lunes, 18 de mayo de 2020

La Contracolumna : EL COMENDADOR OBRADOR Y LA FUENTEOVEJUNA DE LAS REDES SOCIALES



JOSÉ MARTÍNEZ M.

No se puede culpar a las redes sociales de las feroces críticas al desastroso gobierno del presidente Obrador. Tampoco es una guerra de adjetivos para descalificar las tareas del gobierno.
Es innegable que el país vive días de furia. Las críticas son feroces y el desastre está a la vista. Facebook y Twitter son simples herramientas de expresión y comunicación, porque la verdadera fuerza motriz de las críticas, en buena medida, es el descontento que impera en el ánimo social. Es falso que el pueblo esté feliz como pregona el Presidente. En campaña se comportaba como Santa Claus. Ofrecía: Vamos a crecer a 6 por ciento. Vamos a generar 2 millones de empleos en un año. ¿Y usted señora, quiere ser neoliberal o progresista?
La paz social que ofreció resultó falsa. Abrazos no balazos. Lo cierto es que la violencia no cesa y el narco ha llegado a suplir al Estado en plena pandemia ofreciendo asistencia social en las zonas marginadas. Una muestra del fracaso del aparato de seguridad nacional y la evidencia de las limitaciones de las instituciones de bienestar social.
Así, mientras el presidente pierde popularidad, como lo demuestran algunos sondeos de las encuestas, se recurre a la militarización para asumir el control del país. El presidente cambia a la figura de Comendador, al asumirse claramente en el comandante en jefe de las fuerzas armadas, el papel que tantas veces criticó de su antecesor, del que se mofó al llamar con sarcasmo como el “comandante Borolas”. Ahora se ve en un espejo que refleja la incapacidad de su liderazgo para dirigir al país mediante medidas civiles y eficaces. El escritor Héctor Aguilar Camín en su columna Militarizando (https://www.milenio.com/…/hector-…/dia-con-dia/militarizando), traza un panorama dramático de cómo Obrador cada vez comparte el poder con los militares. Escribió el historiador: “No recuerdo un presidente mexicano reciente que haya entregado a las fuerzas armadas más poder y más tareas de gobierno que el presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Entre menos cosas puede resolver su gobierno, más tareas tienen las fuerzas armadas…
“…el Presidente acaba de rendirse también a las fuerzas armadas, en su decreto del 11 de mayo pasado, otorgándoles la facultad legal de actuar como policía, en auxilio de su emanación previa, a la Guardia Nacional”.
Duele decirlo pero Obrador se ha tenido que tragar sus propias palabras.
Claro, no es lo mismo ser borracho que cantinero.
Siempre criticó a sus antecesores –desde Salinas hasta Peña Nieto–. Para él todos eran unos incompetentes cortados por la misma tijera. No dejaba títere sin cabeza. A los expresidentes les escupió adjetivos de corruptos y neoliberales, pero su gobierno ha resultado, hasta ahora, peor que los anteriores. Vaya, hasta el líder de Morena ahora amenaza con una propuesta inaudita para que a través del Inegi casa por casa se fiscalicé el patrimonio de los mexicanos, incluidos los perros, los gatos y los pericos, como en los tiempos de Santa Anna a quien se atribuye el invento de los impuestos a las puertas y las ventanas. Carajo.
Queda claro que no se puede gobernar al país a partir de la ignorancia, como sentenció el escritor Carlos Fuentes cuando le preguntaron sobre el nivel intelectual de los políticos mexicanos.
El de Obrador es un caso preocupante porque denigra la investidura presidencial. Como a ningún Presidente las redes sociales han hecho escarnio de Obrador. Le ha ido peor que a Peña Nieto. Y eso ya calienta, como ha dicho el propio Obrador.
Al tabasqueño no sólo se crítica por sus yerros. Se le ha criticado por tratar de erigirse en el poder de los poderes. Ya sabemos cómo mangonea a su antojo a los legisladores. Su más reciente hazaña se dio cuando solicitó al Congreso modificar la Ley hacendaria para manejar a su antojo el presupuesto con el pretexto de hacer frente a la crisis económica generada por la pandemia.
En el fondo Obrador pretendía manipular los recursos públicos para su proyecto político. Eso significa un manejo perverso del ejercicio del poder al actuar sin el menor ápice de ética.
Esa pretensión tenía de origen vicios de constitucionalidad y los expertos lo hicieron notar. Pero Obrador es incisivo. Quiere gobernar a punta de “decretazos”. Vaya, hasta el padre putativo de Obrador, Porfirio Muñoz Ledo protestó por el decreto del 23 de abril que entre las once medidas de la emergencia sanitaria proponía que los funcionarios públicos renunciaran “voluntariamente” al 25 por ciento de su salario y a su aguinaldo. Por esos excesos presidenciales Muñoz Ledo hizo un llamado para formar un frente ciudadano contra las “autoridades corruptas” e “ignorantes y abusivas”.
Como en la mafia donde los jefes dan la orden a sus sicarios de “encárgate de esto”, los diputados que han actuado como sus lacayos atendieron la instrucción de que nadie en el gobierno podía ganar más que el Presidente, no importa que sea un científico o un experto en tecnología. Se cumplió y punto.
No podía faltar la injerencia del presidente Obrador en el Poder Judicial. Primero atacó y difamó a los ministros de la Corte por sus altos salarios y luego politizó a la Suprema Corte con la propuesta de tres mujeres militantes de Morena para ocupar, una de ellas, un asiento como ministra, como ocurrió fatalmente con la designación de Yasmín Esquivel, esposa del empresario José María Riobóo, amigo y asesor presidencial y quien está detrás de la construcción del Aeropuerto Internacional de Santa Lucía. El mismo que se encargó de los segundos pisos cuando Obrador encabezó el gobierno de la ciudad de México y eludió responsabilidades por malos manejos financieros en el desarrollo de esas obras.
Por su injerencia en el Poder Judicial, como nunca antes jueces y magistrados se le fueron a la yugular. El magistrado Luis Vega Ramírez, presidente de la Asociación Nacional de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito del Poder Judicial de la Federación estalló en cólera y le reclamó que dejará de entrometerse y de difamarlos.
Tenía razón el magistrado, pues Obrador incurrió en delitos de carácter civil al poner en duda el honor y la imagen de los miembros del Poder Judicial.
Todo este odio que Obrador sembró desde su campaña lo han ido cosechando las redes sociales que ahora se han convertido en una Fuenteovejuna. Las redes sociales que piden su renuncia por su evidente incapacidad para gobernar y por dividir al país. El pueblo bueno contra el pueblo malo.
Las redes sociales que protestan contra el atropello de sus acciones gobierno y que no comparten su optimismo que va desde sus frases del “vamos requetebién” hasta el “hemos domado el coronavirus”.

