jueves, 25 de junio de 2020
Contracolumna • AMLO Y SU VISITA LA CASA BLANCA • A VER SI OBRADOR TIENE COJONES
miércoles, 24 de junio de 2020
Gobernadores, más preocupados por perder en 2021 que por federalismo
Carlos
Ramírez
La rebelión de gobernadores en funciones
ha enarbolado la bandera del federalismo
y ha optado impugnar algunas de las decisiones del presidente López Obrador,
pero en el fondo su preocupación es otra:
de las quince gubernaturas en disputa en el 2021, Morena podría alzarse con la victoria en catorce de
ellas.
En este sentido
hay que leer la propuesta de Acuerdo
en Defensa de la Libertad, la Democracia y el Federalismo que propuso la
Asociación de Gobernadores del PAN el pasado 14 de junio. El resultado electoral en la renovación de
la cámara de diputados federal y en quince gubernaturas fijará el punto de partida de las elecciones presidenciales de
2024.
El otro dato
singular en el activismo de gobernadores radica en la desarticulación y descomposición de las estructuras locales de
todos los partidos de oposición en veintiséis gubernaturas actuales, por lo que
el resultado del 2021 a favor de Morena en catorce de ellas hundiría a la oposición. Morena buscará
hacerse de veinte gubernaturas, el
62% del total de treinta y dos.
El problema no será nuevo. En la historia del largo
reinado del PRI el presidente de la república estableció un sistema político basado en tres
subsistemas orgánicos federales: el nervioso (PRI), el sanguíneo (el
presupuesto) y el óseo (seguridad) en la república. El PAN nunca tuvo idea de qué sistema estuvo gobernando y Peña Nieto centralizó el poder hasta anular a los
gobiernos estatales y a los treinta y dos PRI.
Ante la ausencia de liderazgos partidistas
nacionales en la oposición, los gobernadores de oposición buscarán consolidar el modelo de califato
autónomo, toda vez que el modelo de virreinato
como representante de un rey ya no funciona porque perdieron al monarca
presidencial en el 2000. En este sentido se explica el activismo de los gobernadores.
El problema, sin embargo, radica en el
hecho de que los gobernadores de partidos de oposición a Morena carecen de buenos resultados de sus
gobiernos y todos apuntan a perder sus elecciones por el repudio social. En las elecciones de 2021 de gobernador y hasta de
diputados federales funcionará el
modelo priísta: la capacidad de gestión y la fuerza personal del presidente de
la república en turno será el valor
agregado a las votaciones a favor del partido en el gobierno presidencial.
Dos casos serán
significativos: en Campeche encabeza
Morena las tendencias, a pesar de que el gobierno en turno, vía un suplente, pertenece al actual presidente nacional
del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, quien cargará
sobre sus espaldas la segunda ola de derrotas en gobiernos estatales, incluyendo su estado natal. Y en Michoacán, una sede del poder
cardenista que alguna vez la prestó al PRD, Morena vía el excardenista
Cristóbal Arias, compañero de luchas de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, tiene
casi asegurada la victoria.
El otro dato que explica el esfuerzo
desorganizado de poderes locales de partidos de oposición para intentar reconstruir la fuerza en lo
local estaría en la posibilidad de que los candidatos
presidenciales opositores a Morena en el 2024 deban de salir de alguna exgubernatura
o alguna gubernatura en funciones. Sin embargo, salvo pocas excepciones, los
gobernadores en camino a la salida no
pueden ocultar el repudio social.
Los partidos de
oposición más desarticulados son el
PRD en camino a la extinción y el PRI corriendo como pollo descabezado. El
PRI carece de ideas, de liderazgo, sus activos sin impresentables, el
expresidente Carlos Salinas de Gortari y su Tratado de Comercio Libre
revalidado por López Obrador es el más repudiado
dentro del PRI. El dirigente improvisado Moreno Cárdenas Alito está estrangulado
por irregularidades probadas en manejos financieros y se ha rodeado por uno de
los grupos priístas más nefasto. Por
ello los gobernadores priístas prefieren entenderse
con el presiente López Obrador, que confrontarlo como el PAN. Sin embargo, el
costo electoral será altísimo: el
PRI perderá las ocho gubernaturas de
las quince que gobierna hoy y su bancada federal de diputados de 9.2% tendrá otra merma adicional porque
el reparto de candidaturas será en función de los poderes facticos y las corruptelas, además de que se prevé otra ola de deserciones priístas hacia Morena.
