miércoles, 8 de julio de 2020

Contracolumna * EL DISCURSO DE LA RESIGNACIÓN * NI MODO, HAY SERÁ PARA LA OTRA


JOSÉ MARTÍNEZ M.


¿Oh! Decepción. Cuando todos esperábamos un gran discurso político en desagravio por las ofensas de Donald Trump, el presidente Obrador recitó un poema, una oda al enemigo de los migrantes… “hemos recibido de usted, comprensión y respeto”.
¡Zas!
Era la oportunidad de refrendar los Sentimientos de la Nación pero el discurso se convirtió en un mensaje de resignación. Palabras carentes de retórica. Líneas sin sustento, incapaces de conmover o persuadir.
Un discurso plano, lleno de lugares comunes y como una quesadilla embarrada de sesos, con datos anecdóticos de personajes históricos pero sin profundidad y sin menor contenido de filosofía.
De qué sirvieron tantos discursos antiTrump de parte de Obrador, el otrora candidato rebelde, el político rijoso que prometió en sus mítines de campaña con discursos incendiarios “poner en su sitio” al mayor agresor de los mexicanos, a los que ha llamado “narcotraficantes”, “asesinos” y “violadores”.
Obrador claudicó y terminó por alinearse con un “discurso oficial”, que contrasta con el líder vociferante que ahora no tiene una explicación cabal que lo justifique.
En alabanza a Trump, Obrador recitó el siguiente poema:
“Algunos pensaban que nuestras diferencias ideológicas habrían de llevarnos de manera inevitable al enfrentamiento. Afortunadamente, ese mal augurio no se cumplió y considero que hacia el futuro no habrá motivo ni necesidad de romper nuestras buenas relaciones políticas ni la amistad entre nuestros gobiernos…
“Presidente Trump:
“Como en los mejores tiempos de nuestras relaciones políticas, durante mi mandato como presidente de México, en vez de agravios hacia mi persona y, lo que estimo más importante, hacia mi país, hemos recibido de usted, comprensión y respeto”.
¡Zas!
Obrador se equiparó a la Nación. La Nación es él, como Luis XIV de Francia, el Rey Sol que decía: “El estado soy yo”.
¿Y el muro?
La respuesta es de Trump:
Lo dijo en un discurso electoral en Pittsburgh:
“¿Saben por qué vamos a ganar las elecciones? Porque los estadounidenses quieren seguridad en las fronteras”.

Ahora en Washington en el “encuentro histórico”, Obrador no dedicó ni una línea de su discurso al muro.
En cambio ofreció “mano de obra” barata y trabajadora con el nuevo tratado comercial.
Obrador lo dijo así:
“… el Tratado es una gran opción para producir, crear empleos y fomentar el comercio sin necesidad de ir tan lejos de nuestros hogares, ciudades, estados y naciones. En otras palabras, los volúmenes de importaciones que realizan nuestros países del resto del mundo, pueden producirse en América del Norte, con menores costos de transporte, con proveedores confiables para las empresas y con la utilización de fuerza de trabajo de la región.
Desde luego, no se trata de cerrarnos al mundo, sino de aprovechar todas las ventajas que nos brinda la vecindad, así como la aplicación de una buena política de cooperación para el desarrollo.
“Este Tratado permite atraer inversiones de otros lugares del hemisferio a nuestros países, siempre y cuando se cumpla con los principios de producir mercancías de elevado contenido regional y de procurar condiciones salariales y laborales justas para los trabajadores del país exportador o importador de bienes de consumo.
Es importante también señalar que, en este acuerdo, los tres países aportamos capacidad productiva, mercados, tecnología, experiencia, mano de obra calificada y terminamos complementándonos. Por ejemplo, México tiene algo sumamente valioso para hacer efectiva y potenciar la integración económica y comercial de la región; me refiero a su joven, creativa y responsable fuerza laboral”.
Desde el análisis de la semántica, la connotación de las palabras de Obrador nos remiten a un discurso neoliberal.
El estado de bienestar es solo un ideal, una fantasía que no es posible, una ficción, una ilusión como una quimera.
Es el discurso de la resignación.
¿Y la rebeldía? ¿Y la justicia?
Presidente Trump, dijo Obrador, “lo que más aprecio, es que usted nunca ha buscado imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía”.
¿Y la frontera sur? ¿Y la amenaza de los aranceles a cambio de cerrar el paso a los migrantes?

Atrás quedó el discurso antiTrump.
Y pregunto:
¿A dónde quedó aquel discurso que pretendía cambiar el mundo?
Quedó claro, que no va cambiar el mundo.
El que ha cambiado es Obrador.
El político de la resignación que cree tener los otros datos ajenos a la realidad: los indicadores de que vamos bien.

