Carlos
Ramírez
A pesar de las
insistencias presidenciales en excluir
al PIB de las mediciones macroeconómicas, el presupuesto 2021 del secretario de
Hacienda, Arturo Herrera, volvió a privilegiar
el PIB como la medida central de la política económica. Lo que no ha sabido
explicar el funcionario es la calidad
de esa reactivación productiva y su efecto real en el desarrollo.
Las
características del paquete económico radican en la preeminencia de lo hacendario, sin entender que las finanzas
públicas y el gasto representan direcciones
del rumbo del Estado y tendrán efectos, quiérase que no, en los equilibrios sociales y políticos. La caída oficial de -8% prevista para 2020
--será, en la realidad, de dos dígitos-- afectó el empleo, la planta
productiva, las inversiones y la composición
empresarial.
En este
sentido, la consideración de que el presupuesto de ingreso-gasto es política pura, relaciones de poder y distribución
de equilibrio sociales no aparece en los documentos de Hacienda. En ese
sentido, el secretario Herrera se redujo
a un mero contador de calculadora. Sin embargo, el principal efecto a corto plazo estará en las relaciones federales:
el recorte de participaciones a gobiernos estatales provocará respuestas políticas de los gobernadores porque la baja
en la entrega a gobiernos de dinero federal romperá las relaciones de poder de los mandatarios, para bien o
para mal, y aumentará la inestabilidad en las entidades de la republica.
Al presupuesto
le faltó también enfoque de
desarrollo, quizá porque la Secretaría de Economía carece de una propuesta formal de la 4-T para reorganizar el modelo
de desarrollo y las plantas industriales, agropecuarias y de servicios, los
objetivos tecnológicos y las tareas inexistentes de competitividad. La falta de
atención a las necesidades de la
planta productiva para protegerse del frenón
económico ha provocado un cierre
generalizado de cadenas productivas que impedirán una reanudación inmediata de
actividades. Lo más grave es que Economía carece
de información del daño productivo de la pandemia.
La meta de 4.6%
de PIB para 2021 que fijó Hacienda fue arbitraria,
sin tener estudios técnicos sobre la planta productiva sobreviviente, las
condiciones de la demanda efectiva, los accesos a insumos de las empresas que
resistieron el cierre. Puede ser, inclusive, que el rebote de -8% a 4.6% será mayor porque el piso fijado por la
pandemia será también más grave. Pero Hacienda fue incapaz de coordinar a otras
secretarías para presentar una evaluación
del daño productivo y de la reanudación de actividades y cómo el 2021 estará
dentro el modelo de desarrollo
pospandemia de la 4-T.
Si a Hacienda
le importa sólo el PIB --que el
presidente López Obrador desdeña--, entonces las cifras aisladas de 4.6% en
2021 y 1.3% promedio anual en periodo 2020-2026 no están tan mal. Pero se trataría de un presupuesto de cuánto
tengo y cuánto gasto, no de una
propuesta presidencial transformadora de 4-T.
Con su
presupuesto técnico de calculadora,
la propuesta del secretario Herrera es --horror--neoliberal.
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EE. UU. 2020. El establishment liberal
va con todo contra Donald Trump. Al libro de la sobrina del presidente se
agrega ahora un libro del periodista Bob Woodward titulado Rabia para dibujar a un loco
en la presidencia. Sin embargo, a pesar de esas campañas del establishment
demócrata-republicano --hasta los Bush están aliados con Obama--, las encuestas
están registrando un aumento en la tendencia de votos a favor del presidente.
La campaña ha sido tan sin límites, que ese grupo de poder alentó un libro de una prostituta que dicen que durmió con el
presidente y su texto sólo revela, dice, el tamaño del órgano sexual
presidencial. Si los demócratas no dan para más, las elecciones serán una sorpresa.
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Política para dummies: La política es el enfoque integral de la realidad, no
la justificación de incapacidades.
@carlosramirezh
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