jueves, 3 de diciembre de 2020

Contracolumna • SISTEMA DE JUSTICIA CORRUPTO • PERIODISTAS CONTRA LA IMPUNIDAD

JOSÉ MARTÍNEZ M.

México tiene un sistema de justicia corrupto.
Ministros, magistrados, jueces, secretarios y hasta los más modestos archivistas se han visto involucrados en actos criminales.
El Consejo de la Judicatura Federal en su informe de 2019 dio a conocer el castigo a 148 jueces y magistrados de circuito que venían cometiendo delitos desde años atrás.
El Poder Judicial ha sido penetrado por la delincuencia organizada. No hace mucho un ministro de la Suprema Corte fue depuesto de su cargo por delitos de “lavado de dinero”. No es un asunto de poca importancia. En el poder judicial la corrupción, el nepotismo y el acoso sexual es cosa de todos los días.
Pero hay quienes se asumen intocables. Uno de ellos es el magistrado Jesús Jiménez Martínez quien durante su gestión como presidente del Poder Judicial del estado de Tlaxcala fue sorprendido en la confabulación de un acto de corrupción por más de 10 millones de pesos de devolución de impuestos por el Sistema de Administración Tributaria.
Se trata de un verdadero acto de rapiña en contra de la Secretaría de Hacienda. Un caso que amerita la abierta y directa intervención de la Unidad de Inteligencia Financiera para deslindar responsabilidades.
Cuando los periodistas Edgardo Cabrera Morales y José Luis Ahuactzin Ávila dieron a conocer un video donde aparece el magistrado Jesús Jiménez Martínez confabulándose con otros servidores públicos para apropiarse indebidamente de los recursos del SAT, comenzaron a destapar la cloaca del Poder Judicial de Tlaxcala en la que están coludidos funcionarios del Congreso Local y de la propia Comisión de Derechos Humanos.
Se trata de un caso de delincuencia organizada orquestada desde el poder. En el escándalo se han mezclado los intereses del aparato de justicia que opera como una verdadera mafia.
Los periodistas Cabrera Morales y Ahuactzin Ávila –quienes pertenecen al Consejo de Medios de Comunicación de Tlaxcala– están decididos a llevar hasta sus últimas consecuencias el caso de la corrupción del poder judicial de Tlaxcala que hoy tiene al magistrado Jiménez Martínez al borde de un juicio político.
Los periodistas mencionados han enfrentado numerosos obstáculos y amenazas de parte del expresidente del poder judicial quien les declaró una guerra de demandas para tratar de desgastarlos con el propósito de que cejen en su pretensión por enjuiciarlo.
Las pruebas contra el magistrado son irrefutables y los diputados del Congreso tienen en sus manos la responsabilidad de someter a juicio político a un alto funcionario del poder judicial que había jurado servir a la justicia pero que resultó un auténtico criminal.
Lo mismo había dicho el ministro de la Suprema Corte Eduardo Medina Mora cuando el periodista Salvador García Soto lo denunció con pruebas irrefutables que le costaron el cargo.
El magistrado Jiménez Martínez ha contado con la complicidad de funcionarios de otros poderes, uno de ellos fue su cuñado José Manuel Hernández Morales quien funge como secretario técnico de la Comisión Instructora de Juicio Político del Congreso Local, quien está obligado a excusarse de intervenir en el caso por el conflicto de interés.
A lo largo de la pandemia se han puesto pretextos inverosímiles para que el magistrado sea juzgado.
Las demandas de juicio político iniciaron con una petición de un grupo de juristas (Jerónimo Popocatl, Raciel Santacruz Meneses, Estela Sánchez García, Yessenia Carrillo Romero y Bernardo Fernández Sánchez).
La respuesta del magistrado Jiménez Martínez era de burla y se refocilaba fanfarroneando que es “intocable”, pues como presidente del Tribunal Superior de Justicia mantuvo bajo su control lo mismo a jueces que magistrados. Para su mala suerte el pleno del Congreso aprobó la creación de una Comisión Especial para estudiar las demandas de los juristas y de los periodistas que han dado una ardua batalla contra la impunidad.
En este caso ha salido a relucir el tráfico de influencias de la Comisión Estatal de Derechos Humanos con el Poder Judicial, de ahí la negativa de este organismo para intervenir en el caso del magistrado Jiménez Martínez aun cuando se cuenta con pruebas que atentan contra la libertad de expresión cometidas por dicho funcionario como las demandas penales en contra de los periodistas Cabrera Morales y Ahuactzin Ávila quienes han sido hostigados y amenazados, además de tratar de censurarlos solo por el simple hecho de haber divulgado el video donde el expresidente del Tribunal Superior de Justicia se amafiaba con otros funcionarios para birlar en su beneficio con la devolución de impuestos del SAT al TSJ del estado de Tlaxcala.
El magistrado Jiménez Martínez es parte de la mafia del poder judicial que tanto ha sido denunciada por el presidente Obrador.
Hace poco el Consejo de la Judicatura Federal sancionó al magistrado Jorge Arturo Romero Ocampo por estar implicado en una red de corrupción que servía a los intereses que se oponían a la construcción del aeropuerto de Santa Lucía.
Ahora mismo el magistrado presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, José Luis Vargas Valdez fue exhibido por la prensa por sus excesos y abusos. Como es la contratación de automóviles de lujo de último modelo con blindajes especiales por decenas de millones de pesos.
El magistrado de Tlaxcala Jiménez Martínez es parte de ese enjambre de funcionarios corruptos del Poder Judicial que actúan con impunidad a todo lo largo y ancho del país.
Para nadie es un secreto, como lo han revelado en sus investigaciones los periodistas Cabrera Morales y Ahuactzin Ávila, sobre las redes de nepotismo y complicidad en la están involucrados jueces y magistrados que dan empleo a sus familiares (esposas o parejas, hijos, hermanos, padres, yernos, concuños, sobrinos, tíos y suegras y amantes).
Esto es lo que incomoda al magistrado Jiménez Martínez pillado en un evidente acto de corrupción que hoy lo mantiene de cara a un juicio político por las valientes investigaciones de los periodistas Cabrera Morales y Ahuactzin Ávila quienes –a riesgo de su seguridad– han dado una ejemplar lucha contra la impunidad.

