domingo, 11 de octubre de 2020

Contracolumna • MORENA Y EL SÍNDROME DEL PESCADO • DISPUTA POR LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL



JOSÉ MARTÍNEZ M

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Todo mundo asocia el infierno con el azufre. Y donde hay azufre huele a huevo podrido. Es lo que ocurre en Morena donde el ambiente es turbio e irrespirable producto de la descomposición política que se vive en ese partido. Hay una bacteria que contaminó a esa organización desde su fundación. Su origen está en las aguas turbias de los pantanos de la Macuspana donde todo es cenagoso.
El ambiente es tan turbio que seguramente el más experimentado de los buzos no se atrevería a sumergirse en esas aguas tan espesas y negras y muy contaminadas como el drenaje profundo. Los túneles, las alcantarillas y las tuberías de Morena están repletas de todo tipo de desechos humanos.
Durante más de dos milenios, hasta mediados del siglo XX se utilizó la palabra síndrome para designar ciertos trastornos etiológicos, pero su significado se amplió al incluir los estados patológicos caracterizados por una sintomatología compleja.
En el vocabulario médico se habla de la palabra síndrome cuando se presentan una serie de síntomas simultáneos, generalmente tres o más. Incluso hay referencias de herencia congénita. Y justamente eso es lo que ocurre en Morena, un partido creado por Obrador a su imagen y semejanza.
Uno de los síntomas de que algo anda mal fue el vacío de dirección desde la fundación de Morena, luego estalló una guerra de acusaciones por corrupción hasta llegar fragmentados a luchar por el control del partido. Se presentaron más de medio centenar de aspirantes a dirigirlo hasta llegar a una encarnizada confrontación entre los diputados Porfirio Muñoz Ledo y Mario Delgado.
En su ambición por el poder han demostrado que están dispuesto a todo para alcanzar sus fines, entonces lo más razonable a estas alturas sería que los dos se batieran en un duelo para tratar de limpiar su honor, lo que signifique esa palabra para ellos, si es que para ambos ese concepto tiene algún significado.
Quien se haga del control del partido tendrá por delante un enorme desafío. Refrendar el triunfo de Morena en las próximas elecciones dotará el jefe de esa nomenclatura de un gran poder.
Pero las cosas no son tan simples. El que resulte el líder de Morena deberá contar con un coaching para mejorar la actitud mental de sus huestes. Y es ahí donde empiezan los problemas, todo por el maldito síndrome del pescado.
Todos sabemos que el pescado se pudre por la cabeza. Vaya, hasta lo dice un añejo refrán basado en la sabiduría popular. Y eso ocurre con el gobierno de la cuarta transformación y su partido a los que les pasa lo mismo que al pescado al pudrirse.
De las diatribas a los hechos, el gobierno de la cuarta transformación comenzó a pudrirse en la cabeza con los yerros del presidente Obrador por sus malas decisiones en todos los sectores del gobierno, desde la fallida estrategia antinarco pasando por los equívocos en materia de política económica y social hasta avanzar progresivamente hasta la cola. Es decir, al partido Morena. El país es un reflejo de lo que proyectan sus dirigentes y eso explica el conjunto de los malos resultados.
Vivimos la peor etapa en la historia del país pero el presidente Obrador se jacta que todo está “requetebién”, que la crisis pandémica “nos cayó como anillo al dedo” y que “el pueblo está feliz, feliz”.
Con un partido dividido y en decadencia, pero aún peor con una muchedumbre que confía a ciegas en su líder, el gobierno de Obrador está marcado por el fracaso.
Uno año después del avasallador triunfo de Morena, la revista Proceso publicó una portada premonitoria: “AMLO se aísla”… “El fantasma del fracaso”.
La respuesta de Obrador ya la sabemos.
Obrador desde el principio se jactaba que gobernar “no tiene ciencia” pero se equivocó y está pagando caro las consecuencias de su ineptitud y su arrogancia.
Franklin D. Roosevelt en su último discurso –dos días antes de morir– con motivo del “Jefferson Day”, acuñó una célebre y demoledora frase: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Estados Unidos vivía entonces la responsabilidad de su liderazgo en su intervención en la Segunda Guerra Mundial.
Lo malo de México en el contexto actual de su mayor crisis de su historia, es que Obrador resultó un presidente pequeño para un país con grandes problemas. De ahí, el síndrome del pescado.
La cuarta transformación se comenzó a pudrir desde la cabeza.
Es innegable que existe un progresivo desencanto en Morena y en el gabinete presidencial. Las renuncias de varios de sus principales colaboradores, comenzando por la de Carlos Urzúa, a la Secretaría de Hacienda hasta la de Jaime Cárdenas Gracia, al Indep, fueron porque no podían soportar “el olor del pescado pudriéndose”.
Lo que está ocurriendo en Morena es como la gangrena de la cuarta transformación.
En el fondo, la disputa es por la sucesión presidencial. Quien controle el partido nos dará una clara señal del perfil de quien ambiciona ser el sucesor de Obrador.
Lo de Porfirio Muñoz Ledo de obsesionarse por el control del partido es una bellaquería. Bajo el pretexto de una “superioridad” política e intelectual lo asume como un derecho a usurpar el poder del partido.

