domingo, 11 de octubre de 2020

Morena: lo que dijo que sería, lo que no fue, lo que no le dejaron ser

 





Carlos Ramírez

 

Cuando el candidato Andrés Manuel López Obrador se hartó del maniobrerismo del PRD de Los Chuchos, su iniciativa fue crear un partido que cumpliera con tres objetivos: organizar a la sociedad marginada, construir un movimiento de movimientos sociales y ser un partido de izquierda. Un grupo de científicos sociales trabajó para Morena un proyecto alternativo de nación, pero luego de terminarlo fue desplazado por los dogmáticos y echado del parido.

Los diseñadores de ese programa de izquierda no eran arribistas, ni ex priístas, ni excomunistas burocratizados de la tumba egipcia del Partido Comunista Mexicano, sino especialistas en ciencias sociales que habían trabajado en las universidades una línea crítica al neoliberalismo salinista. El documento Plataforma Electoral 2015 quedó en el olvido, los redactores fueron marginados del nuevo partido y hoy la dirección política de Morena se disputa entre el diazordacista-echeverrista-lopezportillista-priísta Porfirio Muñoz Ledo, el neomorenista disciplinado Mario Delgado y la exempresaria desideologizada Yeidckol Polevnsky.

Uno de los pivotes del grupo redactor de la Plataforma como parte del Consejo Consultivo de Morena fue Julio Boltvinik, especialista en estudios científicos sobre la pobreza y redactor desde hace años de la columna Economía Moral los viernes en La Jornada. En las últimas semanas Boltvinik ha reactivado la revisión de esa Plataforma (disponible en http://www.julioboltvinik.org/wp-content/uploads/DOCUMENTO/MORENA/Plataforma_Electoral_MORENA_version_enero_2015.pdf) para convocar a la construcción de una verdadera alternativa al modelo económico actual que no ha podido romper --a lo mejor porque no ha encontrado con verdaderas opciones-- con el pasado populista y neoliberal histórico que viene desde la Constitución de 1824. En suma, se trataría de definir el camino de la izquierda en materia de un nuevo modelo de desarrollo, una nueva política económica y un nuevo Estado social.

Morena sería, en este sentido, la última oportunidad ya no para derrotar al PRI que agoniza entre el neoliberalismo salinista y el pragmatismo de José Murat Casab como verdadero líder del tricolor, sino para construir una opción de izquierda posneoliberal. La propuesta se basa en dos piezas fundamentales: democracia real o plena y propuesta de un pacto social y una nueva forma de combatir la inseguridad sin el apoyo de las fuerzas militares. Es decir, convertir la victoria de 2018 es un verdadero punto de inflexión o de ruptura con el viejo régimen que no ha muerto y que sigue prevaleciendo no sólo en la burocracia que ya se pasó a Morena, sino en el pensamiento político histórico que se sale del determinismo de las tres transformaciones anteriores.

El camino debiera comenzar con la descolocación de Morena de los espacios institucionales prevalecientes que lo someten a las reglas del juego institucional prianista y crear nuevos parámetros político-sociales. No se trata de mejorar lo existente, sino de construir una nueva propuesta republicana.

Morena, sin embargo, se ha desviado hacia el pragmatismo como movimiento de élites y no un partido programático e ideológico de izquierda. La nueva dirección del partido podría definir a Morena como un PRI revolcado.

 

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EE. UU.: a 23 días de las elecciones. Toda la maquinaria de poder del establishment estadunidense va contra Trump, porque la líder demócrata Nancy Pelosi mostró que el presidente sigue vivo en las elecciones y por eso quiere destituirlo aplicando la enmienda 25 para declararlo incompetente con la firma de la mayoría del gabinete. Pese a la andanada de la prensa que apoya de manera pública y en sus editoriales a Joe Biden, el saldo del debate entre vicepresidentes le falló a la demócrata Kamala Harris. El eje central de la campaña de Biden estará en el manejo del COVID desde la Casa Blanca, pero sin dinamizarse en la sociedad.

 

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sábado, 10 de octubre de 2020

Contracolumna • RÉQUIEM POR ABRAHAM GARCÍA IBARRA • COVID, POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS


JOSÉ MARTÍNEZ M.

Para Elva Elena Gárate y sus hijos, con mis sinceras condolencias por irreparable pérdida

