jueves, 14 de mayo de 2020

EL HOMBRE MEDIOCRE




JOSÉ MARTÍNEZ M.


“Todo lo que empieza mal acaba peor”, así lo sentencia la famosa ley de Murphy. Desde su inicio el gobierno de Obrador mandó malas señales. Comenzó con el rito de un chamán poseedor de falsos poderes ocultos que invocó a los espíritus para ‘orientar’ y ‘aconsejar’ al Tlatoani. A partir de ahí comenzó el talk show con el político de moda que convertiría al Palacio Nacional en la nueva casa de los comediantes.

Como ningún otro presidente en la historia del país, Obrador había llegado al poder con un bono democrático en las bolsas que él mismo se encargó de devaluar al cambiarlo por sus famosas estampitas y sus hojas del trébol de la buena suerte.

Después de casi veinte años de perseguir el poder desde las calles como un rijoso activista, los poderes fácticos le brindaron un voto de confianza. No había duda de su triunfo. Combinaba dos cualidades: legalidad y legitimidad. El respaldo de 30 millones de electores, más de la mitad de los que acudieron a las urnas. Pero aún antes de su aplastante victoria, había dudas. Con todo y el impresionante respaldo ciudadano a su favor no logró el consenso. Ya anteriormente lo habían advertido distintas voces. Una de ellas fue la del escritor Carlos Fuentes quien nunca confió en Obrador. Para el laureado escritor, el tabasqueño sería la última apuesta siempre y cuando se rodeara de un buen equipo de gobierno. También así lo consideraba el mismo Carlos Monsiváis quien sostenía que por su carácter pendenciero “el peor retrato de Obrador es el que él da de sí mismo”.

Obrador cometió el error de sentirse el amo del país. Un año y medio después de iniciado su mandato, su gobierno quedó convertido en un desastre. En buena medida la culpa se debe a sus malas decisiones. La renuncia explosiva del secretario de Hacienda Carlos Urzúa –a los seis meses de iniciada la llamada cuarta transformación– desnudó al gobierno de Obrador por “tomar decisiones de política pública sin el suficiente sustento”. En el papel Urzúa era, después de Obrador, el funcionario más importante del gabinete. Desde su atalaya, el Presidente contemplaba otro país, el país de las maravillas. Urzúa tenía otra visión y decidió cortar de tajo su relación. Primero no aceptó la imposición de colaboradores en el área económica “por la falta de conocimiento de la Hacienda Pública”. Y segundo: la corrupción. La existencia de “personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interés”.

El país resultó muy grande para un presidente muy pequeño.

No se necesita ser un gran politólogo para entender que el derrumbe del añejo régimen priista significaba un nuevo periodo histórico en la democracia contemporánea de México. Se supone que la alternancia en el poder era un principio del cambio. Pero los panistas como Obrador no lo han entendido.

Obrador se ha escudado en la cantaleta de todos los días del rechazo popular a la aplicación de las políticas neoliberales, pero justamente es eso lo que hace su gobierno. Su administracion ha sido incluso peor que los neoliberales, al imponer medidas draconianas, excesivamente severas e impopulares.

Ha llegado al ridículo de recomendar un solo par de zapatos y unas cuantas prendas en el ajuar de la gente, como si él y su familia llevaran un modo de vida monacal.

Sus más fervientes críticos en las redes sociales lo ven como un canalla despreciable por su comportamiento vil.

Desde el principio del mandato de Obrador, el escritor Enrique Krauze fue muy puntual en advertir que ‘la clave’ del nuevo gobierno “estará en abrir una etapa histórica en la que el espíritu de conciliación, la tolerancia, el respeto pleno a la libertad de expresión priven sobre la polarización, el encono y la censura”. Pero resultó todo lo contrario.

Está claro que Obrador no es un político que le agrade la autocrítica. Por el contrario, le encanta que le endulcen el oído sus colaboradores convertidos, por desgracia, en sus lacayos. Funcionarios incompetentes sin voz ni voto, incapaces de decir no, algunos de ellos incapaces de leer unas cifras o leer un poema. En fin.

