores en camino a la salida no
pueden ocultar el repudio social.
Los partidos de
oposición más desarticulados son el
PRD en camino a la extinción y el PRI corriendo como pollo descabezado. El
PRI carece de ideas, de liderazgo, sus activos sin impresentables, el
expresidente Carlos Salinas de Gortari y su Tratado de Comercio Libre
revalidado por López Obrador es el más repudiado
dentro del PRI. El dirigente improvisado Moreno Cárdenas Alito está estrangulado
por irregularidades probadas en manejos financieros y se ha rodeado por uno de
los grupos priístas más nefasto. Por
ello los gobernadores priístas prefieren entenderse
con el presiente López Obrador, que confrontarlo como el PAN. Sin embargo, el
costo electoral será altísimo: el
PRI perderá las ocho gubernaturas de
las quince que gobierna hoy y su bancada federal de diputados de 9.2% tendrá otra merma adicional porque
el reparto de candidaturas será en función de los poderes facticos y las corruptelas, además de que se prevé otra ola de deserciones priístas hacia Morena.
Y lo peor de
todo es que todos los gobernadores carecen
de autoridad moral para erigirse en defensores de la democracia.
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Política para dummies: la política es una piedra atada al cuello de los
incompetentes.
@carlosramirezh
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martes, 23 de junio de 2020
Contracolumna • LA CACOCRACIA DE OBRADOR Y UN PAÍS ASESINO • AMLO, DIABLO GUARDIÁN DE LAS ELECCIONES
Más allá del decreto y del Cuarto Transitorio: la seguridad interior
Carlos
Ramírez
Cuando el
presidente Felipe Calderón decidió
enviar a las fuerzas armadas en apoyo de la seguridad pública en diciembre de
2006 por el alto grado de violencia
criminal, su argumentación fue la facultad
constitucional de la seguridad interior. Desde entonces se sigue debatiendo la participación castrense
en seguridad pública sin atender el
enfoque de seguridad interior.
En el fondo los
debates son procedimentales, de
derechos humanos, de daños colaterales; hasta ahora no ha habido ninguna queja de que las fuerzas armadas hayan atacado de manera intencionada a
movimientos sociales de protesta. La Ley de Seguridad Interior de 2017 fue bloqueada en la Suprema Corte en 2018,
pero sin entrarle al punto central:
el papel de las fuerzas armadas en la estabilidad social, política y económica
del Estado ante los ataques de los
grupos criminales nacionales y locales a la seguridad interior.
Más que acercarse las policías civiles a las
doctrinas militares por el contacto cotidiano en operativos, el fenómeno ha
sido al revés: los militares han
tenido que asumir los valores
civiles de la seguridad; imperio de la ley, respeto a los derechos humanos,
tribunales civiles en casos de exceso de fuerza y acatamiento de la existencia y movilidad de los movimientos de
protestas sociales civiles.
El decreto del 11 de mayo que autoriza a
las fuerzas armadas a apoyar labores de seguridad, el Cuatro Transitorio
constitucional que lo permite y el incumplimiento del Séptimo Transitorio
que obliga a gobernadores y alcaldes a profesionalizar sus cuerpos de
seguridad, aunado al activismo
impune de los cárteles del crimen
organizado --El Marro, El Mencho y Ovidio--, crean las condiciones de una nueva fase de crisis
de la seguridad interior porque el Estado ha dejado de funcionar en las zonas dominadas por esos grupos.
Y, de paso, hay
ya presiones de seguridad nacional
por la ofensiva de las agencias de seguridad de los Estados Unidos en su país y
en México en contra de esos tres
líderes criminales, en tanto que el presidente Trump ha ordenado perseguirlos en México.
Por lo tanto,
el escenario estratégico, de
seguridad interior y nacional y de presiones internacionales obliga a la revisión del decreto en
función de las doctrinas de seguridad del Estado y de la sociedad. Los
militares no han llegado a la
seguridad pública con la consigna de
matar, sino a cumplir con su función de garantizar
la soberanía, la independencia y la seguridad del Estado, de la sociedad, del
desarrollo económico ante el fracaso de las policías civiles.
Lo interesante del caso es que políticos,
partidos, oposición, legisladores, abogados y hasta ministros de la Corte
siguen preguntándose qué rayos es la seguridad interior que avala
la participación de las fuerzas aradas en situaciones de emergencia del Estado,
la sociedad y el desarrollo, cuando viene desde la Constitución de Cádiz de
1812. Durante catorce años se ha debatido el papel de los militares en seguridad pública, excluyendo la seguridad interior. Ahora parece que nos enfilamos al mismo debate inútil de la militarización
de la seguridad pública cuando leyes, reglamentos, vigilancias y protocolos son
civiles, aunque sean operados por
militares.
Y queda al
final de cuentas la percepción de
que las fuerzas armadas son la garantía
de defensa de la libertad, la soberanía y la estabilidad para el desarrollo y
no han abusado de su fuerza y que los casos excepcionales han sido investigados
y castigados por tribunales civiles.
El problema de
fondo parte de premisas equivocadas:
el problema no son los militares,
sino los funcionarios, policías, organizaciones sociales --todas ellas civiles-- que no han podido con el
problema de la seguridad y que su ineficacia ha llevado a la decisión de convocar a las fuerzas armadas a
defender al Estado y a la sociedad del avance impune de los criminales, con el apoyo de las corrupciones civiles en
seguridad y política.
