martes, 28 de julio de 2020

El IFE-INE y el pecado original de la democracia neoliberal salinista


Carlos Ramírez

 

El relevo de cuatro consejeros electorales del Institutito Nacional Electoral perdió la oportunidad de construir una nueva democracia posneoliberal. Además de ser hijo directo de la Comisión Federal Electoral de julio de 1988, el organismo electoral vigente tuvo como padrino de bautizo al Tratado de Comercio Libre con los EE UU.

Al proponer en 1990 un nuevo organismo para borrar las pistas de los fraudes electorales de la CFE de Gobernación, el entonces presidente Salinas de Gortari evitó una oficina para realizar elecciones libres y creó un aparato político que engañara con su autonomía de la autoridad federal, pero que de manera paradójica disminuyera su autonomía de la sociedad con intermediados forjados en la política priísta.

La democracia priísta neoliberal era la que creaba una estructura de filtro de intermediación entre la voluntad popular y el gobierno. Las reglas para registro de partidos y para participación electoral se centralizaron en el Instituto y sus consejeros para evitar la democracia libre y directa. El IFE-INE salinista opera como el calificador de lo que debe ser democracia. Y para el Instituto y sus consejeros la democracia es lo que ellos deciden y no la voluntad del pueblo votante. El INE practica una democracia que no cambie los valores ideológicos de la democracia priísta.

La estructura del IFE nació para mantener una democracia no sólo controlada, sino vigilada por el establishment político-partidista. Los guardianes de la democracia fueron los consejeros y el consejo general: primer con magistrados electorales (1991-1994), luego con consejeros ciudadanos (1994-1996 que en realidad no representaban a los ciudadanos sino a grupos de poder que disputaban la política) y finalmente con consejeros electorales (de 1996 en adelante).

El consejo general del IFE-INE ha sido el principal obstáculo para la democracia electoral real. Su papel es el de intermediar entre los intereses de los partidos, los poderes constituidos, el régimen priísta y los electores. Pero su pecado original es que los consejeros que hacen funcionar al INE son designados por los partidos que debieran ser vigilados. Al principio operó la fuerza personal de Salinas de Gortari y Zedillo para imponer candidatos a modo y después los partidos que votaban los nombramientos se repartieron los consejeros como cuotas de poder.

El consejo general fue presidido por los secretarios de Gobernación en turno de 1991 a 1996 y luego fue encabezado por un consejero votado por los demás consejeros. Pero como todos los consejeros fueron producto de la voluntad de los últimos presidentes de la era PRI del siglo XX --Salinas de Gortari y Zedillo--, entonces su función fue cuidar al PRI, controlar a la oposición y administrar la democracia que se ahogaba en un mar de regulaciones.

Al ser un organismo electoral creado por presidentes de la república en la transición a la alternancia, en consecuencia, el IFE fue un aparato de control de la democracia priísta. La alternancia fue fácil porque se dio a la derecha con un PAN domesticado y un Vicente Fox desorientado.

La designación de cuatro consejeros que le tocaba al gobierno de López Obrador fue la oportunidad para desaparecer el INE y crear un nuevo organismo sin vigilancia de poderes y de partidos. En tres instancias los partidos que deben ser vigilados por el INE están dentro del consejo general: como partidos que representan a las dos cámaras, como partidos en directo y como partidos que votan a los consejeros. Este mecanismo impide que haya en México un verdadero organismo electoral democrático o cuando menos profesional.

El gobierno de López Obrador perdió la oportunidad de rehacer el INE a tiempo. El INE en las elecciones del 2021 garantizará el orden político priísta, al fin y al cabo que Morena, la 4-T y más de las dos terceras partes de los morenistas salieron del PRI sin abandonar sus viejas prácticas de dominación social.

 

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Pozo negro. Las colas de corrupción de Emilio Lozoya en Pemex no terminan en compra de votos legislativos, sino que se metieron y continúan en las entrañas de la empresa Pemex. El caso del empresario David Martínez, incorporado por Lozoya en asociaciones, que funcionó más como representante de los negocios turbios del exdirector en la empresa Seamex y su asociación con Seadrill. Y la investigación contra Lozoya se debe extender a su sucesor en Pemex José Antonio González Anaya en el caso de la empresa Oro Negro. Diputados, Fertinal, Nitrogenados, Odebrecht y otros asuntos de corrupción deben refundir a Lozoya y aliados en la cárcel.

Política para dummies: La política puede engañar a muchos, pero no a todos; con un disidente puede bastar.

 

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@carlosramirezh

 

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Contracolumna LA CÓNSUL Y SU AMIGO OBRADOR ARVIDE Y SU EXPEDIENTE NEGRO



JOSÉ MARTÍNEZ M.

