sábado, 13 de junio de 2020

Racismo en EE UU, pilar imperial y coartada liberal

Racismo en EE UU, pilar imperial y coartada liberal


http://indicadorpolitico.mx

indicadorpoliticomx@gmail.com

@carlosramirezh

Ante circunstancias violentas que explotan como expresiones de racismo, toda la sociedad estadounidense sale a protestar; pero en las relaciones sociales cotidianas, los EE UU se definen por el racismo. A pesar de leyes de igualdad social, en la sociedad estadounidense pasó de la esclavitud de la comunidad negra proveniente de Africa a la segregación de una raza.

El juego de palabras ayudará a entender la lógica de lo que se llama racismo. La esclavitud es la propiedad humana de una raza por otra, la segregación –según el Diccionario de la Real Academia Española– implica “separar y marginar a una persona o a un grupo de personas por motivos sociales, políticos o culturales”. Y el racismo es la “exacerbación del sentido racial de un grupo étnico que suele motivar la discriminación o persecución de otro u otros con los que convive” y que llega a niveles de ideología o doctrina.

Las victorias de las comunidades afroamericanas en los EE UU han tenido tres estaciones:

–El discurso de Gettysburg de Lincoln en 1863 en que fijó el concepto de igualdad de razas: “hace ochenta y siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación concebida en la libertad y consagrada en el principio de que todas las personas son creadas iguales”.

–Las leyes raciales de 1966 a 1968 en que se terminó la esclavitud y los afroamericanos lograron el mayor derecho social y humano: el de votar en igualdad de condiciones que sus ex amos.

–La presidencia 2009-2017 de Barack Obama como el primer presidente estadounidense de origen afroamericano interracial.

Pero estos tres avances tuvieron sus retrocesos:

–A la igualdad de razas se opuso la segregación: iguales, pero separados.

–El derecho al voto no logró la igualdad en los demás derechos, prevaleciendo el criterio de oportunidades de raza y no de competencia.

–Y el derecho al voto condujo a que se votara por el racista Donald Trump después de la presidencia del afroamericano Obama.

Lo malo en los últimos días ha sido la manipulación mediática de los grupos liberales demócratas para endosarle al republicano presidente Donald Trump la crisis por el asesinato de George Floyd a manos de policías estatales en el condado y un estado gobernado por demócratas. Con la politización electoral del caso Floyd se volvió a perder la perspectiva real del racismo en las policías estadunidenses.

La policía estadunidense en sus variantes de condados, estatales y federales forma parte de los mecanismos de control social. La afectación de minorías raciales en mayor medida que los delincuentes de raza anglosajona es apenas una parte de los indicios de racismo, pero no se tienen estudios de fondo para saber si en realidad es racismo o afectación por repudio de la raza afroamericana o por asumir la condición de color de piel como una definición social.

Alrededor de las protestas por el caso Floyd las redes difundieron un video interesante: un par de policías se acercó a un afroamericano que vestía camiseta roja y que tenía una barba descuidada. El tratamiento al ciudadano fue prefigurando un delincuente; cuando el agredido se resistió y comenzó a confrontar de palabra a los policías y a soltarse con movimientos bruscos, la reacción de seguridad aumentó de tensión y lo esposaron. Ya inmovilizado el detenido pidió que vieran su credencial en su cartera en el bolsillo derecho trasero de su pantalón y resultó que se trataba de un agente del FBI.

Existe una predisposición racial hacia los afroamericano e hispanos por su imagen y se da una variación en la intensidad policiaca. Pero ello no quiere decir que todos los anglosajones o no son detenidos o son tratados con mayor respeto. En realidad, todos los sospechosos son, para la policía, presuntos culpables y su perfil delictivo tiene que ver primero con su aspecto y después con su repudio a la policía. Pero del lado contrario existen datos duros que revelan la muerte de policías en operaciones de arresto: en el periodo enero-mayo de este año hubo 24 policías muertos por arma de fuego y más de 570 en el periodo 2009-2019.

El uso de la furia policiaca debe determinarse en función de la capacidad de violencia de la sociedad estadounidense, a lo que hay que agregar un componente importante de racismo sobre todo contra afroamericanos e hispanos.

El problema en lo general forma parte de la conciencia autoritaria y violenta de una sociedad estadounidense que ha construido su confort en invasiones militares agresivas. Los casos de abuso de fuerza de soldados en el extranjero violando códigos de guerra se apilan en las oficinas del Pentágono sin que haya instrucciones para controlar de manera más efectiva a soldados con armas.

La agresividad imperial en la conquista de otras naciones es producto del uso de la fuerza como mecanismo de control social interno. El grado de respeto a la ley en los EE UU que llega a sorprender a extranjeros no es otra cosa que la fuerza para mantener el orden social y de clase.

Ahora el congreso federal estadounidense prepara una nueva legislación para imponerle reglas a la policía, pero se van a encontrar con el peor de los mundos: la libertad de adquirir armas beneficia a la delincuencia y los policías suelen encontrar disparos a sus órdenes de arresto. Y ahí tendrán que decidir si se imponen controles a los policías, pero se dejan a los delincuentes con libertad en el uso de la fuerza letal.

Lo malo está en el hecho de que no habrá una verdadera reforma de control de la brutalidad policiaca, sino que sólo usarán a Floyd en la campaña presidencial contra Trump.


Contracolumna • UN PRESIDENTE CANALLA • ELECCIONES EN PELIGRO





JOSÉ MARTÍNEZ M.