Cárteles detonan crisis de seguridad interior porque desplazan al Estado






Carlos Ramírez

A pesar de que aún debe determinarse de manera oficial si el pequeño cartel en La Huacana, Michoacán, es real o pantomima, de todos modos, su comunicado tiene elementos para revelar una crisis declarada de seguridad interior, porque anuncia el posicionamiento criminal de una parte de la soberanía territorial del Estado nacional.
Por primera vez un cártel anunció la ocupación de territorio --antes lo hacían sin anunciarlo ni presumirlo-- y, peor aún, advirtió que también tomó el control del espacio aéreo soberano del Estado porque toda aeronave no civil seria derribada, lo que haría suponer la posesión de misiles tierra-aire.
En consecuencia, ese nuevo cártel será un poder armado dentro del Estado nacional y podría ser también una declaración de rebelión de su asociado Cártel Jalisco Nueva Generación contra el Estado. Desde luego, este análisis tendría que pasar por la veracidad probada por las autoridades sobre el nuevo cártel.
Pero el asunto, con o sin certeza sobre el nuevo cártel, es grave porque sin declararlo algunos cárteles ha asumido el control de zonas territoriales del Estado desde el cártel de Miguel Angel Félix Gallardo a mediados de los ochenta del siglo pasado. Hoy hay zonas territoriales --Iztapalapa, para no ir más lejos-- que prohíben la presencia de las fuerzas de seguridad.
Se trata, en suma, de una crisis de seguridad interior o el control soberano del Estado sobre todo el territorio nacional. Asimismo, quiere decir que los cárteles no son un problema de seguridad pública sino de seguridad interior porque los cárteles cumplen en sus pequeños territorios con las características de los Estados: territorio, población, gobierno y fuerza. El nuevo cártel en La Huacana debió de haber prendido focos de alarma, porque dejaron ver las características de una fuerza beligerante que podría obtener el reconocimiento de la ONU.
Pero resulta que la estructura jurídica del Estado tiene reglas legales para la seguridad pública y para la seguridad nacional, pero no para la interior. La abrogada ley de Seguridad Interior de 2017 definió la seguridad interior:
La Seguridad Interior es la condición que proporciona el Estado mexicano que permite salvaguardar la permanencia y continuidad de sus órdenes de gobierno e instituciones, así́ como el desarrollo nacional mediante el mantenimiento del orden constitucional, el Estado de Derecho y la gobernabilidad democrática en todo el territorio nacional. Comprende el conjunto de órganos, procedimientos y acciones destinados para dichos fines, respetando los derechos humanos en todo el territorio nacional, así́ como para prestar auxilio y protección a las entidades federativas y los municipios, frente a riesgos y amenazas que comprometan o afecten la seguridad nacional en los términos de la presente Ley.
En la Ley abrogada por la Corte, el presidente de la república podría movilizar a las fuerzas armadas en situaciones de emergencia para evitar que el crimen organizado se apodere de porciones territoriales del Estado; y habría amenazas a la seguridad interior cuando
              I.        Comprometan o superen las capacidades efectivas de las autoridades competentes para atenderla, o
            II.        Se originen por la falta o insuficiente colaboración de las entidades federativas y municipios en la preservación de la Seguridad Nacional, de conformidad con lo previsto en el segundo párrafo del artículo 1 de la Ley de Seguridad Nacional.
Lo ocurrido en La Huacana se ajusta a los temores de la Ley de Seguridad Interior abrogada: autoridades locales superadas o compradas, grupos criminales supliendo al Estado en parte del territorio y riesgo de la integridad territorial como esencia de la seguridad nacional.
El decreto que permite la participación de fuerzas armadas en labores de seguridad pública no tiene que ver con los delincuentes comunes, sino con estructuras criminales que están quitándole al Estado partes de su soberanía. De ahí que lo que falla no es el decreto, sino la necesidad de una ley de seguridad interior, concepto, por cierto, que viene desde la Constitución de Cádiz de 1812 como “orden interno” y que se mantuvo en las Constituciones republicanas de 1824, 181547 y 1917.
Las fuerzas armadas van a defender la soberanía del Estado ante el avance evidente, publicitado y peligroso de los cárteles del crimen organizado.

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Política para dummies: La política es el Estado.

@carlosramirezh

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