miércoles, 27 de mayo de 2020

La Contra Columna MARCELO EBRARD Y LA IZQUIERDA FICTICIA



JOSÉ MARTÍNEZ M.


–A la izquierda ya se la llevó la chingada y no hay proyecto de país, me dice Marcelo Ebrard mientras engulle unas galletas danesas de mantequilla dispuestas en un platón de cerámica que dejó sobre la cubierta del escritorio de madera una de sus asistentes. Son las once de la mañana y Marcelo llega puntual a la cita para tomar “un cafecito” y “platicar”. Menos mal que el café era de grano, fuerte y de buen sabor, como me gusta. Lo disfruté.
Alfonso Brito quien desempeñó las tareas de vocero del gobierno de la ciudad encabezado por Ebrard me llamó por teléfono. Me dice: “Marcelo te espera el viernes 21 de diciembre a las once a eme en su oficina particular de Alfonso Reyes número cien”. Me anticipé 15 minutos para encontrar un lugar donde estacionar mi auto. Lo dejé a unas calles debajo de la sombra de un fresno, muy cerca de un liquidámbar, de esos que pintan sus hojas en otoño, aunque ese día comenzaba el invierno. Nueve días antes, el mero día de las ‘lupes’ del 2012 nacieron sus mellizos Ivanna y Julián, producto de su matrimonio con Rosalinda Bueso Asfura.
Peña Nieto cumplía sus primeros veinte días en el poder, los mismos que Ebrard tenía de haber concluido su gestión en medio de duros señalamientos por presuntas irregularidades en la línea 12 del Metro. La obra más costosa en la historia del sistema de transporte público, la más cara en su construcción y mantenimiento y la que menos personas transporta.
Vendrían días difíciles para Marcelo. Fue traicionado por una buena parte de sus colaboradores, le cedió la candidatura presidencial a Obrador y no le quedó más remedio que pintar su raya y salir del país porque el presidente Peña ya estaba enterado de la filtración de información sobre la llamada Casa Blanca que detonaría en un escándalo mediático y político, que finalmente le restó fortaleza a su triunfo y desacreditó, de paso, a su gobierno, sumido en uno de los episodios más corruptos en la historia del país.
Mi propósito era mantener un diálogo abierto con Ebrard para la elaboración de un perfil biográfico con miras a las elecciones de 2018, en el entendido de que Obrador se retiraría tras dos rotundas derrotas electorales, la de 2006 y la de 2012.
El escritor Carlos Fuentes y Carlos Monsiváis eran partidarios de que Ebrard fuera el candidato presidencial para el 2012. El PRD se dividió. Cuauhtémoc Cárdenas le dio un voto de confianza a Obrador. Monsiváis se murió en 2010 y Fuentes casi dos meses antes de la elección.
Obrador perdió y como la derrota es huérfana y la victoria tiene muchos padres, el tabasqueño terminó como un apestado. Y, como el hubiera no existe, muchos no aceptaban el fracaso: “Si Marcelo hubiera sido…” Pues no. Y punto.
Marcelo se desterró. El PRD sucumbió. Obrador traicionó al partido, se fue sin despedirse y comenzó a crear su propio engendro. En noviembre de 2014 Cárdenas renunció al partido y en su carta de despedida señaló: “Mantenemos profundas diferencias en las visiones de cómo enfrentar los problemas internos del partido, en particular las medidas que deben adoptarse para recuperar la credibilidad de la organización y de manera especial de sus dirigentes ante la opinión pública, indispensables para lograr un reposicionamiento como una verdadera opción política de carácter y alcances nacionales”.
