Carlos
Ramírez
En medio de la peor crisis de producción y por lo
tanto de la agudización de la polarización entre bienestar y miseria, el dueño
de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego, logró aclarar las razones de su posicionamiento como el segundo empresario más rico de México
(11.7 mil millones de dólares, casi 300 mil millones de pesos): la riqueza la provee el Espíritu Santo.
En una
declaración el pasado 21 de julio, el constructor de un imperio empresarial a
partir de empresas entregadas por
los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari y ahora de López Obrador señaló: “la riqueza no es un juego de suma cero”;
es decir, que en riqueza lo que pierde uno de los productores lo gana el otro.
Sin embargo, la
distribución de la riqueza es el eje
de las relaciones productivas, de la correlación de fuerzas políticas y de la
lucha de clases. La disputa por la
riqueza se da entre tres protagonistas: El Estado vía el cobro de impuestos, los empresarios a través de
las utilidades y el obrero con los salarios siempre menores a su capacidad
de producción de esa riqueza.
Por lo tanto,
la riqueza sí es un juego de suma
cero. Lo que deja de ganar el obrero
con salarios siempre menores a su participación en la producción de la riqueza
se pasa, de manera automática, a las
utilidades empresariales y a los impuestos al Estado. La disputa por la riqueza
entre obreros, empresarios y Estado castiga
a la producción y afecta los precios al consumidor al trasladar a éste el costo de la riqueza acumulada.
El origen de la riqueza privada, en
consecuencia, es producto de la acumulación
de beneficios de la producción, regateándole impuestos al Estado y sometiendo a
los obreros a salarios menores a sus
necesidades.
La tesis de
riqueza como no-juego de suma cero, por cierto, no fue de las reflexiones propias del empresario Salinas Pliego,
sino que la retomó de la afirmación
de Antonella Marty, directora del Center for Latin American en Atlas Network.
El dueño del consorcio TV Azteca, entregado por el presidente Salinas de
Gortari a Salinas Pliego y éste con un préstamo de Raúl Salinas de Gortari,
sólo enriqueció la frase de Marty,
pero muy a su estilo atrabancado de
razonar: “decir que el pobre es pobre porque el rico es rico es como decir que
el enfermo está enfermo porque el sano está sano”. Sin embargo, en ambas
apreciaciones funciona el mecanismo de distribución
de la riqueza que debería operar el Estado para modular, como señaló Morelos en Apatzingán, la riqueza y la
pobreza.
En uno de sus
libros clásicos, La sociedad de suma cero,
el premio nobel de economía Lester Thurow señala que la parte más compleja de los juegos de suma cero es
“la asignación de la pérdida”,
función no cumplida que le corresponde a la política y sobre todo al Estado
porque es cuando “el proceso político se paraliza”.
Las complicidades del Estado con los
propietarios la pagan los obreros y marginados con la asignación de su riqueza a los empresarios privados.
Y cuando los obreros y marginados se niegan
a aceptar la decisión del Estado y del mercado de tener una asignación desigual de riqueza, entonces
sobreviene la disputa política o
laboral por la riqueza: los trabajadores con las huelgas y los patrones con la
represión.
Para probar el engaño reflexivo de Salinas Pliego, la
crisis en la apropiación de la
riqueza en juego suma-cero está entrando en zona de tensión en TV Azteca y en Elektra, los dos consorcios de Salinas
Pliego: la pandemia del coronavirus redujo la riqueza producida por
empresario y trabajadores y provocó despidos
de empleados, reducción de salarios
y recorte de prestaciones sociales
para no bajar la parte de la riqueza
el empresario. Ahí se demuestra, con hechos,
que la riqueza en realidad sí es un
juego de suma cero: la participación
de la riqueza patronal se mantiene a costa de la reducción de la riqueza laboral.
En este
sentido, la riqueza producida y su
reparto como utilidades empresariales o salarios obreros es un tema de justicia
distributiva desigual en México que
se revela en un dato sencillo de estudios oficiales: el 80% de la población
no-propietaria tiene el 20% de la
riqueza, en tanto que el 20% de las familias más ricas se queda con el 80% de la riqueza.
Los 11 mil 700
millones de dólares de la riqueza de
Salinas Pliego según Forbes no le
llegaron del Espíritu Santo, sino que salió
de la riqueza proveniente de los bajos salarios y prestaciones a sus obreros y
empleados.
Así de simple.
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Política para dummies: La política se debate entre la complicidad con los
empresarios y su riqueza o su compromiso con los no-propietarios. Por eso
tenemos los niveles más agudos de desigualdad social.
@carlosramirezh
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