lunes, 22 de junio de 2020
Contracolumna OBRADOR, EL NARCO Y MONSIVÁIS
Monsiváis y la izquierda y el debate que perdió con Octavio Paz
Por Carlos Ramírez
A diez años de
su muerte, las redes reventaron con mensajes parecidos en torno a una frase:
qué diría Carlos Monsiváis de lo que hoy ocurre. El sentimiento afectivo por el
escritor ha llevado a ciertos grupos a buscar en el pasado lo que no pueden
encontraste en el presente.
Monsiváis diría
lo que ya sabemos que diría: algún chiste con sesgo político, alguna salida
ingeniosa, una frase para salir del atolladero de la toma de posiciones, tal
vez una insidia contra algún funcionario. Pero nada más. Monsiváis no fue un
pensador político, fue un crítico del poder desde la burla.
Si se quiere
ser ingenioso podría calificarse a Monsiváis como un escritor del género del
modelo La Cucaracha. Es decir, un
intelectual-cucaracha. Pero no usando la palabra
como defenestración, sino para tipificar su propuesta de periodismo de crónica
crítica, En la película La Cucaracha
aparece María Félix como una jefa revolucionaria en un combate contra los federales y de pronto su tropa le grita que ya no hay municiones y que qué
deben hacer, y ella les responde, con su voz bronca y ronca: “¡pues miéntenles
la madre que también les duele!”
Las crónicas de
Monsiváis, sus columnas Por mi madre,
bohemios y El consultorio de la Dra.
Ilustración era justamente eso: no una crítica destructiva del adversario,
sino una mentada de madre de ésas que duelen. Y eran tan divertidas esas
burlas, que, lo cuenta el propio Monsiváis, los burlados le hablaban para
felicitarlo.
*
Monsiváis no
fue un intelectual tradicional, es decir, un ensayista, un articulista formal.
Por eso extrañó que en diciembre de 1997 retara a un debate a Octavio Paz,
entonces ya la figura número uno del pensamiento cultural mexicano y uno de los
más severos críticos del socialismo autoritario soviético-cubano. A propósito
de su Premio Nacional de Letras, el máximo galardón intelectual que otorga
México, Paz le dio una entrevista al director de Proceso, Julio Scherer García, y ahí todo tres temas fundamentales:
--El
intelectual puede colaborar con el gobierno, “a condición de guardar las
distancias del Príncipe”.
--La izquierda
en México no existía como posicionamiento ideológico porque dependía del
dominio ideológico del Partido Comunista de la Unión Soviética.
--El socialismo
es quizá la única salida racional que tiene la crisis de Occidente.
Monsiváis
contestó a Paz con un artículo y se armó una breve polémica: dos artículos de
respuesta de Paz y tres de Monsiváis, pero de manera lamentable Monsiváis, sin
formación teórica en el pensamiento político, se ahogó en acusaciones contra
Paz que carecían de sustento real. Más que una polémica de ideas y de
posicionamientos sobre el socialismo, Monsiváis quiso hundir a Paz en el
pensamiento de derecha, pero Paz se salió con su afirmación de su fe en el
socialismo, aunque con tres condiciones: inseparable de las libertades
individuales, de pluralismo democrático y del respeto a las minorías y los
disidentes.
*
El debate
Paz-Monsiváis quedó en el olvido, a pesar de que, con todo y los resentimientos
personales de ambos, sí hubo tela de donde cortar. Paz insistió mucho en el
fracaso de la izquierda mexicana y Monsiváis salió
con el modelo argumentativo de Jean-Paul Sartre en El fantasma de Stalin de 1947: el socialismo y sus ideales puede
aguantar una represión autoritaria de Stalin. Así en México: habría que
reconocer el sacrificio de muchos militantes de la izquierda como para mirar a
otro lado que no fuera Cuba y la URSS y sus disidentes encarcelados.