Es así, que en su pretensión de transformar a México en el país de un solo hombre, Obrador se ha encargado de convertir su triunfo en la derrota de México. A tal grado de apostatar a la corrupción y la impunidad en un agravio nacional.

Lo malo es que los problemas del país son muy grandes y tenemos un presidente muy pequeño, tan incapaz de saber contestar una sola pregunta. Un bufón rodeado de lambiscones sin un solo colaborador inteligente.

Tenía razón Carlos Fuentes cuando rechazó la invitación de un presidente para ser el secretario de Educación. ¿Quién se acuerda del secretario de Educación de Ruiz Cortines? Del presidente se acuerdan todos, del secretario nadie.

Obrador es un presidente gris, tan gris que si lo hubiera conocido José Ingenieros se viera inspirado en él y sus colaboradores para escribir su célebre ensayo El hombre mediocre.

Tenía razón el autor de La silla del águila en criticar a Hugo Chávez, el dictador a quien los morenistas le rinden culto. Fuentes decía que “Chávez, es un demagogo lloricón… Estuvo a punto de perder el poder. Se protegió en la iglesia. Lloraba. Un hombre sin sustancia, un Mussolini tropical de cuarta”.

Hoy Obrador lloriquea por las críticas en las redes sociales que todas las mañanas se lo desayunan cuando él sale a dar lecciones de moral desde su púlpito.

Concluyó este espacio de La Contracolumna con unas líneas de un espléndido texto de Soledad Loaeza

(https://www.jornada.com.mx/2006/03/23/index.php…) donde describe al polifacético Obrador:

"Cuando los griegos tipificaron los sistemas políticos: democracia, demagogia, oligarquía, jamás pensaron en que algún día surgiría la opción del gobierno de los más chistosos, ¿la bufocracia? Nosotros tampoco. Todavía habemos quienes esperamos que el país sea gobernado por los mejores de nosotros, como lo fueron Juárez y la constelación de los liberales del XIX. Su superioridad consistió en que a partir de sus ideales y de sus imágenes del deber ser de la República, tuvieron la disciplina y la inteligencia que los condujo a entender que el líder político sienta estándares morales y cívicos que eran -y deberían seguir siendo- una referencia, un modelo, una lección para todos nosotros. Abundan las anécdotas del ingenio de líderes políticos históricos. Podemos citar a Abraham Lincoln, a Winston Churchill, a Álvaro Obregón y hasta al general De Gaulle, pero la clave de su peso histórico no residía en su capacidad para hacer chistes, sino en la seriedad con que emprendieron la difícil tarea de gobernar, que no es, ni mucho menos, un día de campo”.


Seguridad: militares, Estado y la ley de seguridad interior abrogada


Carlos Ramírez

 

La primera lectura mediática del decreto para la participación de las fuerzas armadas en labores de seguridad pública ha sido parcial, para decir lo menos, pero no desde la óptica de los enfoques de seguridad nacional que rigen formalmente en el Estado desde el Plan Nacional de Desarrollo 1983-1988.

La decisión presidencial en el decreto del lunes 11 apareció sin explicaciones. Y en materia de seguridad, los contextos son vitales para entender las decisiones. Sobre todo, hay que enfatizar el hecho de que la decisión responde a la lógica de la Estrategia Nacional de Seguridad Pública.

Pero, sobre todo, tiene que ver con el concepto de Estado como la institución garante de la soberanía territorial (seguridad nacional), del bienestar (seguridad interior) y de las personas (seguridad pública) y los militares como la última línea de defensa del Estado-nación.

En todo caso, el decreto tendría que haberse contextualizado con cuatro decisiones atrasadas:

1.- El Programa para la Seguridad Nacional comprometido por la Estrategia Nacional de Seguridad Pública, definida dentro del Pan Nacional de Paz y seguridad 2018-2024 y hasta ahora sin publicar. Los gobiernos de Calderón y Peña Nieto decretaron su programa respectivo como marco de referencia.

2.- El Sistema Nacional de Inteligencia para generar “productos estratégicos para sustentar la toma de decisiones en materia de seguridad nacional”.

3.- El fortalecimiento y mantenimiento “de la seguridad interior”.