Si las fuerzas
armadas son la última línea de
defensa del Estado, la soberanía y la sociedad, entonces quitarlos de labores en la que han fracasado políticos,
gobernantes, ministros y abogados significaría cederles la plaza a los delincuentes. Si gobernadores y alcaldes se
niegan a profesionalizar sus
policías y con ello impulsar al alza los delitos de furo común, entonces quién defenderá a la sociedad.
-0-
Política para dummies: La política es la continuación de la guerra por otros
medios, con el permiso de Clausewitz para una lectura de su tesis.
@carlosramirezh
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El Marro y el Estado no-fallido; siguen El Mencho y Ovidio
Carlos Ramírez
La aprehensión de familiares cercanos a
José Antonio Yépez Ortiz El Marro,
jefe del Cártel de Santa Rosa de Lima
dedicado al huachicoleo, el cerco al propio capo y los dos videos llorando
sus desventuras y amenazando con incendiar
el infierno han mostrado que el Estado tiene todavía la fuerza para imponer su hegemonía sobre el crimen organizado.
En todo caso,
el fondo del caso de El Marro tiene que ver más con una
estrategia no conocida de persecución, arresto y desmantelamiento de cárteles y de las presiones
estadunidenses. Si se sabe leer con
cuidado el escenario estratégico, el Estado va tras Nemesio Oseguera Cervantes El Mencho,
jefe del Cártel Jalisco Nueva Generación,
y tras de Ovidio Guzmán López, uno
de los hijos de El Chapo Guzmán que encaró el poder el Estado para librarse
de arresto con fines de extradición en octubre pasado.
Esos tres cárteles rebasaron sus tareas de tráfico
de drogas y buscaron asentarse en
estados territoriales de la soberanía del Estado para convertirse en mini Estados en funciones criminales.
La expansión violenta del CJNG en varias zonas de la república
adelantaron los indicios de desplazar
al Estado constitucional y crear espacios segregacionistas.
En estos tres cárteles no aparece ningún pensamiento estratégico guerrillero, es decir, un
modelo de asentamiento político o de
beligerancia, sino tan sólo la conquista
de territorios para traficar droga y controlar micro economías. El lenguaje de odio de El Marro en los videos de respuesta al
arresto de familiares de su primer círculo evidenció sólo a un individuo
violento y desesperado, pero sin
enfoques estratégicos. Buena parte de la violencia criminal en Guanajuato procedía de los conflictos y avances de
El Marro y de la consolidación de una
sociedad sólo de violencia.
El Mencho y Ovidio andan en las mismas condiciones: son jefes
escaladores por circunstancias, saben manejar sicarios y no miden los efectos de la violencia. Los videos del CJNG han sido analizados sólo en función
de un desafío de fuerza contra el
Estado por invadir territorios institucionales y por hacer acopio de armas
mayores a las policías, pero menores
a las militares.
Ninguno de los
tres capos ha ofrecido una idea clara
de una estrategia de sustitución del
Estado, sólo con algunas zonas donde vigilan, reparten beneficios y ponen a la
sociedad a su servicio con salarios
atractivos. Su lenguaje de violencia es preocupante
porque El Marro ha acudido ya a
acciones típicas del terrorismo,
como los coches-bomba. Y Ovidio amenazó al poder militar del Estado con estallar camiones-bomba en zonas
habitacionales castrenses para evitar su arresto.
La orden de
arresto con fines de extradición contra Ovidio sigue vigente y la crisis de octubre fue producto de una estrategia
fallida de seguridad del gobierno federal. El mensaje ya fue enviado en declaraciones oficiales y las fuerzas de
seguridad están operando escenarios de inteligencia
para localizarlo, arrestarlo y neutralizar la violencia de venganza.
El caso de El Mencho carece de información confiable. Lo único cierto es que de seguir
vivo estaría en las mismas circunstancias de El Chapo después de su segunda fuga de 2015: a salto de mata, sin capacidad para dirigir operaciones drogas,
desconfiando de todos por las recompensas y con reacomodos de liderazgos en su cartel. Tras de su tercera captura en
2016, El Chapo fue extraditado a los
Estados Unidos y sentenciado a cárcel de por vida.
La captura de los familiares de El Marro, el arrinconamiento del capo para una inminente captura y las
amenazas de violencia como venganza van a poner a prueba la fuerza del Estado y sus instituciones de seguridad. En
los hechos, El Marro no es un delincuente menor y sus
reacciones violentas atentan contra el Estado y sus tareas de mantener la
seguridad y la paz, pero tampoco
constituye una figura amedrentadora del Estado. En el caso de El Mencho involucran niveles de
seguridad nacional porque la DEA tiene abierta
la Operación Python contra el CJNG en los EE UU y en México, lo que escala áreas de
seguridad del Estado.
A los cárteles se les dio la oportunidad de ocultarse y de
desactivar la violencia de sus actividades delictivas, pero ahora están
comenzando a encontrarse con el
Estado como la institución garante de la seguridad.
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Política para dummies: La política es el juego de estrategias, no el choque
de batallones.
@carlosramirezh
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