Carlos Ramírez
La ley de
ingresos y el presupuesto de egresos de la federación son los instrumentos de desarrollo por
excelencia: señalan el papel detonador
del Estado, fijan rumbos y exhiben certezas. Por eso ninguna propuesta de
ingreso-gasto del Estado puede estar condicionada a incertidumbres.
El secretario
de Hacienda, Arturo Herrera, entregó los documentos económicos para el 2021 y
estableció que se podría crecer a
4.6% en 2021 si --y sólo si-- se
descubre la vacuna contra el COVID-19. ¿Y si no? Ningún agente económico puede
basar sus expectativas en una condicionante
que hasta ahora ningún país del mundo tiene resuelta. Si no hay vacuna, entonces el PIB de 2021
sería de cuánto: ¿2%, 0%, -2%, -4%?
Por razonamientos como el de Herrera se
dice que la economía es una ciencia hechiza.
Antonio Ortiz Mena utilizó los presupuestos para fijar el rumbo del desarrollo estabilizador y Pedro Aspe, Francisco
Gil Díaz y los ministros de Hacienda del ciclo neoliberal tuvieron en los
presupuestos el camino a seguir,
bueno o malo, pero con certezas.
Los Criterios Generales de Política
Económica para 2021 que acompañan ingresos y gastos revelan la dimensión de la crisis: el PIB mexicano de 2020 a 2026
sería de 1.3% promedio anual, contra
el 1.8% promedio anual que asume la
última encuesta de Banxico con especialistas para el decenio 2021-2030.
En todo caso,
Herrera parece no ser secretario de
Hacienda, sino un contador. El problema no es que el PIB podría ser de 4.6% --o más, por qué no, en las danzas hechiceras de
las cifras-- descubriendo la vacuna, cuando en realidad el PIB bajo es consecuencia del modelo de desarrollo
mexicano que no puede crecer más arriba de 2.5% anual sin causar estragos macroeconómicos.
Y lo de menos
es que Herrera quiera distraer con
la cifra de 4.6%, cuando en los últimos treinta y ocho años México ha tenido un
promedio anual de 2%. Por la
sencilla razón que el 4.6% es un rebote
del -8% oficial del PIB en 2020.
Los secretarios
de Hacienda no deben ser sólo contadores
de porcentajes, sino diseñadores de políticas económicas articuladas a políticas de desarrollo. La página 69 de los
Criterios exhibe las expectativas
económicas mexicanas para el periodo de mediano plazo 2020-2026. Y son cifras oficiales, no especulaciones de
calculadores de críticos a los que nada les parece.
Por lo tanto,
el debate sobre el presupuesto de 2021 no
debe darse en función de la vacuna contra el virus, sino de la caída productiva
antes del virus y el hundimiento después del virus; la pandemia sólo exhibió la pobreza del modelo de
desarrollo que el propio presidente López Obrador ya había descubierto y contra el cual propuso la 4-T.
Pero en las
cifras de Herrera sólo se revela un escenario de pánico por el PIB y no
alguna estrategia de desarrollo para modernizar la economía y hacerla más competitiva. El secretario de Hacienda
tomó el camino fácil de asumirse sólo como director
de cifras presupuestales y no ministro de Hacienda y desarrollo.
La pequeña gran
pregunta al titular de Hacienda es sencilla: ¿qué está planeando el gabinete económico para no depender de la vacuna? En las escuelas de economía enseñan que
la producción de bienes y servicios es consecuencia de los estímulos productivos vía gasto y no sentarse a rezar por una
vacuna contra un virus.
La economía
mexicana sí podría crecer arriba del
1.3% previsto por Herrera para el
periodo 2020-2026 y sí podría
alcanzarse la meta presidencial de 4% promedio anual en un escenario sexenal,
pero a condición de tener claro que
la economía crece por modelo y planes de desarrollo, no por vacunas
que todos saben que no existirán en el corto plazo. Al presupuesto de Hacienda
le falta modelo de desarrollo y
estrategia de reorganización industrial y le sobran buenos deseos.
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Política para dummies: La política es el reino del realismo, no de los
cuentos de hadas hacendarios.
@carlosramirezh
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