Carlos
Ramírez
El principal error en la lectura política que tienen
los medios mexicanos de las elecciones presidenciales radica en la caracterización de la disputa: la lucha
Trump-Biden no representa una lucha
entre intereses racistas y valores morales, sino entre dos formas de ejercer el
poder imperial para mantener la
hegemonía de los EE UU en la nueva configuración de bloques del poder mundial.
Muchos
analistas siguen sin entender por qué Trump ganó las elecciones presidenciales del 2016 si representaba el
puritanismo del siglo XVII y Hillary decía encarnar la primera posibilidad de
que una mujer fuera presidenta del
mayor imperio mundial. La realidad
fue otra: Trump ofreció el regreso
de los EE UU al papel de potencia mundial imperial en economía, finanzas y
comercio y Hillary disfrazó su
imperialismo detrás de las faldas rasgadas por la infidelidad de Bill Clinton.
Existe mucha
ingenuidad en suponer que Biden será diferente
a Trump; Obama le ganó a John McCain en el 2008 porque el poder
militar-financiero-mediático necesitaba a un salvador del imperio y no a una figura de héroe de guerra. Trump
derrotó a Hillary porque demostró que ella carecía
de una oferta de consolidación imperial desde lo local. Y hoy Biden es un títere de un Obama de regreso a su
discurso moral traicionado en sus
ocho años de presidente.
La verdadera lucha en los EE UU encuentra
a dos figuras en choque dialéctico: el Trump del puritanismo refundador
nacionalista en raza y economía que sólo busca otros cuatro años personales sin elite y sin romper con el bloque
dominante de poder y el Obama que también ya perdió la decencia política y ahora controla al Partido Demócrata
sólo para abrirle la candidatura
presidencial a su esposa Michelle en las elecciones de 2024, sin que ella represente una ideología,
una definición de poder o una representación de clase.
Las dos posiciones en pugna se identifican
en bloques de poder dominante: con Trump opera el Estado nacionalista racial del profundo país rural anti-Estado y con
Obama-Biden asiste el establishment
de intereses demócratas-republicanos que dominan la presidencia en función de
sus intereses,
Sea Trump o
Biden, la realidad es que las
elecciones presidenciales en los EE UU han vencido
el sistema representativo popular y los votos de los colegios electorales
representan al verdadero gran bloque
de poder estadunidense: el militar, el financiero y el mediático. Trump los representó en el 2016, en tanto que
Hillary Clinton quiso construir otros
grupos de poder. En los hechos, Trump no
ha decepcionado a los tres poderes reales estadunidenses y Biden-Obama
representan intereses particulares
de pequeños grupos de poder elitistas.
La violencia de
las guerras civiles moleculares
--caracterización de H. M. Enzensberger-- ahora con el movimiento violento
afroamericano, la alianza demócratas-hispanos, los antifa de la izquierda radical violenta, los okupa que están creando comunas de autogestión y el debilitamiento
del movimiento obrero como clase capitalista al servicio del Partido Demócrata
están ayudando al autoritarismo de
Trump ante la tibieza de
Biden-Obama.
El proceso
electoral actual no presenta sorpresas,
incluyendo la tendencia adelantada de Biden en las encuestas como ya había ocurrido por las mismas fechas hace
cuatro años con Hillary. Inclusive, el The
New York Times el día de las elecciones del 2016 le daba en las primeras
horas una abrumadora mayoría de
posibilidades a Hillary y tuvo que bajar los datos ante los votos de colegios
electorales por Trump.
La clave de las elecciones estará en los
tres debates tradicionales entre candidatos, porque Biden ha demostrado una incompetencia preocupante para discutir
con Trump. Y otro dato importante radicará en la decepción del importante contingente --sobre todo jóvenes-- de la
izquierda de Bernie Sanders sobre el hecho de que Biden represente la continuidad del conservadurismo.
En el 2016
Hillary perdió por no representar
esa continuidad conservadora del establishment de los poderes
militar-financiero-mediático, en tanto que Trump supo enarbolar la bandera de
la ruptura del Estado a favor de la
sociedad para garantizar la
hegemonía de esos tres poderes reales como paso a consolidar un frente interno ablandado por las concesiones
liberales que debilitaron el poder
estadunidense.
-0-
Política para dummies: La política electoral es la de los intereses de grupos
dominantes, no la de los discursos demagógicos.
@carlosramirezh
---30---
No hay comentarios.:
Publicar un comentario