4.- Y “promover el concepto de cultura de seguridad nacional (…) para contribuir al conocimiento colectivo del tema y fortalecer la toma de conciencia sobre los riesgos y amenazas, así como su posible impacto en la forma de vida de los mexicanos”.

Y además de estos compromisos de la Estrategia, se requieren cuando menos dos apoyos legales urgentes e indispensables:

1.- Una ley de seguridad interior (derogada una, y a la espera de otra) casi como reglamentaria de la facultad presidencial de mover tropas bajo el criterio de seguridad interior.

2.- Reformas a la Ley de Seguridad Nacional vigente para fortalecer las acciones de seguridad ante el amento en las tensiones provocadas por el crimen organizado/desorganizado.

La decisión de asignar a las fuerzas armadas labores de seguridad confirmaron las versiones de que la Guardia Nacional necesitaba de cuando menos diez años para profesionalizarse, con el entendido de que se requiere apresurar las otras decisiones de seguridad ya enfiladas por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana: la depuración y profesionalización de las policías estatales y municipales y la integración de un espíritu de cuerpo entre la Secretaría federal y las estatales de seguridad pública.

Ante el retraso y las justificaciones estatales y municipales de profesionalizar su seguridad y sus policías y ante evidencias de que esos cuerpos son estructuras de corrupción y control político local, todo el peso de la reorganización de la seguridad cayó en la Guardia Nacional. No pasa día en que se presenten evidencias de cuerpos estatales y municipales y algunos de la Guardia Nacional articulados al crimen organizado/desorganizado. En términos estrictos, la delincuencia sólo puede existir por complicidades oficiales y el 95% de los delitos son de fuero local.

Analizado el decreto sin su contexto de estrategia de seguridad, la confusión lleva a decretar el fracaso de la estrategia. Sin embargo, la Guardia está funcionando sin el apoyo de otras policías, ni de los gobiernos estatales y municipales, ni de las organizaciones sociales. Por ello la importancia de apresurar el Programa para la Seguridad Nacional, la Ley de Seguridad Interior, las reformas a la Ley de Seguridad Nacional, la reforma policiaca local y la reforma del Centro Nacional de Inteligencia y construir un frente integral de seguridad que pueda acotar a los cárteles e irlos desmembrando.

El espacio temporal de la pandemia pareció ayudar para un despliegue de fuerzas de seguridad en territorios revelados de operación de los cárteles en su arrogancia y para romper la complicidad de los grupos delictivos con poblaciones rurales, semiurbanas y urbanas.

Más que militarización se trataría de una ofensiva integral de seguridad contra las organizaciones criminales en toda la república sin llegar a una nueva guerra de violencia.

 

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martes, 12 de mayo de 2020

Decreto de militares en seguridad; qué es, qué no es, qué necesita ser

 Carlos Ramírez

 

El decreto del lunes para ordenar la participación de las fuerzas armadas en labores de seguridad pública sorprendió porque no estuvo precedida de algunos mensajes preparatorios. Sin embargo, su contenido implica un reforzamiento de la estrategia nacional de seguridad pública ante algunos indicios de inteligencia sobre la reactivación de las bandas criminales en el escenario de la pandemia del coronavirus.

De acuerdo con su contenido, el decreto no va a ser tres cosas:

1.- No implica la militarización de la seguridad pública porque los militares seguían en activo en labores de apoyo a la seguridad, militares pasaron a formar parte de la Guardia Nacional y su presencia seguía abierta con autorización del Quinto Transitorio constitucional de la reforma del 14 de marzo del 2019. Su Tarea será la seguridad, nbo la captura del Estado ni del gobierno.

2.- No implica regresar al modelo de Calderón y Peña Nieto de abrir una guerra contra los cárteles a costa de una respuesta violenta de las organizaciones criminales que sumaron cientos de miles de homicidios dolosos.

3.- No implica un mecanismo de control social de la población, porque para ello se requeriría de un gobierno federal con decisión de reprimir, además de que los militares se sumaron al compromiso presidencial de no reprimir al pueblo.

