lunes, 25 de mayo de 2020

La Contra Columna: EZLN, OBRADOR Y LA FARSA DE LA CUARTA TRANSFORMACIÓN



JOSÉ MARTÍNEZ M.


No tengo el gusto de conocer al subcomandante Galeano (Marcos).
Admito mi admiración por su lucha. Me cimbró como a millones de mexicanos y ciudadanos de todo el mundo la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Estaba al pendiente de sus comunicados. Llegaban al periódico El Financiero –donde yo trabajaba– Los hacía llegar al mismo tiempo a la revista Proceso y a La Jornada. Estoy convencido que eligió El Financiero porque mi compañero y amigo Carlos Ramírez era el columnista más influyente y leído en todo México. Carlos traía de cabeza al gobierno y al presidente Carlos Salinas de Gortari.
Tras el cese al fuego, y a unos días de que se iniciara formalmente el diálogo de paz entre el EZLN y el gobierno, Marcos concedió una entrevista formal a periodistas de Proceso (Vicente Leñero), New York Times (Tim Golden) y El Financiero (Óscar Hinojosa). La conversación se realizó en la selva de Chiapas el 17 de febrero de 1994. Era la segunda entrevista que concedía el líder guerrillero.
Sólo una cámara, la de Proceso, fue autorizada ahí por el Sub para tomarle fotos desde cualquier ángulo.
Cuando le preguntaron al Subcomandante si él era el primer evangelista en encabezar una lucha armada, respondió en tono socarrón: “Dios me libre, no. Contra lo que dice Carlos Ramírez –y se vuelve para mirar a Oscar Hinojosa–: que me tomaron unas fotos en los servicios religiosos, quiero decir que el último servicio religioso en el que estuve fue cuando hice la primera comunión. Tenía ocho años. No he estudiado ni para Padre, ni para Papa, ni para Nuncio Apostólico”
La primera entrevista que Marcos concedió fue a un grupo de periodistas entre los que se encontraba Epigmenio Ibarra y Phillipe de Saint Phalle, el camarógrafo que fue el primero en tomar imágenes del levantamiento la mañana del 1 de diciembre.
Según ha contado Epigmenio Ibarra TV Azteca por órdenes tajantes de Ricardo Salinas Pliego se negó a transmitir la entrevista. Epigmenio le pidió a su amigo y socio Carlos Payán su intervención para publicar la entrevista. Payán fue con Don Joaquín Vargas, de MVS y respaldó a Payán: 'por mis huevos esta entrevista se transmite'. Así pasó al aire por Multivisión en el programa especial que se llamó 'Chiapas, la historia a fondo'". A su vez, Carlos Fuentes también apoyó la difusión, tomó el teléfono y le habló a gente de CNN Internacional, mientras que Juan Luis Cebrián, del periódico El País habló con Canal Plus de España y Canal Plus de Francia. Y todos pasaron la entrevista simultáneamente.
Después vino la famosa entrevista de Julio Scherer García que inició con una llamada a las 11 de la noche del viernes 9 de marzo de 2001, al teléfono de la Dirección de Proceso. En la madrugada del día 10 se realizó la insólita entrevista aprovechando la visita del Subcomandante en su gira por el Distrito Federal luego de tomarle la palabra al presidente Vicente Fox. El viaje de la caravana zapatista tenía como propósito para demandar la aprobación en el Congreso de las reformas constitucionales que garantizaran los derechos de los pueblos indígenas.
La entrevista se llevó a cabo en el patio del convento anexo a la Parroquia de la Asunción de María, donde pernoctaba la caravana del EZLN, y se transmitió en vivo por Televisa.
Scherer inició el diálogo con la siguiente pregunta:
—¿Qué se hace, qué se dice, a quién se reza cuando se ha llegado a donde usted ha llegado, tan aborrecido, tan temido, tan admirado, tan único?
—Nosotros pensamos que se ha construido una imagen de Marcos que no corresponde con la realidad, que tiene que ver con el mundo que se maneja en los medios de comunicación, que ha dejado de tener interlocución con la gente y ha decidido tener interlocución con la clase política. En ese sentido, los medios ya no están preocupados por lo que pida la mayoría de la gente, sino que, de una u otra forma, se retroalimentan porque en el proceso de transición el gran elector se ha convertido en el medio de comunicación. Su capacidad de influencia en la toma de decisiones, su capacidad de decidir el rumbo del país, incluso marcando ritmos en la transición, ha dado a los medios de comunicación un poder sobre el que no han reflexionado, y, en ese sentido, lo que tocan los medios de comunicación lo transforman…
Dos años después lo bellamente onírico ocurrió. El viernes 28 de febrero de 2003 uno de mis jóvenes asistentes me llamó eufórico: Maestro, el Subcomandante Marcos te cita en un comunicado hoy. Ver enlace (https://www.jornada.com.mx/2003/02/28/008n1pol.php…)
En efecto, Marcos había leído dos de mis libros: Las enseñanzas del Profesor y Carlos Slim, Retrato Inédito y me citaba a propósito de las relaciones de Obrador y Carlos Slim. Sentí una profunda satisfacción al saber que un personaje al que yo admiraba se refiriera a mi trabajo periodístico. En ese comunicado Marcos le ponía una tunda al Pejelagarto por su servilismo con el magnate.
Hace unos días cuando escribí la Contracolumna de Obrador y los Enfermos me llamó un fotógrafo que leyó el texto y me confió: Pepe hay cosas que debes saber y que son muy delicadas: cuando Zedillo ordenó que se identificara la verdadera identidad de Marcos para detenerlo, Epigmenio Ibarra vendió al ejército un video para ubicar el lugar donde se encontraba el Subcomandante. Me quedé helado. Hoy al amanecer leí el texto de Héctor Aguilar Camín publicado en el periódico Milenio sobre la “revolución” de la que habla Epigmenio Ibarra y menté madres y decidí escribir estas líneas.
No creo que a estas alturas Epigmenio tenga las agallas para poner un pie en territorio zapatista.
Lo sé y lo tengo muy claro: Marcos abomina a Obrador. Lo ve como un político despreciable.
Simplemente no se puede hacer una “revolución” detrás de un escritorio con fanfarrones como Epigmenio Ibarra, el gurú de Obrador.

