Carlos Ramírez
A la
memoria del camarada Abraham García Ibarra,
compañero
de lucha periodística contra la derecha
desde
los tiempos de El Día
Entusiasmado por convertir
la presidencia de Morena en la jefatura real
del gobierno federal, Porfirio Muñoz Ledo sueña
con convertirse en el dedo de oro
(novela de Guillermo Sheridan) que decida candidaturas y ya desde ahora quiere
ser el factor de la nominación
presidencial del 2024.
Sin embargo, como siempre
ha ocurrido, las designaciones de candidatos a cargos decisivos de elección
popular son facultad metaconstitucional del presidente de la república. Lo debería
saber Porfirio, porque en 1975 fue víctima
de una jugada maquiavélica del presidente Echeverría para distraer a los suspirantes
y dar el albazo con el destape de
José López Portillo.
En sus memorias orales contadas a James Wilkie, Muñoz Ledo
recuerda que hacia el final del proceso el presidente Echeverría se invitó a la
casa de su precandidato y luego de un breve recorrido dijo: “no veo espacio
para revivir comisiones”. Fue la señal,
pensó Porfirio, de que sería el ungido. Pero luego Echeverría sentó
a los precandidatos en el área laboral de Porfirio en la Casa del Obrero
Mundial para ver un video, mientras en Palacio Nacional la CTM nominaba a López Portillo. Y luego
Porfirio perdería la batalla contra
De la Madrid en 1987 al intentar
meter a Cuauhtémoc Cárdenas en la sucesión presidencial priísta.
El estilo de López
Obrador para destapar candidatos se
mueve en las mismas coordenadas.
Cuando se había desatado la grilla para seleccionar al candidato del PRD a la jefatura de gobierno para el periodo
2006-2012 y ya el tabasqueño fuera de la administración por su precampaña
presidencial, sus palabras mágicas
fueron breves: “creo que el candidato debiera ser Marcelo” …, y Marcelo fue, el mismo Marcelo que hoy le quita el sueño a Porfirio. El mensaje
ha quedado claro: el poder de decisión para designar al candidato presidencial del partido en el poder es del
presidente de la república, salvo la impericia
e ingenuidad de los presidentes panistas Fox y Calderón que no pudieron designar al candidato porque habían perdido el control del PAN.
Por eso Muñoz Ledo se autoengaña
al suponer que el presidente de Morena le va a quitar al presidente López Obrador la facultad de poder de designar
a altos cargos electorales. Si Ebrard está en el ánimo presidencial por las tareas primordiales asignadas, Muñoz
Ledo ya comenzó a pelearse con
Palacio Nacional aún antes de llegar a la presidencia de Morena al atacar al
canciller y pedirle su renuncia. Y tampoco
ha gustado en Palacio la intención de Muñoz Ledo de adelantar el 2024 en la agenda de Morena, cuando aún no se transita
el 2021 y el 2022 de la revocación de mandato. Estos datos revelan que Porfirio
es un pésimo telépata o está
escuchando otras voces en su cabeza.
Mal fijó su campaña Muñoz Ledo al centrarla en el poder de Morena para fijar candidatos en 2021 y
2024, cuando en Palacio Nacional el proceso ya está terminado. A menos que Porfirio esté jugando hoy, como en 1975, el
papel de patiño para ser, como en
1975, un presidente sumiso de Morena. Y peor cuando ya identificaron que Muñoz Ledo juega en la cancha sucesoria de
Claudia Sheinbaum contra los demás precandidatos.
En síntesis, Morena no
será un verdadero partido político, sino que seguirá como un movimiento de grupos sociales.
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EE. UU. a 25 días de las
elecciones. Al final, la candidata a la
vicepresidencia Kamala Harris no pudo dar el golpe final a Trump en su debate
con el vicepresidente Mike Pence. La recta final será caminada por los
demócratas con la crisis pandémica, mientras Trump va a abrir el espacio a la
economía y el liderazgo.
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Política para dummies:
La política se mueve por hilos de poder, no por mensajes telepáticos que
vienen, en realidad, desde el más allá.
@carlosramirezh
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