JOSÉ MARTÍNEZ M.
Obrador tuvo la oportunidad de reivindicarse pero terminó pastando de la mano de Trump en el jardín de las rosas.
Es triste, porque no hemos superado el trauma de la historia. Como los españoles, Trump engañó a Obrador vendiéndole espejitos.
Es que en realidad los grandes temas de la agenda bilateral quedaron fuera de la discusión. Uno de ellos fue la migración.
Resulta imposible tratar en unas cuantas horas temas tan complejos de la relación bilateral. Los empresarios que acudieron a la cena quedaron desencantados, estuvieron en calidad de “floreros”. Que no se quejen, eso ya lo sabían. Obrador no permite que nadie brille a su alrededor. Tan es así que se sintió en las nubes cuando de los labios de Trump salió una frase inmortal: “Obrador es el mejor Presidente que han tenido en su historia”.
No era para menos.
Amor con amor se paga.
El encuentro, en sí, fue disfrazado de una visita de Estado a la Casa Blanca, cuando en realidad se trató del pase de lista a la Casa de Campaña de Donald Trump.
Joe Biden –el candidato demócrata– interpretó la visita como “el beso del diablo”.
Biden le recordó a Obrador en un tuit el racismo de Trump. El demócrata escribió en @JoeBiden: "Trump lanzó su campaña de 2016 llamando violadores a los mexicanos. Él ha propagado el racismo contra nuestra comunidad latina desde entonces. Necesitamos trabajar en sociedad con México. Necesitamos restaurar la dignidad y la humanidad en nuestro sistema de inmigración. Eso es lo que haré como presidente".
Vaya, justamente el 31 de octubre de 2016 Marcelo Ebrard escribió en su Twitter @m_ebrard lo siguiente: “Trump es el peor enemigo que México haya enfrentado en muchos años. Debemos esforzarnos para frenarlo con votos en E.U.A.”
Ahora Ebrard como canciller y Obrador como Presidente de manera descarada hacen campaña a favor de Trump. Tan es así que el encuentro “histórico” de estos dos personajes histéricos, se convirtió en una especie de club de los elogios mutuos.
Tan sólo hace tres años (2017) Obrador cuando andaba en campaña en uno de sus libros (Oye, trump) escribió: “Es una canallada que Trump y sus asesores se expresen de los mexicanos como Hitler y los nazis se referían a los judíos, justo antes de emprender la infame persecución y el abominable exterminio”.
Trump le quitó la calentura tanto a Obrador como Ebrard.
Ahora sí que a Trump, Obrador y Marcelo le cayeron “como anillo al dedo” y como dice el “filósofo” de Morena Paco Ignacio Taibo: “se las metieron doblada”.
Así mientras en México los críticos y opositores se desgarraron las vestiduras por la visita incomoda, la prensa estadounidense en general miró con desdén el encuentro presidencial y lo ubicaron en su justa dimensión. Para los medios de ese país la visita pasó de noche, mientras el gobierno de la llamada cuarta transformación nos las quiere vender como la derrota de Hernán Cortés.
Vaya, hasta el sempiterno legislador Porfirio Muñoz Ledo alabó el discurso presidencial como si se tratara de las tablas de Moisés.
Muñoz Ledo olvida su servilismo y actúa como notario dando fe del equívoco diplomático como quien vende gato por liebre.
Si nos remitimos al pasado reciente, Muñoz Ledo como notario de la historia contemporánea certificó, avaló y reivindicó al presidente Gustavo Díaz Ordaz luego de la matanza estudiantil de 1968 con un discurso servil pronunciado el 9 de septiembre de 1969 a nombre del CEN del PRI en el que, entre otras frases, señaló lo siguiente: “Los conflictos sociales que tuvieron lugar en la ciudad de México y que tan severamente inquietaron a la opinión pública no dejaron como saldo el más mínimo incremento del poder o de influencia a favor de quienes se oponen a la transformación social y a la autonomía del país”.
Hoy, tres de los personajes que son pilares de Morena (Obrador, Ebrard y Muñoz Ledo), se inclinan con reverencia ante el presidente más racista y enemigo de los inmigrantes. El que más ha ofendido la dignidad del pueblo de México.
No en balde el presidente Trump se ha erigido en una especie de jurado, como el de aquella asociación de charros de Texas, que cada año otorga una distinción a un “mexicano ilustre” con el nombramiento de “Mister Amigo”.
Obrador ahora es el hijo adoptivo de la Casa Blanca al que el presidente estadounidense se refiere con el sobrenombre de Juan Trump y su carnal Marcelo.
Sin duda, un argumento para una película de Juan Orol y su humor involuntario, como aquella película de Charros contra Gángsters.