Días antes de la renuncia de Cárdenas, estalló el escándalo de la Casa Blanca de Peña Nieto. En noviembre de 2014 en el portal Aristegui Noticias apareció la información del libro sobre la opulenta propiedad de la familia presidencial, que de manera concertada se hizo público con otros medios mexicanos (la revista Proceso y el periódico La Jornada) y con medios internacionales anglo (The Wall Street Journal, The New York Times, The Guardian y The Economist).
Meses antes, Obrador había obtenido del INE (9 de julio de 2014) el registro de Morena. Al tabasqueño le ganó la ambición, quería ser el dueño de su propio partido. Cárdenas lo tomó como una traición. Y Porfirio Muñoz Ledo volvió a traicionar a Cárdenas, como lo hizo en el 2000 al renunciar su candidatura presidencial por el PARM para sumarse a la campaña de Fox quien luego de su triunfo lo nombró coordinador de la comisión de estudios para la reforma del Estado.
Con el surgimiento de Morena –un partido que nació con una declaración de principios confusa y sin declararse de izquierda sino nacionalista– Obrador preparó una campaña a la que se fueron sumando lo mismo miembros conspicuos del yunque, que personajes de la ultraderecha, expriistas, excomunistas, evangelistas, ladrones y hasta asesinos. De todo, como en botica. Un partido salchicha, con todos los desperdicios de la política.
Marcelo tenía razón. A la izquierda se la llevó la chingada y con Obrador no hubo proyecto de país. Cuando Obrador obtuvo su triunfo presento un mamotreto de proyecto con 50 puntos de austeridad y anticorrupción.
La Cuarta Transformación era un simple enunciado. Ahora ya no se habla de Transformación, se habla de “revolución”.
Si se trata de una “revolución”, suena más a un auto-golpe de Estado. Las revoluciones las hacen los pueblos, desde el poder se construyen tiranías.
Ahora Obrador declara a su gobierno como de “izquierda”. La izquierda ahora son Ebrard, Monreal, Noroña, Yeidckol, Padierna, Bejarano, Sheinbaum, Mario Delgado, Bartlett, Ackerman, Sanjuana, Salgado Macedonio, Barbosa.
El año pasado se cumplió el centenario del desaparecido Partido Comunista Mexicano, y nadie lo recordó.
Simplemente porque la izquierda no existe.
La misma izquierda abandonó el leninismo. Recuerdo los enconados debates del XIX Congreso del PCM en 1981, cuando el partido optó por seguir los lineamientos del eurocomunismo, dejando atrás la línea pro-soviética.
La izquierda mexicana sucumbió con el nacimiento del PRD. De hecho, el Frente Democrático Nacional la devoró.
A partir de la década de los sesenta la izquierda comenzó su transformación hasta llegar a su desaparición.
En 1960 en el XIII Congreso del PCM se postuló la “revolución democrática de liberación nacional”, luego en 1967 en el XV Congreso se postulaba la “revolución democrática, popular y antiimperialista”; en 1973, el XVI Congreso y en 1977 el XVIII Congreso la referencia era la “revolución democrática y socialista”. Al finalizar la década, el PCM priorizaba la lucha democrática, abjuraba de la “dictadura del proletariado” y el “internacionalismo proletario”, afirmaba su independencia con respecto del movimiento comunista internacional, encabezado por el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), y adoptaba una política de alianzas que buscaba sumar a las clases medias, los grupos emergentes, los jóvenes y las mujeres.
No, Marcelo no se refería a nada de eso, cuando él dijo que a la izquierda se la había llevado la chingada y que no existía un proyecto de país, se refería seguramente al regreso del PRI y a pensar que el triunfo de Obrador seguiría siendo una utopía.
Se equivocó. Llegó Obrador al poder sin un proyecto de país y sin un partido de izquierda. Pero eso sí, al país se lo está llevando la chingada.


