miércoles, 5 de agosto de 2020

Las opciones anticrisis que no se atendieron y el costo social pagado


Carlos Ramírez

 

En julio, ya en ruta de salida forzada de la pandemia por el deterioro productivo, el vicegobernador del Banco de México Gerardo Esquivel publicó un texto para dar su punto de vista sobre “Los impactos económicos de la pandemia en México”, aunque en el fondo para alertar sobre los altos costos sociales pagados por mantener la ortodoxia hacendaria.

Esquivel era una pieza clave del grupo económico de la 4-T antes y durante la campaña electoral, pero fue desplazado de subsecretario de Hacienda al Banco de México por sus opiniones heterodoxas sobre política, desarrollo y economía. Puede decirse que Esquivel se acercó a una propuesta real de modelo de desarrollo posneoliberal, pero careció de autonomía como subsecretario de Egresos de Hacienda.

No es, pues, un enemigo de la 4-T; al contrario, pudiera decirse que es de los pocos cuadros que tiene un proyecto alternativo a la estrategia neoliberal salinista 1979-2018. De ahí la importancia de su texto que se presenta como “impactos económicos”, pero enfatiza el agravamiento social por la falta de decisión del Estado para atenuar la pobreza adicional provocada por las decisiones gubernamentales ante la pandemia.

Además del efecto negativo en el PIB, el desplome del consumo y el choque laboral por el frenón de la actividad económica que se están confirmando con las cifras oficiales, Esquivel lanzó la primera advertencia del costo social adicional:

Se anticipa un aumento importante en las tasas de pobreza total y extrema en el país. Según diversas estimaciones, alrededor de 9 millones de mexicanos podrían pasar a ser considerados como pobres y un número similar podría caer en situación de pobreza extrema (dieciocho millones en total). Este efecto podría llevarnos a alcanzar las tasas de pobreza más elevadas en lo que va del siglo. A la larga, éste será́ quizá́ el impacto más duradero y doloroso de esta crisis y el que requiere una atención de carácter más inmediato.

La clave de las propuestas de programa de apoyo emergente ante la crisis de Esquivel radicó en la protección de las fuentes de empleo y de los trabajadores. Esquivel delineó cinco decisiones de Estado con cargo a la política económica y presupuestal:

1) Un seguro de desempleo de emergencia que pudiera beneficiar al poco más de un millón de trabajadores formales que han perdido su empleo; 2) un programa de protección a la nómina que ayudara a las empresas a sostener un mayor número de empleos formales; 3) el diferimiento en el pago de contribuciones sociales a micro, pequeñas y medianas empresas; 4) un programa especial de apoyo para el pago de rentas u otros costos fijos (para restaurantes u otros negocios especialmente afectados por la pandemia); y 5) un programa que le otorgara un apoyo mínimo a los trabajadores informales que hubieran perdido temporalmente su fuente de ingresos.

La lógica económica de Esquivel radicó en la defensa de la planta productiva para proteger el empleo y evitar el cierre de fuentes de trabajo y el aumento del desempleo con trabajadores del sector formal e inclusive los del sector informal que no pudieron salir a las calles a vender. Como no hubo ese apoyo, hoy las cifras de quiebra de empresas, de salida de trabajadores de la población económicamente activa, de aumento del desempleo formal, de crisis en el sector laboral informal y de aumento de pobreza que se resumen en la cifra prevista de PIB anual de -9% a -12%.

A la vista de lo previsible de la crisis productiva del, 2020, el escenario a atender es el de mediano plazo de 2021 a 2025 y de largo plazo de 2025 a 2030. El documento de Esquivel fue circulado en la segunda quincena de julio y los datos oficiales de agosto confirman el costo económico y productivo del frenón económico. El gran desafío radica en reconstruir la política económica, la estrategia de desarrollo y los diseños presupuestales para saber si el país podría recuperar lo perdido o comenzará la contabilidad del desarrollo a partir del hoyo recesivo de 2020.

 

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Contracolumna • OBRADOR Y UN PAÍS SIN FUTURO • EDUCACIÓN, EL GRAN FRACASO





JOSÉ MARTÍNEZ M.