Abraham García Ibarra fue un periodista combativo. Todavía en el estertor de la muerte asumió su destino fatal con lucidez. Se despidió de Mouris Solloum George –su entrañable compañero de batallas periodísticas en los últimos cuatro lustros– con un hasta luego, que sonaba más a una despedida fúnebre. Apenas hace cinco años Mouris y la directiva del Club de Periodistas de México le rindieron un homenaje por su larga trayectoria en su quehacer profesional que consistió en una medalla de oro macizo de 18 quilates. Varios compañeros del club hicieron una aportación voluntaria. Fue una manera de expresar el cariño por su viejo maestro que aún seguía trabajando con la pasión de un toro bravo a pesar de haber sufrido un infarto que lo puso en la antesala de la muerte. Ahora le tocó perder ante la parca como otras decenas de miles de mexicanos víctimas del Covid.
Convaleciente también por la pandemia, que lo puso al borde de la muerte, Mouris no pudo despedirse personalmente de Abraham porque también convalecía de Covid. Lo hizo por la vía telefónica. Después de dos meses de estar aislado de la familia y de trabajar en pleno confinamiento, atado a un aparato de oxígeno, Mouris apenas fue dado de alta este fin de semana. La libró. Estuve al tanto de la salud de Mouris cuando apenas había sido infectado por el coronavirus y se jugaba la vida en esa especie de ruleta rusa. Con dolor nos reímos de algunas anécdotas de Abraham quien seguía los sabios consejos de Renato Leduc, “un periodista que no huele a aliento alcohólico… es como una rosa sin aroma”.
Parece que fue ayer.
El año pasado Abraham estaba por cumplir 80 años el 23 de octubre. Días antes un grupo de amigos nos reunimos a desayunar en el Club France de la Ciudad de México. Al final nos quedamos en la sobremesa César Garizurieta Vega y yo. César me invitó a continuar la charla en su casa en la colonia Del Valle, bebimos unas copas de vino tinto y repasamos algunos apuntes de su padre César Garizurieta Erenzweig, mejor conocido por el sobrenombre del “Tlacuache”, un político y diplomático que además fue periodista y escritor y muy amigo del presidente Adolfo Ruiz Cortines, del que fue consejero.
El Tlacuache acuñó una frase que lo hizo célebre para su infortunio: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”. Una expresión mal interpretada que derivó en un arbitrario estigma para su autor, y que en décadas no ha sido nada sencillo desenredar el equívoco.
En fin. En la charla Garizurieta hijo, nombró a varios amigos comunes. Así mencionó el de Abraham García Ibarra, a quien yo conocí en mis incipiente tiempo de reportero. Así nació nuestra amistad.
Garizurieta es abogado como su padre. Pertenece a la Sociedad Mexicana de Geografía e Historia y amigo de periodistas. Me propuso hacer un convivio para festejar a Abraham García Ibarra e invitó a varios colegas. Acordamos que no fueran más de cinco para poder charlar, propuse que la reunión se efectuara en mi casa. Garizurieta corrió las invitaciones y yo las reforcé personalmente. El día de la celebración todo estaba en punto. El menú y los tragos. A la mera hora nadie llegó. Mi familia y un amigo que se comunicó de última hora conmigo fue invitado de último momento. Vi a Abraham muy triste. Lo apapachamos y él se dejó querer. Partió un pastel, que ni siquiera probó y la comida, nada más picó. Bebió tequila tras tequila, lo acompañé hasta quedar exhautos. La memoria de Abraham era prodigiosa. Recordaba detalles con precisión de muchos temas. Con el cansancio y los lingotazos de alcohol se puso nostálgico rememorando viejos tiempos de su natal Sinaloa. Hablamos de Mazatlán y de Culiacán, donde yo viví durante un año cuando Miguel Ángel Félix Gallardo había dejado de ser el jefe de jefes y surgían los nuevos líderes del cártel de Sinaloa, entonces el Chapo daba sus primeros pasos decisivos que lo iban a llevar con el tiempo a la cumbre del narco, acumulando dinero y prestigio como mafioso. Una celebridad en el mundo del crimen.
Cuando yo nací, Abraham García Ibarra ya había pasado su primera prueba de fuego en el periodismo, oficio en el que se inició a los 15 años como asistente de linotipos y al poco tiempo se estrenaba como reportero en el periódico El Sol del Pacífico, en su natal Mazatlán. A lo largo de 65 años colaboró en los más diversos medios tanto electrónicos como impresos tanto en Sinaloa como en la capital del país.
En los últimos 20 años colaboró en las tareas del Club de Periodistas donde estuvo a cargo de la política editorial de la revista Voces del Periodista hasta el momento en que sufrió un infarto que lo puso con un pie en las garras de la muerte. Fue la mano derecha de Mouris Solloum en muchas de las tareas del club.
Abraham gozaba de la vida, decía que la mejor etapa de su vida como periodista había sido en el Club. Sin duda, ahí formó a varias generaciones de periodistas de todo el país que acudían a su ayuda. Se convirtió en el Maestro.
Me duele su muerte como las de otros colegas y decenas de miles de compatriotas más, que perdieron la vida a consecuencia de la pandemia.
En la mesa de mi casa siempre habrá un lugar para Abraham a quien conocí en la plenitud de su vida y al que ya viejo fue abandonado por algunos de sus amigos en los que él confiaba. Me duele su muerte como le duele a su familia, de la que eran parte Mouris y Celeste a quienes entregó un cachito de su vida.
Hoy doblan las campanas por Abraham y decenas de miles más en esta guerra perdida frente al Covid.

viernes, 9 de octubre de 2020

Contracolumna • EN RECUERDO DE RENÉ AVILÉS • EL LEGADO DE SU MAESTRAZGO


JOSÉ MARTÍNEZ M.


