miércoles, 8 de julio de 2020

Contracolumna * EL DISCURSO DE LA RESIGNACIÓN * NI MODO, HAY SERÁ PARA LA OTRA


JOSÉ MARTÍNEZ M.


¿Oh! Decepción. Cuando todos esperábamos un gran discurso político en desagravio por las ofensas de Donald Trump, el presidente Obrador recitó un poema, una oda al enemigo de los migrantes… “hemos recibido de usted, comprensión y respeto”.
¡Zas!
Era la oportunidad de refrendar los Sentimientos de la Nación pero el discurso se convirtió en un mensaje de resignación. Palabras carentes de retórica. Líneas sin sustento, incapaces de conmover o persuadir.
Un discurso plano, lleno de lugares comunes y como una quesadilla embarrada de sesos, con datos anecdóticos de personajes históricos pero sin profundidad y sin menor contenido de filosofía.
De qué sirvieron tantos discursos antiTrump de parte de Obrador, el otrora candidato rebelde, el político rijoso que prometió en sus mítines de campaña con discursos incendiarios “poner en su sitio” al mayor agresor de los mexicanos, a los que ha llamado “narcotraficantes”, “asesinos” y “violadores”.
Obrador claudicó y terminó por alinearse con un “discurso oficial”, que contrasta con el líder vociferante que ahora no tiene una explicación cabal que lo justifique.
En alabanza a Trump, Obrador recitó el siguiente poema:
“Algunos pensaban que nuestras diferencias ideológicas habrían de llevarnos de manera inevitable al enfrentamiento. Afortunadamente, ese mal augurio no se cumplió y considero que hacia el futuro no habrá motivo ni necesidad de romper nuestras buenas relaciones políticas ni la amistad entre nuestros gobiernos…
“Presidente Trump:
“Como en los mejores tiempos de nuestras relaciones políticas, durante mi mandato como presidente de México, en vez de agravios hacia mi persona y, lo que estimo más importante, hacia mi país, hemos recibido de usted, comprensión y respeto”.
¡Zas!
Obrador se equiparó a la Nación. La Nación es él, como Luis XIV de Francia, el Rey Sol que decía: “El estado soy yo”.
¿Y el muro?
La respuesta es de Trump:
Lo dijo en un discurso electoral en Pittsburgh:
“¿Saben por qué vamos a ganar las elecciones? Porque los estadounidenses quieren seguridad en las fronteras”.

Ahora en Washington en el “encuentro histórico”, Obrador no dedicó ni una línea de su discurso al muro.
En cambio ofreció “mano de obra” barata y trabajadora con el nuevo tratado comercial.
Obrador lo dijo así:
“… el Tratado es una gran opción para producir, crear empleos y fomentar el comercio sin necesidad de ir tan lejos de nuestros hogares, ciudades, estados y naciones. En otras palabras, los volúmenes de importaciones que realizan nuestros países del resto del mundo, pueden producirse en América del Norte, con menores costos de transporte, con proveedores confiables para las empresas y con la utilización de fuerza de trabajo de la región.
Desde luego, no se trata de cerrarnos al mundo, sino de aprovechar todas las ventajas que nos brinda la vecindad, así como la aplicación de una buena política de cooperación para el desarrollo.
“Este Tratado permite atraer inversiones de otros lugares del hemisferio a nuestros países, siempre y cuando se cumpla con los principios de producir mercancías de elevado contenido regional y de procurar condiciones salariales y laborales justas para los trabajadores del país exportador o importador de bienes de consumo.
Es importante también señalar que, en este acuerdo, los tres países aportamos capacidad productiva, mercados, tecnología, experiencia, mano de obra calificada y terminamos complementándonos. Por ejemplo, México tiene algo sumamente valioso para hacer efectiva y potenciar la integración económica y comercial de la región; me refiero a su joven, creativa y responsable fuerza laboral”.
Desde el análisis de la semántica, la connotación de las palabras de Obrador nos remiten a un discurso neoliberal.
El estado de bienestar es solo un ideal, una fantasía que no es posible, una ficción, una ilusión como una quimera.
Es el discurso de la resignación.
¿Y la rebeldía? ¿Y la justicia?
Presidente Trump, dijo Obrador, “lo que más aprecio, es que usted nunca ha buscado imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía”.
¿Y la frontera sur? ¿Y la amenaza de los aranceles a cambio de cerrar el paso a los migrantes?

Atrás quedó el discurso antiTrump.
Y pregunto:
¿A dónde quedó aquel discurso que pretendía cambiar el mundo?
Quedó claro, que no va cambiar el mundo.
El que ha cambiado es Obrador.
El político de la resignación que cree tener los otros datos ajenos a la realidad: los indicadores de que vamos bien.