Y lo peor de
todo es que todos los gobernadores carecen
de autoridad moral para erigirse en defensores de la democracia.
-0-
Política para dummies: la política es una piedra atada al cuello de los
incompetentes.
@carlosramirezh
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martes, 23 de junio de 2020
Contracolumna • LA CACOCRACIA DE OBRADOR Y UN PAÍS ASESINO • AMLO, DIABLO GUARDIÁN DE LAS ELECCIONES
Más allá del decreto y del Cuarto Transitorio: la seguridad interior
Carlos
Ramírez
Cuando el
presidente Felipe Calderón decidió
enviar a las fuerzas armadas en apoyo de la seguridad pública en diciembre de
2006 por el alto grado de violencia
criminal, su argumentación fue la facultad
constitucional de la seguridad interior. Desde entonces se sigue debatiendo la participación castrense
en seguridad pública sin atender el
enfoque de seguridad interior.
En el fondo los
debates son procedimentales, de
derechos humanos, de daños colaterales; hasta ahora no ha habido ninguna queja de que las fuerzas armadas hayan atacado de manera intencionada a
movimientos sociales de protesta. La Ley de Seguridad Interior de 2017 fue bloqueada en la Suprema Corte en 2018,
pero sin entrarle al punto central:
el papel de las fuerzas armadas en la estabilidad social, política y económica
del Estado ante los ataques de los
grupos criminales nacionales y locales a la seguridad interior.
Más que acercarse las policías civiles a las
doctrinas militares por el contacto cotidiano en operativos, el fenómeno ha
sido al revés: los militares han
tenido que asumir los valores
civiles de la seguridad; imperio de la ley, respeto a los derechos humanos,
tribunales civiles en casos de exceso de fuerza y acatamiento de la existencia y movilidad de los movimientos de
protestas sociales civiles.
El decreto del 11 de mayo que autoriza a
las fuerzas armadas a apoyar labores de seguridad, el Cuatro Transitorio
constitucional que lo permite y el incumplimiento del Séptimo Transitorio
que obliga a gobernadores y alcaldes a profesionalizar sus cuerpos de
seguridad, aunado al activismo
impune de los cárteles del crimen
organizado --El Marro, El Mencho y Ovidio--, crean las condiciones de una nueva fase de crisis
de la seguridad interior porque el Estado ha dejado de funcionar en las zonas dominadas por esos grupos.
Y, de paso, hay
ya presiones de seguridad nacional
por la ofensiva de las agencias de seguridad de los Estados Unidos en su país y
en México en contra de esos tres
líderes criminales, en tanto que el presidente Trump ha ordenado perseguirlos en México.
Por lo tanto,
el escenario estratégico, de
seguridad interior y nacional y de presiones internacionales obliga a la revisión del decreto en
función de las doctrinas de seguridad del Estado y de la sociedad. Los
militares no han llegado a la
seguridad pública con la consigna de
matar, sino a cumplir con su función de garantizar
la soberanía, la independencia y la seguridad del Estado, de la sociedad, del
desarrollo económico ante el fracaso de las policías civiles.
Lo interesante del caso es que políticos,
partidos, oposición, legisladores, abogados y hasta ministros de la Corte
siguen preguntándose qué rayos es la seguridad interior que avala
la participación de las fuerzas aradas en situaciones de emergencia del Estado,
la sociedad y el desarrollo, cuando viene desde la Constitución de Cádiz de
1812. Durante catorce años se ha debatido el papel de los militares en seguridad pública, excluyendo la seguridad interior. Ahora parece que nos enfilamos al mismo debate inútil de la militarización
de la seguridad pública cuando leyes, reglamentos, vigilancias y protocolos son
civiles, aunque sean operados por
militares.
Y queda al
final de cuentas la percepción de
que las fuerzas armadas son la garantía
de defensa de la libertad, la soberanía y la estabilidad para el desarrollo y
no han abusado de su fuerza y que los casos excepcionales han sido investigados
y castigados por tribunales civiles.
