viernes, 11 de septiembre de 2020

Contracolumna • TAIBO II EL APRENDIZ DE BRUJO • LA INTOLERANCIA DE UN SICARIO


JOSÉ MARTÍNEZ M.


En su exilio México acogió a la familia Taibo cuando el país era gobernado por el PRI. López Mateos era el presidente.
Años atrás, en 1936 cuando estalló la guerra civil en España, nuestro país les abrió las puertas a los exiliados. En 1947 España fue declarada una república monárquica y el general Francisco Franco se proclamó regente vitalicio, enarbolando las banderas del nacionalismo español, el catolicismo y el anticomunismo. El saldo de la guerra fue de más de 270 mil españoles (hombres y mujeres) detenidos en las prisiones del Estado, entre estas más de 180 eran campos de concentración, en tanto más de 500 mil optaron sin remedio por el exilio y más de 100 mil españoles perdieron la vida.
El director del Fondo de Cultura Económica Paco Ignacio Taibo II olvida su origen y va contra su propia historia.
Ahora él es el fascista que pide sean expulsados del país quienes defienden la democracia.
Como se sabe, el gobierno de México nunca estableció relaciones diplomáticas con el de Franco. Los españoles que llegaron a nuestro país lo hicieron de las siguientes maneras, como refugiados, exiliados o inmigrantes.
El periodista Francisco Ignacio Taibo Lavilla, conocido como Paco Taibo I solicitó el asilo político del gobierno mexicano en 1959 junto con su esposa Maricarmen Mahojo. Entonces Paco Taibo II tenía diez años. Provenientes de Gijón, se asentaron en nuestro país recibiendo todo tipo de ayuda y facilidades. En 1968 cuando estalló el movimiento estudiantil de 1968 Paco Taibo II próximo a cumplir los veinte años fue enviado por sus padres a su pueblo natal para no verse involucrado en las protestas estudiantiles.
Taibo II es un izquierdista nylon. Los verdaderos comunistas le dicen “rábanos” a este tipo de activistas, también conocidos como miembros de la “izquierda caviar”. En todo caso son mercenarios que actúan como auténticos sicarios de la “cultura”.
Taibo I, el precursor de esta dinastía fue un reconocido periodista y escritor que terminó sus últimos años como un borrachín. Acudía a las oficinas del multimillonario Juan Antonio Pérez Simón a pedir ayuda económica y a asaltar la cava para beberse las botellas de finos vinos. Eso me lo contó Óscar de León el mejor amigo y socio de Pérez Simón personaje del cual escribí su biografía y me permitió hurgar en ese mundo del poder y el dinero.
El filósofo José Gaos –uno de los intelectuales perseguidos por el franquismo– durante una comida de intelectuales mexicanos y españoles, presidida por el maestro Antonio Caso agradeció la acogida e identidad con los mexicanos quienes no los hacían sentir desterrados, sino simplemente transterrados, aludiendo con este término a un traslado físico geo cultural.
Taibo II actúa como un Noroña –con todo lo que eso significa– al manejarse de manera deningrante y canallesca. Ahora pide que Krauze y Aguilar Camín se vayan del país o que se queden callados.
Ayer pidió fusilar en el Cerro de las Campanas a los legisladores que aprobaron la reforma energética y sugirió a Obrador expropiar las empresas de quienes retiren sus inversiones del país. Ahora amenaza a los intelectuales como un verdugo de Victoriano Huerta que pide cortar la lengua a los intelectuales como ocurrió con Belisario Domínguez.
Taibo fue uno de los incitadores que quemaron la efigie de Octavio Paz en 1984 en el Paseo de la Reforma por criticar el papel de México en el manejo diplomático en las revoluciones de Centroamérica al reconocer a las guerrillas como fuerzas beligerantes. No se equivocó Paz. Ahí está Nicargua con Daniel Ortega y su gobierno despótico populista.
No es extraño escuchar opiniones similares entre las hordas obradoristas. La caterva de fanáticos concentrados en Morena mantiene la misma postura medieval de “cazar brujas”.
La inquisición política parte desde Palacio Nacional donde prevalece la ignorancia sobre el “racionalismo” político.
Los intelectuales ahora son vistos como herejes y Taibo se ha erigido en el inquisidor.
Nadie ignora que estamos en uno de los periodos, económica y políticamente, más inestables, donde se han dejado escuchar voces para instaurar un nuevo aparato judicial para cazar disidentes como brujas en el medioevo.
El mismo presidente Obrador se ha encargado de crear los estereotipos de los “nuevos brujos”, todos aquellos que no comulgan con sus ideas son dignos de ser echados a la hoguera política.
Los intelectuales y los periodistas no disponen de poder político ni pueden utilizar instrumento alguno de protección o venganza. La única arma de que disponen es la libertad de expresión.
Lo peligroso son los sembradores de odio de la cuarta transformación en sus arengas contra intelectuales y periodistas pueden dejar fuera de control a sus cazadores de brujas.
Ya sabemos que estos aprendices de brujos le otorgan un poder espiritual y otros atributos a su “líder” quien se autoproclama representante de la “cultura sabia y popular”.
Pero eso no les da ningún derecho para amenazar con expulsar de su falso reino a quienes tienen el infortunio de vivir el acoso y la asechanza del personaje que se siente la reencarnación de los héroes de la patria en una misma persona.