Carlos
Ramírez
A pesar de que el apoyo mexicano al
Tratado de Comercio Libre 2.0 fue el motivo central del viaje del presidente
López Obrador, en realidad el acuerdo comercial no tiene cabida en los planes posneoliberales y de austeridad de la
4-T.
Basta un botón de muestra: en el viaje
presidencial se firmaron proyectos de inversión extrajera directa que traerán nuevas formas tecnológicas, pero en
México el sistema educativo, el sistema científico-tecnológico y la economía
están regresando a la edad del lápiz
y papel y abandonando el desafío de
las computadoras.
Y la paradoja
resulta más profunda con lo que
ocurre en la Secretaría de Economía, cuya titular fue --además de la obligada
del canciller Marcelo Ebrard Casaubón-- la única
presente en la comitiva oficial, como dando el mensaje de que México estaba priorizando los efectos del Tratado.
En el “Epílogo.
Visión hacia el futuro”, del Programa Sectorial de la Secretaría de Economía
2020-2024, publicado apenas el pasado 24 de junio en el Diario Oficial de la
Federación, la dependencia anunció que en el 2024 “la mayoría de los trámites del gobierno federal se harán por la vía
digital”; sin embargo, esa misma dependencia acaba de suspender el uso del 75% de sus computadoras y todos los empleados
han regresado a la edad de piedra de
las oficinas: los archivos de papel, carpetas y archiveros. Y eso que la
Secretaría señaló que las labores de personal directo con los empresarios
generaba espacios de corrupción y
que por la vía digital eso iba a disminuir.
Lo anterior
indica que la función del gobierno federal sólo
fue la de firmar el mismo Tratado con reformas exigidas por los EE UU de Donald
Trump para que hubiera desde ahora mayores beneficios
para los estadunidenses. Por la austeridad posneoliberal, otro compromiso del
Programa Sectorial de la Secretaría de Economía tampoco se va a cumplir: la creación de “suficientes Centros de Innovación” para “asegurar que las empresas
tengan acceso a la innovación y el
desarrollo tecnológico”.
Sin recursos,
en un proceso de achicamiento
imparable y sin planes subsectoriales, el nuevo Tratado exaltado en Washington carecerá de recursos, planes educativos
y apoyos a los empresarios. El programa de la SE reitera la incumplible meta de 4%
de PIB promedio anual 2019-2024 por el hoyo
recesivo de -10% a -12% de 2020, pero lo más grave fue el compromiso de incrementar el contenido nacional en los sectores
estratégicos, que bajó de 58% en
1993 a 27% sin petróleo por falta de
apoyos a las cadenas productivas mexicanas.
En la cena con
empresarios entre los dos presidentes, los mexicanos representaban a sectores aliados al presidente López Obrador y no a los sectores dinámicos del
comercio exterior. Estuvieron en la Casa Blanca los dueños de las principales
armadoras de vehículos que Trump está obligándolas a salir de México y regresar
a los EE UU, pero nadie de las
empresas de cadenas productivas mexicanas del sector automotriz. Eso sí, en
primera fila, los dueños de las dos cadenas
de televisión ajenos a los sectores del Tratado, el mismo Carlos Slim salinista
y ahora lopezobradorista y figuras empresariales del sector de emprendedores,
cualquier cosa que ello signifique.
Con un enclenque apoyo gubernamental en los
sexenios de Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, el Tratado apenas pudo lograr un crecimiento anual
promedio de PIB de 2% de 1993 a
2018. Y para significar esa carencia
de apoyo, del 2001 al 2018 cerraron
sus actividades casi 2,500 empresas exportadoras y las partes mexicanas en los
productos de exportación en el mismo periodo bajaron de 45% a 37%.
La reforma en 2018-2020 al Tratado de 1993
se hizo para ampliar los beneficios
estadunidenses del intercambio empresarial, sin que México metiera las manos para proteger a la planta
nacional. La ratificación mexicana del Tratado 2.0 en Washington, por si fuera
poco, se dio desde el enfoque posneoliberal
de la 4-T, sin un programa de desarrollo industrial, sin una estrategia
dinámica de apoyo al sector exportador mexicano y sin un modelo de competitividad que es el eje del comercio
exterior en los mercados internacionales supercompetitivos.
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Política para dummies: La política pone la direccional para dar vuelta a la
izquierda, pero para dar vuelta a la derecha.
@carlosramirezh
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