Perverso en el manejo de la manipulación mediática, Obrador fue a Washington a sumarse como uno más a la campaña para la reelección de Trump.
Más claro ni el agua. El pretexto fue el T-MEC
Obrador sabía que al poner un pie fuera de su palacio con rumbo al aeropuerto para su encuentro con Trump, iban a estar sobre él los reflectores de la prensa.
Y ocurrió.
La idea era sacar raja política del viaje. En realidad el traslado de Obrador en un vuelo comercial se convirtió en un acto de campaña. El objetivo de atraer simpatías funcionó, aunque también le llovieron críticas y burlas al tabasqueño.
¡Qué sencillo! ¡Es encantador! Se deshacían las señoras en elogios, pero el viaje en si tiene muchas lecturas.
Pasamos del “avión de redilas”, al avión guajolotero.
La estrategia del equipo de Obrador consistió en diseñar una operación mediática convirtiendo en un espectáculo el viaje presidencial.
Obrador aprovechó para darse un baño de pueblo, para marcar una falsa distancia de los personajes de la Mafia del Poder que allá lo aguardaban y que ahora forman parte de su “Consejo Asesor”. Los auténticos pares de Trump, los personajes con los que al plutócrata suele dialogar.
Bisnes son bisnes. Lo demás es política barata.
¿Y los Sentimientos de la Nación?
Ni modo… ya será para la otra.
¡Viva México!

El problema no es AMLO ni Trump, sino cómo aprovechar el TCL 2.0


Carlos Ramírez

 

Mientras casi la totalidad de los analistas y columnistas se ha desgastado en analizar la gira a EE UU sólo en los errores del presidente López Obrador en su relación con Donald Trump, casi nadie ha intentado analizar el tema central de las relaciones estratégicas de México con los EE UU que motivaron la visita: el Tratado de Comercio Libre reformado, sus exigencias políticas, sociales y sobre todo sistémicas y cómo la 4-T quedó rebasada y sin funcionalidad.

Si el motivo central del viaje presidencial a Washington fue agradecerle al presidente Trump los apoyos para el Tratado, cuando menos tres puntos mostraron que en realidad Palacio Nacional no tiene interés en el TCL 2.0: el colapso de las cadenas productivas mexicanas por el frenón económico que disminuirá más la decreciente participación de productos mexicanos en la exportación, la marginación de los verdaderos empresarios vinculados al Tratado porque no deslumbran con sus apellidos del nuevo bloque de poder y las reformas al sistema político priísta-morenista que tiene que hacer el gobierno mexicano actual para terminar con la estructura productiva como aparato de poder del presidencialismo autoritario.

La parte más importante ha sido el descuido gubernamental en el Tratado. Se desprotegieron cadenas productivas durante la pandemia, nunca se hizo un diagnóstico de las empresas mexicanas clave en el Tratado, la 4-T cometió el mismo error del gobierno de Salinas de Gortari que firmó el Tratado: nunca ha pensado en la presentación de un nuevo modelo de desarrollo industrial, agropecuario, tecnológico, científico y de desburocratización del sector exportador. Por tanto, el escenario de la 4-T será el mismo del ciclo económico salinista: promedio anual de 2% de PIB en los próximos años, ante una necesidad mínima de 4% y reconfiguración de México como denigrante economía maquiladora. Sin petróleo, el componente mexicano en los productos de exportación es de apenas 27%, contra 53% en 1993.

En un análisis de lo que falta por hacer, el especialista Arnulfo R. Gómez señala deficiencias: “no hay una estrategia de competitividad, de fomento, de promoción de las exportaciones, ni de inversión extranjera con programas, proyectos y políticas públicas realistas que incidan favorablemente en el desarrollo económico de México”. ¿La razón? A pesar de que el Tratado reformado con Trump generó muchas declaraciones, “la mayor parte de los funcionarios (mexicanos) encargados de diseñar la estrategia de comercio exterior son improvisados, burócratas habilitados como expertos en comercio exterior”.

En la frialdad de los hechos, el presidente López Obrador espera que en automático la ratificación de las reformas al Tratado --no fue un nuevo Tratado-- reactiven la actividad económica y aumenten el PIB a una meta de 4% promedio anual o más. Por ello llevó a su reunión con Trump a empresarios que nada tienen que ver con el Tratado --Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego y Emilio Azcárraga-- y haya desdeñado a empresarios que han catapultado exportaciones en tres ramos clave: aguacate, cerveza y refrigeradores.

Sin reconversión industrial, dinamismo agropecuario, seguridad en zonas sensibles a producción para el Tratado, sin una estrategia, programa y plan urgente de competitividad, programas educativos tecnológicos agresivos, sin institutos de investigación para la producción y sin una reorganización total del sector público para la exportación, el TCL 2.0 se le pudrirá a la 4-T.

El TCL 2.0 de Peña Nieto-AMLO no entendió el fracaso del TCL 1.0 de Salinas: potenciar el comercio exterior multiplicándolo por 10, pero logrando en los hechos un tercio de PIB promedio (2% promedio anual), contra el 6% de los años dorados del populismo 1934-1982. El enfoque neoliberal de Salinas llegó al Tratado sólo para la reconfiguración económica internacional del capitalismo y la subordinación de México a las necesidades de los EE UU y Canadá. De haber tenido un enfoque estratégico, en 1993 como ahora, los dos Tratados, debieron de haber fijado en el centro de sus negociaciones un nuevo modelo de desarrollo con crecientes grados de competitividad, y no entregar la economía a las grandes potencias.

Al final, el TCL 2.0 es el TCL 1.0… revolcado.

