Carlos Ramírez
El escalamiento de la polarización del jefe del ejecutivo
federal con sectores sociales, políticos y productivos tiene una doble
lectura: o es una estrategia de construcción de un nuevo bloque de poder
sobre los rescoldos del anterior PRI-PAN o se trata de una crisis típica de gobernabilidad
por la baja posibilidad de cumplir con los cambios prometidos.
Los dimes y diretes sirven para pasar el día, pero
se convierten en factores de baja gobernación porque se trata de sectores que
tienen que ver con la estabilidad económica, política y social. La falta
de una cámara de compensación en el gobierno federal --además del Senado de
Ricardo Monreal-- podría llevar la polarización a un nuevo realineamiento
electoral, pero no a garantizar la estabilidad del
sistema/régimen/Estado para una 4-T.
La crisis de gobernabilidad --en el modelo de Samuel
Huntington en Orden político en las sociedades en cambio, con elementos,
por cierto, tomados de la crisis estudiantil mexicana del 68-- ocurre
cuando la capacidad de realizar cambios por parte de gobiernos institucionales
es menor a las demandas de la sociedad. En el caso mexicano, la
expectativa de reformas ofrecidas por López Obrador no ha podido superar
la maraña de intereses y conflictos del sistema/régimen priísta-panista.
A la vista del panorama de polarizaciones, pareciera a
veces que la inducción de impulsos para crear sólo dos polos podría estar reconociendo
la dificultad en el corto plazo para terminar con los compromisos de una
campaña presidencial que comenzó en 1988 por los nudos en las
instituciones --modelo de Manuel Camacho Solís, 1977-- y la falta de tiempo,
distancia y operadores para deshacerlos. Lo malo, sin embargo, radica en
el hecho real de que las polarizaciones no representan nuevas alianzas
de clase ni nuevos bloques de poder, menos coaliciones mayoritarias.
La falta de institucionalización de varios de los cambios
realizados no ha logrado construir una sólida coalición popular, en tanto que
la coalición opositora carece de rumbo, de liderazgo y sobre todo de firmeza
para presentarse como tal. Si acaso las circunstancias pos-pandemia en junio de
2021 logran alianzas de emergencia, la falta de un acuerdo programático
le restará viabilidad. El problema es que se presenta como una alianza contra
el presidente de la república y no por una alternativa de proyecto,
desarrollo y gobierno que debió de haberse dado en el 2000 con la alternancia
de Fox, pero que naufragó por la incapacidad política del primer
presidente de oposición en la era PRI y su lamentable ausencia de pensamiento
estratégico.
Si la polarización triunfa en las elecciones de 2021 --con o sin
mayoría absoluta--, de todos modos, carecerá de posibilidades de avanzar
en tanto siga sin definir un verdadero programa alternativo de nación,
--programa nacional de desarrollo, no proyecto ideológico republicano--. La disputa
no es por ganar y mantener el poder, sino por consolidar un nuevo modelo
de desarrollo, una nueva política económica y un nuevo Estado de bienestar.
A la 4-T le falta una estrategia integral alternativa de desarrollo y su
correlativa nueva alianza y correlación de clases productivas, no sólo
una alternancia de élites, muchas de ellas, provenientes del ancien
régime priísta-panista.
La polarización por sí misma puede ganar posiciones de
poder, pero no garantiza acuerdos para transformaciones estructurales. La gobernabilidad
implicaría pactos para empujar las reformas del Estado en los nuevos
objetivos de la élite que ganó las elecciones en julio de 2018.
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PLAN DN-III. En Puebla se realizó la ceremonia para reconocer y celebrar los
cincuenta y cuatro años de vigencia del Plan DN-III de la Secretaría de la
Defensa Nacional para auxilio a la población civil en casos de desastres naturales.
Este plan formalizó lo que sería la quinta misión del ejército --la
social-- en sus funciones básicas y consolidó la concepción de las fuerzas
armadas como un ejército de paz. Este Plan tiene reconocimiento mundial desde
hace veinte años y ha sido replicado en otras partes del mundo. El general
secretario Luis Cresencio Sandoval González recibió reconocimientos para la
institución y para su tropa. Si alguien anda buscando candidatos mexicanos al
premio Nobel de la Paz, el DN-III califica por su papel humanitario.
Política para dummies:
La política radica en saber para que sirven los extremos.
@carlosramirezh
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