El problema de
fondo parte de premisas equivocadas:
el problema no son los militares,
sino los funcionarios, policías, organizaciones sociales --todas ellas civiles-- que no han podido con el
problema de la seguridad y que su ineficacia ha llevado a la decisión de convocar a las fuerzas armadas a
defender al Estado y a la sociedad del avance impune de los criminales, con el apoyo de las corrupciones civiles en
seguridad y política.
Si las fuerzas
armadas son la última línea de
defensa del Estado, la soberanía y la sociedad, entonces quitarlos de labores en la que han fracasado políticos,
gobernantes, ministros y abogados significaría cederles la plaza a los delincuentes. Si gobernadores y alcaldes se
niegan a profesionalizar sus
policías y con ello impulsar al alza los delitos de furo común, entonces quién defenderá a la sociedad.
-0-
Política para dummies: La política es la continuación de la guerra por otros
medios, con el permiso de Clausewitz para una lectura de su tesis.
@carlosramirezh
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El Marro y el Estado no-fallido; siguen El Mencho y Ovidio
Carlos Ramírez
La aprehensión de familiares cercanos a
José Antonio Yépez Ortiz El Marro,
jefe del Cártel de Santa Rosa de Lima
dedicado al huachicoleo, el cerco al propio capo y los dos videos llorando
sus desventuras y amenazando con incendiar
el infierno han mostrado que el Estado tiene todavía la fuerza para imponer su hegemonía sobre el crimen organizado.
En todo caso,
el fondo del caso de El Marro tiene que ver más con una
estrategia no conocida de persecución, arresto y desmantelamiento de cárteles y de las presiones
estadunidenses. Si se sabe leer con
cuidado el escenario estratégico, el Estado va tras Nemesio Oseguera Cervantes El Mencho,
jefe del Cártel Jalisco Nueva Generación,
y tras de Ovidio Guzmán López, uno
de los hijos de El Chapo Guzmán que encaró el poder el Estado para librarse
de arresto con fines de extradición en octubre pasado.
Esos tres cárteles rebasaron sus tareas de tráfico
de drogas y buscaron asentarse en
estados territoriales de la soberanía del Estado para convertirse en mini Estados en funciones criminales.
La expansión violenta del CJNG en varias zonas de la república
adelantaron los indicios de desplazar
al Estado constitucional y crear espacios segregacionistas.
En estos tres cárteles no aparece ningún pensamiento estratégico guerrillero, es decir, un
modelo de asentamiento político o de
beligerancia, sino tan sólo la conquista
de territorios para traficar droga y controlar micro economías. El lenguaje de odio de El Marro en los videos de respuesta al
arresto de familiares de su primer círculo evidenció sólo a un individuo
violento y desesperado, pero sin
enfoques estratégicos. Buena parte de la violencia criminal en Guanajuato procedía de los conflictos y avances de
El Marro y de la consolidación de una
sociedad sólo de violencia.
El Mencho y Ovidio andan en las mismas condiciones: son jefes
escaladores por circunstancias, saben manejar sicarios y no miden los efectos de la violencia. Los videos del CJNG han sido analizados sólo en función
de un desafío de fuerza contra el
Estado por invadir territorios institucionales y por hacer acopio de armas
mayores a las policías, pero menores
a las militares.
Ninguno de los
tres capos ha ofrecido una idea clara
de una estrategia de sustitución del
Estado, sólo con algunas zonas donde vigilan, reparten beneficios y ponen a la
sociedad a su servicio con salarios
atractivos. Su lenguaje de violencia es preocupante
porque El Marro ha acudido ya a
acciones típicas del terrorismo,
como los coches-bomba. Y Ovidio amenazó al poder militar del Estado con estallar camiones-bomba en zonas
habitacionales castrenses para evitar su arresto.
La orden de
arresto con fines de extradición contra Ovidio sigue vigente y la crisis de octubre fue producto de una estrategia
fallida de seguridad del gobierno federal. El mensaje ya fue enviado en declaraciones oficiales y las fuerzas de
seguridad están operando escenarios de inteligencia
para localizarlo, arrestarlo y neutralizar la violencia de venganza.
El caso de El Mencho carece de información confiable. Lo único cierto es que de seguir
vivo estaría en las mismas circunstancias de El Chapo después de su segunda fuga de 2015: a salto de mata, sin capacidad para dirigir operaciones drogas,
desconfiando de todos por las recompensas y con reacomodos de liderazgos en su cartel. Tras de su tercera captura en
2016, El Chapo fue extraditado a los
Estados Unidos y sentenciado a cárcel de por vida.
