Carlos Ramírez
La 4T ha dejado pasar una de las reformas indispensables para la transformación del régimen priísta: el Instituto Nacional Electoral.
La transición democrática electoral en los últimos treinta años ha estado regulada por la voluntad y las decisiones de los consejeros electorales del Instituto Nacional Electoral. La democratización mexicana, por lo tanto, tiene características autoritarias, aunque ya no del Estado ni del régimen, sino de la casta divina de funcionarios del IFE-INE que han construido una democracia despótica, verticalista y paternalista.
Se trataría, por cierto, de una versión electoral igual a la del PRI. Antes era la Comisión Federal Electoral de a Secretaría de Gobernación la que determinada por sí misma cuáles debían ser las concesiones democráticas y hoy es un consejo general con decisiones que violan la Constitución, definen qué sí y que no debe ser la democracia y han creado un embudo que achica las posibilidades de una democracia de disensos y acuerdos.
A pesar de que la mayoría de los consejeros en treinta años han sido politólogos o juristas especializados en ciencia política, las decisiones del consejo general del INE han alejado a México de los cánones de la calidad de la democracia transicionista que exige mayores libertades y menos regulaciones, en tanto que el INE ha decidido al revés: más regulaciones y menores libertades.
El problema radica en el papel del IFE-INE como un filtro de la democracia que ha pervertido el sistema de representación política. Los partidos controlados por el IFE-INE son hoy peores, la corrupción política es mayor a la de los tiempos del PRI, las elecciones se han distorsionado con la complacencia, complicidad o incapacidad del IFE-INE y el funcionamiento de mecanismos electorales paralelos como los mapaches y los maestros de la maestra Elba Esther Gordillo, los consejeros han sido designados por cuotas de partido o alianzas perversas con el poder presidencial en turno, los consejeros presidentes se designan por intervencionismo presidencial, de Woldenberg a Lorenzo Córdova Vianello, los dos violando reglas por ser antes consejeros.
Los políticos e instituciones salidos de los mecanismos electorales controlados por el IFE-INE no han podido cumplir con las condiciones para asumirse como democracia con calidad. En un estudio sobre la calidad de la democracia de 2010 de Mikel Barreda México sale reprobado. Aquí no se han cumplido porque los procesos electorales del IFE-INE han respondido a intereses del establishment político priísta y ha calificado mal en Estado de derecho, participación efectiva, competencia real, rendición de cuentas.
Las dos condiciones mínimas de democracia de Robert Dahl para democratización no se cumplen porque son distorsionadas por el IFE-INE: información y participación; hoy existen menos libertades para la opinión política en medios y en competencias que en los tiempos del PRI y por tanto la participación social es menor en calidad de conocimiento de la realidad, ambas reguladas de manera arbitraria por el organismo electoral. Un reglamento del INE ha puesto en el umbral de la cárcel a columnistas, pero gracias al Tribunal Electoral se pudo evitar.
La democracia paternalista del INE se ha agudizado en la presidencia de Córdova Vianello, incluyendo agresiones racistas a comunidades indígenas. Por decisión del PRI, Córdova permaneció en su cargo después de discriminar de manera agresiva, grosera y burlona a indígenas. El INE se ha convertido en una superestructura de poder por encima de leyes, prácticas y competencias. En lugar de ser un facilitador y garante de elecciones, el INE de Córdova es una aduana agresiva que acota el debate y la competencia hasta diluirla.
El secretario ejecutivo del INE, el reelecto sin pudor democrático Edmundo Jacobo, juega un papel de fiscal electoral autoritario que delimita la competencia democrática e invade funciones del ministerio público al acusar y sancionar sin los mecanismos de defensa del poder judicial real. Edmundo Jacobo es un poder autónomo sin control en el INE.
En sus treinta años de funcionamiento, el IFE-INE ha distorsionado y pervertido la transición electoral mexicana. Hoy la democracia es lo que Córdova Vianello, Edmundo Jacobo y diez consejeros electorales deciden en función de sus percepciones personales.
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Política para dummies: La política puede ser el disfraz autoritario de la democracia.
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