 

-0-

 

Política para dummies: Al fina, la economía es política pura.

 

http://indicadorpolitico.mx

indicadorpoliticomx@gmail.com

@carlosramirezh

 

---30---


Contracolumna AMLO Y LA MAFIA DEL PODER EN LA CASA BLANCA



JOSÉ MARTÍNEZ M.

Por la Casa Blanca pasan todos los representantes del Smart Money. Los barones del dinero sagaz. Los hombres que huelen y saben dónde está el dinero. Lo mismo ocurre en Palacio Nacional donde la crema y nata del dinero sagaz acude en pleno a las convocatorias del Presidente.
En su encuentro con Donald Trump, Obrador se hace acompañar por un séquito de los representantes del Smart Money. Los hombres que él nombró como los representantes de la Mafia del Poder y que ahora forman parte de su rimbombante “Consejo Asesor”.
Personajes de la vida pública que ahora se desenvuelven en las antesalas y los pasillos del poder como auténticos centauros: mitad político – mitad empresarios.
Hombres inconmensurablemente ricos y poderosos que acumularon sus fortunas al amparo del poder. Apellidos ilustres que nos recuerdan que donde hay dinero hay dinastía.
En el lenguaje político se le conoce como la “cargada” cuando acuden en tropel los grupos que apoyan las aspiraciones políticas de algún candidato. Y en Washington ahora están encabezados por el presidente Obrador los barones del dinero para refrendarle su apoyo a Trump, cuya aspiración es reelegirse por un nuevo periodo de cuatro años.
¿Pero quiénes son esos personajes del Smart Money que acompañan a Obrador?
Carlos Slim Helú, Ricardo Salinas Pliego, Bernardo Gómez, Carlos Hank González, Olegario Vázquez Aldair, Carlos Bremer, Francisco González Sánchez, Daniel Chávez, Miguel Rincón, Marcos Shabot y Patricia Armendáriz.
La mayoría de este grupo de conspicuos personajes forma parte de la ‘nomenklatura’ –al estilo de la desaparecida Unión Soviética– que rodea al presidente Obrador y lo “asesora” en materia de inversiones. Es la elite que mantiene enormes negocios dentro y fuera del país.
Algunos de ellos han estado bajo la lupa del gobierno de Estados Unidos por malos manejos como fraudes financieros, negocios inescrupulosos e incluso hasta vínculos con el mundo del narcotráfico.
Por ejemplo, Carlos Slim –quien ininterrumpidamente desde el gobierno de Salinas ha sido un interlocutor del gobierno mexicano ante los Estados Unidos– ha actuado como una especie de “embajador” financiero, por esa razón Slim ha sido señalado como un benefactor gracias a sus conexiones políticas. Los investigadores del MIT, Daron Acemoglu y de Harvard, James A. Robinson, en su libro Por qué fracasan los países, señalan que Slim “en los momentos en los que se ha aventurado a ir a Estados Unidos, no ha tenido éxito. En 1999, su grupo Carso adquirió la empresa de distribución de productos informáticos CompUSA. En aquel momento CompUSA había acordado una franquicia con una empresa llamada COC Services para vender sus productos en México. Slim inmediatamente rompió ese contrato con la intención de establecer su propia cadena de tiendas, evitando la competencia de COC. Sin embargo, COC demandó a CompUSA en un tribunal de Dallas. No hay amparos en Dallas, así que Slim perdió, y le impusieron una multa de 454 millones de dólares”. El mensaje fue que las empresas deben respetar las reglas de Estados Unidos si quieren participar en el mercado estadounidense. Así, que cuando Carlos Slim estuvo sometido a las instituciones de Estados Unidos, sus tácticas habituales para ganar dinero no funcionaron.
Slim se hizo inconmensurablemente rico en la economía mexicana en gran parte gracias a sus conexiones políticas. Por eso mantiene su relación con el gobierno de Obrador a pesar del fracaso del malogrado aeropuerto de Texcoco, donde Slim y otros inversionistas no perdieron ni un centavo porque fueron recompensados por el presidente Obrador.
Otro caso especial es el de Ricardo Salinas Pliego y su grupo empresarial, quien gracias a sus contactos políticos con el presidente Salinas se hizo de la concesión de la televisora del Ajusco e incluso recibió un préstamo de decenas de millones de dólares de parte de Raúl Salinas para financiar la compra.
Salinas Pliego, el más cercano de los empresarios al presidente Obrador, ha protagonizado escándalos sin precedente en Estados Unidos.
