JOSÉ MARTÍNEZ M.
Así como Obrador le reclamó a España y el Vaticano por las atrocidades cometidas en la Conquista de México, llegó el momento de hacer lo propio ante Donald Trump por el despojo de nuestro territorio.
Lázaro Cárdenas tuvo los cojones para expropiar la industria petrolera que estaba en manos de inversionistas estadounidenses y británicos.
El pueblo de México lo respaldó.
La expropiación fue la respuesta a la violación de las leyes mexicanas en que incurrieron numerosas empresas de Estados Unidos y Gran Bretaña al no acatar la sentencia de las autoridades laborales a favor del pago de mejores salarios a los trabajadores de esa industria, la cual fue ratificada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Obrador quiere pasar a la historia. Lástima que no tiene la autoridad moral ni los pantalones para hacer los reclamos pertinentes a Trump por el despojo de nuestros territorios.
Y aún peor, la humillación que hizo el ejército de Estados Unidos tras su invasión al colocar en 1847 la bandera de su país en el Palacio Nacional.
Pobre México. Obrador ya nos adelantó que va ir de agachón a la Casa Blanca.
Según él, el motivo de su viaje es para dar las gracias a Trump por los equipos ventiladores que donaron las fundaciones Jack Ma y Alibaba. En realidad fueron 211 los equipos entregados, más una compra de 10 mil ventiladores al gobierno de Trump.
¿Las gracias de qué? Que explique Obrador con claridad en qué consiste el apoyo del gobierno de Trump.
La última vez que el canciller Ebrard acudió a “negociar” los aranceles a cambio de sellar la frontera sur, los funcionarios gringos los pusieron a tragar cacahuates.
Ahora anuncian con bombo y platillos el “gran encuentro” de ambos “líderes”.
Será una excelente oportunidad para ver de qué está hecho Obrador.
A ver si como ronca duerme.
Acostumbrado a sus bravatas, a pelear con todo el mundo, Obrador parece que encontró en Trump la horma de sus zapatos.
Hasta ahora no hay una solo discurso, ni siquiera una sola línea donde Obrador cuestione a Trump.
No lo toca ni con el pétalo de una rosa.
En cambio Trump ha humillado a México hasta decir basta.
Trump le tiene tomada la medida al tabasqueño. Lo menosprecia y hasta se da el lujo de llamarlo Juan Trump.
Obrador no tiene la autoridad moral para imponerse a Trump.
A ver si nuestro gallito de pelea no sale desplumado de ese encuentro.
En los círculos políticos, académicos e intelectuales Obrador es visto como un “mexican curious”. Un presidente “folclórico”. Un político artesanal.
Vaya, es una burla, una ofensa, una humillación.
Trump no se ha cansado de ofender a México y Obrador se ha quedado callado.
“México no es nuestro amigo. Nos está ahogando económicamente”, ha dicho Trump una y otra vez, como lo hizo cuando lanzó su candidatura ante los republicanos.
“México nos manda gente con un montón de problemas, que nos traen drogas, crimen, violadores…”
“No quiero nada con México más que construir un muro impenetrable y que dejen de estafar a Estados Unidos”.
“México tuvo una gran noche en los Oscar. Y cómo no, si están acostumbrados a arrebatarnos lo nuestro más que ninguna otra nación”.
Son innumerables las expresiones xenófobas de Trump.
A lo largo de la historia las relaciones entre México y Estados Unidos han sido de amor y odio.
De acuerdo al U.S. Census Bureau, la población mexicana en Estados Unidos es de 31 millones de mexicanos, de los cuales 3 millones son mexicanos-estadounidenses.
Son pocos, muy contados, los mexicanos que quieren regresar a México, aunque siempre se quejan del trato que reciben allá pero admiten que aun así es mejor que el trato que se les da en su propio país.
Estados Unidos siempre nos ha tratado con la punta del pie y aunque nos duela somos su patio trasero.
Cuando consumamos nuestra Independencia nuestro territorio abarcaba una superficie de 4.2 millones de kilómetros cuadrados. En 1824 en un acto federalista México concedió la independencia de Centroamérica dividida en cinco países: Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.
La segunda mutilación de nuestro territorio la sufrimos en 1836 con la separación de Texas.
La tercera mutilación ocurrió en 1848, después de dos años de batalla que terminaron con la pérdida de California, Nevada, Utah, Colorado, Arizona, Nuevo México, una parte de Oklahoma y nuestra aceptación de la segregación de Texas.
La cuarta mutilación fue en diciembre de 1853 cuando el obsecuente Santa Anna vendió La Mesilla a Estados Unidos. (El territorio de La Masilla era una parte de Chihuahua y Sonora, de más de 100 mil kilómetros cuadrados, equivalente a la extensión sumada de los estados de Veracruz, Tabasco y Morelos).
A ver si Obrador tiene una pizca de dignidad para reclamar a Trump por el maltrato y el despojo que en abuso de su poder ha hecho Estados Unidos de nuestra patria.
Vamos a esperar que Obrador no haga el ridículo y nos represente dignamente.
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