jueves, 11 de junio de 2020

2021 + 2022 = 2024: polarización para construcción de bloques de poder



Carlos Ramírez

Sea cierta en su totalidad o a medias o producto de los sótanos del poder, al final de cuentas la organización BOA (Bloque Opositor Amplio) está reflejando una nueva realidad política: la disputa por el Estado a partir de la construcción de hegemonías o alianzas de grupos dominantes para apoderarse de los mecanismos para imprimirle dirección política a la nación.
En los hechos históricos, México nunca ha tenido partidos políticos reales y funcionales, por lo que la lucha electoral ha sido producto de dominios de las élites. La coalición priísta mantuvo el control del aparato de poder de 1929 a 2018, pasando por acuerdos con el PAN de 2000 al 2012.
La candidatura de López Obrador no fue disidente ni de alternativa, sino de cambio de élite y de reacomodo de prioridades sociales. Por eso la coalición lopezobradorista se mantiene de expriístas, poscardenistas, disidentes. El único grupo realmente disidente-alternativo es el que configuran unos pocos militantes del disuelto Partido Comunista Mexicano y su propuesta socialista.
Sin contar a los comunistas, todos los grupos y corrientes vienen del venero del proyecto histórico de la Revolución Mexicana, aún, inclusive los neoliberales salinistas. En todo caso, sólo varía el enlistado de prioridades sociales y estabilizadoras.
El escenario de aparición del BOA es el mismo que existió en 1994 con el modelo del choque de trenes por el zapatismo, el salinismo y la élite liberal intelectual (varios de ellos en la lista real o apócrifa o funcional del Bloque) y que alertaba la necesidad de un espacio de compensación para una presidencia de emergencia. Ya fuera que Salinas lo hubiera impulsado o se hubiera forjado en el análisis de sus miembros, el Grupo San Angel no representó a ningún partido político y dio funcionalidad a una élite intelectual-política que buscó construir una nueva alianza de poder o grupo hegemónico.
Sea real o no, el documento BOA agrupa a organizaciones, políticos, funcionarios, periodistas e intelectuales que de manera pública han expresado su critica a López Obrador y de un modo otro ha comenzado a influir en el voto contra de Morena en el 2021 y por la revocación del mandato presidencial (si procede, pese a carencia de reglas). Tres nombres saltaron hoy porque fueron piezas promotoras del Grupo San Angel-1994: Héctor Aguilar Camín, Jorge G. Castañeda y Enrique Krauze. Castañeda reapareció a finales de 1995 alertando sobre el derrocamiento de Zedillo por la crisis económica, luego de una reunión con Carlos Salinas de Gortari en Irlanda.
Al no existir un partido político real --no sólo de membrete, y se incluye al PAN mediático sin estructura nacional--, los opositores y críticos a López Obrador están construyendo un bloque de poder que pueda derivar en una hegemonía o alianza operativa electoral. Del lado contrario sólo aparece López Obrador y su mañanera como fuerza de poder construyendo una hegemonía popular de masas de votantes, sin que este grupo sea formalmente un bloque de poder.
El agrupamiento de nombres y organizaciones que aparecen en el documento del BOA --repito: aún siendo fabricado en los sótanos del poder-- revela lo ya conocido: una fuerte confluencia de poderes sociales con intereses antilopezobradoristas que constituyen no sólo un bloque de poder, sino que alcanza por su diversidad y representatividad de clase y de grupos dominantes a constituir una hegemonía.
Las luchas electorales de 2021 y de 2024 serán, pues, de hegemonías, sin clases sociales organizadas en partidos o grupos políticos. La disputa es por el modelo de Estado, la reorganización de la institución presidencial y la apertura de los poderes a la sociedad civil. No se trata de dos modelos diferentes, sino del mismo en dos variantes: el Estado priísta abierto o el Estado priísta de presidencia unitaria y centralista. Pero mientras el modelo lopezobradorista aparece claro por la figura dominante del presidente, la de los enlistados en el BOA es numerosa por la ausencia de un liderazgo único, aunque con la posibilidad, como se ha visto en las reacciones al documento, de que pueda salir una figura personal fuerte que vaya encarando desde ahora y de manera pública a López Obrador para centralizar esa hegemonía.

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Política para dummies: La política, nos ha enseñado Maquiavelo, es la lucha conductista del poder.

@carlosramirezh

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Policías, guardianes del régimen; ¿represión o Estado de derecho?

 

Carlos Ramírez

 

1.- La jefa de gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quiso ser irónica el martes al explicar la marcha violenta del lunes y sobre todo justificar la inacción policiaca, sólo que con una mueca y no con una sonrisa: “ayer se quedaron con las ganas de ver a un policía reprimiendo”.

