JOSÉ MARTÍNEZ M.
En su exilio México acogió a la familia Taibo cuando el país era gobernado por el PRI. López Mateos era el presidente.
Años atrás, en 1936 cuando estalló la guerra civil en España, nuestro
país les abrió las puertas a los exiliados. En 1947 España fue declarada
una república monárquica y el general Francisco Franco se proclamó
regente vitalicio, enarbolando las banderas del nacionalismo español, el
catolicismo y el anticomunismo. El saldo de la guerra fue de más de 270
mil españoles (hombres y mujeres) detenidos en las prisiones del
Estado, entre estas más de 180 eran campos de concentración, en tanto
más de 500 mil optaron sin remedio por el exilio y más de 100 mil
españoles perdieron la vida.
El director del Fondo de Cultura Económica Paco Ignacio Taibo II olvida su origen y va contra su propia historia.
Ahora él es el fascista que pide sean expulsados del país quienes defienden la democracia.
Como se sabe, el gobierno de México nunca estableció relaciones
diplomáticas con el de Franco. Los españoles que llegaron a nuestro país
lo hicieron de las siguientes maneras, como refugiados, exiliados o
inmigrantes.
El periodista Francisco Ignacio Taibo Lavilla, conocido
como Paco Taibo I solicitó el asilo político del gobierno mexicano en
1959 junto con su esposa Maricarmen Mahojo. Entonces Paco Taibo II tenía
diez años. Provenientes de Gijón, se asentaron en nuestro país
recibiendo todo tipo de ayuda y facilidades. En 1968 cuando estalló el
movimiento estudiantil de 1968 Paco Taibo II próximo a cumplir los
veinte años fue enviado por sus padres a su pueblo natal para no verse
involucrado en las protestas estudiantiles.
Taibo II es un
izquierdista nylon. Los verdaderos comunistas le dicen “rábanos” a este
tipo de activistas, también conocidos como miembros de la “izquierda
caviar”. En todo caso son mercenarios que actúan como auténticos
sicarios de la “cultura”.
Taibo I, el precursor de esta dinastía
fue un reconocido periodista y escritor que terminó sus últimos años
como un borrachín. Acudía a las oficinas del multimillonario Juan
Antonio Pérez Simón a pedir ayuda económica y a asaltar la cava para
beberse las botellas de finos vinos. Eso me lo contó Óscar de León el
mejor amigo y socio de Pérez Simón personaje del cual escribí su
biografía y me permitió hurgar en ese mundo del poder y el dinero.
El filósofo José Gaos –uno de los intelectuales perseguidos por el
franquismo– durante una comida de intelectuales mexicanos y españoles,
presidida por el maestro Antonio Caso agradeció la acogida e identidad
con los mexicanos quienes no los hacían sentir desterrados, sino
simplemente transterrados, aludiendo con este término a un traslado
físico geo cultural.
Taibo II actúa como un Noroña –con todo lo que
eso significa– al manejarse de manera deningrante y canallesca. Ahora
pide que Krauze y Aguilar Camín se vayan del país o que se queden
callados.
Ayer pidió fusilar en el Cerro de las Campanas a los
legisladores que aprobaron la reforma energética y sugirió a Obrador
expropiar las empresas de quienes retiren sus inversiones del país.
Ahora amenaza a los intelectuales como un verdugo de Victoriano Huerta
que pide cortar la lengua a los intelectuales como ocurrió con Belisario
Domínguez.
Taibo fue uno de los incitadores que quemaron la efigie
de Octavio Paz en 1984 en el Paseo de la Reforma por criticar el papel
de México en el manejo diplomático en las revoluciones de Centroamérica
al reconocer a las guerrillas como fuerzas beligerantes. No se equivocó
Paz. Ahí está Nicargua con Daniel Ortega y su gobierno despótico
populista.
No es extraño escuchar opiniones similares entre las
hordas obradoristas. La caterva de fanáticos concentrados en Morena
mantiene la misma postura medieval de “cazar brujas”.
La inquisición política parte desde Palacio Nacional donde prevalece la ignorancia sobre el “racionalismo” político.
Los intelectuales ahora son vistos como herejes y Taibo se ha erigido en el inquisidor.
Nadie ignora que estamos en uno de los periodos, económica y
políticamente, más inestables, donde se han dejado escuchar voces para
instaurar un nuevo aparato judicial para cazar disidentes como brujas en
el medioevo.
El mismo presidente Obrador se ha encargado de crear
los estereotipos de los “nuevos brujos”, todos aquellos que no comulgan
con sus ideas son dignos de ser echados a la hoguera política.
Los
intelectuales y los periodistas no disponen de poder político ni pueden
utilizar instrumento alguno de protección o venganza. La única arma de
que disponen es la libertad de expresión.
Lo peligroso son los
sembradores de odio de la cuarta transformación en sus arengas contra
intelectuales y periodistas pueden dejar fuera de control a sus
cazadores de brujas.
Ya sabemos que estos aprendices de brujos le
otorgan un poder espiritual y otros atributos a su “líder” quien se
autoproclama representante de la “cultura sabia y popular”.
Pero eso
no les da ningún derecho para amenazar con expulsar de su falso reino a
quienes tienen el infortunio de vivir el acoso y la asechanza del
personaje que se siente la reencarnación de los héroes de la patria en
una misma persona.