Perverso en el manejo de la manipulación mediática, Obrador fue a Washington a sumarse como uno más a la campaña para la reelección de Trump.
Más claro ni el agua. El pretexto fue el T-MEC
Obrador sabía que al poner un pie fuera de su palacio con rumbo al aeropuerto para su encuentro con Trump, iban a estar sobre él los reflectores de la prensa.
Y ocurrió.
La idea era sacar raja política del viaje. En realidad el traslado de Obrador en un vuelo comercial se convirtió en un acto de campaña. El objetivo de atraer simpatías funcionó, aunque también le llovieron críticas y burlas al tabasqueño.
¡Qué sencillo! ¡Es encantador! Se deshacían las señoras en elogios, pero el viaje en si tiene muchas lecturas.
Pasamos del “avión de redilas”, al avión guajolotero.
La estrategia del equipo de Obrador consistió en diseñar una operación mediática convirtiendo en un espectáculo el viaje presidencial.
Obrador aprovechó para darse un baño de pueblo, para marcar una falsa distancia de los personajes de la Mafia del Poder que allá lo aguardaban y que ahora forman parte de su “Consejo Asesor”. Los auténticos pares de Trump, los personajes con los que al plutócrata suele dialogar.
Bisnes son bisnes. Lo demás es política barata.
¿Y los Sentimientos de la Nación?
Ni modo… ya será para la otra.
¡Viva México!

El problema no es AMLO ni Trump, sino cómo aprovechar el TCL 2.0


Carlos Ramírez

 

Mientras casi la totalidad de los analistas y columnistas se ha desgastado en analizar la gira a EE UU sólo en los errores del presidente López Obrador en su relación con Donald Trump, casi nadie ha intentado analizar el tema central de las relaciones estratégicas de México con los EE UU que motivaron la visita: el Tratado de Comercio Libre reformado, sus exigencias políticas, sociales y sobre todo sistémicas y cómo la 4-T quedó rebasada y sin funcionalidad.

Si el motivo central del viaje presidencial a Washington fue agradecerle al presidente Trump los apoyos para el Tratado, cuando menos tres puntos mostraron que en realidad Palacio Nacional no tiene interés en el TCL 2.0: el colapso de las cadenas productivas mexicanas por el frenón económico que disminuirá más la decreciente participación de productos mexicanos en la exportación, la marginación de los verdaderos empresarios vinculados al Tratado porque no deslumbran con sus apellidos del nuevo bloque de poder y las reformas al sistema político priísta-morenista que tiene que hacer el gobierno mexicano actual para terminar con la estructura productiva como aparato de poder del presidencialismo autoritario.

La parte más importante ha sido el descuido gubernamental en el Tratado. Se desprotegieron cadenas productivas durante la pandemia, nunca se hizo un diagnóstico de las empresas mexicanas clave en el Tratado, la 4-T cometió el mismo error del gobierno de Salinas de Gortari que firmó el Tratado: nunca ha pensado en la presentación de un nuevo modelo de desarrollo industrial, agropecuario, tecnológico, científico y de desburocratización del sector exportador. Por tanto, el escenario de la 4-T será el mismo del ciclo económico salinista: promedio anual de 2% de PIB en los próximos años, ante una necesidad mínima de 4% y reconfiguración de México como denigrante economía maquiladora. Sin petróleo, el componente mexicano en los productos de exportación es de apenas 27%, contra 53% en 1993.

En un análisis de lo que falta por hacer, el especialista Arnulfo R. Gómez señala deficiencias: “no hay una estrategia de competitividad, de fomento, de promoción de las exportaciones, ni de inversión extranjera con programas, proyectos y políticas públicas realistas que incidan favorablemente en el desarrollo económico de México”. ¿La razón? A pesar de que el Tratado reformado con Trump generó muchas declaraciones, “la mayor parte de los funcionarios (mexicanos) encargados de diseñar la estrategia de comercio exterior son improvisados, burócratas habilitados como expertos en comercio exterior”.

En la frialdad de los hechos, el presidente López Obrador espera que en automático la ratificación de las reformas al Tratado --no fue un nuevo Tratado-- reactiven la actividad económica y aumenten el PIB a una meta de 4% promedio anual o más. Por ello llevó a su reunión con Trump a empresarios que nada tienen que ver con el Tratado --Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego y Emilio Azcárraga-- y haya desdeñado a empresarios que han catapultado exportaciones en tres ramos clave: aguacate, cerveza y refrigeradores.

Sin reconversión industrial, dinamismo agropecuario, seguridad en zonas sensibles a producción para el Tratado, sin una estrategia, programa y plan urgente de competitividad, programas educativos tecnológicos agresivos, sin institutos de investigación para la producción y sin una reorganización total del sector público para la exportación, el TCL 2.0 se le pudrirá a la 4-T.