En 2005 la Comisión de Bolsa y Valores (U. S. Securities and Exchange Commission) lo puso bajo su lupa por un fraude de 109 millones de dólares y lo exhibieron como non grato en Wall Street.
Salinas Pliego se convirtió en uno de los primeros ejecutivos acusados bajo la ley conocida como Sarbanes-Oxley, promulgada en el contexto de los escándalos de fraude empresarial cometidos por Enron, Worldcom y otras empresas que provocaron una de las peores crisis en la historia del sector financiero. Salinas Pliego protagonizó el primer caso mayor en donde un abogado se apega a esa nueva ley y denuncia maniobras irregulares y cuestionables de su propio cliente empresarial. Todo estalló cuando los propios abogados estadunidenses de Tv Azteca del poderoso bufete Akin-Gump cuestionaron la maniobra financiera de Salinas Pliego ante directivos de Tv Azteca, que amenazaron con informar a la SEC y luego renunciaron como consejeros legales de la empresa a fines de 2003. Cuando esta noticia fue divulgada por The New York Times resultó en una demanda civil por inversionistas minoritarios y nutrió la investigación de la SEC. Además de Salinas Pliego, la SEC demandó a Pedro Padilla Longoria, director de Tv Azteca, y a Luis J. Echarte Fernández, presidente de Azteca América y director financiero de Grupo Salinas.
En México, Salinas Pliego ha ocupado espacios en los medios por sus escándalos. Por ejemplo, documentos consultados por Proceso muestran que Salinas Pliego participó en la oscura trama de la venta de Grupo Fertinal, pero no sólo como acreedor, como ya se sabe. Mediante una complicada madeja de empresas fachada y testaferros, el magnate del Ajusco se hizo socio de la compañía de fertilizantes comprada por Pemex el sexenio pasado y fue uno de los principales promotores y beneficiarios de esa operación de compra-venta. Salinas Pliego siempre negó ser socio de Fertinal. Se limitó a reconocer que entre 2008 y 2015 Banco Azteca y Arrendadora Internacional Azteca –del Grupo Salinas– prestaron 406 millones de dólares a la empresa. A cambio, se quedaron con todos los bienes y las acciones de Covarrubias en prenda y se convirtieron en la “tesorería” de Fertinal, según los documentos consultados.
Carlos Bremer, comprador de la mansión del chino Zhenli Ye Gon, rematada en una subasta, es uno de los consentidos del presidente Obrador. Bremer de la Casa de Bolsa Value SA, una casa de corretaje en Monterrey, fue denunciado por manejar indebidamente decenas de millones de dólares en un fondo fiduciario administrado por Value, que fue invertido en papeles rusos. También su compañía obtuvo ganancias cobrando comisiones en las emisiones de certificados bursátiles y en la compra de bonos que contribuyeron al quebranto del fondo de pensiones del Isssteleón.
Bremer es cercano a los Clinton (Bill y Hillary), patrocinador de sus campañas políticas y fue él quien presentó a Carlos Slim con los Clinton.
Bernardo Gómez vicepresidente de Televisa ha actuado como un lobbista tanto en Estados Unidos como en México a favor de los intereses del consorcio mediático y es el interlocutor de Obrador con el yerno de Trump, Jared Kushner. El Grupo Televisa es el mayor beneficiario de la publicidad del gobierno de Obrador y en Estados Unidos distribuye sus contenidos a través de Univisión.
Televisa ha sido un instrumento de control político que se ha dado el lujo de poner y quitar presidentes. Obrador lo sabe y corresponde a los intereses de Televisa, donde ahora el tabasqueño es una estrella más.
En la lista de los acompañantes de Obrador en su visita a la Casa Blanca destaca su compadre Miguel Rincón, quien es el mayor fabricante de papel y productos de papel en México y América Latina y quien mantiene negocios con el gobierno de la cuarta transformación.
Destacan los empresarios de medios Olegario Vázquez Aldir cuyo clan se enriqueció inconmensurablemente al amparo del gobierno de Vicente Fox, también sobresale el presidente del grupo Multimedios Francisco González Sánchez quien opera a favor del gobierno de Obrador a cambio de canonjías y prebendas.
Pero el caso más cuestionable es el de Carlos Hank González, nieto del Profesor e hijo de Carlos Hank Rhon, cuya familia fue puesta bajo la lupa del gobierno de Estados Unidos por presuntos vínculos con el narcotráfico.
Anexamos aparte de este texto, la investigación del gobierno de Estados Unidos sobre los Hank en la denominada “Operación Tigre Blanco”.

