jueves, 30 de julio de 2020

El INE y la democracia del embudo: elecciones controladas y sin calidad


 

 

Carlos Ramírez
 
La 4T ha dejado pasar una de las reformas indispensables para la transformación del régimen priísta: el Instituto Nacional Electoral.
La transición democrática electoral en los últimos treinta años ha estado regulada por la voluntad y las decisiones de los consejeros electorales del Instituto Nacional Electoral. La democratización mexicana, por lo tanto, tiene características autoritarias, aunque ya no del Estado ni del régimen, sino de la casta divina de funcionarios del IFE-INE que han construido una democracia despótica, verticalista y paternalista.
Se trataría, por cierto, de una versión electoral igual a la del PRI. Antes era la Comisión Federal Electoral de a Secretaría de Gobernación la que determinada por sí misma cuáles debían ser las concesiones democráticas y hoy es un consejo general con decisiones que violan la Constitución, definen qué sí y que no debe ser la democracia y han creado un embudo que achica las posibilidades de una democracia de disensos y acuerdos.
A pesar de que la mayoría de los consejeros en treinta años han sido politólogos o juristas especializados en ciencia política, las decisiones del consejo general del INE han alejado a México de los cánones de la calidad de la democracia transicionista que exige mayores libertades y menos regulaciones, en tanto que el INE ha decidido al revés: más regulaciones y menores libertades.
 El problema radica en el papel del IFE-INE como un filtro de la democracia que ha pervertido el sistema de representación política. Los partidos controlados por el IFE-INE son hoy peores, la corrupción política es mayor a la de los tiempos del PRI, las elecciones se han distorsionado con la complacencia, complicidad o incapacidad del IFE-INE y el funcionamiento de mecanismos electorales paralelos como los mapaches y los maestros de la maestra Elba Esther Gordillo, los consejeros han sido designados por cuotas de partido o alianzas perversas con el poder presidencial en turno, los consejeros presidentes se designan por intervencionismo presidencial, de Woldenberg a Lorenzo Córdova Vianello, los dos violando reglas por ser antes consejeros.
Los políticos e instituciones salidos de los mecanismos electorales controlados por el IFE-INE no han podido cumplir con las condiciones para asumirse como democracia con calidad. En un estudio sobre la calidad de la democracia de 2010 de Mikel Barreda México sale reprobado. Aquí no se han cumplido porque los procesos electorales del IFE-INE han respondido a intereses del establishment político priísta y ha calificado mal en Estado de derecho, participación efectiva, competencia real, rendición de cuentas.
Las dos condiciones mínimas de democracia de Robert Dahl para democratización no se cumplen porque son distorsionadas por el IFE-INE: información y participación; hoy existen menos libertades para la opinión política en medios y en competencias que en los tiempos del PRI y por tanto la participación social es menor en calidad de conocimiento de la realidad, ambas reguladas de manera arbitraria por el organismo electoral. Un reglamento del INE ha puesto en el umbral de la cárcel a columnistas, pero gracias al Tribunal Electoral se pudo evitar.
La democracia paternalista del INE se ha agudizado en la presidencia de Córdova Vianello, incluyendo agresiones racistas a comunidades indígenas. Por decisión del PRI, Córdova permaneció en su cargo después de discriminar de manera agresiva, grosera y burlona a indígenas. El INE se ha convertido en una superestructura de poder por encima de leyes, prácticas y competencias. En lugar de ser un facilitador y garante de elecciones, el INE de Córdova es una aduana agresiva que acota el debate y la competencia hasta diluirla.
El secretario ejecutivo del INE, el reelecto sin pudor democrático Edmundo Jacobo, juega un papel de fiscal electoral autoritario que delimita la competencia democrática e invade funciones del ministerio público al acusar y sancionar sin los mecanismos de defensa del poder judicial real. Edmundo Jacobo es un poder autónomo sin control en el INE.
En sus treinta años de funcionamiento, el IFE-INE ha distorsionado y pervertido la transición electoral mexicana. Hoy la democracia es lo que Córdova Vianello, Edmundo Jacobo y diez consejeros electorales deciden en función de sus percepciones personales.
 
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Política para dummies: La política puede ser el disfraz autoritario de la democracia.
 