Para Rosario Casco con mucho cariño.

Hoy se cumplen cuatro años de la partida de mi querido Capitán Lujuria, mejor conocido como el Águila Negra. En noviembre próximo cumpliría 80 años.
Un artesano insomne que siempre se levantaba de madrugada para sentarse a trabajar, primero ante el teclado de una máquina de escribir, después lo haría ante la pantalla de una computadora para contar alguna historia o redactar algún artículo periodístico. Esa sería la tarea de todos los días de su vida desde su adolescencia. Un escribidor.
René Avilés Fabila nació para ser periodista y escritor. Su maestrazgo cubrió el horizonte de su fructífera existencia. En su larga trayectoria universitaria formó innumerables generaciones de periodistas y cobijó bajo su sombra a jóvenes escritores.
Un día de 1974 pasó por las aulas de la preparatoria número 2 donde concluía mis estudios preuniversitarios y con su presencia y agudo sentido del humor nos iluminó. René era un joven escritor que había cimbrado a la clase intelectual con su novela Los Juegos en 1967 y luego refrendaría su espíritu crítico en 1970 con su libro El gran solitario de Palacio sobre el movimiento estudiantil de 1968.
En aquella ocasión René nos habló de la obra de Jaime Torres Bodet, quien fuera uno de los conspicuos miembros del grupo de Los Contemporáneos y quien apenas en mayo de ese año se había suicidado ante el sopor del cáncer que padecía y con el que aprendió a convivir por más de tres lustros.
En buena medida mi incursión en el periodismo se la debo a René y a Marco Aurelio Carballo quienes me enseñaron algunos trucos y me advirtieron de los gajes del oficio, además de disfrutar de la amistad de ambos hasta el final de su existencia, relación que se afianzó a partir de mis primeros pasos como periodista.
René había publicado algunos cuentos y ensayos antes de su primera novela Los Juegos en 1967, una semana antes de cumplir los 27 años.
Emmanuel Carballo fue el que aceleró al editor Rafael Giménez Siles para que René escribiera y publicara su primera novela. René escribió un texto satírico de los personajes más emblemáticos de la cultura nacional. Al leerla, los editores la rechazaron. Ante la censura René se aferró a publicarla. Lo hizo con el poco dinero que tenía y con la ayuda de sus amigos. La publicación de la novela resultó un escándalo, desde entonces se convirtió en un personaje incómodo para la mafia de los intelectuales. El rencor de los afectados lo persiguieron hasta el final de sus días, cosa que a él jamás le incomodó, pues a cambio gozó a plenitud de su libertad de creación y su independencia intelectual.
En los últimos años de su vida disfrutó de innumerables homenajes, entre ellos, un doctorado universitario y la medalla Bellas Artes por su prolífica trayectoria.
Muchos de sus amigos nos concentramos en El Buho y en su fundación que lleva su nombre, invariablemente nuestras reuniones acaban en borracheras. Recuerdo, entre muchas, una comida en su cosa con La China Mendoza y el pintor Guillermo Ceniceros, cenas con el escultor Sebastián y el pintor José Luis Cuevas, lo mismo invariables encuentros con los escritores Carlos Montemayor y José Agustín y charlas extraordinarias con mi querido actor Carlos Bracho y Helena Paz Garro, la hija de la espléndida escritora Elena Garro y el poeta Octavio Paz.
Inteligente y astuto, con un espléndido y privilegiado sentido del humor, siempre afable y correcto, seductor por naturaleza, llevaba una sonrisa en los labios que lo distinguían de los demás, murió guapo y elegante sin conocer la “derrota miserable de la vejez”, como decía Paz.
Honesto a carta cabal, jamás permitió dejarse seducir por el poder. Todo pundonor, sin arrogancia, nunca se dejó vencer, criticó a los poderosos y a sus pares sin rencor ni malicia, por el contrario nos deleitaba con su ironía venenosa.
Recorrí con René y muchos otros de sus amigos las más prestigiadas universidades del país dando conferencias lo mismo que bebíamos en los más elegantes salones hasta las más modestas cantinas, bares y cabaretes celebrando momentos esplendorosos con putas maravillosas.
René se fue con la satisfacción del deber cumplido. Periodista tenaz, escritor prolífico y promotor incansable de la cultura. Maestro solidario y respetuoso de sus alumnos, dejó un enorme hueco en el corazón de sus amigos, que lo seguimos extrañando.
En el recuerdo quedan algunos viajes por el Caribe y fiestas con nuestras respectivas esposas.
En cierta ocasión René y el columnista Carlos Ramírez me acompañaron a presentar un libro en la Universidad del Caribe, en Cancún. Después de visitar Chetumal, Ramírez viajó de ahí a Chiapas. El gobernador nos facilitó un par de minúsculas avionetas destartaladas para trasladarnos. No sé cómo le fue a Carlos en su viaje pero a René y a mí nos puso a rezar el padre nuestro porque próximos a llegar nos quedamos sin combustible y aterrizamos con bien de puro milagro. La aventura nos cayó como anillo al dedo –como diría el clásico– porque tuvimos el pretexto para alzar un par de botellas de güisqui en señal de salud.
Concluyo estas líneas en homenaje del entrañable Águila Negra con una anécdota contada por uno de los mejores amigos de René, el periodista Rafael Cardona:
“En la página 201 de El reino vencido (su sexta novela), el personaje, Emilio Medina Mendoza, busca en la taberna a su tío Orlando, un misántropo borracho cuya lectura de infinitos libros se desahogaba en “La piedra del sol”. No lo encuentra pero sí se sienta en una mesa junto a Otto René Castillo y al poeta Alfredo Cardona Peña, de quien el gran René sería discípulo y amigo.
“Mucho tiempo después, cuando Alfredo Cardona Peña murió y por propia voluntad fue necesario llevar sus cenizas a Costa Rica, su patria, su hijo, Alfredo, René y mi hermano Miguel Ángel, decidieron darle cumplimiento a la petición del difunto.
“Y allá va la tercia con la urna en una valija. Tras nimios trámites aduanales y con el arenoso residuo poético a cuestas, en emulación de una película mexicana, se la toman por la libre y disponen un póstumo homenaje en trepidante lupanar de San José, en medio de música tropical y daifas de enhiestas pestañas color de madrugada.
“La pregunta a la mañana siguiente era terrible y dolorosa como un cuchillo en el corazón:
“—“¿Dónde está papá?”; preguntó Alfredo Cardona Chacón.
“—“No lo sé,” respondió Miguel Ángel Cardona Bolaños. Lo mismo dijo René Avilés Fabila.
“—‘¡Carajo!’, gritaron todos, tenemos que buscarlo, ¿dónde, dónde quedó Alfredo?
“Y con el sol inclemente de una resaca de pavor, los tres se fueron a hurgar en el silencio del congal, entre mesas volteadas y sillas patas para arriba; colillas, humos muertos, perfumes podridos de putas sin nombre ni pasado, el cómodo y callado sitio donde habían olvidado, en el más escandaloso de los desmadres, el cenicero final del querido tío Alfredo.
“Encontraron la urna dentro de la caja de un tambor.
“La limpiaron con las mangas del ron y el remordimiento del tabaco y sólo entonces le dieron cumplimiento a la última petición del poeta, quien alguna vez escribió en silencio:
“…otros vendrán, probando que la tarde, sólo se profundiza con la muerte…”
Salud, querido René, dónde quiera que te encuentres…

