Carlos
Ramírez
Si algunos restos se encontraran debajo de los escombros
sociales y económicos del coronavirus, sin duda que serían los despojos
del Estado populista y del Estado neoliberal.
La gran aportación de López Obrador con su discurso
repetitivo contra el neoliberalismo fue justamente centrar el debate
discursivo en el saldo negativo del Estado populista del modelo
neoliberal de Carlos Salinas de Gortari construido en el periodo 1979-1994.
Sin embargo, la propuesta lopezobradorista no fue alternativa,
sino de cambio de enfoque en las prioridades de gobierno: pasar del mercado
como el eje del desarrollo a la atención a sectores marginados muy
localizados. Es decir, sólo se ha tratado de una reasignación
presupuestal.
El Estado neoliberal fue diseñado por Salinas en el Plan
Global de Desarrollo 1980-1982 y los sexenios de Miguel de la Madrid y del
propio Salinas realizaron las reformas constitucionales para cambiar la estructura
del Estado, del modelo de desarrollo y de las prioridades sociales.
El saldo neoliberal 1983-2018 está a la vista: PIB promedio
anual de 2%, 80% de mexicanos al margen del desarrollo, 25% de mexicanos en
pobreza extrema, 57% de población trabajadora en la informalidad y la destrucción
de la planta productiva para convertirla en maquiladora.
El nuevo Estado lopezobradorista no fue una propuesta
integral; su Plan de Desarrollo quedó en un discurso doctrinario, no en
una propuesta fundacional como el PGD de Salinas. Ahora que llegó el coronavirus
habrá una nueva oportunidad para construir un nuevo modelo de
desarrollo/planta productiva/política económica o tratar de resanar la existente
con todas sus limitaciones, desigualdades, injusticias en la apropiación
privada de la riqueza social y resabios neoliberales subyacentes.
Es decir, la crisis general --económica, política, social--
provocada por el COVID-19 será la gran encrucijada para construir una
Cuarta Transformación o quedarse en una 3.2 --la 3.1 fue de diciembre de
2019 a enero de 2020--. El actual modelo de desarrollo sólo alcanza a
beneficiar al 45% der los mexicanos, como se ve en el PIB de 2% promedio
cuando se necesita 6%.
Hay que rehacer todo: Estado de bienestar, planta
productiva, sector exportador, seguro de desempleo laboral y empresarial,
política fiscal para financiar al desarrollo, mayor control del sistema
financiero para la producción, reorganizar los sindicatos aún con estructura
priista, reactivar la producción en el campo, redistribuir con mayor justicia
las participaciones federales a estados y municipios, imponer supervisiones
sociales a la transparencia en recursos públicos, rehacer el modelo de gasto público,
tomar con seriedad las cadenas productivas, entre totas cosas.
Se trata, en suma, de una reforma del Estado para reformar
el Estado neoliberal de Salinas 1979-2018. Tobos hablan de ello:
gobierno, empresarios, sindicatos, organizaciones sociales, académicos,
analistas y legisladores, entre otros, pero nadie está dispuesto a dar
el primer paso. De ahí la importancia de que se hagan y distribuyan diagnósticos
de la crisis económica, política y social que produjo el coronavirus y a
partir de ello comenzar a construir una alternativa.
De nueva cuenta sale la insistencia en que México pueda
diseñar unos Pactos de la Moncloa que le permitieron a España salir del
hoyo de la dictadura franquista, del colapso económico, del retraso productivo
y de la justicia franquista. El presidente Suárez, salido del fondo de
la dictadura franquista porque fue nada menos que líder el Movimiento o la base
de masas de Franco, pactó con todos los partidos, hizo negociar a unos
con otros, y sacó unos Pactos que le dieron a España tres cosas:
democracia real, estabilidad social y sobre todo un nuevo modelo de desarrollo
que la colocó entre las potencias productivas de Europa.
Hasta ahora, el enfoque poscrisis está girando en
torno a dilemas falsos: populismo o neoliberalismo, Estado o mercado, PIB o no
PIB, lo mismo u otra cosa y tácticas o estrategias. Pero el verdadero
dilema de México es regresar a lo que no funcionaba o buscar un nuevo
modelo de desarrollo-planta productiva-política económica.
Regresar a la normalidad de enero de 2020 implica crecimiento mediocre,
cobija social achicada y Estado verticalista.
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Política para dummies: La
política es el arte de construir, aunque tenga primero que destruir.
@carlosramirezh
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