miércoles, 23 de septiembre de 2020

Contracolumna • OBRADOR, BEISBOLISTA • CORRUPCIÓN, DEPORTE

 



JOSÉ MARTÍNEZ M.


Durante mucho tiempo he sido seguido al comentarista deportivo José Ramón Fernández, uno de los mejores periodistas deportivos. Pero lo bellamente onírico sucedió una noche mientras atendía su programa en ESPN cuando recibí una llamada inesperada. En la línea estaba el periodista Tlatoani Carrera para solicitarme una entrevista para el programa de José Ramón. Quería abordar la afición del ingeniero Carlos Slim sobre los deportes. Al día siguiente un equipo de ESPN estaba en mi casa. Esa noche se trasmitió la entrevista-reportaje con una duración de ocho minutos. Conté al periodista algunas anécdotas: la visita de Slim al club Barcelona de futbol y los consejos del Ingeniero para mejorar las finanzas del equipo de Messi; hablé de una carta confidencial que escribió Slim para el pelotero de las grandes ligas Alex Rodríguez, de su relación con José Sulaimán, del Consejo Mundial de Boxeo, de su apoyo a la escudería Telmex de Checo Pérez, del apoyo al patronato de los Pumas, de los deportes que practicó el Ingeniero en su juventud (natación y futbol americano). En fin hablé hasta de las ganas de Slim por abrir un museo de los deportes.
Aficionado al béisbol el ingeniero Slim y su primo hermano Alfredo Harp Helú sopesaron la posibilidad de comprar la franquicia del equipo de los Padres de San Diego y traerla a México y construir un estadio. De esa manera México estaría presente en las grandes ligas. Pero al final Slim decidió que no. Le pregunté sus motivos. El magnate me respondió que por ética no iba hacer un negocio de su deporte preferido.
Al final, la principal razón para desistir fueron los números. Sería muy caro sostener a un equipo de esas dimensiones en un mercado como el mexicano. Simplemente no sería rentable.
A diferencia de Slim, que es uno de los diez hombres más ricos del mundo, el presidente Obrador –quien dice que siempre trae 200 pesos en su cartera y quien presume su “austeridad” – gasta una fortuna de recursos públicos como un capricho para mantener su afición al béisbol. Este año, por ejemplo, pese a la crisis de la pandemia y la peor caída de la economía mexicana en su historia, el presidente Obrador va a gastar 350 millones de pesos del presupuesto presidencial en su amada afición pelotera. Casi un millón de pesos diarios para el béisbol. Un gusto que ni siquiera Slim se puede dar.
Cuando Obrador resultó ganador de las pasadas elecciones presidenciales lo primero que hizo fue contratar los servicios del expelotero de las grandes ligas, Edgar González, un ferviente lector de libros cristianos que combina la palabra de Dios con la formación de jugadores y entrenadores de béisbol.
La ascendencia de Edgar sobre Obrador es sorprendente, tan es así que el tabasqueño ordenó acondicionar una oficina especial para el beisbolista a un costado del despacho presidencial. Edgar González depende directamente del presidente. Sólo a él le rinde cuentas. La pomposa oficina recibe el nombre de Promoción y Desarrollo del Béisbol en México (Probeis) y tiene contemplado un presupuesto sexenal de 2 mil 100 millones de pesos. Hasta ahora se gastado casi 700 millones de pesos en ese proyecto más otros 500 millones de pesos extras invertidos en un estadio de béisbol en el estado de Sonora.
Al margen de Conade que encabeza Ana Guevara, inmersa en la corrupción, el plan de Edgar González es construir 16 academias para formar a 640 niños y 128 entrenadores para que “en el futuro” puedan aspirar a “probarse” como jugadores de las grandes ligas, aunque no hay garantías de nada.
El expelotero Edgar González es íntimo amigo del gobernador Jaime Bonilla Valdez quien lo presentó con Obrador.
Bonilla, a su vez, se hizo amigo de Obrador cuando le abrió los micrófonos de la estación 1030 AM de radio “La Tremenda” y de la plataforma multimedia PSN para sus campañas políticas. A cambio Obrador le entregó a Bonilla una diputación y una senaduría, después le dio en compensación la gubernatura.
Bonilla quien mantuvo negocios con los gobernadores Xicoténcatl Leyva Mortera y Óscar Baylón Chacón jamás pensó entrar a la política, pero su camino se cruzó Obrador y fue como sacarse la lotería.
Bonilla fue dueño del equipo de béisbol Los Potros de Tijuana hasta que un día fue expulsado de por vida de ese deporte. La razón: prostitutas, alcohol, drogas y dinero.
En la temporada 1987-1988 Los Potros de Tijuana se coronaron campeones de la Liga Mexicana del Pacífico. En esa ocasión Los Potros se enfrentaron con las Águilas de Mexicali ganando la serie 5 a 3.
Bonilla sobornó a cada uno de los jugadores de las Águilas con 30 mil pesos, una fiesta en una casa de citas donde abundaron las mujeres, el alcohol y las drogas.
Durante toda su vida, Bonilla se ha manejado a base de cochupos para seducir lo mismo amigos que enemigos. Así como lo hizo con los jugadores de Mexicali, también actuó de la misma manera con los diputados del Congreso Local para extender ilegalmente su mandato constitucional como gobernador. Tenía el respaldo cómplice de la secretaría de Gobernación Olga Sánchez Cordero pero la Suprema Corte de Justicia de la Nación le puso un hasta aquí a sus abusos, mientras su amigo el presidente Obrador volteaba hacia otro lado haciéndose el desentendido en las ambiciones de Bonilla.
Ahora Obrador tiene a un lado de su oficina como protegido al expelotero de los Padres de San Diego, Edgar González el amigo íntimo de Bonilla.