En todo caso, el gobierno lopezobradorista no ha explicado que es el decreto y en qué escenario estratégico aparece:

1.- El desafío de los cárteles de salir con brigadas armadas a entregar despensas y entre ellas la hija de El Chapo con regalos que llevaban la figura de su padre fue un mensaje de fondo: los grupos criminales estaban iniciando su regreso al control de zonas territoriales de la soberanía del Estado, con la complicidad activa o pasiva de instancias de gobierno municipal y estatal.

2.- El caso de García Luna adquirió otro cariz con el mensaje exculpatorio de la embajadora de Obama y Trump en México, Roberta Jacobson, en el sentido de que la Casa Blanca no tenía datos de las relaciones del funcionario mexicano con narcos.

3.- El aviso del presidente Trump de una ofensiva dentro de México contra los cárteles, sobre todo para capturar al líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, Nemesio Cervantes El Mencho. Fuerzas estratégicas civiles y militares ya están en México ocultadas por la embajada estadunidense para labores operativas.

4.- Los cárteles no entendieron o no quisieron entender la estrategia nacional de seguridad pública de cesar persecución de capos y la leyeron a conveniencia como una derrota pasiva del Estado. De manera silenciosa, los cárteles se volvieron a asentar en zonas recuperadas por el Estado.

5.- El Plan DN-III para combatir pandemia se ha encontrado con zonas territoriales ocupadas por el crimen organizado y de ahí la nueva presencia del ejército.

6.- El enfoque del ejército en labores de seguridad pública se basa en la doctrina de seguridad interior que no necesita de autorización legislativa y que está contenida en las tres constituciones mexicanas. La seguridad interior es la recuperación de la estabilidad territorial para una actividad productiva sin delincuentes. Los gobiernos de Calderón y Pena no supieron darle enfoque de seguridad interior a sus estrategias.

7.- El Estado es la institución que se define por tener el monopolio de la fuerza y los cárteles se mueven con tranquilidad a la luz pública y con armas de calibre superior al policiaco. El ejército, por lo tanto, es la única fuerza que puede someter a estas bandas criminales que dominan partes territoriales y políticas del Estado.

8.- El ejército saldrá a las calles a combatir a los delincuentes que hasta ahora se burlan de la Guardia y de las fuerzas policiacas.

9.- El ejército se someterá de manera estricta al mando civil del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño, y a las reglas civiles de derechos humanos y de uso de la fuerza, sin tener ya fuero de guerra.

10.- El decreto del lunes se ajusta al Quinto Transitorio de la reforma constitucional de marzo de 2019 que autoriza al presidente de la república a usar a los militares en labores de seguridad pública.

 

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TV. Recuerde hoy el programa “La agenda de Carlos Ramírez” en Cadena H: Izzi 77, Total Play 169 y en directo en www.cadenah.tv e http://indicadorpolitico.mx

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BARTLETT, CACERÍA DE UN DINOSAURIO


JOSÉ MARTÍNEZ M.

 

Como periodista he practicado uno de los deportes más peligrosos en México: la cacería de Dinosaurios. Es un ejercicio consciente que corre sus riesgos. En mi jardín han pastado de diferentes especies. Para sorpresa de los estudiosos en la paleontología política, en nuestro país sobreviven algunos especímenes que ni siquiera tiene el Museo Nacional de Historia Natural de los Estados Unidos (Fox dixit).

No solo los expertos de la Institución Smithsoniana están sorprendidos. En las principales universidades de ese país hay académicos especializados en el estudio de nuestros dinosaurios políticos. Uno de ellos es el prestigiado mexicanólogo Peter H. Smith, al que conocí en México hace muchos años cuando le realicé una entrevista en El Colegio de México y a quien después visité un par de veces a principios de los noventa en su cubículo de la Universidad de California en San Diego, de la que es profesor emérito de Ciencia Política.

Lo consulté cuando escribía mi libro Las enseñanzas del Profesor (Indagación de Carlos Hank González, editorial Océano, marzo 2000). En una de nuestras charlas salió a relucir el nombre de Manuel Bartlett Díaz, en esos años apuntaban hacia él severos señalamientos por el asesinato del periodista Manuel Buendía.

El doctor Smith es autor de un libro de culto para los estudiosos de la política mexicana: Los laberintos del poder, en el que aborda metodológicamente el reclutamiento de las élites políticas desde el Porfiriato hasta los tiempos del presidente Luis Echeverría. El investigador dedicó diez años de su vida a desentrañar las telarañas de nuestro sistema político.