martes, 7 de julio de 2020

AMLO-Trump: no computadoras en Secretaria de Economía, metáfora TCL



Carlos Ramírez

 

Firmado y ratificado por los congresos legislativos de los dos países, el Tratado de Comercio Libre 2.0, con una lista muy estricta de exigencias estadunidenses y sin un nuevo modelo de desarrollo mexicano, el presidente López Obrador se reunirá con el presidente Donald Trump para agradecerle su apoyo en la revalidación del acuerdo comercial.

Sin embargo, la diplomacia no logrará ocultar el trasfondo de los efectos sociales y políticos del Tratado en el sistema político/régimen de gobierno/Estado constitucional mexicano. Las reformas comerciales impulsadas por Trump van a obligar al Estado mexicano a salirse del control y la conducción de las relaciones sociales, van a darle a los empresarios mayores libertades productivas que lo alejarán del autoritarismo del Estado y acotarán las funciones reforzadas el presidencialismo mexicano.

Dentro del TCL 2.0 no deben caer las recientes decisiones mexicanas de desplazar a inversionistas extranjeros para recuperar la participación del Estado en la economía productiva, sobre todo en el sector energético. Tampoco el nuevo TCL considera seguir arrastrando el viejo modelo sindical de control político de los trabajadores y los objetivos de los líderes sindicales de tener sus cuotas legislativas de poder. Y la parte más compleja deberá ser la desregulación de la economía para disminuir las restricciones del Estado, lo que tendría que llevar a una mayor autonomía relativa económica, productiva y sobre todo política de los empresarios.

Los gobiernos de Bush Sr., Clinton, Bush Jr. y Obama fueron muy tolerantes con la participación de México en el Tratado en función de su sistema/régimen/Estado de tipo priísta, es decir, de control presidencial de la economía estatizada. El primer aviso de Trump llegó por la vía del embajador estadunidense Christopher Landau y su queja de que no se pueden cambiar las reglas económicas vigentes. El embajador no lo dijo, pero en sus palabras quedó el mensaje cifrado: el Estado mexicano no puede regresar a la economía productiva,

El problema del modelo lopezobradorista de regreso del Estado al protagonismo económico no es el estatismo en sí o el discurso ideológico antineoliberal, sino que lo malo se localiza en el hecho de que el Estado mexicano carece del dinamismo, de capacidad tecnológica y de dinero para desplazar a grupos privados. Lo que vio el embajador Landau es que el Estado es parte de la producción y juez de las regulaciones.

Si el Estado mexicano quiere regresar a su papel dominante en la economía productiva, tendría que jugar sin ventajas. Sobre todo, necesitaría enormes cantidades de dinero para desarrollar tecnologías, capacitaciones e investigación científica para la competencia en innovaciones con las empresas privadas. Las empresas publicas se hundieron en la escasa competitividad porque su ineficacia fue tapada con subsidios y, al final, ni dieron fondos al Estado y si succionaron presupuesto.

El Tratado salinista desarticuló las alianzas sociales del Estado y la liberación de fuerzas llevó a la derrota del PRI en el 2000. Peña recuperó la presidencia para el PRI con un programa de modernización sectorial que perdió el rumbo y no quiso deshacerse de lo viejo. Ahora el modelo posneoliberal lopezobradorista quiere reconsolidar al Estado regresándolo a algunas áreas productivas que requieren de más fondos de los que tiene todo el presupuesto federal. Ahí naufragará el modelo posneoliberal: carece de financiamiento para el regreso del Estado a la economía productiva, de fuerza competitiva en tecnología y ciencia y sus viejas clases sociales --campesinos, obreros, clases profesionales, grupos populares-- no saben a dónde dirigirse.

El mensaje contradictorio sobre el desafío del TCL 2.0 y la incapacidad del Estado para competir con el sector privado en la producción ocurrió en la Secretaría de Economía, la dependencia encargada del modelo de desarrollo, de la planta industrial y de la competitividad: por decisión de austeridad se le quitaron computadoras al 75% de los empleados y ahora tendrán que trabajar con lápiz y papel, mientras las empresas privadas han invertido capital en inteligencia artificial y desarrollo tecnológico.

La imagen de Economía será las del Tratado 2.0: el regreso a la edad de piedra de la economía con lápiz y papel.

 

-0-

 

Política para dummies: La política hoy es cibernética.

 

http://indicadorpolitico.mx

indicadorpoliticomx@gmail.com

@carlosramirezh

 

---30---


Contracolumna BON VOYAGE, SEÑOR PRESIDENTE QUE DIOS LOS AGARRE CONFESADOS



JOSÉ MARTÍNEZ M.