De veras no tienen madre.
Vivimos en el país de las maravillas, donde todo es posible. En las películas de animación la mayoría de personajes no tienen padres. Así, como los personajes de las películas de fantasía, nuestros políticos viven en una situación de orfandad.
Mientras a nuestros gobernantes el país se les deshace entre las manos, al amanecer, el presidente todos los días toca la lira. 
Los refranes son sabios. “Nunca digas de esta agua no beberé”.
Pues sí. 
Televisa –y lo dijo muy claro “El Tigre” Azcárraga– hace televisión para los jodidos. Y vaya que lo dijo un soldado del PRI.
Ahora, con la cuarta transformación Televisa ha pasado a convertirse en el pilar de la educación. 
Frente a los estragos de la pandemia, no es el Estado el que resuelve los problemas, los “salvadores de la patria” ahora son sus antiguos enemigos.
Para el presidente Obrador “gobernar no tiene ciencia”. Claro, está acostumbrado a hacer cirugías con machete. Con la cuarta transformación hemos atestiguado el menosprecio por ciencia, la educación y la cultura.
En este mismo espacio hemos subrayado que la educación y un proyecto de nación van íntimamente de la mano. 
Como país tenemos muchas facturas pendientes por pagar. Una lista de esos pendientes incluye: niños bien alimentados; padres comprometidos con el proceso educativo; profesores bien formados, evaluados y remunerados en todos los niveles.
Carajo. La pandemia nos está demostrando que nuestros políticos son unos analfabetas.
De poco sirve un plan de gobierno que diga a dónde quiero llegar como país si no tengo cómo ejecutarlo con las personas educadas para ello.
Se ha demostrado el analfabetismo de los funcionarios del más alto nivel. Una secretaria de Economía que es incapaz de leer correctamente una cifra numérica. 
Tenemos un secretario de Educación tan gris como el asfalto, acostumbrado a los eventos rimbombantes pero ajeno a la más elemental pedagogía.
El gobierno de Obrador ha cometido errores garrafales en materia de educación. De la mano de los legisladores de Morena se empecinaron en dar marcha atrás a la reforma educativa, y lo logaron. 
En lo político pagaron los favores a La Maestra por la contribución de sus huestes a la campaña de Obrador. 
En materia de libros de texto recortaron el presupuesto a la Conaliteg y un número indeterminado de niños de educación básica lo resintieron, pues debido a la política de austeridad la Secretaría de Hacienda ordenó para el ciclo escolar 2019-2020 se dejaran de imprimir 40 millones de libros de texto gratuitos, de los 220 millones que se requieren.
En lugar de fortalecer la educación se ha actuado en sentido contrario sin importar en alto costo social que ello representa en un país donde la mitad de su población piensa con su estómago, que vive con su desnudez y siente con su miseria, razones para que muchos emigren de sus pueblos a la capital o muchos salgan del país por la falta de educación y de oportunidades.
Y ya no hablemos de la deserción escolar en el nivel medio superior.
Ahora la televisión, cuyos principios están más orientados a la diversión y el entretenimiento, suple a la Secretaría de Educación con el pacto firmado por el gobierno de Obrador y las principales televisoras. Al final se trata de un negocio más para los concesionarios. 
En los primeros meses de su gobierno Obrador se comprometió a crear una empresa pública de telecomunicaciones operada por la Comisión federal de Electricidad para brindar Internet a millones de hogares carentes de este elemental servicio ante el incumplimiento de Teléfonos de México de violar el compromiso social establecido en su contrato de licitación.
Pero el la empresa bajo la responsabilidad de la CFE es una quimera. Es un sueño producto de la imaginación del presidente Obrador. 
Una empresa de la dimensión como la pretendida por Obrador y Bartlett no es por decirlo coloquialmente, “enchílame está gorda”. Requiere de una infraestructura tecnológica de avanzada, aun cuando la CFE disponga de una red de 50 mil kilómetros de fibra óptica que ya tiene instalada.
Si fuera tan fácil ¿por qué no la han echado a andar después de un año de haberla anunciado?
Lo que la pandemia nos está demostrando, es el enorme rezago del país en amplios sectores, el de la educación es uno de ellos y está asociado a otros. 
Para cumplir con un proyecto educativo acorde a la nueva normalidad, requiere de un clúster. Es decir, el funcionamiento de un grupo de empresas y dependencias gubernamentales interrelacionadas para trabajar estratégicamente con un mismo objetivo. Se trata de un conjunto de acciones, no de ocurrencias ni de discursos prosopopéyicos.
Ahora nuestros geniales funcionarios de la cuarta transformación se dan cuenta que no todo es verborrea. 
Para empezar no todos los hogares disponen del servicio de Internet. Según cifras oficiales 44 por ciento de los hogares mexicanos no tienen computadoras.
De acuerdo al Instituto Federal de Telecomunicaciones y el Inegi 56.4 por ciento de los hogares tienen conexión fija o móvil a Internet.
La Encuesta Nacional de Disponibilidad de tecnologías de la Información en los Hogares (Endutih) 2019, el 76 por ciento de quienes viven en la ciudades son usuarios de la Red y en las comunidades rurales apenas 48 por ciento.
Los datos de Endutih nos revelan las diferencias en los estratos sociales. En los hogares pobres 23 por ciento de los usuarios tienen de 12 a 17 años, mientras que en las familias más ricas la mayoría de los usuarios son adultos de entre 35 y 44 años. En tanto en los hogares de mayor poder socioeconómico los niños de 6 a 11 años tienen un acceso restringido a Internet.
Ahora bien, en México no todos los hogares tienen televisión.
En la pasada administración de Peña Nieto se llevó a cabo el programa de Transición a la Televisión Digital Terrestre con el propósito de actualizar las señales analógicas por señales digitales.
Se suponía que el objetivo era contribuir al desarrollo social y propiciar el acceso del país a la sociedad de la información y el conocimiento.
¿Acaso el gobierno de Obrador tomó en cuenta este factor? Parece que no.
En esencia se pretendía llevar las ventajas de la televisión digital a las familias de más escasos recursos en todo el país, pero los verdaderos beneficiarios fueron un puñado de funcionarios que hicieron un gran negocio con este este programa que fue usado más clientelarmente con fines políticos que social y educativamente.
Ahí hay una enorme veta para investigar actos de corrupción.
Lo malo, es que el gobierno de la cuarta transformación no tiene un verdadero proyecto de país y lo peor es que está inmerso en la corrupción y aún más ha terminado aliándose con sus adversarios a los que antes calificaba de “mafiosos”, en los que ha depositado ahora la educación en sustitución de la SEP.

