miércoles, 2 de septiembre de 2020

Segundo informe y tercer año de gobierno: PIB, nada más que el PIB

 


 

Carlos Ramírez

 

Hasta que no se tenga otra variable integradora que mida el comportamiento económico y social de un país, el PIB seguirá siendo el referente obligado. Y el PIB no es otra cosa que la suma de bienes y servicios producidos en una economía, es decir, la riqueza creada para acumular, concentrar o distribuir.

La parte más importante del informe presidencial no estuvo en Palacio Nacional, sino en la declaración del aún secretario de Hacienda, Arturo Herrera, ante legisladores: la crisis provocada por la pandemia del coronavirus no estará en el -10% a -12% de PIB previsto para este año de 2020, sino en la incapacidad de la economía para reactivarse en 2021.

Y al margen de los inevitables marcos retóricos de todo informe presidencial y de los referentes críticos obvios de la oposición, el asunto más grave se localiza en que hasta ahora nadie está pensando --ya no digamos operando-- en las necesidades y características del programa integral de reactivación productiva después de la pandemia. Es errónea la estimación de que la reanudación de actividades productivas recuperará lo perdido.

En medio de todo el caos crítico, retórico, exculpatorio y distractor, el punto central de la salida de la crisis aparece en el reporte de encuesta de expectativas de los especialistas en economía del sector privado, fechado antier 1 de septiembre: entre la danza de cifras del hoyo recesivo y las expectativas de la reanudación productiva, el pronóstico que debe llamar más la atención es el qwue señala que el promedio anual del PIB para los próximos diez años es de 1.8%, abajo del 2% de hace un mes; ese 1.8% es menos de un tercio de la cifra mítica de 6% del ciclo estabilizador-populista 1934-1982 y abajo del promedio de 2.2% del periodo neoliberal del Tratado de Comercio Libre. 1983-2018.

La cifra de 1.8% de promedio anual de crecimiento económico para 2021-2030 se basa en el actual sistema económico y productivo y la actual política económica y de desarrollo. Y ahí está la advertencia: si no se cambia el modelo productivo, si no se modifica la política económica y si no se moderniza la economía para ser más competitivos, entonces el PIB no alcanzará a cubrir las necesidades mínimas: la tasa demográfica mexicana anual es de 1.9% y la tasa de crecimiento de la población económicamente activa anual es de 2.3%.

Si el PIB de 1.8% es menor a estas dos cifras de 1.9% y 2.3%, entonces el sistema productivo ni siquiera sirve para la cobertura de las mínimas necesidades de empleo. Las últimas cifras del INEGI señalan que cada año 1.3 millones de mexicanos se incorporan por primera vez al mercado de trabajo en busca de empleo formal --salarios, seguridad y prestaciones legales--, pero al no encontrarlo se aglomeran en el mercado informal que suma el 57% de la población trabajadora.

Aquí se localiza el centro de la crisis mexicana que viene desde 1970 cuando el populismo echeverrista reveló que el milagro mexicano de 6% de PIB estaba ocultando la pobreza, la marginación y el subdesarrollo. El populismo se centró en aumento de gasto con los mismos ingresos y el colapso en 1982 llevó al neoliberalismo estabilizador que profundizó marginación y pobreza.

El Estado es el único que puede liderar la reformulación del modelo de desarrollo, de la política económica y de las políticas de bienestar social, pero con la participación de los empresarios y los trabajadores. Si no se asume ese desafío, ahí está la cifra de las expectativas del Banxico: PIB promedio anual de 1.8% en los próximos 10 años, debajo de la tasa de natalidad y de la tasa de aumento de la población económicamente activa.

Las cifras reales detrás de la crisis del coronavirus están revelando la urgencia de un cambio de rumbo del desarrollo y de la distribución de los beneficios, pero parece que hasta ahora nadie está pensando en los grandes problemas.

 

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Política para dummies: La política consiste en adivinar el futuro sin cargar el pasado.

 

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CONTRACOLUMNA • NACHO MIER Y LA CUEVA DE ALÍ BABÁ • MORENA Y EL BOTÍN DE LOS DIPUTADOS



JOSÉ MARTÍNEZ M.

