Carlos Ramírez
El tercer
y último debate presidencial en la campaña en los EE. UU., luego de suspender
el segundo porque el demócrata Joe Biden lo quería virtual desde el sótano
de su casa, debió ser una sorpresa hasta para el propio Donald Trump
porque dejó la estridencia, acorraló a su adversario con datos de corrupción
familiar y hasta respetó a la conductora.
Biden arribó al debate sin municiones políticas, con una
imagen de político cansado, sin gestos, no fue una pose de estadista que
pudieron haberle aconsejado sus asesores, sino más bien reflejó el cansancio
de una nominación que en realidad no deseaba. Trump, en cambio, parecía
una fiera herida del primer debate, pero apostó a las reglas
institucionales que al final le beneficiaron.
Si no hay claridad sobre los efectos del último debate en
el ánimo de los electores, algunos indicios deben tonarse en cuanta: hasta
ahora parece que han votado por adelantado --y por miedo al contagio de
las aglomeraciones del día de los comicios-- 50 millones de estadunidenses, casi
un tercio de los casi 150 millones que se esperan en las urnas de los
250 millones del padrón electoral.
Los rezagados suelen ser los que esperan las últimas
expresiones de los candidatos y por tanto los aún indecisos. Muchos de
ellos, dijeron los analistas, eran votantes de Trump que estaban a la espera de
algún indicio positivo de su candidato o cambiaban el sentido de su voto.
A esos votantes debió de apelar Biden. Sin embargo, Trump se vio más
vivo, más animado, más a la ofensiva, en tanto que Biden estuvo todo el tiempo
contra las cuerdas. Cuando menos hubo cinco detalles que suelen
animar a la toma de decisiones del votante:
1.- El problema del black live mater no es de Trump,
sino de los alcaldes y gobernadores demócratas que han sido tolerantes
con la violencia de los afroamericanos; y luego el movimiento se tornó anarquista,
ideológico y destructivo, sin que los gobernantes lo encararan con las
fuerzas.
2.- La corrupción familiar de la familia de Biden, revelada por el
New York Post y censurada por Twitter, arrinconó a Biden en
expresiones sólo de negación, en tanto que el presidente le dijo que todo
estaba en la computadora de su hijo que tienen las autoridades. El hijo
de Biden cobró por reuniones de empresarios extranjeros con su padre
como vicepresidente.
3.- A la mitad del debate Trump se encontró con un
argumento genial que luego le machacó a Biden toda la segunda mitad:
prometes y prometes, pero fuiste ocho años vicepresidente y “no hiciste
nada”. Un argumento similar fue de Reagan para derrotar a Carter:
pregúntense ustedes si hoy están mejor que hace cuatro años, en medio de la
crisis petrolera, inflacionaria y de caos. Cuando Biden prometió, como Obama en
dos campañas, regularizar a los ilegales, Trump le volvió a remachar:
por qué no lo hiciste como vicepresidente; Biden sólo pudo culpar
a los senadores republicanos, y Trump no lo soltó: hubieras negociado.
4.- El tema racista careció de argumentación por parte de
Biden, a pesar de que tenía mucha tela de donde cortar; sin esfuerzos, no
pudo poner el tema de los supremacistas blancos violentos que entraron
en el primer debate. Biden se enredó con temas menores que fueron
desdeñados por Trump.
5.- En política exterior Biden dejó la imagen de halcón
cuando se quejó que Trump se había hecho amigo del líder de Corea del Norte, de
Putin y del jefe de China, pero Trump dijo que el camino no era la guerra, sino
la negociación y que Corea del Norte ya no era un peligro nuclear.
Los debates tienen efectos irregulares en el sentido del
voto, pero Biden necesitaba enganchar a Trump a conductas irracionales
como las del primer debate y Trump se salió de esa trampa de ring de
boxeo. Y con datos a veces no ciertos, Trump logró arrinconar a Biden en
temas ideológicos tachándolos de socialistas que suelen desanimar a
demócratas y puso al “socialista” Bernie Sanders y a la “socialista” Alexandria
Ocasio-Cortez, ambos demócratas, como los ideólogos del programa de
Biden.
El saldo quedó claro: Biden no pudo darle la puntilla
a Trump y Trump mostró que Biden había fracasado con su agenda como ocho
años como vicepresidente de Obama.
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Política para dummies:
La policía es el arte de la confrontación, y de eso sabe más Trump que Dormilón
Biden.
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