Banxico: sin reforma productiva, PIB promedio de 2% en 2021-2030


Carlos Ramírez

 

El tamaño de la crisis de PIB negativo de dos dígitos de 2020 que prefiguran las expectativas oficiales definirá la dimensión del enfoque del Estado del presidente López Orador en cumplimiento con el mandato constitucional de rectoría del Estado sobre la economía, el modelo de desarrollo y el proyecto nacional.

De acuerdo con expectativas del Banco de México, el problema no se agota con lo que pudiera venir como rebote productivo en el 2021, sino la advertencia de que el modelo de desarrollo posneoliberal no alcanzará sino para un promedio anual de 2% de PIB para los próximos 10 años, es decir, de 2021 a 2030.

Ello quiere decir que sin acción productiva del Estado posneoloiberal el escenario de crecimiento y por tanto posibilidades de bienestar estaría igual o por abajo del promedio de crecimiento anual del PIB de 1983 a 2018 de 2.2%, y estos dos periodos serian apenas un tercio del logrado en el ciclo conocido como milagro económico mexicano 1934-1982 que logró un promedio anual de PIB de 6%.

Lo que pase con el PIB en 2020 y la reanudación productiva como rebote dependerá de las condiciones para la producción. Y los agentes productivos están mandando señales no tan positivas que podrían desanimar mayores inversiones, expansiones o reactivaciones de la planta productiva. El dato mayor que revela la Encuesta de Expectativas de Especialistas del Sector Privado consultados por Banxico y distribuidas el pasado lunes 3 de agosto se localiza en los datos que revelaban que buena parte de la crisis de crecimiento ya venía de antes de la pandemia. La cifra de 5.2 en condiciones de mercado interno y de 6.2 en gobernanza se acercaban al tope de 7 que significa la mayor desconfianza.

Cuando el presidente López Obrador dio por terminado el ciclo neoliberal y anunció el periodo posneoliberal, no aparecía en el radar ninguna crisis de salud con sus gravísimos efectos económicos y productivos. En este sentido, la pandemia pudo haber ayudado a construir un escenario de redefinición del modelo de desarrollo, de la política económica y de la estrategia de bienestar social general.

El desafío principal se localizaba en romper el crecimiento económico mediocre de 2.2% del PIB en el periodo salinista neoliberal y los saldos lógicos de marginación y pobreza. El problema estaba en el hecho de que el neoliberalismo salinista construyó una política económica atada a tres lastres: el déficit presupuestal, la inflación y el PIB bajo. Los instrumentos de políticas de desarrollo no necesitaban un ajuste de coyuntura sexenal, sino una verdadera reconstrucción general de herramientas, objetivos, lastres y sobre todo reparación total de la planta productiva.

El Tratado de Comercio Libre 2.0 firmado con el presidente Trump a comienzos de julio sólo podría servir con un rediseño del modelo de desarrollo, de una nueva planta productiva y de un Estado potenciador del desarrollo, los tres pasivos que el TCL 1.0 de Salinas de Gortari tampoco había atendido y que por ello su efecto en el PIB había sido mucho menor al esperado y prometido.

El desplome del PIB de -9% a -12% para 2020, la desarticulación de cadenas productivas por el frenón antipandemia y las exigencias del TCL 2.0 serían la gran oportunidad para rehacer el modelo de desarrollo mexicano y su correlativa planta productiva y para darle prioridad estratégica a los tres rubros de la modernización: competitividad, innovación y tecnología.

Si no hay ese relanzamiento de México como potencia industrial en los tres rubros productivos --industria, agro y servicios--, entonces desde ahora el Banxico está advirtiendo que el escenario de PIB de los próximos diez años --2021 a 2030-- será igual o menor al 2% de los treinta y cinco años de neoliberalismo salinista.

Y ahí, en ese  escenario, lo que estaría en riesgo por la crisis sería la rectoría del Estadio en el desarrollo y el bienestar.

 

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La columna. Recuerde de lunes 10 a viernes 14 de agosto, la próxima semana, de 11 a 13 horas por Zoom, se realizará el ciclo de conferencias para celebrar los treinta años de existencia de la columna Indicador Político. Informes e inscripciones en indicadorpolitico.mx o anakarinasl@hotmail.com

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