Y así fue: los policías no intervinieron en dos ocasiones ante los desmanes de los grupos violentos. Pero el saldo de la inacción policiaca del lunes fue alto: 10,200 comercios afectados y pérdidas por 70 millones de pesos en la zona del Centro Histórico. Sin embargo, esos comercios han pagado sus impuestos para obtener seguridad y sólo han recibido un “ni modo, alguien tiene que pagar”.

El problema no radica en la inacción policiaca. Para ello, entonces habría que disolver a los cuerpos policiacos y que cada comercio contrate seguridad privada. Sheinbaum desapareció el cuerpo de granaderos y trasladó en automático esas labores a grupos especiales de policías con funciones de… granaderos.

Las fuerzas de seguridad estatales tienen ya reglas, protocolos y leyes para el uso de la fuerza, pero ninguno de los policías destinados a esas labores siquiera las ha ojeado. Lo más grave le toca a alcaldes y gobernadores: no han capacitado a sus fuerzas de seguridad en las calles para respetar derechos humanos, negociar con movimientos sociales y contener protestas violentas.

Más grave aun: las fuerzas policiacas no aprenden siquiera de sus propios errores: los granaderos reprimiendo en el 60 estudiantil, los grupos de choque de los sótanos del Estado en 1971 con el halconazo, los golpes a maestros en el zócalo en 1977, la golpiza a campesinos en Atenco y ahora el asesinato de un ciudadano en Jalisco por no portar cubrebocas y la agresión a una adolescente en Ciudad de México por protestar contra ese asesinato.

Hoy están igual, que es decir peor.

Los gobiernos municipales y como apoyo los estatales van a tener trabajo extra con las protestas que vienen ante la agudización de la crisis de empleo y de la crisis productiva derivada del frenón productivo por la pandemia del coronavirus. Puede ser más grave la inacción, que los errores de represión por la falta de capacitación policiaca en administración de multitudes. No se trata de reprimir sino de aplicar el Estado de derecho.

2.- El caso de George Floyd en los EE UU entró ya en la zona de la vulgar politización por parte del candidato demócrata Joe Biden y de la disparatada líder legislativa demócrata Nancy Pelosi. El afroamericano asesinado por un policía de un gobierno estatal demócrata se convirtió en bandera electoral demócrata.

Con tal de ganar algunos puntos electorales, los dos están destruyendo el eje de dominación autoritaria del sistema estadunidense: la dureza policiaca como mecanismo de control social. Ante delincuentes y milicias conservadoras que tienen acceso libre a las armas, la decisión de atarle las manos a los policías dejaría a los ciudadanos a merced de delincuentes armados y radicales sin freno.

Las redes demócratas están difundiendo fake news, como el video de un afroamericano con camiseta roja que fue arrestado con agresividad por dos policías. El suceso se está situando en las marchas contra el asesinato de Floyd, pero en realidad ocurrió hace un año en otro escenario: una alerta a policías para arrestar a un individuo de las características del detenido; luego de esposarlo, los policías revisaron su identificación y no era el buscado. Enseguida lo soltaron. La segunda parte de la falsedad de la nota radica en el hecho de que no era agente del FBI, como se quiere hacer creer ahora.

La crisis política de los demócratas los está exponiendo a situaciones de rupturas de los consensos de dominación imperial: el retiro de tropas que prometió Obama en Berlín y que nunca cumplió, el asesinato de Osama bin Laden sin cumplir con los requerimientos legales, la escena del ultimo informe de Trump donde Nancy Pelosi destruyó hojas del informe como si fuera una vándala anarquista y la escena de Pelosi arrodillándose en honor de Floyd por un acto de violencia policiaca del sistema autoritario y de seguridad estadunidense y como crítica a las policías que cumplen con su deber y sus funciones que los legisladores les han aprobado.

Los demócratas de Estado quieren ganar votos medrando con las víctimas del autoritarismo de Estado.

 

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Política para dummies: La política es el uso de la fuerza por el camino de la razón.

 

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Contracolumna OBRADOR Y EL SÍNDROME DEL CANGREJO | PARTE 1