Morena: lo que dijo que sería, lo que no fue, lo que no le dejaron ser

 





Carlos Ramírez

 

Cuando el candidato Andrés Manuel López Obrador se hartó del maniobrerismo del PRD de Los Chuchos, su iniciativa fue crear un partido que cumpliera con tres objetivos: organizar a la sociedad marginada, construir un movimiento de movimientos sociales y ser un partido de izquierda. Un grupo de científicos sociales trabajó para Morena un proyecto alternativo de nación, pero luego de terminarlo fue desplazado por los dogmáticos y echado del parido.

Los diseñadores de ese programa de izquierda no eran arribistas, ni ex priístas, ni excomunistas burocratizados de la tumba egipcia del Partido Comunista Mexicano, sino especialistas en ciencias sociales que habían trabajado en las universidades una línea crítica al neoliberalismo salinista. El documento Plataforma Electoral 2015 quedó en el olvido, los redactores fueron marginados del nuevo partido y hoy la dirección política de Morena se disputa entre el diazordacista-echeverrista-lopezportillista-priísta Porfirio Muñoz Ledo, el neomorenista disciplinado Mario Delgado y la exempresaria desideologizada Yeidckol Polevnsky.

Uno de los pivotes del grupo redactor de la Plataforma como parte del Consejo Consultivo de Morena fue Julio Boltvinik, especialista en estudios científicos sobre la pobreza y redactor desde hace años de la columna Economía Moral los viernes en La Jornada. En las últimas semanas Boltvinik ha reactivado la revisión de esa Plataforma (disponible en http://www.julioboltvinik.org/wp-content/uploads/DOCUMENTO/MORENA/Plataforma_Electoral_MORENA_version_enero_2015.pdf) para convocar a la construcción de una verdadera alternativa al modelo económico actual que no ha podido romper --a lo mejor porque no ha encontrado con verdaderas opciones-- con el pasado populista y neoliberal histórico que viene desde la Constitución de 1824. En suma, se trataría de definir el camino de la izquierda en materia de un nuevo modelo de desarrollo, una nueva política económica y un nuevo Estado social.

Morena sería, en este sentido, la última oportunidad ya no para derrotar al PRI que agoniza entre el neoliberalismo salinista y el pragmatismo de José Murat Casab como verdadero líder del tricolor, sino para construir una opción de izquierda posneoliberal. La propuesta se basa en dos piezas fundamentales: democracia real o plena y propuesta de un pacto social y una nueva forma de combatir la inseguridad sin el apoyo de las fuerzas militares. Es decir, convertir la victoria de 2018 es un verdadero punto de inflexión o de ruptura con el viejo régimen que no ha muerto y que sigue prevaleciendo no sólo en la burocracia que ya se pasó a Morena, sino en el pensamiento político histórico que se sale del determinismo de las tres transformaciones anteriores.

El camino debiera comenzar con la descolocación de Morena de los espacios institucionales prevalecientes que lo someten a las reglas del juego institucional prianista y crear nuevos parámetros político-sociales. No se trata de mejorar lo existente, sino de construir una nueva propuesta republicana.

Morena, sin embargo, se ha desviado hacia el pragmatismo como movimiento de élites y no un partido programático e ideológico de izquierda. La nueva dirección del partido podría definir a Morena como un PRI revolcado.

 

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EE. UU.: a 23 días de las elecciones. Toda la maquinaria de poder del establishment estadunidense va contra Trump, porque la líder demócrata Nancy Pelosi mostró que el presidente sigue vivo en las elecciones y por eso quiere destituirlo aplicando la enmienda 25 para declararlo incompetente con la firma de la mayoría del gabinete. Pese a la andanada de la prensa que apoya de manera pública y en sus editoriales a Joe Biden, el saldo del debate entre vicepresidentes le falló a la demócrata Kamala Harris. El eje central de la campaña de Biden estará en el manejo del COVID desde la Casa Blanca, pero sin dinamizarse en la sociedad.

 

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Política para dummies: La política está en las propuestas, no en las imágenes.

 

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