La Cámara de Diputados se ha convertido en un verdadero botín. Más allá de las disputas entre los partidos por liderar el control político, un grupo de legisladores mafiosos encabezados por el morenista Ignacio Mier Velazco hacen y deshacen a su antojo un mal manejo de las finanzas de este órgano del Congreso.
No es que el caso Noroña venga a destapar la cloaca del mal manejo de recursos en la Cámara de Diputados. Desde febrero pasado el diputado del Partido del Trabajo Gerardo Fernández Noroña fue denunciado públicamente por su pareja sentimental Martha Angélica Ojeda por incurrir en actos de corrupción, lavado de dinero y delincuencia organizada.
Hace unos días volvió a detonar el escándalo de las malas maniobras de Noroña cuando intentó imponer a su partido como la tercera fuerza política de la Cámara de Diputados y ejercer de esa manera el control político durante el tercer año de la actual Legislatura.
Noroña fue descrito por su pareja como “simulador, violento, mentiroso y vulgar ambicioso”, esas serían en todo caso “peccatas minutas” –pues todos conocemos la mala fama de este individuo– lo grave de los señalamientos en contra de este diputado son los actos de corrupción y los innumerables delitos de los que ha sido denunciado.
Ignacio Mier –un diputado con mala fama como la de Noroña– es quien preside el Comité de Administración de ese órgano legislativo, además de desempeñarse como integrante de las comisiones de Presupuesto y Cuenta Pública y de Seguridad Pública.
El presidente Obrador quien se ha declarado como un cruzado contra la corrupción podría comenzar por limpiar la casa. Millones más millones menos todos sabemos la historia del hermano incómodo Pío Obrador quien goza de cabal salud no obstante haber sido pillado recibiendo moches para la causa obradorista.
Pero para el presidente Obrador la corrupción de casa es “peccata minuta” y la manera amable de disfrazar los delitos de sus huestes son simples “aportaciones”.
Lo grave es que Morena ha trasladado la corrupción al Congreso. En el caso de la Cámara de Diputados es más que evidente el mal manejo de sus multimillonarios recursos (los diputados se auto-aprobaron para el año 2020 un presupuesto de 7 mil 76 millones de pesos)
Tan sólo para “gastos personales” los diputados disponen de un poco más de 4 mil 674 millones y para “ayudas” otros mil 34 millones, el resto de los recursos son para “servicios generales”, “inversión púbica” y “gastos intangibles” bienes muebles e inmuebles.
El diputado Mier Velazco quien a lo largo de su trayectoria política ha estado salpicado de escándalos de corrupción, es quien dispone discrecional y arbitrariamente de esos multimillonarios recursos.
Más allá de independencia del Poder Legislativo –como parte de los tres poderes del Supremo Poder de la Unión– es necesaria la intervención de la Unidad de Inteligencia Financiera, la Fiscalía General de la República y la Auditoría Superior de la Federación para investigar los malos manejos del órgano legislativo que se ha convertido en una auténtica cueva de Alí Babá.
Hace muchos años que el poder legislativo dejó de ser el Honorable Congreso de la Unión, perdió su brillo con tanta podredumbre. Se ha llegado al extremo de contar entre sus miembros con naco-diputados como el tristemente célebre michoacano Julio César Godoy Toscano protegido por Alejandro Encinas quien hoy funge como subsecretario de Gobernación y quien es señalado como la “materia gris” detrás de Olga Sánchez Cordero, la exministra de la SCJN y titular de la Segob en el gobierno de la cuarta transformación.
Y como parte de ese grupo, Ignacio Mier Velazco pertenece a Morena y es quien lleva la batuta en los manejos irregulares de los millonarios recursos de la Cámara de Diputados.
Mier es uno de los socios del periódico Cambio de Puebla junto con el exrector de la BUAP Enrique Doger quien se ha desempeñado como diputado local y federal, alcalde de la capital poblana y aspirante a la gubernatura de esa entidad.
En la Cámara de Diputados se han detectado “movimientos atípicos” en cuentas bancarias, cédulas profesionales apócrifas, colusión de proveedores, sobreprecios, “aviadores” (recomendados y familiares de diputados), uno de ellos Arturo Rueda un vivales amparado en un charola de periodista, que es amigo y socio de Mier Velazco y Enrique Doger.
Político de siete suelas, Mier hizo pingües negocios durante la gestión del malogrado gobierno de Rafael Moreno Valle, amasando una dudosa fortuna.
Políticos poblanos han descrito a Mier Velazco como un “mercenario de la política”, sin ideales ni convicciones que solo se mueve por sus propios intereses.
Aliado de Miguel Barbosa, Mier ha puesto a la disposición del gobernador poblano su periódico Cambio para atacar y denostar a sus críticos.
Para ubicar bien al diputado Mier Velazco, este sujeto es uno de los políticos que maniobraron para festejar la millonaria y estrambótica boda del exvocero y amigo del presidente Obrador, César Yáñez quien despacha en Palacio Nacional como Coordinador de Política y Gobierno.
La “boda fifí” que ocupó las portadas de las revistas del corazón y de la que fue testigo Obrador recién electo como presidente.
Estos son los intereses que se mueven detrás del diputado Ignacio Mier y las corruptelas en la Cámara de Diputados en las que se mueven como peces en el agua Noroña y las hordas de Morena en el poder legislativo.