Los mexicanos y estadounidenses tenemos visiones distintas. Posiciones encontradas. Ello explica en buena medida la reunión entre los presidentes Trump y Obrador. Al final tenemos dos lecturas diferentes del delirante encuentro.
En su momento Trump se hizo del poder de manera abrumadora, lo mismo ocurrió con Obrador al arrasar en los pasados comicios.
En su juventud, cuando Barack Obama era un brillante estudiante de Harvard se deshacía en elogios a Donald Trump. El magnate tuvo la habilidad de seducir a millones de estadounidenses, como lo hizo con Obama quien en esa época, a la edad de 29 años, escribió un texto memorable “Race and Rights Rhetoric” en el que ponderaba las virtudes del republicano: “Puedo no ser aun Donald Trump, pero aguarden, si no lo logro yo, lo lograrán mis hijos”.
Ocurre que el liderazgo de Trump se ha ido opacando en el transcurso de los años en la Casa Blanca por sus escándalos y su particular manera de entender el mundo. Trump en sus años de éxito empresarial atraía lo mismo a republicanos que demócratas. Era simplemente un ícono del sueño americano. No obstante sus tropezones aún hay muchos que siguen confiando en él a pesar de que su estrella se ha ido apagando.
Por ahora las encuestas lo desfavorecen. Pero tenía razón el formidable escritor Mark Twain quien con su agudo sentido del humor solía decir que en el mundo existen tres grandes mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las encuestas o estadísticas.
En su pasada campaña los medios daban por muerto a Trump y la mayoría se inclinaba por Hilary Clinton. El único periódico que acertó en sus predicciones fue el periódico Los Angeles Times.
Obrador en cambio sedujo a las masas con un discurso antigobiernista y lidió contra los grandes consorcios mediáticos, después de haber sufrido los obstáculos del llamado “cerco” informativo. Obrador terminó por doblegar a los principales medios con el manejo millonario de la publicidad, especialmente la televisión que terminaron por convertirse en sus principales aliados.
Esperemos que uno de los acompañantes, el vicepresidente de Televisa Bernardo Gómez, acostumbrado a rendir caravanas y pleitesía, como aquel beso en la mano de Marta Sahagún, no vaya a querer besar la mano de Trump.
Ahora representantes de esos grupos fácticos lo acompañan en su viaje por Washington. Lo malo es que a pesar de los intereses que representan no tienen la fuerza de un interlocutor con el peso de Carlos Slim quien al menos durante 30 largos años fue el comodín –vaya, la carta fuerte de los gobiernos en turno, desde Salinas hasta Peña Nieto– a tal grado de que fue el único que dio la cara cuando Trump avasalló en las elecciones y se constituía en una amenaza para México. Fue entonces que Slim citó a la famosa conferencia donde refirió que Trump “no es Terminator, es Negociator”, ayudando así, de alguna manera, a distender las relaciones del gobierno de Peña con el arribo del republicano a la Casa Blanca.
En buena medida, la percepción mexicana de que los demócratas estadounidenses son mejores aliados de México, es una visión falsa. A nuestro país siempre le ha ido muy mal con los gobiernos demócratas. En apariencia Obama fue un buen amigo de México, pero en los hechos fue inflexible en muchos aspectos, tanto en el tema de migración como en el de la seguridad nacional por el asunto de las drogas.
Como sea, pero el encuentro entre Obrador y Trump ha encendido los focos rojos en los círculos críticos del poder y ha exacerbado el nacionalismo ramplón de amplios sectores sociales.
Eso no obsta para señalar los imponderables de este polémico encuentro como lo es la ausencia de una verdadera estrategia de seguridad nacional en las relaciones bilaterales. La agenda de la reunión se circunscribe al tema del nuevo acuerdo comercial (T-MEC), según se informó, aunque existen varios asuntos básicos y prioritarios en la relación, como son los asuntos de migración que incluye el muro fronterizo, los dreamers, el combate a la drogas y los cárteles que se han expandido al territorio estadounidense, y los que abarca el comercio, cuya balanza favorece a nuestro país, además de las inversiones.
Lo peor que nos podía pasar es el manejo personalísimo de la diplomacia que está haciendo de una manera desaseada el presidente Obrador. No es posible que el Senado de la República sobre cuyas facultades recae la política exterior, independientemente de los oficios de la Cancillería, no hayan advertido al Ejecutivo de los riesgos imponderables de la vista en el contexto de las campañas presidenciales en Estados Unidos.
La última vez que el Senado prohibió un viaje presidencial, ocurrió con Vicente Fox cuando en abril de 2002 el presidente pretendía visitar Estados Unidos y Canadá, por considerar que el viaje tenía más un carácter más privado que oficial. Y los legisladores de la Cámara Alta le repitieron la misma dosis a Fox en noviembre de 2006 con el impedimento de otro viaje a Australia y Vietnam.
Como Fox, Obrador está siguiendo sus mismos pasos. Los yerros diplomáticos del guanajuatense hoy forman parte del anecdotario pero causaron un grave daño al prestigio de nuestra diplomacia. Lo mismo ocurre con Obrador quien no atendió a las recomendaciones de los expertos y de diplomáticos experimentados, incluso de su mismo partido como Porfirio Muñoz Ledo, quienes advirtieron de los riesgos políticos de la visita que indudablemente se inclina en favorecer la campaña de Trump.
Lo significativo, son también los acompañantes de Obrador en esta aventura. Empresarios muy desprestigiados a los que él mismo acusaba de pertenecer a la “mafia del poder” y que ahora la cuarta transformación ha “purificado”. Y colaboradores pusilánimes como Marcela Ebrard y Alfonso Romo que sólo velan por sus intereses y que no se atreven a decir No a un político aldeano que no tiene ni la más remota idea de cómo funciona el mundo.
Un presidente con el “síndrome del jamaicón” que antes de emprender el viaje invitó a disfrutar de una buena “guajolota”, una torta de tamal y su infaltable atole, para llegar bien fortalecido a su histórico encuentro. Eso ya lo sabían los empresarios que lo acompañan y que en la cena de la venta de boletos para la rifa del avión sin avión se empacaron sus tamales de chipilín y su champurrado de chocolate.
Nos resta solo dedicarle unas palabras a nuestro ilustre personaje: “Bon Voyage”, señor presidente… y que Dios los agarre confesados.

Contracolumna • CANDIL DE LA CALLE… • EL DOMADOR DOMADO


JOSÉ MARTÍNEZ M.