El gran debate
de la izquierda socialista-priísta-intelectual-estalinista con Octavio Paz fue
la relación socialismo-izquierda. Y Paz no sólo fue excluido del paraíso socialista, sino que lo enviaron, sin
merecerlo, al infierno derechista conservador, reaccionario, liberal.
Por alguna
razón, quizá por la vergüenza de la izquierda acerca de sus propios pecados, un
texto de Monsiváis en 1999, dos años después del fallecimiento de Paz, que
publicó la revista Letras Libres (https://www.letraslibres.com/mexico/octavio-paz-y-la-izquierda)
ha pasado desapercibido para intentar un corte de caja sobre el pensamiento
político de Octavio Paz: la izquierda ya no se
asume de derecha, sino que le reconoce sus avances en la reflexión ideológica.
El ensayo de Monsiváis debiera ser leído vis
a vis su debate con Paz en Proceso
en diciembre de 1977 y enero de 1978.
Ya sin Paz como
interlocutor y debatiente, el texto de 1999 de Monsiváis puede caracterizarse
como un autodiálogo a una sola voz.
Luego del debate en 1978, sin el padrinazgo de Echevarría, los intelectuales
del sistema político priísta simpatizantes del nacionalismo revolucionario
quedaron en el vacío institucional: Echeverría los usó, López Portillo los
desdeñó y el país se fue por la ruta del ilusionismo petrolero del cual, por
cierto, Paz había advertido, como López Velarde en Suave Patria y los veneros de petróleo que nos había escriturado el
diablo. Paz le dijo a Scherer en 1978: “cierto, tenemos el petróleo. Puede
aliviar nuestros males, no curarlos. Agotado, la recaída será peor”.
López Portillo
metió al país a la zona de industrializaron desordenada y de petrolización del
gasto, los intelectuales pasaron a segundo pensamiento y entraron los políticos
como Heberto Castillo Martínez y el Partido Comunista Mexicano con
intelectuales y economistas no preparados para el debate parlamentario.
Pasó López
Portillo.
Pasó De la
Madrid.
Llegó Salinas y
su seducción a los intelectuales.
El país entró
en una larga crisis económica 1973-1994, el modelo del nacionalismo
revolucionario populista derrotado en el relevo en las élites, la ola
neoliberal De la Madrid-Salinas llegó como huracán sin control, la izquierda
reapareció como fantasma en el EZLN armado del subcomandante Marcos y no cayó en esa trampa guerrillera. El mundo
cambió en 1989-1991 con el desmoronamiento del Muro de Berlín y la disolución
de la Unión Soviética como patria universal del marxismo. La secuela en México
dejó otra polémica: en 1991 Octavio Paz organizó un Encuentro en la Libertad
para debatir el mundo después del comunismo soviético y en 1992 la revista Nexos como heredera de La Cultura en México preparó el Coloquio
de Invierno con recursos públicos y la lista de invitados depuró disidencias
incómodas. Paz contestó con el texto “La conjura de los letrados” y el debate
opacó el contenido del Coloquio, por demás depresivo por la falta de la idea
socialista y por el (auto) lucimiento de las figuras invitadas, con una
temática sin ideas-fuerza.
Paz murió en
1998. Monsiváis rompió con Aguilar Camín y la revista Nexos y apareció, toda dialéctica es redonda, en Letras Libres de Enrique Krauze, hija de
Vuelta y nieta de Plural. En la edición de abril de 1999, Letras Libres dedicó la parte central a
recordar a Paz bajo el título de “El futuro de Octavio Paz”. Y ahí apareció un
texto de Monsiváis, entre los de algunos de sus viejos adversarios ideológicos.
Pero así es la cultura… y la política cultural. El texto de Monsiváis, “Octavio
Paz y la izquierda”, nada menos, pero nada más, se puede resumir a una frase
del propio Monsiváis: “la caída del muro de Berlín le da la razón a Paz y
permite reconstruir el proceso de la aspereza, las reconvenciones o los brotes
de intolerancia respecto a él”.