La captura de los familiares de El Marro, el arrinconamiento del capo para una inminente captura y las
amenazas de violencia como venganza van a poner a prueba la fuerza del Estado y sus instituciones de seguridad. En
los hechos, El Marro no es un delincuente menor y sus
reacciones violentas atentan contra el Estado y sus tareas de mantener la
seguridad y la paz, pero tampoco
constituye una figura amedrentadora del Estado. En el caso de El Mencho involucran niveles de
seguridad nacional porque la DEA tiene abierta
la Operación Python contra el CJNG en los EE UU y en México, lo que escala áreas de
seguridad del Estado.
A los cárteles se les dio la oportunidad de ocultarse y de
desactivar la violencia de sus actividades delictivas, pero ahora están
comenzando a encontrarse con el
Estado como la institución garante de la seguridad.
-0-
Política para dummies: La política es el juego de estrategias, no el choque
de batallones.
@carlosramirezh
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lunes, 22 de junio de 2020
Contracolumna OBRADOR, EL NARCO Y MONSIVÁIS
Monsiváis y la izquierda y el debate que perdió con Octavio Paz
Por Carlos Ramírez
A diez años de
su muerte, las redes reventaron con mensajes parecidos en torno a una frase:
qué diría Carlos Monsiváis de lo que hoy ocurre. El sentimiento afectivo por el
escritor ha llevado a ciertos grupos a buscar en el pasado lo que no pueden
encontraste en el presente.
Monsiváis diría
lo que ya sabemos que diría: algún chiste con sesgo político, alguna salida
ingeniosa, una frase para salir del atolladero de la toma de posiciones, tal
vez una insidia contra algún funcionario. Pero nada más. Monsiváis no fue un
pensador político, fue un crítico del poder desde la burla.
Si se quiere
ser ingenioso podría calificarse a Monsiváis como un escritor del género del
modelo La Cucaracha. Es decir, un
intelectual-cucaracha. Pero no usando la palabra
como defenestración, sino para tipificar su propuesta de periodismo de crónica
crítica, En la película La Cucaracha
aparece María Félix como una jefa revolucionaria en un combate contra los federales y de pronto su tropa le grita que ya no hay municiones y que qué
deben hacer, y ella les responde, con su voz bronca y ronca: “¡pues miéntenles
la madre que también les duele!”
Las crónicas de
Monsiváis, sus columnas Por mi madre,
bohemios y El consultorio de la Dra.
Ilustración era justamente eso: no una crítica destructiva del adversario,
sino una mentada de madre de ésas que duelen. Y eran tan divertidas esas
burlas, que, lo cuenta el propio Monsiváis, los burlados le hablaban para
felicitarlo.
*
Monsiváis no
fue un intelectual tradicional, es decir, un ensayista, un articulista formal.
Por eso extrañó que en diciembre de 1997 retara a un debate a Octavio Paz,
entonces ya la figura número uno del pensamiento cultural mexicano y uno de los
más severos críticos del socialismo autoritario soviético-cubano. A propósito
de su Premio Nacional de Letras, el máximo galardón intelectual que otorga
México, Paz le dio una entrevista al director de Proceso, Julio Scherer García, y ahí todo tres temas fundamentales:
--El
intelectual puede colaborar con el gobierno, “a condición de guardar las
distancias del Príncipe”.
--La izquierda
en México no existía como posicionamiento ideológico porque dependía del
dominio ideológico del Partido Comunista de la Unión Soviética.
--El socialismo
es quizá la única salida racional que tiene la crisis de Occidente.
Monsiváis
contestó a Paz con un artículo y se armó una breve polémica: dos artículos de
respuesta de Paz y tres de Monsiváis, pero de manera lamentable Monsiváis, sin
formación teórica en el pensamiento político, se ahogó en acusaciones contra
Paz que carecían de sustento real. Más que una polémica de ideas y de
posicionamientos sobre el socialismo, Monsiváis quiso hundir a Paz en el
pensamiento de derecha, pero Paz se salió con su afirmación de su fe en el
socialismo, aunque con tres condiciones: inseparable de las libertades
individuales, de pluralismo democrático y del respeto a las minorías y los
disidentes.
