miércoles, 22 de abril de 2020

Los abandonados del Estado, la 4T en crisis y la reforma productiva



Carlos Ramírez

@carlosramirezh


En una de sus últimas conferencias, el presidente López Obrador afirmó que su gobierno estaba preparado para proteger al 70% de los mexicanos. La cifra es de lo más importante para ilustrar la propuesta presidencial de la/una Cuarta Transformación (4T) del país y para consolidar los alcances reales de la política sexenal.

El punto central se localiza en la cifra del 70%. De acuerdo con encuestas ingreso-gasto del INEGI y las ultimas evaluaciones del CONEVAL, el 80% de los mexicanos vive con una a cinco carencias sociales y alrededor del 25% de ellas se ubica en las consideraciones de la pobreza extrema.

En términos numéricos y sobre una población de 120 millones de mexicanos, 96 millones de personas (80%) son vulnerables a las crisis, inconsistencias de la política económica y marginadas del desarrollo real. Si el Estado cubre el 70% de mexicanos, el 10% que quedó fuera representa una población de 12 millones de personas.

El problema, sin embargo, radica en el hecho de que el actual modelo de desarrollo y de política social de los gobiernos anteriores en realidad no tiene capacidad de proteger al 70% de los mexicanos, sino apenas al 45%. Sólo un dato para contrastar: el 57% de los trabajadores y sus familias vive en la zona fantasmal de la economía informal, sin protección del Estado.

Y queda en el aire el tipo de cobertura de la política del desarrollo, no sólo de la política presupuestal o económica. Todos los gobiernos de 1934 al actual han enfatizado, inclusive en el largo periodo neoliberal, el asistencialismo: es decir, los beneficios a las familias no-propietarias de medios de producción se han dado por la vía de los subsidios de diferentes niveles, pero deben ser considerados como salario no-monetario. Lo malo es que las crisis financieras del Estado han ido sacrificando esos beneficios no-salariales en retirada: política social con instituciones y disponibilidad de bienes y servicios a todas las familias no-propietarias, programas asistencialistas direccionados a trabajadores, mínimos de bienestar, solidaridad y ahora dinero directo a sectores vulnerables en grado extremo.

En este sentido, los economistas progresistas de 1973 a 1981 --en el Colegio Nacional de Economistas con sentido crítico-- pugnaron por una reforma del modelo de desarrollo, de la política económica y del proyecto nacional en función de una estrategia de “crecimiento con distribución del ingreso” (Enrique Padilla Aragón). En términos estrictos, las políticas sociales de 1970 al 2018 no movieron las cifras de distribución del ingreso: el 80% de familias marginadas o en situación de vulnerabilidad menor a extrema tiene el ingreso igual al 20% de las familias ricas.

 Empleo, salarios y bienestar serían las tres variables del desarrollo social que debiera garantizar el Estado con sus estrategias económicas no-asistencialistas. Y si no basta el PIB porque de 1934 a 1982 el PIB promedio anual fue de 6% y las cifras de pobreza se mantuvieron igual y sólo se beneficiaron las clases medias, la tasa de 2% del PIB promedio anual de 1983 a 2018 también aumentaron la marginación y la pobreza. El presidente López Obrador señaló una meta promedio anual de PIB de 4%, pero la crisis del Covid-19 pudiera dejarla en crecimiento negativo promedio anual.

Sin ser culpa directa del presidente López Obrador sino responsabilidad de los dos ciclos del crecimiento económico --el populista y el neoliberal--, la crisis económica provocada por el frenón productivo para evitar el contagio masivo del virus ha reventado el viejo modelo del Estado-eje del desarrollo. El dilema de la 4T, en consecuencia, se encuentra en dos escenarios: reconstruir la economía de Estado que no funcionará sin una verdadera revolución presupuestal-fiscal y seguirá en la vieja política social de subsidios o construir un nuevo modelo de desarrollo industrial-agropecuario-tecnológico de mercado bajo la rectoría social del Estado.