O sea: Paz tuvo
razón en la polémica con Monsiváis de diciembre de 1977, pero con un
reconocimiento doblemente tardío: porque no se le reconoció en 1989 cuando se
derrumbó el Muro ni tampoco en su muerte en 1998. 1999 quedó demasiado lejos.
¿Valen de algo
los reconocimientos post mortem? Sólo
para el investigador minucioso en la soledad de su escritorio lleno de papeles
subrayados. El texto de Monsiváis en abril de 1999 en la revista Letras Libres, a boca del cambio y la
alternancia del régimen priísta que había cobijado a los intelectuales, fue un
--en el estilo Monsiváis--, “chin, la verdad que al final tuviste razón, ni
modo”. Que quede pues para la historia de las minucias intelectuales.
En su texto en Letras Libres, Monsiváis enumera cuando
menos diez --sí, diez, ¿son muchas?, o pocas, diez, contaditas, una por una--
reconocimientos a que Paz tuvo razón. Ya para qué: Paz estaba muerto, el Muro
de Berlín había sido demolido con picos y palas de las frustraciones, venganzas
y sentimientos de los encerrados en el Este alemán, en 1991 había desaparecido
la URSS, el debate capitalismo-socialismo estaba liquidado, la izquierda en
todas partes no sabía donde esconderse por el papelón que hicieron convirtiendo
a Moscú en la Catedral del comunismo. Pero bueno, en fin, algo es algo.
La lista monsivaisiana:
1.- Por el
debate en torno a Gide por su Retorno de
la URSS, Paz se va distanciando de la izquierda estalinista.
2.- A Paz lo
determina en alto grado su observación de esta izquierda, y mucho tiempo
después seguirá reconociendo en los grupos progresistas los rasgos del letargo
estalinista.
3.- Paz fue el
“único funcionario que discrepa
abiertamente de la impunidad homicida del régimen”. Y Paz niega ser líder
moral, aunque aboga por la democracia.
4.- Paz es
la figura más relevante, entre otras, cosas, por la solidez de su examen del
socialismo real.
5.- La caída
del Muro de Berlín le da la razón a Paz.
6.- Su puntual
seguimiento de las tribulaciones de la izquierda es, con frecuencia, exacto y
devastador.
7.- Paz es
exacto en su diagnóstico: “la regeneración intelectual de la izquierda sólo
será posible si pone entre paréntesis muchas de sus fórmulas y oye con humildad
lo que dice realmente México, lo que dicen nuestra historia y nuestro
presente. Entonces recobrará imaginación política”.
8.- La
imaginación se le exige a la izquierda debido a una insistencia primordial en
Paz: la relación entre política y moral. Si la izquierda se olvida de sus
planteamientos éticos se olvida de su razón de ser.
9.- Paz es
irrefutable al criticar a los intelectuales que no alcanzan a creer que el
socialismo puede inspirar el terrorismo y culpan a la CIA de secuestros y
crímenes.
10.- Paz
critica al PRD y al EZLN y el subcomandante
Marcos. Pero así la izquierda discrepe de sus tesis, las comparta a medias
o maneje otros elementos de juicio, en los años últimos la confrontación viene
muy a menos. Es vastísimo el aprecio a la obra de Paz y sus aportaciones a la
democracia, y las discrepancias, por numerosas y significativas que sean, no
impiden la continuidad ya sin fracturas del diálogo, abierto entre sus páginas.
Paz fue la
primera reconsideración de Monsiváis. Luego vendría su crítica a Fidel Castro
en términos analíticos de Octavio Paz: si, sí fue una dictadura, o qué, al fin
ya no la apoyo.
Hasta aquí
llegamos. Esta nota refiere la polémica Paz-Monsiváis de diciembre de 1977 y
enero de 1978, una historia de la historia de los intelectuales mexicanos.
@carlosramirezh
---0---