25% de familias con empleo formal y salario remunerador


Carlos Ramírez

 

La clave de la felicidad se localiza, como punto central, en el trabajo con prestaciones sociales y salario remunerador; es decir, que el trabajo sea fecundo, creador y genere dicha y bienestar para el trabajador y su familia.

Las cifras oficiales ya con el costo de desempleo por el frenón productivo provocado por el coronavirus daría cifras que representan el desafío para tener un PIB alto y cuando menos recuperar algo de lo perdido, sin que haya espacio para generar nuevo empleo formal:

--De la población económicamente activa de 57.3 millones de trabajadores, la mayoría --el 57%, 32.1 millones-- lo hace en el sector informal, es decir, sin seguridad social, ni salarios oficiales, ni prestaciones sociales; sin felicidad, pues.

--La tasa de desempleo oficial de 3.5% del INEGI representa dos millones de personas; a ellas se deben debe agregar un millón más de desempleados forzados por el virus en las cifras hasta abril --se sumarán cientos de miles más en el segundo trimestre--. Y hay que sumar 1.3 millones de mexicanos que se incorporarán en este año a la población económicamente activa por primera vez y no encontrarán empleo. Por tanto, hasta ahora se prevé un desempleo de 4.3 millones de personas en este año, casi el 9%.

--En términos reales, sólo el 47% de la población trabajadora se encuentra en situación de empleo formal. Y del total de la PEA, sólo el 25% tiene salarios arriba de cinco salarios mínimos.

En un análisis realizado en 2014 para definir los derechos del consumidor, la Procuraduría Federal del Consumido estableció los tres rangos de las clases sociales en México:

--Baja: 60%, con baja-baja de 35% y baja-alta de 25%.

--Media: 34%, con media-baja de 20% y media-alta de 14%.

--Alta: 6%, con alta-baja de 5% y alta-alta de 1%.

Estas cifras revelan la injusta y polarizada distribución de la riqueza en México: la clase más baja es de 35% del total de la población, casi un tercio del total, y la clase más alta es de 1%, apenas 1 millón 250 mil personas, de los 125 millones de mexicanos.

El problema de México no es el PIB como la suma anual de los bienes y servicios, sino de distribución de la riqueza. Por valor del PIB, México ocupa el lugar 15 entre todos los países del mundo, pero baja al lugar 75 en PIB per cápita o el total de valor del PIB dividido entre el número de habitantes. Justamente el PIB per cápita es el indicador mundial del bienestar.

En cifras del profesor Arnulfo R. Gómez la participación del PIB de México en el ranking mundial ha bajado del 2.65% en 2001 a 1.45% en 2018 México, pese al Tratado de Comercio Libre; y el lugar de México en la lista de países por PIB per cápita también ha disminuido: del lugar 41 al lugar 74.

El desafío de lograr la reversión de la actual distribución de la riqueza de 80% para ricos y 20% para pobres a una distribución de 80% para pobres y 20% para ricos exige una política de Estado para la redistribución de la riqueza por lo menos durante 15 años.

En un libro La economía de las desigualdades, Cómo implementar una redistribución justa y eficaz de la riqueza, publicado en 2008, el economista francés Thomas Piketty --vuelto famoso por sus libros sobre el capital como riqueza y no como eje del marxismo-- establece dos formas de redistribución de la riqueza:

--La pura: “se adapta a las situaciones en que el equilibrio del mercado es eficaz, sí, en el sentido de Pareto; es decir, cuando es imposible reorganizar la producción y la asignación de los recursos de manera en que todo el mundo gane, pero a la vez las consideraciones de pura justicia social requieren una redistribución desde los individuos más favorecidos hacia los que son menos”.

--La eficaz: “situaciones en que imperfecciones del mercado requieren intervenciones directas en el proceso de producción, que simultáneamente permiten mejorar la eficacia paretiana de la asignación de los recursos y la equidad de su redistribución”.

En este sentido, la redistribución justa y eficaz de la riqueza para lograr la felicidad de el 80% de los mexicanos no propietarios que usan su fuerza de trabajo para ingresos que le permitan la felicidad sólo es posible al pasar de la mano invisible del mercado a la mano redistribuidora del Estado.

 

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Política para dummies: La política real es el mundo frío de los números,

 

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