JOSÉ MARTÍNEZ M.
 Parece que fue ayer, pero hace 30 años nació la columna Indicador 
Político de Carlos Ramírez. Se publicó por primera vez el 17 de julio de
 1990 en el contexto del arribo de los tecnócratas al poder quienes 
desembarcaron con un proyecto neoliberal. 
 Indicador Político dio a 
luz en el periódico El Financiero y pronto se colocó como la columna más
 leída de todo el país. Su lectura era una consulta obligada. 
 El 
presidente Salinas, lo mismo que su sucesor Zedillo fueron puestos bajo 
el ojo crítico de Indicador Político. Nadie como Carlos Ramírez 
confrontó el proyecto neoliberal de los tecnócratas. 
 Ramírez siguió la tesitura de Manuel Buendía con su influyente y muy leída Red Privada.
 Indicador Político surgió seis años después del asesinato de Buendía. 
 La columna de Ramírez surgió como parte de una estrategia periodística 
ante la incorporación de Miguel Ángel Granados Chapa con su prestigiosa 
Plaza Pública en las páginas de El Financiero. Ante la ausencia de un 
columnista de casa, Ramírez recibió la encomienda de escribir una 
columna política.  
 Ramírez contaba con una experiencia de dos 
décadas en las lides periodísticas y con paciencia, a la par de sus 
quehaceres cotidianos, fue armando un archivo documental con 
innumerables temas. 
 Buendía le enseñó el abc y ciertos trucos del 
oficio. Abonó en ello la amistad de Emiliano Ramírez, padre de Carlos, 
con Manuel Buendía. Amigos y compadres Emiliano y Manuel tejieron una 
relación muy estrecha. 
 Así como hay quienes nacen para ser médicos,
 abogados, artistas o zapateros, Carlos Ramírez nació para ser 
periodista. Está próximo a cumplir cinco décadas en el oficio y sigue 
manteniendo con la misma devoción su trabajo. 
 Detrás de Indicador 
Político hay años de constante lectura. Ramírez le dio un estilo propio a
 su columna –que es una de las tareas más difíciles de un periodista–. 
Para ello es necesario un apropiado lenguaje con las exigencias de un 
escritor, y contar con una especialización en algunos temas, sin 
abandonar la pasión de un reportero.
 Sin abonar en datos biográficos
 o anecdóticos de Carlos Ramírez me permito contar algunos momentos de 
la influencia de su quehacer periodístico.
 Sin duda alguna, gracias 
al trabajo de Ramírez se impidió la llegada de Jorge Díaz Serrano a la 
Presidencia de la República. Reportajes de Carlos exhibieron la 
corrupción del entonces poderoso director de Pemex quien contaba con las
 simpatías y el apoyo del presidente López Portillo. 
 En el sexenio 
de Salinas el trabajo periodístico de Ramírez fue fundamental para 
entender los alcances del proyecto neoliberal de los tecnócratas que 
había iniciado con el gobierno de Miguel de la Madrid. 
 Las 
publicaciones de Indicador Político provocaron el encono lo mismo de 
Salinas que de Zedillo y llevaron al gobierno a someter a indeterminadas
 auditorías a El Financiero lo mismo que a todos los directivos del 
periódico, incluidos algunos editores. 
 Personalmente Salinas se 
presentó en las instalaciones del rotativo para amenazar a sus dueños. 
Salinas maniobró incluso con algunos testaferros para tratar de despojar
 del cabezal, es decir el título que le daba nombre al periódico. 
 
La víspera del destape de Salinas Ramírez, Alejandro Ramos y yo 
publicamos el libro Salinas, el Candidato de la Crisis. Salinas ordenó 
la confiscación y la compra masiva del libro y llegado al poder metió al
 editor a la cárcel. 
 Antes de publicar Indicador Político, Carlos Ramírez era ya un periodista prestigiado. 
 Cito una anécdota.
