JOSÉ MARTÍNEZ M.
Si los mexicanos no ponemos un freno a Obrador, el país será convertido en un Estado totalitario. Es mentira que la cuarta transformación esté inspirada en los episodios que han marcado nuestra historia. Podría sonar a una locura pero no es así. Respecto a las ideas de Obrador hay que tomar las cosas con seriedad, pues el proyecto político del tabasqueño y su caterva de fanáticos que colaboran con él, responde más a las bases ideológicas del tercer Reich. La terminología de sus discursos está más orientada al fascismo, de ahí su nacionalismo ramplón a estas alturas del siglo XXI cuando el mundo gira en torno a la globalización.
Hemos atestiguado la conducta despreciable de muchos de los colaboradores de Obrador, desde la exaltación de la violencia hasta la impunidad de sus actos de corrupción.
En los últimos días hemos estado presenciando una actitud canallesca del Presidente. Ha violado las más elementales disposiciones de la máxima autoridad de salud para reiniciar sus giras proselitistas bajo el disfraz de jornadas de trabajo. Mientras el país se encuentra en el llamado semáforo rojo y el número de víctimas de la pandemia va en ascenso, Obrador ha viajado por el país de extremo a extremo desafiando las medidas esenciales de la salud pública. Ha recibido, incluso, la amonestación de las máximas autoridades mundiales de la salud (OMS) para que el Presidente se abstenga de hacer llamados imprudentes a la población, en tanto los responsables sanitarios insisten en que la gente no salga a las calles y se mantengan en casa debido a la contingencia derivada del covid -19.
Esa conducta del presidente no es extraña para los mexicanos. Su palabra ha estado siempre por encima de todas las leyes. No fue una simple expresión aquella cuando se refirió a “mandar al diablo las instituciones”. Se ha llegado a lo más ruin y vulgar, como ocurrió en el caso del nombramiento del escritor e historiador Paco Ignacio Taibo quien se ufanó de la maniobra leguleya de su designación con la famosa frase de “se las metimos doblada”.
Hemos visto la pretensión de Obrador al tratar de concentrar todo el poder en sus manos e incluso ha insistido en varias ocasiones en controlar todos los aspectos de la vida de los mexicanos. Desde el uso de un solo par de zapatos y una muda de ropa indispensable hasta el consumo de los alimentos: arroz y frijol para todos, no solo las masas populares, pues, según él, está en contra de las comidas “exóticas”. Ha insistido también en que la gente “denuncie” a sus vecinos cuando noten un ascenso en su vida social.
No hay que echar en saco roto la imposición que pretende de utilizar su propia terminología tanto para los indicadores económicos como para los aspectos en la calidad de vida. Por ejemplo, busca cambiar el concepto del PIB (Producto Interno Bruto) y el “bienestar” social por un nuevo índice para medir la “felicidad del pueblo”.
Su gobierno ha sobornado a algunos legisladores para eliminar a la oposición política en el Congreso, como ocurrió recientemente con el senador duranguense José Ramón Enríquez quien renunció al partido Movimiento Ciudadano para adherirse a las filas de Morena para alcanzar la mayoría calificada en la Comisión Permanente y de esa manera reformar las leyes y permitir que Obrador maneje el presupuesto de egresos a su antojo.
En el manejo perverso del poder se inscribe el tema de la violencia, como lo hemos percibido en varias partes del país (Jalisco, Ciudad de México, Baja California, etc). Se trata de una violencia inducida desde las altas esferas del gobierno para desestabilizar al país y justificar la intervención del gobierno federal en asuntos locales. Morena ha ido formando grupos de choque bajo el disfraz de “grupos de defensa” de la cuarta transformación.
El objetivo de los ideólogos y estrategas del gobierno de Obrador se encamina a tratar a toda costa de impedir la celebración de las próximas elecciones de medio gobierno en 2021.
De ahí la celebración que Obrador en una de sus “mañaneras” cuando se refirió a que la pandemia le había caído a su gobierno “como anillo al dedo”.
Nada justifica la obsesión desenfrenada de Obrador por continuar con sus giras en lo más alto de la pandemia. Se ha ocultado la verdad de las estadísticas, la manipulación de los datos es más que evidente. Hasta ahora el número de fallecidos asciende a acerca 17 mil y más de 140 mil contagiados. Y todavía faltan los subregistros de fallecidos y contagiados.
El corolario de la manipulación del gobierno fue sin duda la “aparición” de un “documento confidencial”, del que el propio Obrador y su vocero dijeron desconocer su origen y autenticidad, simplemente lo presentaron para generar un espectáculo mediático a partir de la “entrega” del mamotreto en las puertas de Palacio Nacional.
En ese documento se invoca a las más altas autoridades electorales (INE y Tribunal Electoral), lo mismo que a organismos empresariales, periodistas nacionales y extranjeros e intelectuales. Un manejo perverso que se revirtió contra el propio Obrador como una más de sus infinitas mentiras.
Conforme avancen los meses el gobierno y el partido de Obrador van hacer todo lo posible por provocar una crisis política y hasta propiciar un estallido social con tal de evitar ser sometidos al veredicto de las urnas.
Por eso lo dijo y lo subrayó Obrador: es tiempo de definiciones. “O se está a favor o en contra de la cuarta transformación”.
Lo mismo decía Carl Smith uno de los ideólogos de Hitler: “O estás conmigo o eres mi enemigo”.
Totalmente de acuerdo, este tipo es lo peor de lo peor, si lo permitimos acabaremos más arruinados que Cuba, es capaz de hacer arder México antes que dejar el poder, está enfermo, a todas luces se trata de un marrano de lo peor (y que me perdonen los cerdos por la comparación).
ResponderBorrarTotalmente de acuerdo. El canalla, tirano, dictador y traidor AMLO se tiene que ir!!!
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