JOSÉ MARTÍNEZ M.*
El presidente Obrador está jugando con fuego. Su ambición de poder amenaza al país con una crisis política. En lugar de convocar a una política conciliadora ha optado por la polarización. Ha dividido a la opinión pública en dos extremos opuestos. Su propuesta de una “cuarta transformación” no goza del consenso de los mexicanos. Pero Obrador está tan decidido en llevarla a cabo que no duda en recurrir al uso de la fuerza para imponer sus ideas.
La crisis sanitaria derivada de la pandemia del Covid -19 y la mala administración de su gobierno han propiciado una crisis económica sin precedentes. Su gobierno acusa severos problemas de gobernabilidad. Lo peor es que con su obsesión de caudillo ha propiciado la pérdida del equilibrio en los poderes del Estado. Mantiene un rígido control del Poder Legislativo y ha partidizado al Poder Judicial. Con su actitud busca a toda costa erigirse en el poder de los poderes.
A pesar de las diferencias políticas y sociales, México ha mantenido una estabilidad en los últimos 86 años. De Lázaro Cárdenas a Peña Nieto todos los gobernantes concluyeron, sin interrupción, sus mandatos sexenales. Pero sin que nadie se lo pidiera Obrador puso en el tapete de la discusión el tema de la revocación de su mandato como pretende llevarlo a cabo en una especie de referéndum en el año 2022. Aunque él ha dicho que gobernará por solo seis años, su ambición lo desborda y no hay duda de que pretenda perpetuarse.
Se equivoca, México no es una aldea. Somos una nación multicultural. Es un deber moral y político conservar la unidad de los mexicanos, sólo así protegeremos y preservaremos la soberanía republicana de la patria heredada por nuestros mayores.
A lo largo de la historia nuestro país ha pagado un alto costo por la inestabilidad política, que llevó incluso a la nación a una pérdida importante de nuestro territorio y a enfrentar invasiones y guerras con potencias extranjeras.
Antes del Porfiriato, cuya dictadura se prolongó por tres decenios, México vivió etapas cruentas. Entre 1821 y 1876 estuvimos en guerra civil los mexicanos. En esos 55 años nuestro territorio nacional fue cuatro veces mutilado, siete potencias extranjeras nos agredieron, se registraron 95 cambios de presidentes y tuvimos 10 constituciones.
Después afrontamos el proceso de la revolución mexicana para sacar del poder a Porfirio Díaz. En consecuencia el país se desangró por un lapso de casi una década.
Con Cárdenas inició el periodo de estabilidad del país., en tanto el PRI se mantuvo un poco más de siete décadas en el poder. La alternancia llevó al gobierno al Partido Acción Nacional, y después de una breve pausa del PRI, emergió Obrador con un proyecto populista sin declararse ideológicamente de izquierda, de acuerdo a su declaración de principios y estatutos al día de la elección en 2018.
Obrador ahora quiere dar un viraje y busca anclarse en el pasado de nuestra historia. De ahí es que recurre cotidianamente en su discurso a pasajes de la historia, que él mismo deforma a su conveniencia por su falta de conocimiento sin tener la autoridad moral para asumirse como un prócer.
El tabasqueño vive atrapado en el pasado y padece el síndrome del cangrejo. Su mirada está puesta en esa cosa que los venezolanos llaman la “revolución bolivariana”. Su partido, Morena, es un menjurje de ideologías que abonan en el populismo.
Mirar hacia Venezuela o Cuba sería una regresión de nuestra historia. Sin el consenso de los mexicanos Obrador hundiría al país en un estallido social. De ahí que las balandronadas de los supuestos “complots” para “derrocarlo” son meras fantasías.
No hay amenazas de un golpe de Estado, lo que sí hay son los golpes de pecho del propio Obrador para victimizarse incurriendo en un juego perverso del poder para involucrar a nuestras fuerzas armadas.
No se pueden hacer comparaciones entre el México actual y el México del pasado. Puede resultar peligroso para el país el que Obrador juegue con sus fantasías producto de su paranoia.
En los últimos años de su vida, el general Cárdenas vio cómo se fue diluyendo el cardenismo en el sector de las fuerzas armadas con la llegada del general Marcelino García Barragán. Durante los últimos diez años de su existencia Cárdenas se desempeñó hasta su muerte en 1969 como vocal ejecutivo de la Cuenca del Balsas. Apoyó a los jóvenes estudiantes del movimiento de 1968 y cuando en Cuba soplaban los aires del comunismo, Cárdenas recibió del alto mando castrense una orden: le prohibieron visitar Cuba.
Quedaban claro, desde entonces, las consignas principales que el Ejército tiene que ejercer y son: Defender la integridad de independencia de la Nación y Mantener la Constitución.
Obrador debe de entender que los militares son factores reales en el proceso de construcción de decisiones. Los promotores de incluir a México en el bloque de los países de la “revolución bolivariana” deben de saber que para nuestras fuerzas armadas la seguridad nacional no es la seguridad de una camarilla, de un partido en el poder, de un régimen determinado o de personas específicas, razón por la cual el ejército mexicano, reconociendo sus orígenes, debe sostener que la tarea no es ser instrumento, sino protagonista activo que responda a las complejas exigencias de la sociedad a quien debe su mayor empeño y de donde procede, y que hoy reclama como exigencia básica asegurar la transición a un México democrático, plural y con acceso a la riqueza social generada por el conjunto.
(Mañana continuaremos con el tema del papel, el poder y el contrapeso de las fuerzas armadas)
*José Martínez, periodista y escritor.