Carlos Ramírez
El gran debate dentro del gobierno y entre los factores de
la producción no es el coronavirus, sino el proyecto económico
posneoliberal convocado sin definirlo. Ahí, en esa discusión, se está jugando
su suerte el gobierno de la 4T.
El ensayo presidencial sobre una nueva política económica,
el decreto sobre centralización del gasto en el ejecutivo, el decreto de
re-estatización de la electricidad y la iniciativa de Morena para inspeccionar
en la riqueza son algunos indicios de que el modelo de la 4T carece de
un plan formal de reforma económica progresista, que anda picoteando
recursos por aquí y por allá y que no está encarando un dilema
sexenal: o una gran reforma económica o quedarse con un neoliberalismo vergonzante.
Las tres experiencias radicales de modificación del modelo
de desarrollo y de la estructura de distribución de la riqueza --Cárdenas,
Echeverría y López Portillo-- fracasaron porque no encontraron la
fórmula para financiar al Estado. Aumentar el gasto es demasiado fácil, pero el
resultado es lo más complicado: déficit presupuestal si se mantiene
el gasto creciente o burocratización económica porque el incentivo para
producir es la utilidad y no el bien común.
Ahora el PIB es el villano favorito. Sin embargo, hay dos
detalles: será imposible desaparecerlo porque es una variable mundial y
existen ya modelos alternativos de análisis económico. El PIB es un
punto referencial. Y la felicidad o el bienestar tienen mecanismos
existentes, entre ellos tres: la encuesta ingreso-gasto del INEGI que revela la
distribución del ingreso nacional, las cifras sobre resultados de
programas sociales del CONEVAL que exhiben porcentajes de bienestar y
pobreza y las cifras oficiales de empleo formal, desempleo, informalidad
e ingreso salarial. El cruce de estas variables daría una especie de índice
global de felicidad/infelicidad.
Un dato que muestran las encuestas del INEGI y de CONEVAL exhiben
una cifra que pudiera ser el índice de felicidad: el 20% de los
mexicanos vive feliz sin carencias sociales y el 80% vive infeliz con
una a cinco carencias sociales. Por tanto, el debate no debiera ser
sobre las cifras y su medición, sino sobre las estrategias para combatir
la desigualdad ya conocida de sobra.
El gobierno de la 4T ya ha gastado año y medio en tener al
neoliberalismo en la hoguera, pero sigue sin definir la reorganización
productiva y distribución de funciones económicas del Estado. La gran
revolución de política económica no se localiza en el regreso del Estado
según el modelo chileno de Salvador Allende o el esquema chavista
de ingresos petroleros, sino en el tema fiscal con sus tres
derivaciones: recursos para programas sociales, financiamiento del desarrollo y
redistribución de la riqueza.
Si la estrategia se basa
sólo en gasto social para atender desigualdades, entonces tendrá el
límite de los ingresos. Y sin cambiar la estructura fiscal, entonces el dinero
para la producción se destinará a subsidios que se le quitarán al
fomento productivo. La contrarrevolución neoliberal de. Salinas de
Gortari achicó al Estado y su gasto social para potenciar la producción
privada que sólo concentró más la riqueza entre los ricos. La nueva revolución
posneoliberal se medirá no por el tamaño del Estado o la concentración
de actividades productivas, sino por la capacidad para obtener ingresos
para la pobreza y para el estímulo al desarrollo.
La pandemia trastocó el escenario sexenal: el desplome del
PIB a -10%, la quiebra de millones de empresas, el desempleo y el pleito con
los empresarios hizo encarecer la agenda de la reforma económica
posneoliberal. Y el dilema quedó planteado: o revolucionar el modelo de
desarrollo o mantener el modelo neoliberal. En economía no hay
términos medios.
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Guerrero. De los gobernadores que están mostrando dedicación a la
estrategia antivirus destaca el de Guerrero, Héctor Astudillo, porque, sobre
todo, no anda promocionando fotos de iniciativas inexistentes, como el oaxaqueño
José Murat Hinojosa, y sólo para ir a presumir a Palacio Nacional. Astudillo ha
recorrido colonias, comunidades y hospitales para supervisar respuestas
oficiales y sensibilizar a la población, sobre todo porque se trata de zonas
marcadas por la desigualdad y la pobreza.
Política para dummies: La política es la propuesta de soluciones de
fondo, no el discurso sin decisiones.
@carlosramirezh
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