Contracolumna • EN DEFENSA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN • BASTA DEL ACOSO CONTRA RODOLFO RUIZ


JOSÉ MARTÍNEZ M.


Los periodistas y la opinión pública no debemos de permanecer indiferentes ante lo que está ocurriendo en Puebla contra la prensa frente a la abominable conducta del gobernador Barbosa.
El periodista Rodolfo Ruiz editor y director fundador del portal de noticias E–Consulta se encuentra como un náufrago en altamar frente al acecho de auténticos depredadores de la libertad de expresión.
Todos sabemos las patrañas del gobernador y cómo la mafia gobierna en Puebla desde su llegada al poder.
Para destruir el trabajo del periodista Rodolfo Ruiz, desde el gobierno de Barbosa se urdió el plan para atacarlo con demandas por “daño moral”. Hasta ahora Rodolfo Ruiz tiene acumuladas siete demandas, cuyo conjunto exige una reparación por 37 millones de pesos.
Rodolfo Ruiz es un periodista respetado que se ha ganado a pulso un prestigio dentro y fuera del periodismo. Es poseedor de una sólida formación académica y desde hace casi cuatro décadas ejerce el periodismo. En los últimos dieciocho años su blog La Corte de los Milagros ha reseñado la vida pública de Puebla. Ha colaborado con algunos de los diarios más importantes del país, entre ellos El Universal, La Jornada y Milenio.
La trayectoria del periodista Ruiz Rodríguez ha dejado una huella en el periodismo poblano al ejercer un periodismo crítico como un feroz guardián de la libertad de expresión.
Pero al gobernador Barbosa para lidiar con su impopularidad y su falta de legitimidad ha recurrido a los periodistas bufones que sexenio a sexenio juegan a ser los sicarios de los gobernantes en turno, como ocurre en muchos otros estados del país donde los auténticos periodistas son los más vulnerables por el asedio de los políticos y las mafias del crimen organizado.
Barbosa, en esa dualidad de político y mafioso utiliza el dinero público para garantizar “lealtades” y “neutralizar” enemigos.
Justamente Rodrigo Ruiz ha desempeñado la narrativa del periodismo para entender cómo actúan las mafias políticas de Puebla, no tanto porque incurra en asumir un papel con el sello de la antimafia.
Lo grave es que el gobierno de la república disponga en el papel de un rimbombante organismo con el título de “Mecanismo de protección para personas defensoras de los derechos humanos y periodistas”.
Ese mecanismo está en manos de un político que emergió de las filas del desaparecido Partido Comunista, Alejandro Encinas cuya probidad está más sucia que las anegadas aguas de los albañales. Como legislador, Encinas fue quien protegió al narcodiputado Julio César Godoy Toscano hermano de un jefe de la policía de la Ciudad de México.
Lo ridículo es que Encinas, quien fue compañero del gobernador Barbosa en el PRD, tiene ahora la misión de “proteger” a los periodistas. Hasta ahora han sido ejecutados una veintena de periodistas en lo que va del gobierno de Obrador y el flamante “protector” de los periodistas no se mueve de su zona de confort.