Si los mexicanos no ponemos un freno a Obrador, el país será convertido en un Estado totalitario. Es mentira que la cuarta transformación esté inspirada en los episodios que han marcado nuestra historia. Podría sonar a una locura pero no es así. Respecto a las ideas de Obrador hay que tomar las cosas con seriedad, pues el proyecto político del tabasqueño y su caterva de fanáticos que colaboran con él, responde más a las bases ideológicas del tercer Reich. La terminología de sus discursos está más orientada al fascismo, de ahí su nacionalismo ramplón a estas alturas del siglo XXI cuando el mundo gira en torno a la globalización.
Hemos atestiguado la conducta despreciable de muchos de los colaboradores de Obrador, desde la exaltación de la violencia hasta la impunidad de sus actos de corrupción.
En los últimos días hemos estado presenciando una actitud canallesca del Presidente. Ha violado las más elementales disposiciones de la máxima autoridad de salud para reiniciar sus giras proselitistas bajo el disfraz de jornadas de trabajo. Mientras el país se encuentra en el llamado semáforo rojo y el número de víctimas de la pandemia va en ascenso, Obrador ha viajado por el país de extremo a extremo desafiando las medidas esenciales de la salud pública. Ha recibido, incluso, la amonestación de las máximas autoridades mundiales de la salud (OMS) para que el Presidente se abstenga de hacer llamados imprudentes a la población, en tanto los responsables sanitarios insisten en que la gente no salga a las calles y se mantengan en casa debido a la contingencia derivada del covid -19.
Esa conducta del presidente no es extraña para los mexicanos. Su palabra ha estado siempre por encima de todas las leyes. No fue una simple expresión aquella cuando se refirió a “mandar al diablo las instituciones”. Se ha llegado a lo más ruin y vulgar, como ocurrió en el caso del nombramiento del escritor e historiador Paco Ignacio Taibo quien se ufanó de la maniobra leguleya de su designación con la famosa frase de “se las metimos doblada”.
Hemos visto la pretensión de Obrador al tratar de concentrar todo el poder en sus manos e incluso ha insistido en varias ocasiones en controlar todos los aspectos de la vida de los mexicanos. Desde el uso de un solo par de zapatos y una muda de ropa indispensable hasta el consumo de los alimentos: arroz y frijol para todos, no solo las masas populares, pues, según él, está en contra de las comidas “exóticas”. Ha insistido también en que la gente “denuncie” a sus vecinos cuando noten un ascenso en su vida social.
No hay que echar en saco roto la imposición que pretende de utilizar su propia terminología tanto para los indicadores económicos como para los aspectos en la calidad de vida. Por ejemplo, busca cambiar el concepto del PIB (Producto Interno Bruto) y el “bienestar” social por un nuevo índice para medir la “felicidad del pueblo”.
Su gobierno ha sobornado a algunos legisladores para eliminar a la oposición política en el Congreso, como ocurrió recientemente con el senador duranguense José Ramón Enríquez quien renunció al partido Movimiento Ciudadano para adherirse a las filas de Morena para alcanzar la mayoría calificada en la Comisión Permanente y de esa manera reformar las leyes y permitir que Obrador maneje el presupuesto de egresos a su antojo.
En el manejo perverso del poder se inscribe el tema de la violencia, como lo hemos percibido en varias partes del país (Jalisco, Ciudad de México, Baja California, etc). Se trata de una violencia inducida desde las altas esferas del gobierno para desestabilizar al país y justificar la intervención del gobierno federal en asuntos locales. Morena ha ido formando grupos de choque bajo el disfraz de “grupos de defensa” de la cuarta transformación.
El objetivo de los ideólogos y estrategas del gobierno de Obrador se encamina a tratar a toda costa de impedir la celebración de las próximas elecciones de medio gobierno en 2021.
De ahí la celebración que Obrador en una de sus “mañaneras” cuando se refirió a que la pandemia le había caído a su gobierno “como anillo al dedo”.
Nada justifica la obsesión desenfrenada de Obrador por continuar con sus giras en lo más alto de la pandemia. Se ha ocultado la verdad de las estadísticas, la manipulación de los datos es más que evidente. Hasta ahora el número de fallecidos asciende a acerca 17 mil y más de 140 mil contagiados. Y todavía faltan los subregistros de fallecidos y contagiados.
El corolario de la manipulación del gobierno fue sin duda la “aparición” de un “documento confidencial”, del que el propio Obrador y su vocero dijeron desconocer su origen y autenticidad, simplemente lo presentaron para generar un espectáculo mediático a partir de la “entrega” del mamotreto en las puertas de Palacio Nacional.
En ese documento se invoca a las más altas autoridades electorales (INE y Tribunal Electoral), lo mismo que a organismos empresariales, periodistas nacionales y extranjeros e intelectuales. Un manejo perverso que se revirtió contra el propio Obrador como una más de sus infinitas mentiras.
Conforme avancen los meses el gobierno y el partido de Obrador van hacer todo lo posible por provocar una crisis política y hasta propiciar un estallido social con tal de evitar ser sometidos al veredicto de las urnas.
Por eso lo dijo y lo subrayó Obrador: es tiempo de definiciones. “O se está a favor o en contra de la cuarta transformación”.
Lo mismo decía Carl Smith uno de los ideólogos de Hitler: “O estás conmigo o eres mi enemigo”.