Ahí, en la segunda opción, se encuentra la posibilidad de un pacto reformador del proyecto económico-social que ningún presidente anterior quiso siquiera suponer como escenario. Ahí se localiza el desafío de la 4T para ser una verdadera transformación.


EN DEFENSA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN




JOSÉ MARTÍNEZ M.



A ver, a ver Presidente. No sea usted ruin con los periodistas. Usted fue a la universidad a estudiar ciencias políticas donde se han forjado innumerables generaciones de periodistas. Usted, fracasó, fue un pésimo estudiante con malas calificaciones y ahora nos viene restregar que somos unos mentirosos y corruptos (me siento aludido porque nos pone a todos en el mismo costal, yo también podría decir que todos los presidentes han sido unos ineptos, pero no es así, admítalo). Usted como persona es un sinvergüenza despreciable. Usted tiene un comportamiento vil, actúa con falsedad, con hipocresía. Se traiciona a sí mismo. Lo que necesita es estudiar un poco de dialéctica para que aprenda a dialogar mediante razonamientos y argumentos, a usted le gusta la confrontación, la descalificación. Usted es el Presidente de los mexicanos, no un mercachifle. Usted sigue pensando que sigue siendo el joven revoltoso de espíritu indomable (?). Dónde está el autocontrol, la integridad y la cortesía que debe tener un político. Las diferencias entre políticos y periodistas son naturales. No todos los periodistas son Alatorres. Su “amigo”. Recuerde las sabias palabras de Cicerón: “el principal enemigo de la amistad es la política”. Los periodistas no son sus amigos. En lo que va de su administración 15 periodistas han sido asesinados y su gobierno, como los anteriores no ha castigado a los culpables. Los periodistas han pagado una alta cuota de sangre en cumplimiento de su quehacer. No en vano la organización Reporteros Sin Fronteras ha calificado a México como el país sin guerra más peligroso para ejercer el periodismo, pero usted actúa de manera egoísta y soberbia hacia quienes lo ayudaron luchando por ganar espacios en la libertad de expresión. Ojalá supiera el significado de la palabra gratitud. Ahora nos sale con la estupidez de que “México no tiene un periodismo profesional, independiente ni ético. Una pregunta para usted: ¿cuál es la prensa buena y cuál es la prensa mala? El periodismo, y le repito lo que decía el gran periodista Gabriel García Márquez, es “el mejor oficio del mundo”, un oficio por el que sentía una auténtica devoción como la tengo yo y como la tiene una gran mayoría de mis colegas pese a sus riesgos.



En cambio, usted y yo sabemos que hoy en día la política está desprestigiada en casi todo el mundo, que los ciudadanos ven esta actividad como algo mediocre, vil, como una manera rápida de enriquecerse. No digo que usted sea un corrupto, pero su gobierno sí lo es. Asigna contratos millonarios violando las mínimas reglas legales. Usted mismo como jefe de gobierno de la Ciudad de México ordenó cerrar por doce años el expediente sobre la construcción de los puentes construidos en su administración, como si se tratara de los rollos del Mar Muerto y se rodeó además de personas corruptas, ahí está su exsecretario particular el “ilustre” René Bejarano. Por favor. Debe saber, por si no lo aprendió en la universidad ni en su largo peregrinar por la política, que el periodismo es el mayor garante de la libertad, la mejor herramienta de la que una sociedad dispone para saber qué es lo que funciona mal, para promover la causa de la justicia y para mejorar la democracia. Si usted se siente calumniado hay mecanismos para actuar, pero usted es una figura pública expuesta a la crítica por la propia naturaleza de su encargo. Le digo también que por encima de la verdad periodística está la verdad jurídica, tan es así que el Derecho de Réplica es una prerrogativa de todas las personas para acceder a los medios de comunicación en los casos en que haya informaciones inexactas o agraviantes. Puede concebirse, por un lado, como un límite legítimo a la libertad de expresión y, por otro, como una herramienta que maximiza el derecho a saber. No se queje de las críticas hacia su investidura política, la culpa es de usted mismo que todas las mañanas se convierte en un bufón para llamar a la atención del respetable. Con todo respeto, como usted dice, recuerde las palabras que emitió para silenciar al vocinglero de Vicente Fox y que ahora se le revierten: ‘Ya cállate chachalaca’. Como anecdotario les dejo el papel de la prensa francesa sobre el trato que los periodistas dieron a Napoléon en el regreso a su imperio a medida que se acercaba a París, entre el miedo a la censura y el miedo al personaje.