Mientras México entró a la lista negra de los cinco países más mortíferos por el coronavirus con más de 31 mil fallecidos, el presidente Obrador prepara sus maletas para su alucinante encuentro con Donald Trump, el gobernante de la nación con más víctimas en el mundo por la pandemia (más de 130 mil muertos y cerca de 3 millones de contagios).
Además del maltrato a su investidura por no otorgarle el estatus de visitante distinguido, Obrador está obligado a someterse a los protocolos de la Casa Blanca, tanto por disposiciones de las autoridades de salud de ese país como por el Servicio Secreto.
Candil de la calle, oscuridad de su casa, Obrador tendrá que presentar un certificado médico como constancia de estar libre del covid -19, además de cumplir con las prerrogativas de las aerolíneas de vuelos comerciales, de las autoridades de inmigración, de salud y de seguridad nacional de Estados Unidos.
Obrador, para quien el uso de cubrebocas es una humillación, tendrá que acatar las reglas de sus anfitriones.
En México, Obrador rompió con la disciplina interna del gobierno, pasó por encima de los protocolos del Consejo de Salubridad General y politizó la pandemia, la que, según él, le “cayó como anillo al dedo”. Lo mismo ha hecho Trump quien consideró al coronavirus como una “farsa” exagerada por los demócratas “para perjudicarlo”.
En el peor de los ridículos y sin ningún fundamento científico, Gatell elevó a los altares al presidente Obrador al calificarlo como “una fuerza moral” que no representa riesgo de contagio ante la pandemia.
A partir de los últimos días de febrero y durante un lapso de 127 días consecutivos (hasta el domingo 5 de julio), a la vista de todo el país atestiguamos un espectáculo –no se le puede llamar de otra manera– donde con afeites y maquillajes el vocero Hugo López Gatell hizo una manipulación de la información referente a la crisis sanitaria. Convirtió en un circo las conferencias.
Desde entonces la población de todo el país se mantuvo en vilo. En todo ese tiempo Obrador estuvo literalmente en el limbo (entre la vida y el infierno). Entre ocurrencias y altanerías contra los medios de comunicación que han dado cuenta de la tragedia, el Presidente veía impasible cómo se le deshacía el país entre las manos.
Con una economía maltrecha, atemperada por la desconfianza de los inversionistas, y un endeble sistema de salud, el presidente Obrador resintió un golpe duro a su egocentrismo. No obstante, se empecinó en asumirse como el “salvador de la patria”, a pesar de que sus malas decisiones tanto sanitarias como económicas que terminaron por hundir más al país.
Delirante Obrador sigue insistiendo en un discurso triunfalista como si no hubiera pasado nada. En la misma sintonía se ha mantenido el vocero López Gatell, ocultando datos y cifras sobre los efectos de la pandemia hasta llegar el pasado domingo 5 de julio a “cambiar” su “modelo” de “comunicación” para la narrativa de la crisis sanitaria. Pero eso fue solo un decir, porque siguen la misma línea de su cantaleta donde reina la confusión como una canción burlesca donde ya todos nos sabemos la tonada. Un supuesto cambio de “estrategia” para eludir responsabilidades y cuestionamientos.
Está claro que Gatell es la personificación de la fábula de El burro y la flauta, de Tito Monterroso.
Con un historial de fracasos por la crisis sanitaria del H1N1 en 2009 –que costó la vida a más de mil personas y más de 70 mil víctimas de neumonomía–, Gatell fue designado por Obrador como el flautista de su orquesta.
“No estás solo… No estás sólo”, en el peor de los colmos Obrador ofreció su respaldo a Gatell.
Con descaro y sin el menor rubor Gatell se atrevió a señalar ante una “comparecencia virtual” ante un grupo de senadores que “México, y ningún país, del mundo, sabe cuántos casos positivos de coronavirus tienen”.
Lo cierto es que expertos del más alto nivel de México y de prestigiosas instituciones académicas y científicas del extranjero han cuestionado el “modelo” y la información derivada de éste sobre los números reales de las víctimas de la pandemia que pueden representar hasta tres veces más que las “estadísticas oficiales”.
En esas circunstancias el presidente Obrador emprenderá su viaje a Washington y tendrá que tragar sapos sin hacer gestos para su encuentro con Trump.
Desde el pasado mes de marzo por disposición del Servicio Secreto todo aquel que visite la Casa Blanca deberá acatar, sin excepción, las disposiciones sanitarias que representen una amenaza que infecte al presidente Trump y a su personal más cercano. Incluye las visitas de jefes de Estado que deberán informar qué países han visitado en los últimos 30 días.
Un equipo dirigido por Tony Ornato, subjefe de personal de operaciones de la Casa Blanca, se encarga del monitoreo y evaluación de los protocolos. En la residencia oficial por recomendación del Centro de Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) se han instalado estaciones de desinfección para lavado de manos y controles de temperatura para todos los visitantes.
Por disposición del Consejo de Seguridad nacional, Obrador tendrá que responder a un cuestionario de riesgo de salud completo ante inmigración al momento de su llegada.
Además, antes y durante el vuelo en que el viajará Obrador, irán encubiertos agentes del Servicio Secreto que reportarán a su alto mando sobre el comportamiento de los invitados a la Casa Blanca respecto a si usaron o no mascarillas en las terminales y durante el vuelo, pues nadie gozará de privilegios si tiene un encuentro con el presidente Trump.
López Obrador aceptó sin tapujos las “sugerencias” (por decir amablemente de alguna manera a las exigencias de la Casa Blanca).
“No me niego, vamos a cumplir con todos los protocolos”, respondió Obrador a los cuestionamientos de los medios.
Ante Trump, Obrador ha perdido su arrogancia, lo cual contrasta con su comportamiento irreverente en México ante las disposiciones sanitarias. Giras y besos por aquí y por allá sin que nadie se lo impida, mientras Gatell se comporta como una marioneta del Presidente.
En México Obrador es la “fuerza moral”, en Estados Unidos es como un pelele, un muñeco de trapo, un político que se muestra ante Trump como una persona débil, de poco carácter que se deja manejar fácilmente.
Y Obrador que presumía de haber domado a la pandemia, ¡Zas! terminó por ser domado por Trump.
Así o más claro.

