Carlos Ramírez
El trasfondo del
desorden en el partido-movimiento Morena para designar a su nueva dirección
nacional se localiza en la propuesta de construcción de un sistema de partidos sin modificar el actual sistema
político presidencialista: el fin
histórico del partido único, dominante, hegemónico y mayoritario; es decir, la
liquidación del modelo PRI.
En el escenario de Morena se deben agregar, como variables dependientes, las decisiones que llevaron
al registro de tres nuevos partidos
que girarán en la orbita del liderazgo del presidente López Obrador. A pesar de
contar con una mayoría absoluta todavía sólida y una aprobación también
mayoritaria, por directrices presidenciales Morena no repetirá las tres fases del modelo PRI: partido callista del
caudillo como poder transexenal, el partido cardenista como poder dominante y
el partido alemanista como estructura de Estado.
Una de las claves de la
reorganización del sistema de partidos dentro del sistema político se localiza
en el registro legal de tres nuevos
partidos con grupos dirigentes que pululan alrededor del presidente de la
república. Y ahí habrá un reparto
negociado de votos que disminuirá la fuerza de Morena: cada nuevo partido
necesitará de 3% de votos en el 2021
para mantener su registro, lo que quiere decir que le quitarán a Morena 9 puntos porcentuales; el PT y el Partido Verde,
aun con alianzas regateadas, también,
necesitaran como mínimo 3% cada uno, con lo cual Morena ya tendría que sacrificar 15 puntos porcentuales de su
base electoral, aunque el PT y el PV tengan más de 3 puntos.
Si se reproduce el
modelo de 2018, Morena repartirá votos en las elecciones y a la hora de la
composición de su mayoría en la
Cámara aceptará traslado de diputados. Pero en los hechos, la existencia de
cinco partidos aliados a Morena tendrá que contabilizar
sus votos cada uno arriba de 3% para mantener el registro.
Al final, la estrategia parece ser la de impedir la creación del modelo PRI como partido hegemónico por los
cotos políticos que implica. Por eso el presidente López Obrador nunca aceptó la propuesta de Porfirio
Muñoz Ledo de convertir a Morena en un nuevo PRI mayoritario, porque esa
estructura de partidos tiende a cumplir la maldición de Robert Michels y
convertirse en una estructura de oligarquías excluyentes. Y el asunto se iba a complicar porque Porfirio buscaría un
partido sobre el presidente de la
república.
El nuevo sistema de
participación política estará en las personas, los grupos y los movimientos y no en un partido totalizador. El
presidente López Obrador ha sido insistente en criticar las estructuras de representación
partidista que se olvidan de la gente y asume a los votantes como boletas electorales y no como grupos
sociales.
Este modelo tendrá una exigencia
que hoy se cumple de manera sobrada, pero no se tienen datos de que se mantenga
el próximo sexenio: el liderazgo
personal del presidente sobre el partido y sus aliados. El próximo presidente
tendrá que gobernar con una coalición de seis
partidos; Morena, PT, PES, PVEM, Fuerza Social y Redes Progresistas. Y tampoco se prevé un Frente Amplio como
en el 2006 porque en realidad Morena es dominante
y los cinco restantes son partidos-rémora que dependen de López Obrador.
El sistema de partidos basado en una balcanización de partidos dificulta la definición de un proyecto de
gobierno, obliga a negociaciones paso a paso y distrae a los presidentes en
negociaciones menores, como se probó
en Brasil. La clave estará en que Morena pueda liderar la coalición con mínimo un 45% de los votos y sólo
necesitar 6 puntos para la mayoría absoluta.
Pero el problema
radicará en los problemas previsibles para que los tres nuevos partidos --PES,
RSP y FS-- en las dificultades para
lograr el 3% de votos en una competencia en que deberán garantizar una base
electoral que no dependa de López Obrador.
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EE. UU. a una semana de
las elecciones. El promedio de encuestas en los
estados clave revela una disminución
de la ventaja de Joe Biden respecto a Donald Trump, al pasar de 6.5 puntos en
julio pasado a menos de 4 puntos esta semana. De los seis determinantes, Trump
ha recuperado tres. O sea…
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Política para dummies:
La política ya no se hace con ideas sino a partir de la teoría de juegos.
@carlosramirezh
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