El TCL 2.0 de Peña Nieto-AMLO no entendió el fracaso del TCL 1.0 de Salinas: potenciar el comercio exterior multiplicándolo por 10, pero logrando en los hechos un tercio de PIB promedio (2% promedio anual), contra el 6% de los años dorados del populismo 1934-1982. El enfoque neoliberal de Salinas llegó al Tratado sólo para la reconfiguración económica internacional del capitalismo y la subordinación de México a las necesidades de los EE UU y Canadá. De haber tenido un enfoque estratégico, en 1993 como ahora, los dos Tratados, debieron de haber fijado en el centro de sus negociaciones un nuevo modelo de desarrollo con crecientes grados de competitividad, y no entregar la economía a las grandes potencias.

Al final, el TCL 2.0 es el TCL 1.0… revolcado.

 

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Política para dummies: Al fina, la economía es política pura.

 

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@carlosramirezh

 

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Contracolumna AMLO Y LA MAFIA DEL PODER EN LA CASA BLANCA



JOSÉ MARTÍNEZ M.

Por la Casa Blanca pasan todos los representantes del Smart Money. Los barones del dinero sagaz. Los hombres que huelen y saben dónde está el dinero. Lo mismo ocurre en Palacio Nacional donde la crema y nata del dinero sagaz acude en pleno a las convocatorias del Presidente.
En su encuentro con Donald Trump, Obrador se hace acompañar por un séquito de los representantes del Smart Money. Los hombres que él nombró como los representantes de la Mafia del Poder y que ahora forman parte de su rimbombante “Consejo Asesor”.
Personajes de la vida pública que ahora se desenvuelven en las antesalas y los pasillos del poder como auténticos centauros: mitad político – mitad empresarios.
Hombres inconmensurablemente ricos y poderosos que acumularon sus fortunas al amparo del poder. Apellidos ilustres que nos recuerdan que donde hay dinero hay dinastía.
En el lenguaje político se le conoce como la “cargada” cuando acuden en tropel los grupos que apoyan las aspiraciones políticas de algún candidato. Y en Washington ahora están encabezados por el presidente Obrador los barones del dinero para refrendarle su apoyo a Trump, cuya aspiración es reelegirse por un nuevo periodo de cuatro años.
¿Pero quiénes son esos personajes del Smart Money que acompañan a Obrador?
Carlos Slim Helú, Ricardo Salinas Pliego, Bernardo Gómez, Carlos Hank González, Olegario Vázquez Aldair, Carlos Bremer, Francisco González Sánchez, Daniel Chávez, Miguel Rincón, Marcos Shabot y Patricia Armendáriz.
La mayoría de este grupo de conspicuos personajes forma parte de la ‘nomenklatura’ –al estilo de la desaparecida Unión Soviética– que rodea al presidente Obrador y lo “asesora” en materia de inversiones. Es la elite que mantiene enormes negocios dentro y fuera del país.
Algunos de ellos han estado bajo la lupa del gobierno de Estados Unidos por malos manejos como fraudes financieros, negocios inescrupulosos e incluso hasta vínculos con el mundo del narcotráfico.
Por ejemplo, Carlos Slim –quien ininterrumpidamente desde el gobierno de Salinas ha sido un interlocutor del gobierno mexicano ante los Estados Unidos– ha actuado como una especie de “embajador” financiero, por esa razón Slim ha sido señalado como un benefactor gracias a sus conexiones políticas. Los investigadores del MIT, Daron Acemoglu y de Harvard, James A. Robinson, en su libro Por qué fracasan los países, señalan que Slim “en los momentos en los que se ha aventurado a ir a Estados Unidos, no ha tenido éxito. En 1999, su grupo Carso adquirió la empresa de distribución de productos informáticos CompUSA. En aquel momento CompUSA había acordado una franquicia con una empresa llamada COC Services para vender sus productos en México. Slim inmediatamente rompió ese contrato con la intención de establecer su propia cadena de tiendas, evitando la competencia de COC. Sin embargo, COC demandó a CompUSA en un tribunal de Dallas. No hay amparos en Dallas, así que Slim perdió, y le impusieron una multa de 454 millones de dólares”. El mensaje fue que las empresas deben respetar las reglas de Estados Unidos si quieren participar en el mercado estadounidense. Así, que cuando Carlos Slim estuvo sometido a las instituciones de Estados Unidos, sus tácticas habituales para ganar dinero no funcionaron.
Slim se hizo inconmensurablemente rico en la economía mexicana en gran parte gracias a sus conexiones políticas. Por eso mantiene su relación con el gobierno de Obrador a pesar del fracaso del malogrado aeropuerto de Texcoco, donde Slim y otros inversionistas no perdieron ni un centavo porque fueron recompensados por el presidente Obrador.