No es curiosidad ni coincidencia pero otro mexicanólogo que seguía las coordenadas de Bartlett era George Grayson, recién fallecido en 2015. Grayson fue un reputado académico del College William and Mary donde impartió cátedra a estudiantes de innumerables generaciones durante varias décadas.

Conocí a Grayson por un tema: Carlos Slim Helú. Se interesó en mi trabajo sobre el magnate y fue un feroz crítico de éste. Fue de los primeros en hablar de Slimlandia, por el control de Slim sobre la economía mexicana. El académico e investigador de la política mexicana fue un severo crítico de Obrador. Publicó el libro titulado Mesías Político, una biografía crítica sobre el tabasqueño del que decía “no es de izquierda ni de derecha”, es un populista que maneja una ideología que se parece más a los presidentes priistas de las décadas de los sesenta y setenta.

Como Smith, Grayson consideraba a Bartlett como un político potencialmente peligroso y una amenaza para el país por sus presuntas conexiones con la narcopolítica. Obrador ha puesto a Bartlett sobre un pedestal, le ha rendido homenaje en las mañaneras. Obrador es la tapadera de Bartlett, no hay otra cosa. Así de sencillo. Recordemos que la complicidad une más que la sangre.

El Observatorio Geopolítico de las Drogas, con sede en París, y la agencia antidrogas del Departamento de Justicia de Estados Unidos (DEA), pusieron a Bartlett bajo su lupa desde mediados de los ochenta tras los asesinatos del periodista Manuel Buendía y el agente antinarcóticos estadounidense Enrique Camarena. Los presidentes Carlos Salinas y Ernesto Zedillo lo defendieron a capa y espada de los señalamientos en su contra por la justicia de Estados Unidos. Era obvio: Bartlett fue el héroe que permitió la sobrevivencia del PRI en el poder tras los polémicos resultados de las elecciones presidenciales de 1988 que le dieron el triunfo a Salinas, tras el mítico fraude electoral de la caída del sistema cometido por Bartlett en detrimento de Cuauhtémoc Cárdenas.

El periodista Miguel Ángel Granados Chapa documentó en su libro titulado Buendía. El primer asesinato de la narcopolítica en México, importantes pistas que conducen a Bartlett en su complicidad con el exdirector de la DFS José Antonio Zorrilla Pérez, castigado con más de 30 años de prisión por el crimen de Buendía. Bartlett siempre negó una relación de amistad con Zorrilla, refirió una y otra vez que entre ambos todo se circunscribía al plano institucional. Falso.

A Granados Chapa no le alcanzó tiempo para profundizar aún más en la presunta responsabilidad de Bartlett en el crimen contra Buendía. Si se reabre el expediente de este caso Bartlett quedaría al descubierto en su relación con Zorrilla, amistad que el siempre negó. El primer empleo de Bartlett en la política fue como secretario auxiliar de Jorge Rojo Gómez en 1962 cuando el hidalguense lideraba la Confederación Nacional Campesina y entonces José Antonio Zorrilla Pérez fungía como líder nacional de las juventudes campesinas del PRI.

Desde esos años venía la relación Bartlett-Zorrilla. Y curiosamente Zorrilla apareció lo mismo en las amenazas contra la revista Proceso de Julio Scherer y el asesinato de Buendía, cuando Bartlett era el poderoso e intocable secretario de Gobernación en el sexenio de Miguel de la Madrid. Con Obrador nuevamente Bartlett aparece en el centro del escándalo que lo involucra, de alguna manera, en negocios familiares con el gobierno y actos de corrupción. Eso nos demuestra que Bartlett tiene más vida que un gato. Es un sobreviviente del parque jurásico priista, ahora reivindicado por Obrador como un prócer de la cuatroté.