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@carlosramirezh
 

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Contracolumna AMLO Y ARVIDE, PODREDUMBRE NO TIENE LA CULPA EL INDIO…



JOSÉ MARTÍNEZ M.
Para Enrique Serna, por su libro
El Vendedor de Silencios

A propósito del descabellado nombramiento de Isabel Arvide como cónsul de México en Estambul, con todo respeto presidente ¿usted cree que sabe gobernar?
Ya lo sé. Usted ha dicho que gobernar no tiene ciencia, y ha reiterado que a sus colaboradores les pide 90 por ciento de honestidad y 10 por ciento de conocimiento. Vaya manera de aquilatar el intelecto y la capacidad de los servidores públicos.
Usted dice ahora que la designación de la señora Arvide “se debe a su preparación”, a que ganó un premio de periodismo y porque “no tiene malos antecedentes”.
De veras, me sorprende su angelical manera de “razonar”. ¡Qué romántico!
Usted que gusta hablar de manera coloquial, de seguro estará de acuerdo conmigo en la sabiduría de los refranes populares de llamar a las cosas por su nombre: al pan, pan y al vino, vino. Pues fíjese que hay un refrán que dice que “la culpa no es del marrano, sino del que le da de comer”, en otras palabras: “la culpa no es del indio, sino del que lo hace compadre”.
Ya sabemos que usted no tiene el más mínimo respeto por las instituciones. Mucho antes de ganar las elecciones usted las había mandado al diablo y ya en el poder lo hemos comprobado.
Usted mismo desconocía la existencia del Conapred y ordenó desaparecerlo. El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, por si usted no lo sabía, fue una conquista de los ciudadanos y su lucha la enarboló un distinguido activista proveniente de las filas de la izquierda: Gilberto Rincón Gallardo.
Pero usted y su plan de “austeridad” ha dado al traste con toda la administración pública. Ya ve, ordenó la descentralización de todas las dependencias federales y resultó un fiasco. Ninguno de sus colaboradores del más alto nivel ha renunciado a su zona de confort y prefieren seguir despachando en sus atmósferas de un lujo desafiante, como usted mismo lo hace desde Palacio Nacional.
Cuando usted presentó juramento al cargo presidencial que ostenta leyó el contenido del artículo 87 constitucional: "Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande".

Ya sabemos, que para usted la ley es letra muerta. Su palabra está por encima de las leyes y de las instituciones.
Ignora, y es más que obvio, las leyes que rigen nuestra diplomacia.
Pregunto: ¿acaso Isabel Arvide habla inglés? ¿Francés? ¿Con qué estudios cuenta? ¿En qué consiste su preparación? ¿Habla acaso el turco y los dialectos y las otras lenguas con las cuales se comunican sus habitantes?
Usted defiende al nombramiento de la señora Arvide, pues asegura que está preparada.
Yo lo dudo y exijo una respuesta, pues su nombramiento no es una representación personal de usted, un cónsul representa al país, a sus compatriotas y debe tener entereza moral y bien cimentados sus principios, comenzando por la ética. Un nombramiento no se debe dar por el simple “reconocimiento” a su trayectoria.
Las leyes que regulan y norman nuestra diplomacia estipulan, de acuerdo a los artículos 19, 20, 21, 22, 23, 24 y 25 de la Ley del Servicio Exterior Mexicano que “sin perjuicio de lo que dispone la fracción III del artículo 89 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la designación de Embajadores y Cónsules Generales la hará el Presidente de la República, preferentemente entre los funcionarios de carrera de mayor competencia, categoría y antigüedad en la rama diplomático-consular”
Se establece, pues, que los diplomáticos de cualquier rango deben reunir los méritos suficientes para el eficaz desempeño de su cargo.
Usted sabe que los cónsules deben contar con conocimientos jurídicos, toda vez, que a la par de la representación diplomática tienen la responsabilidad de asumirse, en automático, como representantes ministeriales en ausencia del personal de la Fiscalía General de la República, además de tener la capacidad para promover acuerdos comerciales, entre otras responsabilidades.
Antes que la señora Arvide hay una lista interminable de honorables funcionarios diplomáticos de carrera que están a la espera de una oportunidad por contar con los conocimientos y los méritos suficientes.
Es una pena que una persona como la señora Arvide con antecedentes judiciales y con malos antecedentes profesionales le asigne usted una responsabilidad para la cual no está calificada.
Ya sabemos que eso a usted no le importa en lo más mínimo y en su gabinete hay funcionarios con pésima reputación y ahora la diplomacia mexicana es utilizada como un basurero.
Quizás los “méritos” de la señora Arvide, sean evaluados por los legisladores que tienen a cargo el refrendo de su aprobación, pero dudo que actúen en defensa de la dignidad de nuestro servicio diplomático.
No hace mucho su gobierno incurrió en una pifia con el escándalo del embajador Ricardo Valero que se robaba los libros en Argentina, asunto que acabó en un acto de impunidad.
Lo que no está a discusión es el comportamiento vil de la señora Arvide en contra de periodistas e intelectuales honorables como Héctor de Mauleón y Sergio Aguayo a quien la periodista de marras insultó y descalificó por el simple hecho de ser críticos de la cuarta transformación.
Hay muchos temas por tratar sobre el caso de la señora Arvide, defensora a ultranza de los personajes más nefastos del periodismo y del poder político como Carlos Denegri y Francisco Galindo Ochoa a quienes dedicó un poema al redactar un texto para descalificar al escritor Enrique Serna, autor de la novela El Vendedor de Silencio.