Carlos Ramírez
Presionado
por la economía estadunidense a la
que está atado, por el desempleo en
modo Calcuta de millones de trabajadores que no han recibido apoyo y por una
planta productiva que se pone en
funcionamiento o se destruye, la decisión gubernamental para regresar a la nueva-vieja normalidad
económica y social tendrá que resolver cuatro
dilemas:
1.- El dilema entre la salud o la economía.
Los datos reales de las afectaciones
de la pandemia a la planta productiva son peores
a los que se conocen y deberían obligar a las autoridades a cuando menos dos semanas de medidas drásticas de
confinamiento para romper los contagios, pero las presiones de las cadenas
productivas estadunidenses y el peligro de que la planta productiva parada pierda mercados van a llevar a la
decisión del regreso a la actividad
económica cuando aún no se ha
alcanzado el punto máximo de contagios. España, que aplicó medidas drásticas de
confinamiento autoritario, apenas
está viendo bajar el ritmo de fallecidos y contagiados.
2.- El dilema entre economía productiva o
economía subsidiada. Sin ningún tipo de apoyo, la economía de servicios y buena
parte de la economía industrial fue afectada
en su dinamismo por el desplome de la demanda, el desempleo obligatorio de
trabajadores y la competencia con otros países que ocuparon lugares mexicanos
en la proveeduría de bienes y servicios. El turismo y los servicios quedaron destrozados por falta de apoyo y su
reinicio será lento. Las expectativas de PIB de -8% a -12% tardarán en
recuperarse cuando menos 25 años. Los datos de que el 2021 se crecerá a 2% a
2.5% será sobre el hoyo recesivo de
2020. El gobierno federal regresará a la economía de subsidios que tenía antes
de la pandemia y que llevaron a un PIB de -0.1% en 2019 y previsible de -0.5% a
0.5% en 2020. La opción oficial era
la de economía de subsidios sociales no
productivos y no multiplicadores de
la demanda efectiva.
3.- El dilema entre mercado o Estado.
Anunciado desde su primera campaña electoral estatal en 1988, el modelo de
desarrollo de López Obrador fue siempre el Estado que había sido sustituido por el mercado en el modelo
neoliberal de Carlos Salinas de Gortari 1979-1994. En su campaña electoral de
2018 López Obrador anuncio el fin del neoliberalismo. Y buena parte de sus
decisiones presidenciales han sido en el escenario de la restauración del Estado como el eje de la economía. Sin embargo, el
modelo de Estado depende sólo de tres
claves: ingresos fiscales del doble
de los existentes, desarrollo tecnológico
para potenciar la competencia y empresas públicas
en el sector industrial basadas en la generación de utilidades y no quebradas
por subsidios.
4.- Y quizá
el dilema más importante:
regresar a la normalidad de un país hundido
en la improductividad que se enfilaba a tasas promedio sexenal de PIB de 1% a
2%, muy lejos del 4% promedio anual
anunciado de manera oficial o construir la normalidad prometida de un nuevo modelo de desarrollo posneoliberal imaginado
y no diseñado. Hasta ahora, con cuatro meses de coronavirus, no existe
ningún nuevo modelo de desarrollo posneoliberal ni ninguna definición del Estado productivo.
De acuerdo
con las cifras del INEGI, el PIB de 2019 y el del primer trimestre de este año
se salvó por el sector primario, el
agropecuario, pero con sectores industrial y de servicios sin incentivos y atorados por el desmoronamiento de la demanda.
Para crecer a tasas anuales del PIB arriba
del 2.2% promedio de los últimos años se requiere una planta productiva
renovada o reconvertida, una política efectiva
de fomento industrial y sobre todo un nuevo modelo de desarrollo.
Ahí está el
eje de todos los dilemas: regresar a
la normalidad de antes o construir una nueva.
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Batallas burocráticas. Justo en
el momento en que el Tren Maya depende de negociaciones con grupos indígenas
para evitar otro Atenco, presiones dentro del gabinete quieren desplazar a
Ricardo Peralta, el subsecretario de Gobernación experto en negociaciones in extemis. El expediente de aduanas que
lo tuvo seis meses se ha enredado en fuego
amigo, al grado que su sucesor tiró
la toalla por la complejidad del tema. Peralta ha sido eficaz en apagar
fuegos conflictivos y tiene ante sí el del Tren Maya, una de las joyas del sexenio que se puede ahogar en
tribunales.
Política para dummies: La
política, al final del día, decide entre soluciones malas o soluciones peores.
@carlosramirezh
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