Símbolo de la corrupción y de las complicidades con el poder, la periodista Isabel Arvide fue designada por su amigo Obrador como cónsul de México en Estambul.
Arvide denigra al periodismo y denigra a la diplomacia. Su designación es una mancha de nuestra política exterior. Es peor que un veneno que afecta a la diplomacia.
Su trayectoria profesional ha estado siempre marcada por el escándalo y el oportunismo. En el periodismo como en cualquier otra actividad de interés público hay que saber distinguir la calidad profesional de las personas. La calidad “ética” de Arvide ha quedado demostrada a lo largo de su trayectoria. En ella no cabe la sensatez ni la cordura, elementos básicos de la diplomacia. Se enriqueció mediante componendas con políticos corruptos. Acaso ella ignora que el verdadero patrimonio de un periodista es el honor.
Pero ahora con entusiasmo y por su relación amistosa el presidente Obrador no tiene empacho en asignarle una tarea impropia para el talante de esta conspicua representante de la corrupción.
El nombramiento –totalmente desproporcionado– de Arvide generó una sensación de incredulidad y de un morbo ácido entre algunos colegas.
Deslumbrante, absolutamente inusitada, la designación de Arvide aturde. Acostumbrada a una vida de lujo y ajena a la defensa de los más elementales intereses de la sociedad, Arvide se benefició de sus relaciones con el poder. La difamación ha sido la esencia de su trabajo “periodístico”, si se le puede llamar así.
En las “mañaneras” Arvide era una foca habitual que aplaudía las ocurrencias del presidente Obrador. Vaya, hasta exigió “un castigo ejemplar” contra el connotado académico Sergio Aguayo por llamar al tabasqueño como un político “mezquino”.
Tenía razón Aguayo, Obrador es un político hipócrita, cuyas decisiones de gobierno en materia económica han perjudicado a todos los mexicanos, sin que el presidente de haga responsable.
Pero la señora Arvide que llamó como “prostituta” a la esposa de un presidente, ahora se queja de que a Obrador sus críticos se refieran a él como un “mezquino”.
Como “escritora” solía pagar por el sello editorial para la publicación de sus libros. Y como “periodista” se encargaba de “defender” a los políticos más corruptos: Humberto Moreira, quien endeudó al estado de Coahuila y quien se enriqueció con sus vínculos con el narcotráfico y cuyo hijo José Eduardo Moreira Rodríguez fue ejecutado por un comando de los Zetas en el municipio de Acuña.
Otro dato: todos conocemos la historia del narco-gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid. En su fuga, Isabel Arvide era una de sus protectoras. Gracias a esa relación Arvide era la Reina del Sur. Estableció su residencia en Chetumal desde donde operaba sus negocios como “asesora” de “seguridad” en varios gobiernos.
Fue público su amasiato con el general Absalón Castellanos en sus tiempos de gobernador de Chiapas, donde Isabel se desempeñaba como la poderosa jefa de prensa.
En lo personal yo siempre la rehuí. Nunca tuve trato con ella. Sin embargo, en una comida con un gobernador, a la que asistimos una veintena de periodistas en un restaurante de la ciudad de México, ella se me acercó para invitarme a cenar en su casa. Desde luego que rechacé sutilmente la invitación. Ocurrió porque muchos colegas se sorprendían por mi relación personal con el ingeniero Carlos Slim y por tener la sensación de que yo era su “biógrafo oficial”. Falso.
En cambio yo tenía la peor opinión sobre la trayectoria de Arvide. No por prejuicios sino por hechos.
Al periodista, decía Julio Scherer, lo avalan los hechos, sin ellos está perdido. Así lo creo.
Se supone que el presidente –del nuestro y de cualquier otro país– es el hombre mejor informado. Pero la evidencia en el caso de Obrador nos ha demostrado que no es así.
Isabel Arvide tiene un expediente negro.
El gobernador de Quintana Roo, Roberto Angulo que se encuentra en prisión por sus fechorías y quien era el bufón del presidente Peña Nieto, era un benefactor y protector de Isabel Arvide.
Con la razón social de María Isabel Arvide Limón, con el Registro Federal de Causantes AIL511112 TF1 bajo el Régimen de las personas Físicas con Actividades Empresariales y Profesionales, con domicilio en la calle Av. Fuentes de los Molinos No. 48 Interior, departamento 1201, en la colonia Lomas de Techamalco Sección Fuentes, con el Código Postal 53950, Naucalpan de Juárez, Estado de México, México, facturaba 185 mil 136 pesos mensuales por concepto de difusión de imagen y editoriales a favor del gobierno de Quintana Roo.
Pero eso no era todo, Arvide quien figuraba también en la nómina del gobierno de Borge como supuesta asesora de seguridad facturaba cada 15 días 674 mil 128 pesos con 90 centavos para los presos de la cárcel municipal de Playa del Carmen, municipio de Solidaridad, es decir, 44 mil 941 pesos diarios, sirviendo frijol y lentejas. El negocio se lo asignó directamente el gobernador Borge quien giró la instrucción al entonces alcalde Mauricio Góngora quien ahora se encuentra en prisión por diversos delitos.
Años atrás, en el sexenio del gobernador Feliz González Canto, la “periodista” Arvide tenía la concesión de dar alimentos a las cárceles de Chetumal donde cobraba 6 millones de pesos mensuales y en Cancún 4 millones de pesos, cada 30 días.
Esto es sólo una muestra de los negocios de Arvide al amparo del poder con políticos corruptos.
Ahora, el presidente Obrador la envía como la digna representante de México en el consulado de Estambul.
Esa es la verdadera cuarta transformación de un presidente mezquino que premia a la corrupción con canonjías y prebendas.
Sería interesante escuchar una explicación del canciller Marcelo Ebrard sobre esta polémica designación que mancha a la diplomacia mexicana.