Otro caso especial es el de Ricardo Salinas Pliego y su grupo empresarial, quien gracias a sus contactos políticos con el presidente Salinas se hizo de la concesión de la televisora del Ajusco e incluso recibió un préstamo de decenas de millones de dólares de parte de Raúl Salinas para financiar la compra.
Salinas Pliego, el más cercano de los empresarios al presidente Obrador, ha protagonizado escándalos sin precedente en Estados Unidos.
En 2005 la Comisión de Bolsa y Valores (U. S. Securities and Exchange Commission) lo puso bajo su lupa por un fraude de 109 millones de dólares y lo exhibieron como non grato en Wall Street.
Salinas Pliego se convirtió en uno de los primeros ejecutivos acusados bajo la ley conocida como Sarbanes-Oxley, promulgada en el contexto de los escándalos de fraude empresarial cometidos por Enron, Worldcom y otras empresas que provocaron una de las peores crisis en la historia del sector financiero. Salinas Pliego protagonizó el primer caso mayor en donde un abogado se apega a esa nueva ley y denuncia maniobras irregulares y cuestionables de su propio cliente empresarial. Todo estalló cuando los propios abogados estadunidenses de Tv Azteca del poderoso bufete Akin-Gump cuestionaron la maniobra financiera de Salinas Pliego ante directivos de Tv Azteca, que amenazaron con informar a la SEC y luego renunciaron como consejeros legales de la empresa a fines de 2003. Cuando esta noticia fue divulgada por The New York Times resultó en una demanda civil por inversionistas minoritarios y nutrió la investigación de la SEC. Además de Salinas Pliego, la SEC demandó a Pedro Padilla Longoria, director de Tv Azteca, y a Luis J. Echarte Fernández, presidente de Azteca América y director financiero de Grupo Salinas.
En México, Salinas Pliego ha ocupado espacios en los medios por sus escándalos. Por ejemplo, documentos consultados por Proceso muestran que Salinas Pliego participó en la oscura trama de la venta de Grupo Fertinal, pero no sólo como acreedor, como ya se sabe. Mediante una complicada madeja de empresas fachada y testaferros, el magnate del Ajusco se hizo socio de la compañía de fertilizantes comprada por Pemex el sexenio pasado y fue uno de los principales promotores y beneficiarios de esa operación de compra-venta. Salinas Pliego siempre negó ser socio de Fertinal. Se limitó a reconocer que entre 2008 y 2015 Banco Azteca y Arrendadora Internacional Azteca –del Grupo Salinas– prestaron 406 millones de dólares a la empresa. A cambio, se quedaron con todos los bienes y las acciones de Covarrubias en prenda y se convirtieron en la “tesorería” de Fertinal, según los documentos consultados.
Carlos Bremer, comprador de la mansión del chino Zhenli Ye Gon, rematada en una subasta, es uno de los consentidos del presidente Obrador. Bremer de la Casa de Bolsa Value SA, una casa de corretaje en Monterrey, fue denunciado por manejar indebidamente decenas de millones de dólares en un fondo fiduciario administrado por Value, que fue invertido en papeles rusos. También su compañía obtuvo ganancias cobrando comisiones en las emisiones de certificados bursátiles y en la compra de bonos que contribuyeron al quebranto del fondo de pensiones del Isssteleón.
Bremer es cercano a los Clinton (Bill y Hillary), patrocinador de sus campañas políticas y fue él quien presentó a Carlos Slim con los Clinton.
Bernardo Gómez vicepresidente de Televisa ha actuado como un lobbista tanto en Estados Unidos como en México a favor de los intereses del consorcio mediático y es el interlocutor de Obrador con el yerno de Trump, Jared Kushner. El Grupo Televisa es el mayor beneficiario de la publicidad del gobierno de Obrador y en Estados Unidos distribuye sus contenidos a través de Univisión.
Televisa ha sido un instrumento de control político que se ha dado el lujo de poner y quitar presidentes. Obrador lo sabe y corresponde a los intereses de Televisa, donde ahora el tabasqueño es una estrella más.
En la lista de los acompañantes de Obrador en su visita a la Casa Blanca destaca su compadre Miguel Rincón, quien es el mayor fabricante de papel y productos de papel en México y América Latina y quien mantiene negocios con el gobierno de la cuarta transformación.
Destacan los empresarios de medios Olegario Vázquez Aldir cuyo clan se enriqueció inconmensurablemente al amparo del gobierno de Vicente Fox, también sobresale el presidente del grupo Multimedios Francisco González Sánchez quien opera a favor del gobierno de Obrador a cambio de canonjías y prebendas.
Pero el caso más cuestionable es el de Carlos Hank González, nieto del Profesor e hijo de Carlos Hank Rhon, cuya familia fue puesta bajo la lupa del gobierno de Estados Unidos por presuntos vínculos con el narcotráfico.
Anexamos aparte de este texto, la investigación del gobierno de Estados Unidos sobre los Hank en la denominada “Operación Tigre Blanco”.