Ante la indiferencia y las amenazas constantes desde el púlpito de Palacio Nacional contra los periodistas, no queda más que apelar a la solidaridad del gremio en defensa de la libertad de expresión y de Rodolfo Ruiz quien es víctima de los abusos y excesos de un gobernante retrógrado como lo es Miguel Barbosa.
Hace poco Barbosa se exhibió en una entrevista con Mario Alberto Mejía, el principal de sus sicarios periodísticos. Este dúo llamó a su encuentro “la charla perversa”.
Cuando Barbosa emprendió su primera campaña para hacerse del gobierno poblano (en la que fue derrotado de manera humillante por la panista Martha Érika Alonso, fallecida junto con su esposo Rafael Moreno Valle en un accidente aéreo), el periodista (bueno eso es un decir) Mario Alberto Mejía llenó de “mierda” a Barbosa hasta llegar con acusaciones temerarias al señalar al propio Barbosa como el “asesino” de los Moreno Valle.
Repito, “la mierda se junta con la mierda” (Julio Scherer dixit). Ahora Barbosa y Mejía están a partir un piñón. Mejía le puso ventilador a la mierda a la campaña de Barbosa, ahora son cómplices y las acusaciones de ayer son pelillos a la mar.
Mientras el gobierno de Barbosa libra una guerra sucia contra el periodista Rodolfo Ruiz, con dinero del erario público se apoya a los “medios leales” al huésped de la Casa Aguayo.
Mejía es el vocero de las marranadas del gobernador, a cambio el periódico ContraRéplica –del que Mejía funge como director– recibe carretadas de dinero.
Los “dueños” de ContraRéplica son Antonio Grajales Salas y Antonio Grajales Farías, los concesionarios de Radio Oro.
La Crónica Puebla es otro de los medios al servicio del gobierno de Barbosa. El dueño de este periódico es Javier Pacheco Pensado, hijo del exgobernador interino Guillermo Pacheco Pulido.
Javier Pacheco es el dueño de la casa donde vive Barbosa y fue quien se encargó de financiar su campaña con dinero de las mafias políticas en el estado.
Edgar Nava es otro empresario coludido con el gobernador Barbosa. Nava es el dueño del periódico 24 Horas Puebla que originalmente fue propiedad de Eukid Castañón.
Como se sabe, Edgar Nava es uno de los beneficiarios de la obra pública en el gobierno de Barbosa. Nava, por ejemplo, a través de su agencia de autos vendió mil patrullas al gobierno del estado.
El periodista Rodrigo Ruiz destapó esa cloaca.
Edgar Nava es un empresario amafiado con el poder. Durante los gobiernos de Melquiades Morales y Mario Marín fue ampliamente favorecido. Ambos gobernantes a cambio recibieron millonarias tajadas, como ahora lo hace con los “moches” en complicidad con Barbosa.
El trabajo periodístico de Rodolfo Ruiz está fuera de toda duda. Un rastreo a sus publicaciones lo demuestra. Cosa que no ocurre con los sicarios periodísticos del gobernador. Por ejemplo, un seguimiento al contenido de la publicaciones de Mejía, lo delatan como un calumnista y difamador. En sus publicaciones la seriedad es banal, razonar está descartado. Por tanto, su trabajo consiste en insultar y calumniar.