Principios de marzo de 1815:



“El caníbal ha escapado de su guarida”



“El ogro corso ha desembarcado en Cabo Juan”



“El Tigre ha llegado a Gap”



12 de marzo: “El Monstruo ha pasado la noche en Grenoble”



13 de marzo: “El tirano ha cruzado Lyon”



14 de marzo: “El usurpador de dirige hacia Dijon, pero los bravos y leales borgoñeses le rodean por todos lados”



18 de marzo: “Bonaparte está a sesenta leguas de la Capital, ha tenido la habilidad de escapar de sus perseguidores”



19 de marzo: “Bonaparte avanza rápidamente, pero nunca entrará en París”



20 de marzo: “Mañana Napoleón estará bajo nuestras murallas”



21 de marzo: “El Emperador está en Fontainebleau”



22 de marzo de 1815: “Su Alteza Imperial y Real Majestad hizo su entrada la pasada noche en el palacio de las Tullerías, en medio de alegres aclamaciones de adoración y fidelidad de la gente” Y el resto de la historia ya la conocemos. Lo malo es que usted Obrador, como Napoleón, puede terminar desterrado por tanto odio sembrado a su paso, aunque lo más seguro es que se vaya a La Chingada.

SLIM COMPRA UNA REPÚBLICA






JOSÉ MARTÍNEZ M.