En términos coloquiales Bartlett es un político con raíces de prehistoria política. Su bisabuelo materno fue Manuel Díaz Mirón, un militar que halló refugió en el periodismo y que aprovechó esa circunstancia para fungir como gobernador temporal en Veracruz. Su abuelo fue el poeta Salvador Díaz Mirón, cuyos restos reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres, pero también hay que acotar que el vate Díaz Mirón fue un personaje rijoso y conflictivo involucrado en varios duelos a muerte. En uno de ellos perdió un brazo al quedar inmovilizado por un balazo tras una riña con Martín López por los insultos a una dama.

Al final, el célebre poeta, quien también fue periodista, era una persona culta pero al mismo tiempo vulgar. Díaz Mirón pisó la prisión y quedó a deber varias muertes. De ahí viene el carácter hosco y valentonado de Manuel Bartlett Díaz, cuyo padre fue ministro de la Suprema Corte y gobernador de Tabasco quien fue obligado a abandonar el cargo por reprimir a estudiantes universitarios que protestaron por el aumento al transporte público.

Bartlett proviene, pues, de una familia ligada al periodismo, la cultura y la bohemia. Su madre Isabel Díaz Castilla era parte de la familia de unos famosos cantantes de principios del siglo XX, los Cuates Castilla (Miguel Ángel y José Ángel Díaz Mirón y González de Castilla). Ahora Bartlett concluye su trayectoria política bajo la protección y complicidad del presidente Obrador, al que pone como un ejemplo de la Casa de las Virtudes. Quizás Bartlett sueña con ocupar un espacio en la Rotonda junto a su abuelo. Al menos tiene la bendición presidencial como la tuvo con el PRI durante la mayor parte de su vida.

lunes, 11 de mayo de 2020

EL PERIODISMO Y LA VIDA



JOSÉ MARTÍNEZ M.