Muñoz Ledo quiere a Morena como un PRI neolombardista y diazordacista

 


 

Carlos Ramírez

 

Aunque a nadie parece preocuparle, el destino de Morena en este cambio de dirigente podría cerrar el círculo abierto en 1986-1989 por la Corriente Democrática pos-neo-cardenista convirtiendo al movimiento lopezobradorista en un nuevo PRI diazordacista-echeverrista-lopezportillista de 1976.

Sólo que ahora con un toque del tipo del Partido Comunista soviético: el plan con maña de Porfirio Muñoz Ledo buscar mover el eje político de la presidencia de la república al partido y presidencializar desde el apparátchik partidista anulando al líder López Obrador.

Fue lo que quiso hacer Muñoz Ledo en 1975-1976 cuando el presidente Echeverría le negó la candidatura presidencial y le dio el partido como premio de consolación. Desde el PRI, Muñoz Ledo se alió con el cacique sindical Fidel Velázquez para intentar la reconstrucción del movimiento obrero como una organización de masas que le impusiera condiciones al presidente López Portillo. Con astucia, Fidel lo abanicó y Muñoz Ledo se quedó en el gabinete causando estropicios hasta que lo echaron.

Morena podría ser el punto final del movimiento de protesta nacido en el PRI en la segunda mitad de 1986 para intentar meterse en la sucesión presidencial de 1988: la Corriente Democrática formó el Frente Democrático Nacional de la elección presidencial de 1988, el Frente se transformó en PRD en 1989, los caudillismos de Cárdenas, Muñoz Ledo y López Obrador lo destruyeron, agonizó hasta que López Obrador creó su estructura Morena para su candidatura presidencial exitosa en 2018 y no será necesario para el 2024 porque el modelo sucesorio lopezobradorista no considera a un partido como eje dinamizador de la próxima nominación, sino que el candidato tendrá que depender de una coalición de muchos partidos pequeños.

Muñoz Ledo siempre quiso ser el Perón mexicano. Desde la Secretaría del Trabajo 1972-1975 construyó un acuerdo con el movimiento obrero priísta controlado por Fidel Velázquez y aplastó con represión al sindicalismo independiente de entonces, sindicatos industriales pequeños y sobre todo la Tendencia Democrática de Rafael Galván. Sin embargo, Muñoz Ledo ignoró que la lógica del sistema había fortalecido a Fidel para servir a la élite gobernante y no para constituirse en poder autónomo.

La estrategia de movimiento obrero apuntalado por el gobierno y política de bienestar no le alcanzó a Muñoz Ledo para obtener la candidatura presidencial. Muñoz Ledo presume sus lecturas de Duverger como presunto primer teórico de los partidos, pero medio siglo antes del francés fue el alemán Robert Michels el que definió en 1915 a los partidos políticos en la lógica de Muñoz Ledo: oligarquías dirigentes que imponen voluntades personales, lo que llamó “la ley de hierro de la oligarquía”.

De la Secretaría del Trabajo como Ministerio de Bienestar Social peronista, Muñoz Ledo pasó al PRI a operar la campaña de López Portillo y por su cuenta definir al PRI como “el partido de los trabajadores”, aunque su base obrera fuera la controlada, corrupta y lobotomizada de Fidel Velázquez. En su presidencia en el PRD quedó atrapado entre el liderazgo de Cárdenas y el dinamismo de López Obrador y por eso pactó en secreto con Vicente Fox su declinación como candidato presidencial del PARM en el 2000. Y de ahí, una carrera llena de traiciones, expulsiones, corruptelas y acomodos políticos.

Ahora aparece en Morena y se presenta como candidato de unidad, pero ya con una lista estaliniana de expulsados del paraíso partidista. En términos ideológicos, intelectuales, politológicos y de calidad moral, Muñoz Ledo siempre se topó con Manuel Camacho Solís y de ahí su odio político al camachista Marcelo Ebrard. La arrogancia intelectual de Muñoz Ledo está haciendo estragos en Morena y aún sin haber llegado a la presidencia del partido, con la amenaza directa de que meterá en cintura al propio presidente López Obrador y su estrategia política de liderazgo social.

Al final, Muñoz Ledo sigue arrastrando su diazordacismo como la personalidad autoritaria que define.

 

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Política para dummies: La política es la suma de inteligencia y astucia, diría Machiavelli.

 

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