*
El debate
Paz-Monsiváis quedó en el olvido, a pesar de que, con todo y los resentimientos
personales de ambos, sí hubo tela de donde cortar. Paz insistió mucho en el
fracaso de la izquierda mexicana y Monsiváis salió
con el modelo argumentativo de Jean-Paul Sartre en El fantasma de Stalin de 1947: el socialismo y sus ideales puede
aguantar una represión autoritaria de Stalin. Así en México: habría que
reconocer el sacrificio de muchos militantes de la izquierda como para mirar a
otro lado que no fuera Cuba y la URSS y sus disidentes encarcelados.
El gran debate
de la izquierda socialista-priísta-intelectual-estalinista con Octavio Paz fue
la relación socialismo-izquierda. Y Paz no sólo fue excluido del paraíso socialista, sino que lo enviaron, sin
merecerlo, al infierno derechista conservador, reaccionario, liberal.
Por alguna
razón, quizá por la vergüenza de la izquierda acerca de sus propios pecados, un
texto de Monsiváis en 1999, dos años después del fallecimiento de Paz, que
publicó la revista Letras Libres (https://www.letraslibres.com/mexico/octavio-paz-y-la-izquierda)
ha pasado desapercibido para intentar un corte de caja sobre el pensamiento
político de Octavio Paz: la izquierda ya no se
asume de derecha, sino que le reconoce sus avances en la reflexión ideológica.
El ensayo de Monsiváis debiera ser leído vis
a vis su debate con Paz en Proceso
en diciembre de 1977 y enero de 1978.
Ya sin Paz como
interlocutor y debatiente, el texto de 1999 de Monsiváis puede caracterizarse
como un autodiálogo a una sola voz.
Luego del debate en 1978, sin el padrinazgo de Echevarría, los intelectuales
del sistema político priísta simpatizantes del nacionalismo revolucionario
quedaron en el vacío institucional: Echeverría los usó, López Portillo los
desdeñó y el país se fue por la ruta del ilusionismo petrolero del cual, por
cierto, Paz había advertido, como López Velarde en Suave Patria y los veneros de petróleo que nos había escriturado el
diablo. Paz le dijo a Scherer en 1978: “cierto, tenemos el petróleo. Puede
aliviar nuestros males, no curarlos. Agotado, la recaída será peor”.
López Portillo
metió al país a la zona de industrializaron desordenada y de petrolización del
gasto, los intelectuales pasaron a segundo pensamiento y entraron los políticos
como Heberto Castillo Martínez y el Partido Comunista Mexicano con
intelectuales y economistas no preparados para el debate parlamentario.
Pasó López
Portillo.
Pasó De la
Madrid.
Llegó Salinas y
su seducción a los intelectuales.
El país entró
en una larga crisis económica 1973-1994, el modelo del nacionalismo
revolucionario populista derrotado en el relevo en las élites, la ola
neoliberal De la Madrid-Salinas llegó como huracán sin control, la izquierda
reapareció como fantasma en el EZLN armado del subcomandante Marcos y no cayó en esa trampa guerrillera. El mundo
cambió en 1989-1991 con el desmoronamiento del Muro de Berlín y la disolución
de la Unión Soviética como patria universal del marxismo. La secuela en México
dejó otra polémica: en 1991 Octavio Paz organizó un Encuentro en la Libertad
para debatir el mundo después del comunismo soviético y en 1992 la revista Nexos como heredera de La Cultura en México preparó el Coloquio
de Invierno con recursos públicos y la lista de invitados depuró disidencias
incómodas. Paz contestó con el texto “La conjura de los letrados” y el debate
opacó el contenido del Coloquio, por demás depresivo por la falta de la idea
socialista y por el (auto) lucimiento de las figuras invitadas, con una
temática sin ideas-fuerza.
Paz murió en
1998. Monsiváis rompió con Aguilar Camín y la revista Nexos y apareció, toda dialéctica es redonda, en Letras Libres de Enrique Krauze, hija de
Vuelta y nieta de Plural. En la edición de abril de 1999, Letras Libres dedicó la parte central a
recordar a Paz bajo el título de “El futuro de Octavio Paz”. Y ahí apareció un
texto de Monsiváis, entre los de algunos de sus viejos adversarios ideológicos.
