jueves, 28 de mayo de 2020

¿Regresar a cuál normalidad? Los cuatro dilemas poscoronavirus


Carlos Ramírez

Presionado por la economía estadunidense a la que está atado, por el desempleo en modo Calcuta de millones de trabajadores que no han recibido apoyo y por una planta productiva que se pone en funcionamiento o se destruye, la decisión gubernamental para regresar a la nueva-vieja normalidad económica y social tendrá que resolver cuatro dilemas:

1.- El dilema entre la salud o la economía. Los datos reales de las afectaciones de la pandemia a la planta productiva son peores a los que se conocen y deberían obligar a las autoridades a cuando menos dos semanas de medidas drásticas de confinamiento para romper los contagios, pero las presiones de las cadenas productivas estadunidenses y el peligro de que la planta productiva parada pierda mercados van a llevar a la decisión del regreso a la actividad económica cuando aún no se ha alcanzado el punto máximo de contagios. España, que aplicó medidas drásticas de confinamiento autoritario, apenas está viendo bajar el ritmo de fallecidos y contagiados.

2.- El dilema entre economía productiva o economía subsidiada. Sin ningún tipo de apoyo, la economía de servicios y buena parte de la economía industrial fue afectada en su dinamismo por el desplome de la demanda, el desempleo obligatorio de trabajadores y la competencia con otros países que ocuparon lugares mexicanos en la proveeduría de bienes y servicios. El turismo y los servicios quedaron destrozados por falta de apoyo y su reinicio será lento. Las expectativas de PIB de -8% a -12% tardarán en recuperarse cuando menos 25 años. Los datos de que el 2021 se crecerá a 2% a 2.5% será sobre el hoyo recesivo de 2020. El gobierno federal regresará a la economía de subsidios que tenía antes de la pandemia y que llevaron a un PIB de -0.1% en 2019 y previsible de -0.5% a 0.5% en 2020. La opción oficial era la de economía de subsidios sociales no productivos y no multiplicadores de la demanda efectiva.

3.- El dilema entre mercado o Estado. Anunciado desde su primera campaña electoral estatal en 1988, el modelo de desarrollo de López Obrador fue siempre el Estado que había sido sustituido por el mercado en el modelo neoliberal de Carlos Salinas de Gortari 1979-1994. En su campaña electoral de 2018 López Obrador anuncio el fin del neoliberalismo. Y buena parte de sus decisiones presidenciales han sido en el escenario de la restauración del Estado como el eje de la economía. Sin embargo, el modelo de Estado depende sólo de tres claves: ingresos fiscales del doble de los existentes, desarrollo tecnológico para potenciar la competencia y empresas públicas en el sector industrial basadas en la generación de utilidades y no quebradas por subsidios.

4.- Y quizá el dilema más importante: regresar a la normalidad de un país hundido en la improductividad que se enfilaba a tasas promedio sexenal de PIB de 1% a 2%, muy lejos del 4% promedio anual anunciado de manera oficial o construir la normalidad prometida de un nuevo modelo de desarrollo posneoliberal imaginado y no diseñado. Hasta ahora, con cuatro meses de coronavirus, no existe ningún nuevo modelo de desarrollo posneoliberal ni ninguna definición del Estado productivo.

De acuerdo con las cifras del INEGI, el PIB de 2019 y el del primer trimestre de este año se salvó por el sector primario, el agropecuario, pero con sectores industrial y de servicios sin incentivos y atorados por el desmoronamiento de la demanda. Para crecer a tasas anuales del PIB arriba del 2.2% promedio de los últimos años se requiere una planta productiva renovada o reconvertida, una política efectiva de fomento industrial y sobre todo un nuevo modelo de desarrollo.

Ahí está el eje de todos los dilemas: regresar a la normalidad de antes o construir una nueva.

 

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Batallas burocráticas. Justo en el momento en que el Tren Maya depende de negociaciones con grupos indígenas para evitar otro Atenco, presiones dentro del gabinete quieren desplazar a Ricardo Peralta, el subsecretario de Gobernación experto en negociaciones in extemis. El expediente de aduanas que lo tuvo seis meses se ha enredado en fuego amigo, al grado que su sucesor tiró la toalla por la complejidad del tema. Peralta ha sido eficaz en apagar fuegos conflictivos y tiene ante sí el del Tren Maya, una de las joyas del sexenio que se puede ahogar en tribunales.