Amnesia de Porfirio: los dedazos son del presidente, no del partido

 


Carlos Ramírez

 

A la memoria del camarada Abraham García Ibarra,

compañero de lucha periodística contra la derecha

desde los tiempos de El Día

Entusiasmado por convertir la presidencia de Morena en la jefatura real del gobierno federal, Porfirio Muñoz Ledo sueña con convertirse en el dedo de oro (novela de Guillermo Sheridan) que decida candidaturas y ya desde ahora quiere ser el factor de la nominación presidencial del 2024.

Sin embargo, como siempre ha ocurrido, las designaciones de candidatos a cargos decisivos de elección popular son facultad metaconstitucional del presidente de la república. Lo debería saber Porfirio, porque en 1975 fue víctima de una jugada maquiavélica del presidente Echeverría para distraer a los suspirantes y dar el albazo con el destape de José López Portillo.

En sus memorias orales contadas a James Wilkie, Muñoz Ledo recuerda que hacia el final del proceso el presidente Echeverría se invitó a la casa de su precandidato y luego de un breve recorrido dijo: “no veo espacio para revivir comisiones”. Fue la señal, pensó Porfirio, de que sería el ungido. Pero luego Echeverría sentó a los precandidatos en el área laboral de Porfirio en la Casa del Obrero Mundial para ver un video, mientras en Palacio Nacional la CTM nominaba a López Portillo. Y luego Porfirio perdería la batalla contra De la Madrid en 1987 al intentar meter a Cuauhtémoc Cárdenas en la sucesión presidencial priísta.

El estilo de López Obrador para destapar candidatos se mueve en las mismas coordenadas. Cuando se había desatado la grilla para seleccionar al candidato del PRD a la jefatura de gobierno para el periodo 2006-2012 y ya el tabasqueño fuera de la administración por su precampaña presidencial, sus palabras mágicas fueron breves: “creo que el candidato debiera ser Marcelo” …, y Marcelo fue, el mismo Marcelo que hoy le quita el sueño a Porfirio. El mensaje ha quedado claro: el poder de decisión para designar al candidato presidencial del partido en el poder es del presidente de la república, salvo la impericia e ingenuidad de los presidentes panistas Fox y Calderón que no pudieron designar al candidato porque habían perdido el control del PAN.

Por eso Muñoz Ledo se autoengaña al suponer que el presidente de Morena le va a quitar al presidente López Obrador la facultad de poder de designar a altos cargos electorales. Si Ebrard está en el ánimo presidencial por las tareas primordiales asignadas, Muñoz Ledo ya comenzó a pelearse con Palacio Nacional aún antes de llegar a la presidencia de Morena al atacar al canciller y pedirle su renuncia. Y tampoco ha gustado en Palacio la intención de Muñoz Ledo de adelantar el 2024 en la agenda de Morena, cuando aún no se transita el 2021 y el 2022 de la revocación de mandato. Estos datos revelan que Porfirio es un pésimo telépata o está escuchando otras voces en su cabeza.

