@carlosramirezh
En el fondo y no muy en el fondo, las “68
recomendaciones (ideas) para el acuerdo nacional” del Consejo Coordinador
Empresarial y sus doce organismos patronales están exigiendo un recetario ortodoxo-neoliberal a la urgencia mexicana
de reactivar cadenas productivas dentro del Tratado de Comercio Libre por las presiones estadunidenses.
Lo tiempos son
muy cortos, quizá de días. El
capitalismo estadunidense de Donald Trump va a reactivar su economía, aun a costa de incrementar el número de
infectados y fallecidos. Para los EE. UU., la prioridad es la economía, no la salud de sus habitantes. En cambio,
el gobierno mexicano carece de una
alternativa real al recetario neoliberal y existe la posibilidad de que por
presiones comerciales estadunidenses se tengan que cumplir las recomendaciones empresariales.
En este
sentido, el debate sobre la política
mexicana anticrisis no es con el CCE y organismos académicos que piden una
reactivación al estilo Zedillo 1995,
sino entre México y los EE. UU. dentro
del TCL. Las cadenas productivas integradas y los sectores exportadores
agropecuarios del lado mexicano necesitan
con urgencia apoyos y subsidios; si México no se acopla a los EE. UU., entonces Washington aumentará presiones arancelarias o pondrá otra
vez el Tratado a revisión.
México se encuentra
atado al TCL con los EE. UU. en los
dos rubros principales de la economía: la producción y el consumo; y los dos
están siendo dañados con severidad
por la recesión inducida en la economía para evitar los contagios --una especie
de coma inducido en daños físicos en
la cabeza-- y necesitan de apoyo
presupuestal público para salir de la parálisis. Por eso los organismos
empresariales piden subsidios al
consumo, mantenimiento artificial de la demanda y exenciones fiscales a las empresas, decisiones que afectarán a las finanzas públicas y que
obligarán a aumento del déficit
presupuestal y la deuda pública.
El problema de
la política anticrisis del gobierno radica en ciertas confusiones: defiende hasta con los dientes el enfoque no-neoliberal de sus decisiones, pero
se niega a usar el déficit y la deuda que representan candados neoliberales de la estabilidad macroeconómica. En todo
caso, el problema no es la neoliberal estabilidad macro, sino el destino de los sobregiros de déficit y
deuda: salvar a las empresas o reactivar la economía con reformulaciones de sectores productivos.
Además de los
instrumentos existentes, el gobierno federal tiene en sus manos la mejor oportunidad para darle un golpe
severo al neoliberalismo: apoyar con subsidios y exenciones a la planta
productiva empresarial privada, pero instrumentar nuevos impuestos para cobros posteriores a la crisis; es decir,
adelantar nuevos instrumentos de
política recaudatoria que hasta ahora han sido rechazados y repudiados por la
empresa privada.
En los Pactos
de la Moncloa de España 1978, el gobierno logró que los sindicatos aceptaran
bajas reales en sus salarios con un mayor control estricto fiscal sobre las utilidades empresariales. En las 68
recomendaciones del CCE no hay un
compromiso o propuesta patronal para aumentar
la carga fiscal a la riqueza ni a las utilidades, a condición de apoyos
fiscales a la producción. El contrasentido está la vista: el hombre más rico de
México, Carlos Slim, ganó la
licitación para un tramo del tren maya sin
que existan condiciones fiscales que no
aumenten su fortuna lograda gracias al regalo de Teléfonos de México por parte
del presidente Carlos Salinas de Gortari en 1990.
Más que el rechazo per se de la propuesta del CCE y los grupos empresariales y
patronales, la negativa presidencial dejó entrever que el gobierno federal carece de una propuesta posneoliberal
alternativa al recetario neoliberal tradicional que exige el sector privado que
se aplique para superar la crisis con sacrificios
estatales y laborales.
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Coincidencias. Lo que es la vida: el
neoliberalismo del pasado y el populismo del presente están coincidiendo en
enfoques: el actual subsecretario de Economía, Ernesto Acevedo Fernández, dice
que la crisis económica por la pandemia durará 19 meses, en tanto que Idelfonso
Guajardo, secretario de Economía de Peña Nieto, coincidió y los dos aventuraron
una caía del PIB en 2019 de -10% por la parálisis productiva de las empresas.
Política para dummies: La política tiene dos llaves maestras: la estrategia y
la táctica.
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