 1988. Días después del cumpleaños número 50 de Carlos Monsiváis invité 
al escritor a comer con el periodista Carlos Ramírez en un restaurante 
de postín de la Zona Rosa. 
 Monsiváis estaba fascinado. Le dijo a Ramírez: “Maestro, eres mi gurú”. 
 Ramírez soltó una risotada… ¡No, no maestro, no me digas porque me lo voy a creer! 
 Así fue el encuentro entre los dos Carlos. 
 Monsiváis quería conocer y platicar con Ramírez, éste a su vez era un admirador del célebre cronista. 
 Ambos intercambiaron libros con sus respectivas dedicatorias.
 Ramírez descollaba ya como uno de los mejores periodistas. Su gran secreto: la disciplina. 
 Henry Miller decía que en el oficio de escribir para atraer al lector “hay que tirar a matar”.
 Ramírez a finales de los ochenta contaba con una sólida formación. Con 
su trabajo riguroso y bien informado atraía el interés de los lectores. 
 A finales de 1987 la víspera de las elecciones de 1988 el periodista 
Julio Hernández López (conocido ahora como ‘Julio Astillero’) me llamó 
por teléfono: “Magister, me pide Luis Donaldo Colosio un desayuno con 
Carlos Ramírez, Alejandro Ramos y tú”. Colosio fungía como oficial mayor
 del PRI y fue encargado de coordinar la campaña presidencial de 
Salinas.
 Julio Astillero era militante priista y con Colosio como 
líder nacional fungió como secretario general adjunto del CEN del PRI. 
Julio se había fogueado como dirigente priista en San Luis Potosí y como
 periodista a mí me tocó conducirlo en sus primeros pasos como reportero
 de la fuente política en lo que era entonces el periódico unomásuno. 
Así se dio el enlace entre Colosio y Ramírez quienes mantuvieron una 
entrañable amistad hasta el día en que el sonorense cayó abatido a 
balazos.
 Otro dato. 
 Una mañana a principios del año 2000 recibí
 una llamada de Carlos Slim en mi teléfono celular para invitarme a 
comer. Ramírez, el más influyente de los periodistas me acompañó al 
convivió en una de las casas de Slim en Polanco. El Ingeniero estaba 
fascinado con Ramírez. El encuentro se prolongó varias horas y entre 
tequilas y güisquis compartimos y comentamos temas variados de política.
 Saltó el caso Telmex y Salinas. El Ingeniero se deslindaba de Salinas. 
Próximo a publicar mi libro biográfico sobre Slim, los editores me llamaron. Había que “sacar” el prólogo de Carlos Ramírez de la edición bajo el pretexto de que “no estaba contemplado” como se establecía en el contrato. En realidad, Slim censuró el prólogo y amenazaba con comprar la editorial sino se cumplía su capricho.
De ese tamaño era la importancia del trabajo periodístico de Carlos Ramírez y su Indicador Político.
En 2001 con la llegada de Fox y con López Obrador al poder, –el primero a Los Pinos y el segundo a la jefatura de gobierno de la ciudad de México– el Indicador Político se publicaba en El Universal con tremendo éxito. Ramírez me invitó a sumarme a su equipo de trabajo en El Universal Gráfico donde él fue designado director para hacerle la competencia al periódico Ovaciones. Con dudas, le dije a Ramírez que lo acompaña con gusto pero sin que apareciera mi nombre en el diario y le advertí que lo más seguro era que nos corrieran antes de un año. Y así fue.
 Ahora la censura corría a cargo de Obrador. Por presiones 
mercantiles del tabasqueño nos censuraron y nos exigieron nuestra 
renuncia. A cambio de unos pesos del presupuesto público del gobierno de
 la ciudad para la publicidad oficial en el periódico nos corrieron.
 Intolerante a la crítica, Obrador pidió nuestras cabezas. Fue nuestro verdugo. Se comportó aún peor que Salinas. 
 Son, pues, algunas anécdotas, del peso y la influencia del Indicador Político y del trabajo periodístico de Carlos Ramírez.
 