Mal fijó su campaña Muñoz Ledo al centrarla en el poder de Morena para fijar candidatos en 2021 y 2024, cuando en Palacio Nacional el proceso ya está terminado. A menos que Porfirio esté jugando hoy, como en 1975, el papel de patiño para ser, como en 1975, un presidente sumiso de Morena. Y peor cuando ya identificaron que Muñoz Ledo juega en la cancha sucesoria de Claudia Sheinbaum contra los demás precandidatos.

En síntesis, Morena no será un verdadero partido político, sino que seguirá como un movimiento de grupos sociales.

 

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EE. UU. a 25 días de las elecciones. Al final, la candidata a la vicepresidencia Kamala Harris no pudo dar el golpe final a Trump en su debate con el vicepresidente Mike Pence. La recta final será caminada por los demócratas con la crisis pandémica, mientras Trump va a abrir el espacio a la economía y el liderazgo.

 

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Política para dummies: La política se mueve por hilos de poder, no por mensajes telepáticos que vienen, en realidad, desde el más allá.

 

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jueves, 8 de octubre de 2020

Contracolumna • MARIO MOLINA, UN GIGANTE DE MÉXICO • OBRADOR, UN PRESIDENTE PEQUEÑO


JOSÉ MARTÍNEZ M.


Mario Molina es parte de la historia universal. Mexicano eminente, hijo de la Universidad Nacional Autónoma de México –donde se graduó de ingeniero químico– recibe las falsas condolencias de un presidente y su gobierno enemigos de la ciencia, la que ellos lamentablemente califican de “neoliberal”.
Molina, todo el mundo lo sabe, junto con otros científicos de renombre (Paul J. Crutzen y Frank Sherwood) obtuvo el Premio Nobel de Química por sus investigaciones sobre el calentamiento global, por las amenazas que representan los gases de cloro, bromo, dióxido de carbono y otros elementos que dañan la capa de ozono de la Tierra, en el caso específico en el antártico.
En los últimos meses Molina estuvo machando para que el presidente Obrador –y otros líderes mundiales, como el presidente Trump– usaran el cubrebocas. Fue inútil su recomendación y lo peor fue la respuesta de Obrador quien asumió las palabras del científico como una crítica. “No lo voy usar porque no hay evidencia científica”, respondió ene veces el tabasqueño quien se salió por la tangente al señalar que iba usar el cubrebocas “hasta que se acabe la corrupción”.
El menosprecio de Obrador por la ciencia no va sola, la comparten su partido Morena y sus legisladores los que respaldaron con su voto aprobar la liquidación de un centenar de fideicomisos, entre ellos algunos vitales para la investigación científica y tecnológica.
Incluso Obrador llegó a calificar a los investigadores de “turistas” y “corruptos” en su pretensión por salir a seguir preparándose en universidades del extranjero.
Molina jamás anduvo blofeando de buscar pasar a la historia por sus investigaciones como Albert Einstein o el popular astrónomo Carl Seagan.
Los científicos no lucran con la gente, trabajan para la humanidad, son la otra cara de la moneda de los políticos.
Muchos científicos en México y otras muchas partes del mundo trabajan en precarias condiciones y no son bien remunerados a diferencia los artistas y los deportistas que viven para el entretenimiento en la llamada sociedad del espectáculo con sus escándalos como los políticos que gozan de privilegios y canonjías.
Ahí está el caso del inquilino de Palacio Nacional que vive con todos los lujos del mundo pero actúa como un hombre de la Era de las Cavernas. Ya sabemos que prefiere las antorchas y que detesta la energía solar porque afea los espacios naturales.
Por desgracia con el gobierno de la cuarta transformación vivimos una regresión. No alcanzar a comprender que uno de los caminos básicos para el desarrollo es fomentar la educación y la ciencia. El crecimiento económico y el progreso social van de la mano de los avances en la investigación científica.
Nuestros científicos son vistos con desprecio y están poco valorados. La propia responsable del Conacyt los señala de practicar una “ciencia neoliberal”.
Duele y lastima a la comunidad científica la hipocresía, las condolencias del presidente Obrador y su gobierno por el fallecimiento del doctor Mario Molina, una pérdida irreparable para la ciencia.
En cambio, la muchedumbre obradorista festeja las estupideces del tabasqueño. Un presidente que en lugar de apoyar a la ciencia, confía más en el esoterismo con sus hojas de trébol y sus estampitas de santos. “Detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo”.
Seamos cínicos y no nos sintamos culpables de festejar a ese personaje que ha resultado un presidente pequeño para un país con grandes problemas. Un presidente que desde el principio hizo público que confiaba más en la magia que en la ciencia, con baños de ramas de pirul contra las malas vibras a cargo de chamanes.
Qué hacer cuando un político no entiende la más elemental de las ecuaciones.