Pero así es la cultura… y la política cultural. El texto de Monsiváis, “Octavio
Paz y la izquierda”, nada menos, pero nada más, se puede resumir a una frase
del propio Monsiváis: “la caída del muro de Berlín le da la razón a Paz y
permite reconstruir el proceso de la aspereza, las reconvenciones o los brotes
de intolerancia respecto a él”.
O sea: Paz tuvo
razón en la polémica con Monsiváis de diciembre de 1977, pero con un
reconocimiento doblemente tardío: porque no se le reconoció en 1989 cuando se
derrumbó el Muro ni tampoco en su muerte en 1998. 1999 quedó demasiado lejos.
¿Valen de algo
los reconocimientos post mortem? Sólo
para el investigador minucioso en la soledad de su escritorio lleno de papeles
subrayados. El texto de Monsiváis en abril de 1999 en la revista Letras Libres, a boca del cambio y la
alternancia del régimen priísta que había cobijado a los intelectuales, fue un
--en el estilo Monsiváis--, “chin, la verdad que al final tuviste razón, ni
modo”. Que quede pues para la historia de las minucias intelectuales.
En su texto en Letras Libres, Monsiváis enumera cuando
menos diez --sí, diez, ¿son muchas?, o pocas, diez, contaditas, una por una--
reconocimientos a que Paz tuvo razón. Ya para qué: Paz estaba muerto, el Muro
de Berlín había sido demolido con picos y palas de las frustraciones, venganzas
y sentimientos de los encerrados en el Este alemán, en 1991 había desaparecido
la URSS, el debate capitalismo-socialismo estaba liquidado, la izquierda en
todas partes no sabía donde esconderse por el papelón que hicieron convirtiendo
a Moscú en la Catedral del comunismo. Pero bueno, en fin, algo es algo.
La lista monsivaisiana:
1.- Por el
debate en torno a Gide por su Retorno de
la URSS, Paz se va distanciando de la izquierda estalinista.
2.- A Paz lo
determina en alto grado su observación de esta izquierda, y mucho tiempo
después seguirá reconociendo en los grupos progresistas los rasgos del letargo
estalinista.
3.- Paz fue el
“único funcionario que discrepa
abiertamente de la impunidad homicida del régimen”. Y Paz niega ser líder
moral, aunque aboga por la democracia.
4.- Paz es
la figura más relevante, entre otras, cosas, por la solidez de su examen del
socialismo real.
5.- La caída
del Muro de Berlín le da la razón a Paz.
6.- Su puntual
seguimiento de las tribulaciones de la izquierda es, con frecuencia, exacto y
devastador.
7.- Paz es
exacto en su diagnóstico: “la regeneración intelectual de la izquierda sólo
será posible si pone entre paréntesis muchas de sus fórmulas y oye con humildad
lo que dice realmente México, lo que dicen nuestra historia y nuestro
presente. Entonces recobrará imaginación política”.
8.- La
imaginación se le exige a la izquierda debido a una insistencia primordial en
Paz: la relación entre política y moral. Si la izquierda se olvida de sus
planteamientos éticos se olvida de su razón de ser.
9.- Paz es
irrefutable al criticar a los intelectuales que no alcanzan a creer que el
socialismo puede inspirar el terrorismo y culpan a la CIA de secuestros y
crímenes.
10.- Paz
critica al PRD y al EZLN y el subcomandante
Marcos. Pero así la izquierda discrepe de sus tesis, las comparta a medias
o maneje otros elementos de juicio, en los años últimos la confrontación viene
muy a menos. Es vastísimo el aprecio a la obra de Paz y sus aportaciones a la
democracia, y las discrepancias, por numerosas y significativas que sean, no
impiden la continuidad ya sin fracturas del diálogo, abierto entre sus páginas.
Paz fue la
primera reconsideración de Monsiváis. Luego vendría su crítica a Fidel Castro
en términos analíticos de Octavio Paz: si, sí fue una dictadura, o qué, al fin
ya no la apoyo.
Hasta aquí
llegamos. Esta nota refiere la polémica Paz-Monsiváis de diciembre de 1977 y
enero de 1978, una historia de la historia de los intelectuales mexicanos.
@carlosramirezh
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