Carlos
Ramírez
La clave de la felicidad se localiza, como
punto central, en el trabajo con
prestaciones sociales y salario remunerador; es decir, que el trabajo sea
fecundo, creador y genere dicha y
bienestar para el trabajador y su familia.
Las cifras oficiales ya con el costo de
desempleo por el frenón productivo
provocado por el coronavirus daría cifras que representan el desafío para tener un PIB alto y cuando
menos recuperar algo de lo perdido, sin que haya espacio para generar nuevo empleo formal:
--De la
población económicamente activa de 57.3
millones de trabajadores, la mayoría
--el 57%, 32.1 millones-- lo hace en el sector informal, es decir, sin
seguridad social, ni salarios oficiales, ni prestaciones sociales; sin
felicidad, pues.
--La tasa de
desempleo oficial de 3.5% del INEGI
representa dos millones de personas;
a ellas se deben debe agregar un millón
más de desempleados forzados por el virus en las cifras hasta abril --se
sumarán cientos de miles más en el segundo trimestre--. Y hay que sumar 1.3 millones de mexicanos que se
incorporarán en este año a la población económicamente activa por primera vez y
no encontrarán empleo. Por tanto,
hasta ahora se prevé un desempleo de 4.3
millones de personas en este año, casi el 9%.
--En términos
reales, sólo el 47% de la población
trabajadora se encuentra en situación de empleo formal. Y del total de la PEA,
sólo el 25% tiene salarios arriba de
cinco salarios mínimos.
En un análisis realizado en 2014 para definir
los derechos del consumidor, la Procuraduría Federal del Consumido estableció
los tres rangos de las clases
sociales en México:
--Baja: 60%, con baja-baja de 35% y baja-alta de 25%.
--Media: 34%, con media-baja de 20% y media-alta de 14%.
--Alta: 6%, con alta-baja de 5% y alta-alta de 1%.
Estas cifras
revelan la injusta y polarizada
distribución de la riqueza en México: la clase más baja es de 35% del total de la población, casi un
tercio del total, y la clase más alta es de 1%, apenas 1 millón 250 mil
personas, de los 125 millones de mexicanos.
El problema de
México no es el PIB como la suma anual de los bienes y servicios, sino de distribución de la riqueza. Por valor
del PIB, México ocupa el lugar 15
entre todos los países del mundo, pero baja
al lugar 75 en PIB per cápita o el
total de valor del PIB dividido entre el número de habitantes. Justamente el
PIB per cápita es el indicador mundial del bienestar.
En cifras del
profesor Arnulfo R. Gómez la participación
del PIB de México en el ranking mundial ha bajado del 2.65% en 2001 a 1.45% en
2018 México, pese al Tratado de Comercio Libre; y el lugar de México en la
lista de países por PIB per cápita también ha disminuido: del lugar 41 al lugar 74.
El desafío de
lograr la reversión de la actual distribución de la riqueza de 80% para ricos y
20% para pobres a una distribución de 80% para pobres y 20% para ricos exige
una política de Estado para la
redistribución de la riqueza por lo menos durante 15 años.
En un libro La economía de las desigualdades, Cómo
implementar una redistribución justa y eficaz de la riqueza, publicado en
2008, el economista francés Thomas Piketty --vuelto famoso por sus libros sobre
el capital como riqueza y no como eje del marxismo-- establece dos formas de redistribución de la
riqueza:
--La pura: “se adapta a las situaciones en
que el equilibrio del mercado es eficaz, sí, en el sentido de Pareto; es decir,
cuando es imposible reorganizar la
producción y la asignación de los recursos de manera en que todo el mundo gane,
pero a la vez las consideraciones de
pura justicia social requieren una redistribución desde los individuos más
favorecidos hacia los que son menos”.
--La eficaz: “situaciones en que imperfecciones del mercado requieren intervenciones directas en el proceso de producción, que simultáneamente permiten
mejorar la eficacia paretiana de la asignación de los recursos y la equidad de
su redistribución”.
En este
sentido, la redistribución justa y
eficaz de la riqueza para lograr la felicidad
de el 80% de los mexicanos no propietarios que usan su fuerza de trabajo para
ingresos que le permitan la felicidad sólo
es posible al pasar de la mano invisible del mercado a la mano
redistribuidora del Estado.
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Política para dummies: La política real es el mundo frío de los números,
@carlosramirezh
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