¿Cuánta cuesta la salud de los mexicanos para el hombre más rico de México y uno de los más poderosos del mundo? La respuesta es sencilla: menos de ocho pesos. Sí, lo leyó usted bien. Menos de miserables ocho pesos. Tacaño hasta la pertinacia Carlos Slim el más poderoso de todos los empresarios donó mil millones de pesos al gobierno para la atención de la salud de los 127 millones de mexicanos frente a la pandemia. Esa cantidad es equivalente a 40 millones de dólares. Sí, es mucho dinero, pero dividido entre todos los mexicanos, a la vez no es nada para la dimensión de la crisis sanitaria. Por ejemplo, un joven emprendedor estadounidense con una fortuna 15 veces menor que la de Slim, donó 25 veces más para su gente, que el magnate mexicano. Nos referimos a Jack Dorsey, el cofundador y CEO de Twitter, que en un gesto de amor y solidario sacó la chequera y donó 1000 millones de dólares, la cuarta parte de su fortuna para apoyar causas benéficas en la lucha contra la pandemia del coronavirus en Estados Unidos. Antes de que el ex presidente Carlos Salinas le regalara a Slim Teléfonos de México, la fortuna del magnate ascendía a 1,500 millones de dólares en activos en una docena de empresas y contaba con menos de 30 mil trabajadores. A partir de Salinas y hasta la fecha, Slim acumula una fortuna multimillonaria a costa de una de las empresas que era patrimonio de la Nación. Basta un simple dato: en el primer año de explotación comercial de Telmex Slim ganó casi 8 billones de pesos. Slim ha ganado tanto dinero y su codicia es tan inconmensurable como su fortuna. Como él, hay una veintena de empresarios archimillonarios que se han enriquecido bajo el amparo del poder. Ahí está Alberto Baillères González, dueño de minas, propiedad de la Nación y al que el Estado le rendió pleitesía condecorado con la medalla “Belisario Domínguez” y no puede faltar Ricardo Salinas Pliego para completar a estos peculiares “tres mosqueteros”. La triada de los tres hombres más ricos y poderosos de México. ¿Dónde está la responsabilidad social de estos “ilustres” empresarios? 50 millones de mexicanos en estado de pobreza, esperan una respuesta. Sí, ellos son los dueños del país, y son tan miserables que sólo dan dádivas, mientras ellos emulan a Nerón quien tocaba la lira mientras se incendiaba Roma. Lo siento por Obrador quien se ha rodeado de ellos como sus consejeros. Los empresarios que se han apoderado de las riquezas del país. Slim quien ahora en su aislamiento ante la pandemia se dedica a contemplar sus bonsáis nos recuerda al personaje del libro de GOG de Giovanni Papini en la compra de una República:
“En este mes he comprado una República. Capricho costoso que no tendrá continuaciones. Era un deseo que tenía desde hace mucho tiempo y del que he querido librarme. Me imaginaba que eso de ser el amo de un país daba más gusto.
“La ocasión era buena y el negocio quedó concluido en pocos días. Al presidente le llegaba el agua hasta el cuello: su ministerio, compuesto por paniaguados1 suyos, estaba en peligro. Las arcas de la República estaban vacías; imponer nuevos impuestos hubiera sido la señal para el derrocamiento de todo el clan que asumía el poder, tal vez de una revolución. Ya había un general que armaba bandas de rebeldes y prometía cargos y empleos al primero que llegaba.
“Un agente norteamericano que estaba allí me advirtió. El ministro de Hacienda corrió a Nueva York: en cuatro días nos pusimos de acuerdo. Anticipé algunos millones de dólares a la República y además asigné al presidente, a todos los ministros y a sus secretarios unos estipendios dobles que los que recibían del Estado. Me han dado en prenda -sin que lo sepa el pueblo- las aduanas y los monopolios. Además, el presidente y los ministros han firmado un convenio secreto que, prácticamente, me da el control sobre toda la vida de la República. Aunque yo parezca, cuando voy allí, un simple huésped de paso, soy, en realidad, el amo casi absoluto del país. En estos días he tenido que dar una nueva subvención, bastante fuerte, para la renovación del material del ejército y me he asegurado, a cambio de ello, nuevos privilegios.
“El espectáculo, para mí, es bastante divertido. Las cámaras continúan legislando, en apariencia libremente; los ciudadanos siguen imaginándose que la República es autónoma e independiente y que de su voluntad depende el curso de los acontecimientos. No saben que todo lo que ellos creen poseer -vida, bienes, derechos civiles- penden, en última instancia, de un extranjero desconocido para ellos, es decir, de mí.
“Mañana puedo ordenar la clausura del Parlamento, una reforma de la Constitución, el aumento de las tarifas de aduanas, la expulsión de los inmigrantes. Podría, si quisiese, revelar los acuerdos secretos de la camarilla ahora dominante y derribar con ello al Gobierno, desde el presidente hasta el último secretario. No me sería imposible empujar al país que tengo en mis manos a declarar la guerra a una de las repúblicas limítrofes.
“Este poder oculto, pero ilimitado, me ha hecho pasar algunas horas agradables. Sufrir todas las molestias y servidumbre de la comedia política es una fatiga tremenda; pero ser el titiritero que, tras el telón, puede solazarse tirando de los hilos de los fantoches obedientes a sus movimientos es un oficio voluptuoso. Mi desprecio por los hombres encuentra aquí un sabroso alimento y miles de confirmaciones.
“Yo no soy más que el rey de incógnito de una pequeña República en desorden, pero la facilidad con que he conseguido adueñármela y el evidente interés de todos los enterados en conservar el secreto, me hace pensar que otras naciones, y bastante más grandes e importantes que mi República, viven, sin darse cuenta, bajo una análoga dependencia de misteriosos soberanos extranjeros. Siendo necesario mucho más dinero para su adquisición, se tratará, en vez de un solo dueño, como en mi caso, de un trust, de un sindicato de negocios, de un grupo restringido de capitalistas o de banqueros.
“Pero tengo fundadas sospechas de que otros países son efectivamente gobernados por pequeños comités de reyes invisibles, conocidos solamente por sus hombres de confianza, que continúan representando con naturalidad el papel de jefes legítimos”.