AMLO-EU: del nacionalismo defensivo al pragmatismo sin agenda estratégica

Carlos Ramírez

 

El error en el análisis sobre la reunión del presidente López Obrador con el presidente Donald Trump no radica en lo obvio: el uso que le dará el anfitrión dentro de su campaña electoral. Lo más importante radica en el hecho de que por primera vez México carece de una agenda estratégica con los EE UU.

La falta de esa agenda estratégica y la laguna de enfoque geopolítico en la diplomacia tribal del canciller Marcelo Ebrard Casaubón llevaron al error de pedir el apoyo de Trump en la pandemia --ventiladores--, cuando la agenda estratégica exigía una sana distancia del imperios ante la agenda real: migración, la Guardia Nacional resguardando los intereses de Washington en las fronteras mexicanas, la falta de iniciativas en las correcciones del Tratado de Comercio, el intervencionismo de las agencias de inteligencia y seguridad nacional en el narco en México y las presiones para mantener negocios dentro del Tratado.

En los más de doscientos años de relaciones bilaterales --primero como posición española y luego como república--, México definió sus relaciones con la Casa Blanca con tres principios: el conflicto histórico por la perdida de la mitad del territorio en la invasión de 1847, la vecindad imperial basada en la frontera estadunidense con el sur latinoamericano en el Suchiate y no en el Bravo y la desconfianza.

México pasó del nacionalismo activo hasta principios del Siglo XX al nacionalismo defensivo --concepto de Lorenzo Meyer-- y de ahí saltó el entreguismo totalizador que exigió el Tratado de Comercio libre firmado por el presidente Carlos Salinas de Gortari en 1993 y ratificado en sus términos formales --comercio-- y en sus términos estratégicos --geopolítica del imperialismo estadunidense-- por los presidentes Enrique Peña Nieto y López Obrador.

El Tratado en sus dos versiones --el firmado por Bush-Clinton y el revisado por Peña-López Obrador-- se basó en el Memorándum (Proceso 758) del embajador estadunidenses en México en 1991 John Dimitri Negroponte --el más poderoso jefe de los servicios de inteligencia y seguridad nacional de la Casa Blanca--, en el que se fijó el parámetro estratégico del comercio como eje de la dominación imperial:

Desde una perspectiva de política exterior, un TCL institucionalizaría la aceptación de una orientación norteamericana en las relaciones exteriores de México”.

Y así fue. El sometimiento de la histórica política exterior mexicana con principios estratégicos de seguridad nacional en función de los intereses mexicanos se enterró a finales de 1989, iniciadas ya las negociaciones del Tratado, con el apoyo de México a la invasión de los EE UU de Panamá para arrestar al jefe del ejército panameño --paradójicamente agente de la CIA durante el año en que George Bush Sr. dirigió la agencia--, violando la soberanía panameña.

El Tratado que rige la totalidad de las relaciones bilaterales --en lo económico y en seguridad nacional-- se firmó en función de las propuestas de la Comisión Binacional México-EE UU que concluyó en 1987 que México debería cambiar sus enfoques históricos y educativos sobre los EE UU desde la educación. Los gobiernos de De la Madrid y Salinas cumplieron con esa recomendación.

Y ha querido la realidad exhibir el desdén estadunidense a los enfoques de vecindad del Tratado con una política migratoria militarizada, agresiva y racista que México, hasta ahora, no se ha atrevido a condenar. En plena revisión del Tratado Trump se dedicó a insultar, criminalizar y deportar a mexicanos sólo por consideraciones sociales, sin que los gobiernos de Peña Nieto y López Obrador pudieran o quisieran impedirlo o cuando menos disminuir su agresividad.

El Tratado salinista anuló la agenda estratégica de la política exterior mexicana y el gobierno de Trump ha definido la suya con criterios racistas, de explotación de recursos y de desdén.

El nuevo gobierno del presidente López Obrador y del canciller Ebrard debió de haberle dado prioridad a la definición de su agenda estratégica con los EE UU, inclusive sin agresividad ni confrontación, pero sí con la ratificación de los principios históricos reales de la diplomacia de colaboración-resistencia-defensiva.

Esta semana, sin esa agenda estratégica mexicana, se dará la reunión de López Obrador con Trump.

 

-0-

 

Política para dummies: La política es la estrategia de defensa ante las agresiones de adversarios y conquistadores.

 

http://indicadorpolitico.mx

indicadorpoliticomx@gmail.com

@carlosramirezh

 

---30---