Política para dummies: La política, al final del día, decide entre soluciones malas o soluciones peores.

 

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No es desorden, sino amalgama babélica de ideas y movimientos


Carlos Ramírez

 

Como se predijo desde la configuración de Morena no como partido, sino como movimiento de movimientos sociales, el tiempo está llegando a la agenda de la 4T: el presidente de la república está gastando más tiempo y capital político en negar propuestas de los militantes de Morena con las cuales eventualmente pudo coincidir, pero con la certeza de que carece de una base militante heterogénea.

La reciente propuesta de indagar la riqueza de las personas fue uno de los indicios de que el grupo del viejo Partido Comunista Mexicano y sus aliados anticapitalistas están percibiendo el agotamiento de los tiempos de cambio. El ideólogo de ese grupo es el exlíder de la Juventud Comunista, Pablo Gómez Alvarez, quien en la ultima propuesta de PCM en 1988 planteó la expropiación de Televisa, la nacionalización de la industria farmacéutica y una reforma fiscal contra la riqueza.

No son todos, pero hasta ahora se pueden identificar los diferentes movimientos internos de Morena:

--Los lopezobradoristas que van donde el líder diga.

--Los comunistas del PCM.

--Los anticapitalistas.

--La izquierda coalicionista que se unió al PCM y dio luz al PSUM y al PMS.

--Los experredistas.

--Los expriístas.

--Los expanistas.

--Los progresistas que pulularon como abejas sombre muchas flores.

--Los líderes de movimientos sociales que viven del asistencialismo y que operan control de masas.

--Los revolucionarios de membrete que se forjaron viendo las revoluciones guerrilleras de América Latina, pero que se aliaron con la policía política de Zedillo para traicionar al EZLN y que hoy ven en López Obrador al líder del amanecer una revolución socialista-marxista.

--La élite del primer círculo de poder de Palacio Nacional que se dinamizó alrededor de López Obrador y que tiene a su cargo la funcionalidad del gobierno, pero sin llegar a ser ni politburó ni comité central.

--La élite de funcionarios de alto nivel que dejo de tener espacio en los gobiernos del PRI y del PAN y que se salió para encontrar acomodo en el PRD y ahora en Morena.

--Los grupos sociales que se mueven en función de programas asistencialistas, que tienen lealtad asegurada y que mantendrán la base militante de López Obrador.

--Los infaltables funcionalistas con experiencia de gobierno que se adhirieron al lopezobradorismo por la puerta de un cargo público, pero que sólo se representan a sí mismos.

--Y la pluralidad de votantes con o sin partido que vieron en López Obrador la ultima oportunidad para terminar sólo, y nada más, con la corrupción.

No se trata de una estructura novedosa. Todos los partidos y liderazgos tienen una diversificación de bases; el PRI la convirtió en línea verticalista marcada por la sumisión, el PAN perdió sus bases y el PRD ni a bases llegó.

La diferencia de los partidos de 1929 a 2018 radica en que Morena no ha derivado en un partido tradicional y se ha quedado, por decisión propia, en un movimiento de movimientos, lo que centralizaría el liderazgo en López Obrador, aunque sin disolver la fuerza de sus organizaciones sobre todo ideológicas.

En este escenario de la desarticulación interna de Morena y la falta de caminos de entendimiento con el poder presidencial morenista se verá un incremento de presiones de grupos para empujar agendas de coalición, pero que el presidente de la república no considera viables en sus tiempos de poder.

Lo que viene en Morena es un proceso ya en marcha de definición de lealtades y alianzas, las primeras sometidas y las segundas preparado su participación con agendas propias en las elecciones legislativas y de quince gubernaturas del 2021. El primer año de la próxima legislatura verá una tensión entre los movimientos y el presidente de la república que no se resolverán en una conferencia mañanera.

 

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80 grados. El boletín sobre el COVID-19 de la UNAM y la Facultad de Medicina es gráficamente inobjetable. México se encuentra en el grupo de países en emergencia roja: la línea no es aun curva sino angular y tiene una inclinación de 80 grados, a 10 de la vertical. Y no baja. Ni bajará pronto. El boletín pone a México en los países “lejos de controlar la primera ola de la epidemia”. Y frente a esta evidencia de la UNAM-FM, no hay López Gatell que valga.

Política para dummies: La política es el juego de la tensión dinámica. Gana quien empuja más.

 

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