Podríamos hacer un recuento de todas las estupideces del presidente Obrador, desde el “estamos aplanando la curva” y la frase desafortunada de “la pandemia nos vino como anillo al dedo” hasta el “gobernar no tiene ciencia”.
No hay un solo científico en el gabinete presidencial, lo que abundan son los charlatanes, Ahí está Gatell y su “estrategia” con decenas de miles de fallecidos por la pandemia. Un “científico” bueno es un decir) de escritorio que aplaude las ocurrencias del presidente en el que cree con una fe ciega.
Nuestra comunidad científica es una de las más pequeñas del mundo, menos de 50 mil (0.6 por ciento de los científicos del mundo) y nuestras publicaciones científicas son incipientes 0.9 por ciento de la producción global, según datos del último informe mundial de la Unesco.
Durante los últimos 20 años, la inversión pública en ciencia se ha mantenido casi constante en 0.3-0.4 del PIB con una participación privada también reducida, cuando la experiencia universal indica que se requiere alcanzar una inversión de al menos 1% del Producto Interno Bruto en este rubro, para que sus beneficios se derramen en la sociedad. De hecho, los países más desarrollados invierten entre dos y cuatro veces más que la recomendación mínima, con una relación entre la participación pública y privada que varía de caso en caso, pero que siempre corresponde a porciones considerables para el Estado y para la industria. Es lamentable que quienes han conducido al país no tomen conciencia del potencial de la ciencia como el motor principal para el desarrollo de México.
No existe un plan coherente para la inversión en educación, ciencia, tecnología e innovación (CTI), para lograr que nuestro país salga del mediano desempeño económico en que se encuentra.
Lo que sí abundan son las descalificaciones, “la ciencia neoliberal” y los ataques a los fideicomisos hasta darle el tiro de gracia.
Ahí están las palabras estúpidas del presidente (no se le pueden llamar de otra manera) cuando señaló a poco creen que “los científicos pueden ser corruptos. Ah, porque son investigadores ¿están exentos de cometer actos de corrupción? Está demostradísimo”. Y lanzó una serie de escupitajos contra “los científicos que apoyaron al Porfiriato”.
La política contra la ciencia ha sido arbitraria, recorte de 75 por ciento al presupuesto de los gastos generales, desaparición de fideicomisos por considerarlos una fuente de corrupción por su supuesta falta de transparencia, lo cual es verdaderamente falso.
Los expertos han señalado con claridad que los fideicomisos se utilizan para financiar, a mediano y largo plazo, actividades como la ciencia, el cine nacional, el deporte de alto rendimiento, la atención a emergencias como la sequía, ciclones o sismos. ¿Por qué? Están pensados para asegurar la disponibilidad de recursos en un largo plazo, que rebasa por mucho la temporalidad anual del presupuesto federal; un largo plazo necesario para la realización de fines socialmente deseables.
Es triste pero es nuestra realidad, en México el trabajo científico es pobre, no hay dinero suficiente destinado a los recursos necesarios para realizar investigaciones, no se promueve en los pequeños en sus escuelas, no se involucra a los estudiantes y a la población, no se estimula la participación en concursos, exposiciones, etcétera.
Pareciera que el presidente Obrador no tiene la más remota idea de dónde está parado. Ignora que la ciencia siempre es uno de los factores más importantes para el desarrollo de la sociedad y que la creación del conocimiento facilita el bienestar cotidiano de una comunidad para tener una mejor calidad de vida.
Hoy la figura de Mario Molina se engrandece y engrandece a México, mientras padecemos a un presidente pequeño que confunde Fenicia con Atenas.

miércoles, 7 de octubre de 2020

32 años después, el PRInosaurio sigue aquí; fracaso de la izquierda

 


Carlos Ramírez

 

Lo peor del priismo diazordacista-echeverrista-lopezportillista se conjunta para definir a Porfirio Muñoz Ledo como un sujeto histórico de la élite priísta que reventó en 1968, que resistió la alternancia a la derecha con el PAN de Vicente Fox en el 2000 y que regresa victoriosa un tercio de siglo después de su derrota.

Pero lo más grave del efecto político de la candidatura de Muñoz Ledo como presidente de Morena no está en el hecho de que Morena sea el partido heredero de la izquierda universitaria y del comunismo burocrático, sino en la amarga realidad de que las bases sociales militantes o simpatizantes de Morena hayan perdido la memoria histórica y prefieran a un priísta histórico como líder partidista.

 La Corriente Democrática del PRI se fundó en 1985 para meterse en la sucesión presidencial de 1988 que se resolvió en 1987, pero no buscó redefinir el proyecto histórico del PRI o regresar al Partido de la Revolución Mexicana cardenista como partido de clases corporativizadas, sino para acotar --no evitar-- el proyecto neoliberal de los tecnócratas de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari. Se trataba de la dialéctica pendular que mantuvo al PRI en el poder, la oscilación entre populismo y neoliberalismo.

