JOSÉ MARTÍNEZ M.
Llegó la hora de la videopolítica: donde una imagen vale más que mil palabras. Hoy las campañas son cortas y los resultados inesperados.
Las campañas políticas ya no serán en la plaza pública como antaño. Eso quedó atrás.
La pandemia también vota y vino a modificar el escenario electoral.
Como parte de la “nueva normalidad”, los partidos y sus candidatos no lucharán por conquistar ciudadanos sino video-electores.
En nuestro país el 71 por ciento de la población tiene acceso a Internet (según la última Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en colaboración con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).
Lo anterior significa que en México hay 80.6 millones de usuarios de internet, aunque las conexiones móviles alcanzan al 90 por ciento de la población.
Este es el panorama de las conexiones digitales en el arranque de las campañas de las que son, hasta ahora, las elecciones más grandes –pero no por ello las más concurridas– en la historia del país.
En el 2018 las conexiones digitales fueron determinantes en las elecciones presidenciales. Incluso Obrador las llamó “benditas redes sociales”. El tabasqueño ahora detesta a Twitter y Facebook. Para él terminaron por convertirse en una auténtica pesadilla. Las redes sociales se revirtieron como un boomerang para Obrador.
No obstante el nuevo escenario del distanciamiento social derivado de la pandemia, va a registrar un impacto sin precedentes, muchos candidatos recurrieron desde el primer minuto de este domingo a los usos y costumbres de la añeja fórmula política de emprender sus campañas en la plaza pública. No está mal, es parte de las estrategias pero también han cambiado las formas de hacer política.
La comunicación de masas ha cambiado. Mientras en la plaza pública se puede reunir a unos cuantos cientos de simpatizantes, los políticos pueden conectar a millones de personas a través de los medios digitales. De tal manera se cumple la sentencia de los expertos en comunicación: No hay política sin medios y no hay medios sin política.
Los medios digitales ahora son actores políticos. La información que fluye en estos medios construye una agenda que se relaciona con candidatos y ciudadanos. De tal suerte que hoy está más claro que nunca la interdependencia entre el sistema político y el sistema mediático.
En el mundo hay una nueva generación de electores como resultado de la influencia de los medios digitales. Las masas ahora son video-dirigidas tal y como lo planteó desde hace buen tiempo el sociólogo Giovanni Sartori quien desde finales de los noventas había advertido sobre la influencia de los medios en las masas y en la agenda política, como parte del surgimiento del Homo Videns.
Lo lamentable es que una gran mayoría de los candidatos carecen de una agenda de discusión sobre los temas más relevantes del proceso electoral a partir de la correlación con los medios digitales. Muchos candidatos siguen atrapados en las añejas y anquilosadas formas de hacer política como en los viejos tiempos.
Los medios de comunicación se han convertido en actores políticos y en el espacio digital, en dónde su información construye una agenda que se relaciona con candidatos y ciudadanos.
El concepto de democracia también está cambiando con las nuevas formas de hacer propaganda política.
La interrelación del sistema político y de opinión pública ha dado paso a la aparición de nuevas formas de hacer política dejando atrás el modelo de la democracia liberal.
Los políticos aún no han valorado que vivimos en una nueva sociedad de la comunicación como parte de la posmodernidad.
Hoy los partidos viven una etapa de fragilidad y no atinan a desentrañar las nuevas formas de hacer política.
Las campañas a la vieja usanza ¿Y usted señora: qué prefiere? ¿Ser rica o ser pobre? Ya se acabó.
Ahora son los tiempos del show político y de la actuación histriónica de los políticos. El nuevo espacio virtual busca a toda costa el raiting como parte del marketing político.
El éxito electoral depende del posicionamiento de los candidatos dependiendo de su exposición en los medios no importa que hablen de simples estupideces.
La nueva realidad mediática ha transformado las reglas tradicionales de los procesos políticos y electorales por nuevas realidades simbólicas que han puesto el acento en las formas de realizar el quehacer político y ya no en el contenido de las propuestas.
En la nueva realidad simbólica lo que cuenta es el sensacionalismo de los candidatos políticos para atraer a las masas.
De esta forma, se transformó la plaza en videoplaza, la política en videopolítica, la promoción política en videodestape , los mítines en videomítines, la marcha en videomarcha, la denuncia en videodenuncia, la presión política en videopresión, la ejecución política en videoasesinato, el terrorismo en videoterrorismo , los sufragios en votaciones electrónicas, el gobierno en telecracia, y la democracia en videodemocracia.