viernes, 24 de abril de 2020

LOS SOLDADOS DEL PRESIDENTE




JOSÉ MARTÍNEZ M.


En 1993 el Tigre Azcárraga –el todopoderoso dueño de Televisa– se declaró ante Carlos Salinas de Gortari “soldado del Presidente”, ahora el dueño de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego es el nuevo “soldado” del presidente López Obrador. Así de serviles son los dueños de los medios de la televisión que a cambio de su respaldo reciben privilegios y canonjías.
Bien lo decía Carlos Marx, las segundas partes nunca son buenas. En ‘El 18 brumario de Luis Bonaparte’, el filósofo alemán escribió: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa”. En efecto, Obrador se ve reflejado en el espejo de Napoleón Bonaparte al repetir la misma hazaña de Salinas de Gortari con el dueño de Televisa, al designar en los hechos al dueño de TV Azteca como su fiel escudero. Y como los antiguos emperadores romanos, Obrador para reforzar su guardia pretoriana ha incorporado a su batallón de soldados a nuevos combatientes. En el pase de lista de “los periodistas que lo defienden” dio a conocer los nombres de una parte de esos guerreros que como los niños héroes se han envuelto en la bandera de la “cuarta transformación”. Esos escoltas que actúan como gendarmes fieles de la cuarta transformación son –según lo dijo Obrador– Federico Arreola, Enrique Galván Ochoa, Pedro Miguel, Jorge Zepeda Paterson y los caricaturistas de La Jornada. Cuánta razón tenía Carlos Monsiváis quien decía que “antes se necesitaba mucho valor para criticar al Presidente, ahora se necesita mucho valor para defenderlo". Los periodistas que defienden al presidente de la ‘cuarta transformación’, sí que son unos verdaderos valientes y en el homenaje a estos defensores de la nueva patria, Obrador se desató atacando a diestra y siniestra a todos los periodistas, a los que acusó de no ser “independientes, profesionales y éticos”. No se equivocó Monsiváis al señalar a Obrador como “un político de temperamento calificado de autoritario” y del que refería también que “el peor retrato de Obrador es el que él da de sí mismo, con cosas tan absurdas como ‘cállate chachalaca’, o con malos candidatos que no ameritan consideración alguna”. (http://gerardoesquivel.blogspot.com/…/amlo-visto-por-monsiv…)
Con la prensa, Obrador ha emprendido una de sus batallas más absurdas. Como escribió el columnista Carlos Ramírez, “los periodistas aliados a la 4T son, de una u otra manera, militantes del proyecto gubernamental actual: Arreola fue parte del equipo de López Obrador en años pasados, aunque después hizo lo mismo con Peña Nieto; Enrique Galván Ochoa es uno de los cinco redactores de la Constitución Moral; Pedro Miguel es ideólogo perredista-lopezobradorista que escribe artículos semanales, y Zepeda fue apoyador abierto de las candidaturas de López Obrador”. Lo que no se entiende es qué es lo que defienden estos periodistas patriotas, porque la llamada cuarta transformación es meramente un concepto "lampedusiano". Es decir, la 4T es el “gatopardismo" puro que propone "cambiar todo para que nada cambie". En otras palabras, se trata de una simple simulación, con un peligroso y vulgar ingrediente: la destrucción de las instituciones. Obrador piensa que con sus guardianes pretorianos que escriben en defensa de su ‘cuarta transformación’ le puede declarar la guerra a todo el mundo, como lo hizo con la prensa. Obrador ya incurrido en pifias que lo han ridiculizado en la prensa internacional, como la famosa carta revelada por el periódico Reforma donde pedía al rey de España y al Papa disculparse por Conquista de México. Lo que sí sería bueno para calar de qué está hecho Obrador es que en su próximo viaje a Estados Unidos para entrevistarse con Donald Trump le reclame al presidente estadounidense por la mayor ofensa que México ha recibido en su historia como país: colocar la bandera de Estados Unidos en la asta central del Palacio Nacional como ocurrió aquel 14 de septiembre de 1847, tras la derrota del último bastión de la Ciudadela en la invasión estadounidense. Ojalá Obrador se diera el valor frente a Trump para ventilar abiertamente ante la prensa, como a ambos les gusta hacerlo, este asunto que humilló como nadie la soberanía de México. No hacerlo sería una cobardía de su parte. Debe hacerlo en congruencia como lo hizo con el rey de España y el Papa. De lo contrario, el no hacerlo, revelaría que todo es simple propaganda patriotera para atraer los reflectores de la prensa. Esa prensa que él califica de mala y perversa porque no se humilla a sus pies como esa recua de impostores disfrazados de periodistas que pululan en las mañaneras.