Carlos
Ramírez
En la lista de los abajofirmantes del desplegado “Contra la deriva autoritaria…” del
jueves 16 de julio hay de todo. No
son los mismos intereses los de Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda que
los de Enrique Krauze y Gabriel Zaid, para confrontar los extremos.
Y no se trata sólo de calidad moral --que debiera
bastar para depurar la lista-- respecto a relaciones con el poder, sino de aportaciones a la democracia. Camín y
Castañeda fueron los principales colaboracionistas
con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, salido del colapso de la democracia en julio de 1988, y su cercanía al poder durante todo el
sexenio.
En cambio, Zaid
viene de una de las más importantes luchas
intelectuales contra el Estado autoritario priísta vigente: sus textos en Excelsior
y sobre todo en la revista Plural enfurecieron al presidente Echeverría,
sobre todo un ensayo que debe ser releído
en la hora actual: El dieciocho brumario
de Luis Echeverría. Sus textos recogidos en La economía presidencial destrozaron
con ideas y razonamientos económicos el populismo de entonces. En El progreso improductivo delineó un
nuevo modelo de desarrollo real. Y en Cómo
leer en bicicleta viene la mejor recopilación de la relación perversa de Echeverría con los
intelectuales.
Krauze, a su
vez, ha hecho más por la democracia
con sus ensayos que firmando desplegados con Camín. Su obra metió a debate la democratización no
priísta: El timón y la tormenta, Por una democracia sin adjetivos desenmascaró las reformas priístas
avaladas por Camín y Castañeda, El mesías
tropical, entre muchos, abrieron el debate sobre la democracia real, no la transicionista del PRI y sus
adláteres como Castañeda y Camín.
En cambio,
Camín ha escrito ensayos funcionales
a la corriente modernizadora neoliberal salinista: Después del milagro (1989) anunció
la reforma económica salinista liquidando la Revolución Mexicana y muchos años
más tarde elaboró con Castañeda dos libros de campaña presidencial: Un
futuro para México y Regreso al
futuro. Como funcionario, Camín tuvo el cacicazgo en el Centro de Estudios
Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia para armar ahí,
con recursos públicos, una mafia
intelectual que sigue vigente en Nexos.
Su papel salinista fue tan intenso
que a su comunidad se le llamó Grupo
(A)Nexos.
Castañeda fue
canciller de Fox tres años y renunció porque no lo tomaron en cuenta para la sucesión presidencial del 2006. Su
obra intelectual no ha fijado temas
de debate. Salido del Partido Comunista Mexicano, se asumió como renegado y no un hereje, en el modelo
de Isaac Deutscher. Hábil para la intriga intelectual, tampoco genera confianza por sus vaivenes ideológicos.
En la lista de abajofirmantes del desplegado del 16 de
julio hay exfuncionarios como Jesús Reyes Heroles, Julio Frenk y Antonio
Lazcano Araujo, que fueron desdeñados
por la 4T y ahora aparecen firmando pronunciamientos junto con otros con motivaciones ajenas la democracia, sino
que refieren más bien su exclusión del Estado o un pensamiento burocrático
institucional de viejo régimen.
En cambio,
académicos con Roger Bartra, Francisco Valdés Ugalde y la prestigiada
politóloga Soledad Loaeza nada
tienen que hacer junto a Camín y Castañeda. Firma también el desplegado
Guillermo Sheridan, uno de los articulistas más críticos del populismo y autor de uno de los libros pioneros de la
crítica humorística al poder: El dedo de
oro, donde aparece una burla memorable a Fidel Velázquez.
Y aparece,
ahora autoinvestido como
intelectual, José Woldenberg, el comunista
que colaboró con Salinas para construir el Instituto Federal Electoral como una
coartada democrática que no soltó el
poder de Gobernación porque el IFE autónomo lo consolidó Zedillo. Woldenberg
fue escogido como consejero de
manera directa por Salinas para
justificar la pluralidad ideológica que en el INE nunca brilló. El IFE-INE hoy
como es el guardián del régimen
priísta, sea del PRI, del PAN y ahora de Morena.
-0-
El hoyo. Las estimaciones negativas del
PIB para 2020 están alcanzando ya dos dígitos, sin que haya --peor: ni va a
haber-- ningún programa de apoyo a la reactivación. La confianza empresarial
sigue disminuyendo. Y las estimaciones de un rebote productivo ya se pasaron a
2022 o 2023. Por lo tanto, la recuperación de los niveles productivos de
2018 tardará quizá diez años en lograrse y treinta en superarse.
Política para dummies: La política bien entendida se mide por la autoridad
moral.
@carlosramirezh
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