Una generación después, las bases morenistas pospriístas llevan adelante en la encuesta a Muñoz Ledo, el más típico representante de la élite política demagógica, capitalista-progresista, burocrática, presidencialista y sobre todo priísta. Y lo más grave se exhibe en el hecho de que el Partido Comunista Mexicano cedió su registro para fundar en 1989 el PRD y desde entonces la autodenominada izquierda no ha sido más que una dirigencia priista chabacana, placebo del fracaso ideológico del pensamiento revolucionario. Por ello los sobrevivientes del PCM y su pensamiento marxista vulgar --Gramsci y Revueltas-- están dentro de Morena y ya con la conciencia priísta asimilada están aceptando la dirección política e ideológica de Muñoz Ledo en Morena.

La élite opositora del 68 encontró en el PRD y ahora en Morena el espacio de operación política porque los dos partidos han sido, en esencia, el mismo PRI de siempre: una gran coalición de intereses, corrientes, tribus y élites burocráticas girando en torno al poder. Y si la Corriente Democrática del PRI se sostenía con el débil y casi invisible hilo político del poscardenismo, en Morena ni siquiera se huele algún tufo de enfoque social de clase.

Lo de menos, pues, es Muñoz Ledo; como todo burócrata de la élite en busca de la siguiente chamba, Porfirio es lo que siempre fue: una caricatura de su propio discurso demagógico. Lo importante es ver que la base militante y simpatizante de Morena va a optar con Porfirio por el regreso del PRI a la vida nacional, echando por la borda las grandes luchas sociales contra el PRI de la Revolución Mexicana que se robaba el dinero, que defraudaba en las urnas, que engañaba a los ciudadanos con compromisos inexistentes. Basta confirmar hoy las declaraciones de Muñoz Ledo con las que dio para justificar a Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, Fox y Calderón.

En este sentido, la victoria --de darse-- de Muñoz Ledo sólo confirmaría que somos un pueblo priísta.

 

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EE. UU.: a 26 días de las elecciones. El temor de Joe Biden a un segundo debate con Donald Trump habla de la fragilidad de las encuestas. La polarización ideológica y de razas está fortaleciendo a Trump y está llevando a Biden a pactar alianzas con la “izquierda” de Sanders que sigue asustando a Wall Street. Y luego de que el The Washington Post y la progresista revista The New Yorker pidieron en editoriales formales el voto por Joe Biden, el The New York Times en un editorial también requirió el voto por el demócrata. Por tanto, toda la cobertura informativa de esas publicaciones lleva la parcialidad ideológica por Biden y contra Trump.

 

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Política para dummies: La política es el antídoto de la memoria. ¿O al revés?

 

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Contracolumna • CORRUPCIÓN, DEPORTE NACIONAL • GUEVARA, EJEMPLO DE IMPUNIDAD



JOSÉ MARTÍNEZ M.