La felicidad sólo es producto de la redistribución de la riqueza


Carlos Ramírez

 

La fórmula de la felicidad del pueblo sería la siguiente:

 

Felicidad= PIB+impuestos+gasto social-corrupción

80% población

 

El problema de la desigualdad social no tiene que ver con su medición, sobre todo si en México hay datos certeros sobre la concentración de la riqueza, el ingreso, el bienestar en el 20% de las personas más ricas.

En diferentes ensayos sobre la distribución del ingreso se tienen registro de la distribución del ingreso en 10 grupos de familias conocidos como deciles. Esta distribución del ingreso ha sido retomada por la Encuesta Ingreso-Gasto que realiza el INEGI con bastante precisión.

La cifra oficial de concentración del ingreso en la encuesta de 2018 es muy explícita: el 20% de las familias más ricas tiene el 49.4% del ingreso, en tanto que el 80% restante se reparte el 50.6% restante del ingreso. Como dato comparativo: en 1958, hace 60 años, el 10% de las familias más ricas acaparaba el 49.3% del ingreso nacional, contra 50.3% del 80% de la población.

Los mecanismos de distribución de la riqueza fueron de 1934 a 2018, populistas, aún en el largo ciclo del neoliberalismo 1083-2018; el decir, el Estado y su política fiscal asumieron la tarea de dotar a las personas de bienestar asistencialista. Pero la disminución de ingresos fiscales, la burocratización y la corrupción fueron disminuyendo la disponibilidad de recursos para las políticas sociales.

En economía se cuantifica el bienestar o la situación de necesidades satisfechas aún de manera mínima en cinco indicadores básicos: vivienda, salud, educación, alimentación y salarios. Pero el gobierno castigaba salarios en aras de bajar presiones inflacionarias y convertía subsidios básicos en salario no-monetario atado a los intereses de los funcionarios sexenales del Estado que buscaban la dependencia social.

La clave del bienestar está en control inflacionario, salarios remuneradores sin subsidios y posibilidades de ascenso social. Las políticas asistencialistas cubren necesidades muy-muy indispensables, otorgan como subsidios algunos beneficios también mínimos y no garantizan el escalafón social.

La felicidad es un estado de ánimo no cuantificable, porque hay pobres muy felices y ricos muy infelices. Y las condiciones de felicidad no tienen más que una forma de resumirse: políticas de bienestar del Estado financiadas con impuestos. El Estado acota la riqueza acumulada y aumenta el bienestar en los pobres.

Más que infeliz, México es un país con polarización social: 80% de mexicanos viviendo con una a cinco carencias sociales y 12 personas con una riqueza de más del 12% del PIB. Esta concentración de la riqueza ha sido aprobada y estimulada por el Estado con una política fiscal que no graba la riqueza.

El país más feliz del mundo es Finlandia. Una nota del sitio web El Confidencial revela que los finlandeses más ricos llegan a pagar el 53% de impuestos sobre su riqueza, lo que permite que el Estado tenga los servicios sociales más amplios del mundo. La fórmula es sencilla: el Estado es la única instancia que puede equilibrar el bienestar y requiere de tres condiciones: impuestos cobrados a los ricos y a los productores, infraestructura social integral e ingresos fiscales suficientes, todo ello garantizada por la tasa mas baja de corrupción. La carga fiscal en Finlandia es de 42.3% en tanto que en México es de 17%; y Finlandia tiene apenas 5.5 millones de habitantes y México se acerca a 130 millones.

El estado económico de la felicidad --en caso de existir-- sería producto del modelo Pareto: 80% de personas sin restricciones sociales y 20% de marginados; hoy México está el revés. El modelo de PIF --Producto Interno de Felicidad-- dependerá de los mecanismos de distribución de la riqueza para evitar la concentración de la riqueza en el 20% de las familias y para modular la riqueza excesiva vía políticas fiscales.

 

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Minería. Con acuerdos firmes de atención a la emergencia sanitaria, la minería regresa a la producción, luego de un acuerdo del subsecretario federal de Minería con las principales agrupaciones de trabajadores mineros. La minería proporciona casi tres millones de empleos directos e indirectos, representa casi el 4% del PIB nacional y el 8% del PIB industrial. Los lideres sindicales Ismael Leija, Javier Villarreal y Carlos Pavón pivotearon el compromiso y la urgencia de regresar a la producción con normas estrictas de seguridad sanitaria.

Política para dummies: La política es el lenguaje que dice una cosa y quiere decir otra.

 

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@carlosramirezh

 

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