Carlos
Ramírez
El multipolítico Porfirio Muñoz Ledo
encontró en la presidencia de Morena su última
oportunidad para ejercer la presidencia de la república, no desde Palacio
Nacional, pero sí desde el modelo
soviético de convertir al partido en el centro del poder vía un politburó. El verdadero poder de los zares comunistas
de la URSS estaba en su cargo de secretario general del partido, no en el de presidente de la Unión.
Muñoz Ledo ya
fue presidente del PRI en 1976 y
presidente del PRD en 1993-1996, fue
pivote de Fox para derrotar al PRD
en el 2000, colaboró con el PAN después, tuvo una alianza con Enrique Peña Nieto en la gubernatura del Estado de
México y aterrizó como diputado externo
de Morena en el 2018. A sus 87 años aspira, sin ser militante, a dirigir a
Morena en la peor fase de su crisis
de indefinición partidista.
En la
presidencia del PRI le tocó a Muñoz Ledo pactar
la negociación para robarle a la izquierda socialista
que compitió bajo el registro del PPS la gubernatura de Nayarit: Alejandro
Gascón Mercado, uno de los ideólogos socialistas más respetados y reconocidos,
había ganado la elección, pero Muñoz
Ledo pactó con la dirigencia del PPS
dar una senaduría en Oaxaca a este partido, a cambio de que Nayarit lo
gobernara el coronel Rogelio Flores Curiel, quien había sido jefe de la policía del DF durante el halconazo del 10 de junio de 1971 cuando
estudiantes fueron aplastados con violencia por comandos represivos del
Departamento del DF.
En la
presidencia del PRD, entre otras cosas, le tocó operar la primera campaña presidencial perredista a la república,
con Cuauhtémoc Cárdenas como candidato. Pero el partido y la campaña fue un
desorden y Cárdenas bajó la votación
de 31% en 1988 a 17% en 1994. El estreno
electoral del PRD estuvo a cargo de
Muñoz Ledo y fue un sonoro fracaso.
Muñoz Ledo ha soñado siempre con ser presidente de la
república. Estuvo en la lista de
precandidatos priístas de 1975, fue candidato del PARM en el 2000 y declinó a favor de Fox. Luego participó
en el gobierno de Fox como embajador. Y se quedó pululando en las goteras del sistema priísta.
El relevo de
dirigencia de Morena, partido al que no
está afiliado, aunque sea su diputado, abrió una oportunidad. Sin embargo, la crisis en la organización y
la dirigencia de Morena ocurre porque el presidente López Obrador no quiere un partido-sistema que
obstaculice el funcionamiento del ejecutivo. Y desde hace meses, Muñoz Ledo ha confrontado directamente a López
Obrador en temas de funcionalidad de la mayoría gobernante.
A partir de su experiencia priísta, Muñoz Ledo quiere
que Morena sea una reproducción priísta como partido-sistema, es decir, una organización de masas que represente
sectores sociales para influir y presionar al presidente de la república. En el
año que estuvo de presidente del PRI, Muñoz Ledo lo convirtió en un partido de
clase y le dio la noción de un partido de los trabajadores, tratando de convertir a la decrépita CTM en una clase
obrera militante que condujera el
rumbo de la presidencia de la república.
De llegar al
cargo, Muñoz Ledo convertiría a Morena en el partido por encima del presidente de la república y tendría capacidad de
decisión para definir el proyecto de gobierno. En ese caso, habría dos cabezas de gobierno y dos proyectos
diferentes, sobre todo por la
personalización del poder que ha definido el estilo presidencial de López
Obrador.
En los hechos,
Muñoz Ledo no tiene ninguna
posibilidad de llegar a la presidencia de Morena, aunque representaría la
corriente de expriístas que salieron del tricolor con Cárdenas en 1987, se
asentaron en el PRD y ya se pasaron a Morena. Pero en el esquema del presidente
López Obrador, Morena no será un
partido político de clases, ideología o proyecto autónomo, sino sólo un canal de acceso a cargos
públicos para evitar la creación de
otro PRI.
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Política para dummies: La política es el juego de Juan Pirulero en el que cada
quien atiende su juego.
@carlosramirezh
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