La corrupción es el deporte nacional por excelencia. El que no lo crea que le pregunte a Ana Guevara.
La corrupción no tiene color ni partido tampoco es asunto de liberales o conservadores.
En México, donde quiera que ponga uno el dedo brota el pus de la corrupción. Eso sigue ocurriendo en el deporte.
Guevara, la otrora gloria nacional, escaló los peldaños de la política y se enriqueció a una velocidad impresionante. Más rápido que cuando competía en los escenarios olímpicos.
Su vida “ejemplar” como deportista contrasta con los señalamientos plagados de escándalos de corrupción y de fracasos deportivos por los malos resultados del deporte mexicano en las competencias internacionales.
De origen humilde, Guevara pasó de la pobreza a una vida de lujos, gracias a su fama de deportista, pero en el plano político su figura se ha opacado. Las autoridades investigan sus millonarias cuentas bancarias pero no se ha ejercido ninguna acción en su contra, hasta ahora.
La gran campeona de los 400 metros planos se retiró de los deportes de manera definitiva el 15 enero de 2008.
Dijo adiós en medio de un escándalo y se negó a participar en los juegos olímpicos de ese año por sus diferencias con el presidente de la Federación Mexicana de Atletismo, Mariano Lara.
En el pleito con Lara, la velocista recurrió al presidente Felipe Calderón para que interviniera y se castigara al responsable de la federación de atletismo.
Guevara quien apoyó la campaña presidencial de Calderón pretendía que se expulsara a Lara de por vida del deporte organizado por su presunta responsabilidad en actos de corrupción. Por instrucciones presidenciales el entonces titular de la Comisión Nacional del Deporte, el exfutbolista Carlos Hermosillo ordenó como castigo una suspensión de cuatro años al dirigente de atletismo.
Como Guevara no consumó su venganza le volteó la espalda al presidente Calderón y se fue a las filas del PRD.
Pronto encontró el cobijo de Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno de la Ciudad de México quien la designó como titular de la Coordinación de Cultura Deportiva, Física y de Salud.
El primer desacierto de Guevara fue ausentarse de sus responsabilidades como funcionaria para asistir como comentarista de ESPN a las Olimpiadas de Beiging.
Legisladores de la Asamblea de Representantes pidieron su destitución y Marcelo Ebrard la respaldó bajo el argumento de que Guevara solicitó un permiso sin goce de sueldo.
A partir de entonces la otrora “gloria” deportiva emprendió una carrera política marcada por el escándalo.
La deportista de “alto rendimiento” pasó a convertirse en una figura pública de la política con un oscuro manejo administrativo que la puso bajo la lupa de la Secretaría de la Función Pública.
Las auditorías de la SFP comprobaron que en el primer año de la gestión de Guevara en la Comisión Nacional del Deporte se cometió un daño patrimonial por más de 50 millones de pesos producto de pagos y gastos con facturas falsas.
En la auditoría se incluyen seis observaciones por costos “inflados” en los viáticos, pago de hospedajes y precios de transportación; pagos indebidos a entrenadores y numerosas irregularidades administrativas de adquisiciones.
Las autoridades hicieron público un informe sobre los malos manejos en la Conade, pero la respuesta de su titular Ana Guevara alegó su “presunción de inocencia” y la “violación” del debido proceso.
El informe impugnado fue calificado por Guevara como “alevoso” y para justificarse dijo que “todas” las dependencias del gobierno “tienen irregularidades”.
La Función Pública reprobó las cuentas que Guevara presentó al presidente López Obrador el 19 de febrero en Palacio Nacional al término de la conferencia matutina.
Cuando la titular de la SFP entregó a la Presidencia de la República los resultados de las auditorías a la Conade, el presidente Obrador se comprometió a castigar a los responsables, toda vez que se agotaran las investigaciones.
Y como dicta el refrán: Lo que empieza mal, acaba peor.
Pese a su palmarés deportivo, Ana Guevara no reunía el perfil profesional para encargarse de las responsabilidades deportivas en el gobierno de la Cuarta Transformación. Para dirigir el organismo había un requisito indispensable: el titular de la Conade debería contar con un grado mínimo de licenciatura, pero la campeona de los 400 metros planos con dificultades había terminado la preparatoria. Nunca se distinguió por tener buenas calificaciones. Lo suyo no era estudiar, era correr y pegar brincos. Así se ganaba la vida.
Guevara es señalada de desviar recursos para el Fideicomiso para el Alto Rendimiento. Deportistas de alto nivel han denunciado a la sonorense por retrasar los pagos de las becas y de hacer un mal uso de los recursos para los viajes de los atletas, como lo denunció en su momento la subcampeona mundial de clavados de altura, Adriana Jiménez.

Bajo el padrinazgo de Marcelo Ebrard pasó de ocupar un cargo de tercer nivel como encargada del área deportiva del gobierno de la Ciudad de México a candidata a jefa delegacional en la demarcación de Miguel Hidalgo pero perdió las elecciones de 2009.
Tres años después obtuvo el cargo de senadora de la república por representación proporcional para el periodo 2012-2018.
El día que asumió su cargo como legisladora de la Cámara Alta no tenía ni la más remota idea de dónde quedaba la sede del Senado de la República. Llegó a San Lázaro con un séquito de ayudantes y ninguno sabía qué hacer. Los empleados del lugar le indicaron cómo llegar al edificio del Paseo de la Reforma para poder cumplir con su toma de protesta y pasar a ocupar su escaño. Fue sencillamente ridículo.
Su paso por esa representación fue improductiva y burocrática. No obstante su mal desempeño legislativo fue impulsada por el Partido del Trabajo para incorporarla como diputada federal en las elecciones de 2018, ocupando el cargo solo por unos meses (septiembre a diciembre de ese año), para renunciar y aceptar la designación como titular de la Conade por invitación del presidente Obrador.
La impericia de Guevara como administradora mantiene en un estado de desastre a la comisión responsable del deporte. Hasta ahora no hay una explicación del por qué se gastó mucho antes del tiempo programado el presupuesto de los 2 mil 718 millones de pesos asignados para las tareas de esa institución.
Los diputados han exigido la comparecencia de la titular de la Conade pero ésta se ha negado a presentar un informe.
El Órgano Interno de Control de la Conade ha presentado ante la Función Pública todas las inconsistencias y desvíos por más de 50 millones de pesos del presupuesto.
El subsecretario de Combate a la Impunidad de la SFP, Luis Gutiérrez Reyes solicitó a la Comisión Nacional Bancaria se informe acerca de los movimientos financieros, hipotecas, giros y cuentas de los funcionarios investigados para aclarar la “evolución patrimonial” de los mencionados en las indagatorias.
En tanto en la Fiscalía General de la República se encuentran radicadas varias investigaciones por denuncias interpuestas por empresarios veracruzanos de la compañía Cocinas Industriales Multifuncionales de Calidad bajo señalamientos de extorsión por alrededor de 17 millones de pesos de un contrato con la Conade.
A los señalamientos en su contra, la respuesta de Guevara ha sido contundente:
“Me vale madre lo que digan y estoy tranquila conmigo misma y mi responsabilidad es trabajar, así que lo que me digan, me vale madre”.
De algo sirve seguir a ciegas a su amigo el presidente Obrador.