Carlos
Ramírez
En 1981, según recuento de Carlos Tello y Rolando Cordera en La disputa por la nación. Perspectivas y opciones del desarrollo, México encaró una lucha entre dos proyectos de nación: el neoliberal de tecnócratas, empresarios y el FMI y el popular potenciado por el Congreso del Trabajo y clases populares aliadas, con una élite progresista de economistas estructuralistas.
La candidatura
presidencial de Miguel de la Madrid en octubre de ese año definió la victoria neoliberal y extendió su hegemonía hasta las
elecciones de 2018; López Obrador ofreció un proyecto posneoliberal. La polarización inducida desde Palacio Nacional ha
planteado una nueva disputa por el
poder entre dos grupos: el popular
del presidente de la república y el de las élites
beneficiarias de los repartos de poder del gobierno PRI-PAN-PRI.
No hay, ahora, ninguna disputa por la nación; ni
siquiera por el Estado, porque el llamado Bloque Opositor Amplio (BOA) no representa un proyecto alternativo de nación, sino el regreso
al construido por el PRI en el poder, por el PRI aliado al PAN en la
presidencia y por el PRI de Peña Nieto.
El BOA --aun
sin existir de manera real, sí
permite fijar las posiciones opositoras al gobierno de López Obrador-- no cuestiona el perfil populista del
gobierno actual, tampoco presenta y
proyecto alternativo de desarrollo y carece
de una clase obrera militante e ideológica.
De acuerdo con
la lista no desmentida --sí
desacreditada la intención conspirativa que no ha tenido-- y con los
comportamientos públicos de los enlistados, se trataría de una reorganización de beneficios públicos:
gobernadores panistas que son marginados, empresarios que no obtienen obra,
miembros de organizaciones de la sociedad civil que han sido desplazados por la nueva élite
gobernante, críticos haciendo lo que saben hacer, intelectuales defendiendo la
pluralidad del Estado y la democracia procedimental y la oposición centro-derecha
del PRI- PAN-Movimiento Ciudadano. Su meta es mantener el Estado neocorporativista de intereses de
grupos beneficiarios.
Sin embargo,
las verdaderas disputas por la
nación se dan entre proyectos de desarrollo y sus correspondientes coaliciones
de clase. El grupo popular de 1981 quería frenar
el neoliberalismo De la Madrid-Salinas y propusieron una reconstrucción del Estado social de desarrollo. Pero López Portillo
decidió por el neoliberalismo y en
1987 el presidente de La Madrid optó
por el neoliberal Salinas de Gortari en lugar del priísta ortodoxo Manuel
Bartlett Díaz.
El problema
actual radica en la carencia de
proyectos alternativos al modelo neoliberal De la Madrid-Salinas de Gortari de
1979-2018; el de Morena es retórico,
pero no de reconstrucción del Estado. La clave
del proyecto popular de 1981 radicó en la participación del Congreso del
Trabajo, es decir, de la clase obrera que define
proyectos en el seno del modo de producción. Hoy no existe la clase obrera, los trabajadores han sido lobotomizados, sus liderazgos están
marcados por la corrupción de las cuotas
y la defensa de intereses de grupo y el pensamiento
proletario fue incinerado por el PRI populista y el PRI neoliberal.
En este
sentido, el BOA como lista agrupada
de opositores perfila grupos en lucha por posiciones
de poder y todos coinciden en una ideología política conservadora que función
con el PRI salinista, el panismo presidencial y el peñismo.
La verdadera posición de izquierda se
encuentra --oh, sorpresa-- en Morena, pero no
es ese movimiento de movimientos, sino en un grupo cohesionado de ex miembros del Partido Comunista Mexicano comandado por Pablo Gómez Alvarez que sí tienen un proyecto ideológico de
izquierda socialista, equivocado o acertado, pero lo tienen, y que están
empujando iniciativas de ruptura
neoliberal. Son pocos, aunque influyentes. Ellos sí tienen capacidad para definir un proyecto alternativo al modelo PRI-PAN neoliberal-populista que Morena como
partido en el poder no ha querido
definir.
El conflicto López
Obrador-BOA es superficial, de
intereses aislados de los disidentes, sin
un proyecto alternativo de nación, sin definir el carácter del Estado, sin
representar el nuevo modelo de
desarrollo que necesita México para salir de la mediocridad. Los proyectos de
nación se deciden en la lucha de
clases que BOA no representa.
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Política para dummies: La política es el terreno para las definiciones, no
para las ilusiones.
@carlosramirezh
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