Hace unos años recibí una invitación de un grupo importante de periodistas y escritores de España para conversar sobre el periodismo y la vida. Eran días ajetreados. En un lapso de siete años visité una decena de países ofreciendo charlas y conferencias en distintas universidades. Para mí era impensable llegar algún día a dirigirme ante jóvenes estudiantes y profesores de Harvard y el MIT. Esas experiencias me resultaron inolvidables. Lo bellamente onírico sucedió. Por ejemplo, durante un mes recorrí las modestas universidades de Paraguay, como lo hice también en la Universidad de Oviedo en el Principado de Asturias y otras importantes instituciones de Brasil y Argentina, entre otros países. He charlado en Estados Unidos ante periodistas del NYT o de Bloomberg y Reuters lo mismo que ante miembros del Sanedrín de La Nación en Costa Rica y otros lugares hasta las modestas redacciones a lo largo y ancho de nuestro país. Lo hice en mi calidad de periodista independiente sin tener el respaldo de ningún medio de la llamada “gran prensa”. Hace un poco más de dos décadas decidí poner fin a trabajar como reportero en los medios impresos y opté por dedicarme a escribir libros como un simple periodista de investigación. En el lapso de 30 años he publicado una serie de libros de conspicuos personajes. Siempre he valorado mi libertad por encima de cualquier cosa. He rechazado ofrecimientos por esa misma razón y seguiré ejerciendo con devoción este oficio que me enaltece. Considero que los periodistas debemos ser el perro guardián de nuestro sistema democrático. Por ejemplo, pienso en los reporteros del Washington Post que llevaron a cabo la investigación del Watergate y obligaron al presidente Richard Nixon a renunciar en 1974. Desde mis inicios como periodista tenía muy claro mis objetivos. Tuve la fortuna de ser uno más de los fundadores del desaparecido periódico unomásuno de Becerra Acosta, lo mismo que del Financiero, aunque también he publicado en los principales diarios del país. En el periodismio he descubierto a mis amigos, los he construido y me han construido, a muchos de ellos los conservo y me conservan. Respetan mi modo de ser, como yo también les respeto. Un par de años antes de fallecer García Márquez me buscó Jaime Abello, director y fundador de la Fundación Gabo, creador de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano me pedía el apoyo para contactarlo con el magnate Carlos Slim para buscar financiamiento y fortalecer las tareas de los periodistas. Por supuesto, Slim negó el apoyo a la FNPI, no obstante la amistad y la cercanía que el empresario sostenía con el Nobel. Lo mismo ocurrió con otros periodistas de las más importantes organizaciones internacionales de periodismo a los que Slim les negó el más mínimo apoyo. En cambio el empresario regiomontano (ya fallecido) Lorenzo Zambrano fue un hombre generoso con la fundación de García Márquez. Tenía mucha razón Mark Twain, quien se ganaba la vida como periodista y escritor, cuando decía que “un banquero es alguien que te presta un paraguas cuando hace sol y te lo quita cuando llueve”. Pero siempre hay excepciones. En un gesto noble el banquero español Emilio Botín apoyó al periodista Juan Luis Cebrián (fundador de El País) en un momento importante de su vida, cuando los ingresos de éste eran de alguna manera raquíticos, en el afán de que Cibrián continuara con su quehacer periodístico en la más absoluta de las libertades. Este hecho me recuerda el caso de ProPublica, un proyecto financiado por los exbanqueros Herbert y Marion Sandler del Golden West Financial Corporation, quienes pidieron consejo al ex redactor en jefe de The Wall Street Journal Paul Steiger, preocupados ante la disminución del periodismo de investigación en las redacciones tradicionales. Steiger quien se encontraba ya jubilado recibió un apoyo bastante generoso para echar andar ProPublica. Este proyecto periodístico está financiado con donaciones y aunque cuenta con una pequeña redacción ha obtenido, en casi 15 años desde su creación, medio centenar de premios, entre ellos el Pulitzer, el máximo galardón para el periodismo de investigación. Desde hace cinco años en nuestro país ocurre algo similar con Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, una organización independiente dedicada a realizar investigaciones periodísticas y académicas contra la corrupción y la impunidad. Volviendo a España fue un placer escuchar en los diálogos del Periodismo y la Vida a Fernando Savater y a otros colegas como los periodistas y escritores Andrés Trapiello, Empar Pineda, Xavier Pericay, Alfonso Armada, Arcadi Espada, Fernando Santiago, José Miguel Larraya, Santiago González, Pablo Jauregui y Joana Bonet, entre otros. Coincidimos todos, en alguno de los temas, en que el periodismo no da para vivir con lujos, si acaso dignamente. En Caracas, en pleno régimen de Hugo Chávez, tuve la oportunidad de confrontar junto con una veintena de periodistas de otros países al Comandante, en una reunión internacional en defensa de la libertad de expresión de los periodistas venezolanos. Hoy con orgullo puedo decir que me formé en la escuela de Manuel Buendía, fui uno de sus discípulos. Para mí la verdadera universidad fue la de Buendía como lo fue también mi amigo y colega durante largos años Jesús Blancornelas con quien colaboré a lo largo de tres lustros en el semanario Zeta de Tijuana, hasta la muerte de su fundador. En el Zeta viví y sufrí, como mis compañeros, el horror de las agresiones de los atentados a Jesús y el asesinato de mis compañeros Francisco Ortiz Franco y Lauro Valero, y años antes el crimen vil y cobarde de Héctor Félix Miranda por los pistoleros de Jorge Hank Rhon. Con todo, sigo desde mi modesta trinchera tratando de hacer periodismo para servir a mi país. Tengo muy claras las palabra de Max Weber quien sostenía que “… la carrera periodística sigue siendo una de las vías más importantes para la actividad política como profesión […] Por el contrario, desde cualquier punto de vista, la vida del periodista es azarosa y está rodeada de condiciones que ponen a prueba su firmeza interior como tal vez no las habría en ninguna otra situación y probablemente en su vida profesional existan con frecuencia experiencias aún más amargas que aquellas que dicha situación les haya deparado. Y son precisamente los periodistas victoriosos quienes se ven enfrentados a retos difíciles en grado sumo. No es algo insignificante y sin valor el hecho de moverse en los salones entre los grandes de este mundo e inclusive, a menudo cargado de halagos…”

Escribí estas líneas motivado por un texto de mi colega y amigo Carlos Ferreira a propósito de la inefable Isabel Arvide, una periodista sin ética ni escrúpulos que ahora está al servicio de Obrador. Una periodista que pasará a las páginas negras de la historia del periodismo como Carlos Denegri.


Aprovechar propuesta de Coparmex y CCE, pero reforma fiscal contra riqueza




Carlos Ramírez

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Como no había ocurrido antes, el gobierno lopezobradorista debería aprovechar la recomendación de la Coparmex y del Consejo Coordinador Empresarial para una segunda convención nacional hacendaria y adelantarse presentando una reforma fiscal de veras, integral, como instrumento redistribuidor del ingreso y la riqueza y con cargas para imponerle contribuciones a la plusvalía o riqueza personal/empresarial derivada de la producción.
En las propuestas empresariales existe, en efecto, la realización de convención nacional hacendaria. Y el punto es fundamental: todas las crisis económicas desde 1970 han obedecido a una crisis fiscal del Estado, es decir, cuando los ingresos pierden el equilibrio con los gastos y la economía funciona con déficits presupuestales que presionan la inflación y ésta siempre deriva en devaluación.
Ahora mismo la estrategia del presidente López Obrador para atender a damnificados por el coronavirus se ha enfrentado a un tope en los ingresos y, de paso, a un desorden en los gastos. Por lo tanto, el dilema ha sido atender sólo a un segmento de la sociedad o aumentar los ingresos fiscales; la respuesta está a la vista; apoyos sólo a los grupos más vulnerables y rascar un poco más dinero fiscal hasta debajo de las piedras presupuestales.
La única convención nacional hacendaria la propuso el presidente Fox en 2004 y su secretario hacendario Francisco Gil Díaz, pero sus resultados fueron bloqueados por los empresarios: rechazaron cualquier impuesto a su riqueza o a sus utilidades. En 1971, luego que de manera sorpresiva presentó sin consultar a sectores una ley de reforma fiscal, el presidente Echeverría enfrentó una respuesta agresiva de la Coparmex. Ayer como hoy, los empresarios quieren una ley fiscal que le cobre impuestos “a los bueyes del compadre”.
Pero ahora que la Coparmex y el CCE piden convención nacional hacendaria, la respuesta gubernamental debiera ser una ley de reforma fiscal que eleve la carga fiscal de 26% a 35%, el promedio de países de la OCDE, pero de la mano de una reforma en la estructura del gasto para eliminar irregularidades, entre ellos los pasivos del Fobaproa-IPAB que se siguen cargando al presupuesto. No puede existir un país que tienen a quince ricos que tienen una fortuna del 12% del PIB contra el 10% de las familias pobres que apenas llegan al 2% del ingreso nacional. Y tampoco debe darse el hecho de que el empresario más rico de México, Carlos Slim, haya ganado la concesión para el segundo tramo del Tren Maya.
El fisco debe ser el instrumento de equidad social y de redistribución de la riqueza. Las políticas sociales son responsabilidad del Estado, pero un gobierno no puede atender un país con 80% de mexicanos que viven con una a cinco carencias sociales y desarrollar proyectos de infraestructura, pues el dinero que se tiene no alcanza para todo.
La crisis fiscal del Estado, casi cuarenta años de gobiernos neoliberales que promovieron la desigualdad social y la concentración del ingreso por políticas fiscales empresariales y un gobierno posneoliberal serían el escenario ideal para una reforma fiscal que se convierta, con controles legislativos y sociales en gasto, en la promotora de políticas sociales y de desarrollo para salir del hoyo recesivo de 2% de PIB promedio de 1983 a 2018.
Lo malo es que la Coparmex y el CCE quieren hoy una convención hacendaria para bajar los impuestos y aumentar la riqueza empresarial y personal y no para una verdadera política de desarrollo social del Estado para combatir de manera seria y consistente la marginación y abatir la desigualdad de 80% de pobres y 20% de ricos.

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ENCUESTAS. Para los que se mueven en función de encuestas, hay dos que merecen una explicación; la de El Financiero coloca la aprobación presidencial arriba de 60% y la de Consulta Mitofsky en El Economista mostró ayer la recuperación de la línea de flotación de 50% de aprobación, pero en medio de la peor oleada de críticas mediáticas a Palacio Nacional. La primera lectura a botepronto indicaría que el mensaje presidencial ocupando medios ha sido eficaz, al margen de si lo declarado es efectivo o no.
Política para dummies: En política funciona la técnica ya olvidada del judo: aprovechar el impulso del adversario para derribarlo.