jueves, 24 de septiembre de 2020

Por si a algún morenista le interesa: las opciones de Morena como partido

  



Carlos Ramírez

 

Aunque nadie parece asumirlo así, la elección de la próxima dirigencia del partido Morena va a definir lo que hasta ahora no se ha querido decidir: qué es Morena como partido político.

Las opciones de Morena están a la vista:

1.- Una restauración de un PRI como partido-sistema en cuyo seno se controlaba (versión de José Revueltas) la totalidad de las relaciones sociales.

2.- Un partido de la inexistente izquierda basado en una clase obrera inexistente para dotar al Estado de una columna vertebral orgánica en cuanto a definiciones de clase.

3.- Un partido lombardista izquierdista por fuera y conservador-empresarial por dentro.

4.- Un movimiento social de apoyo sólo al líder social López Obrador.

5.- Un micro partido que cambie el sistema político de un partido dominante a una alianza de varios partidos para impedir la partidocracia.

6.- Una agencia electoral para distribuir el poder entre lealtades y rifas-sorteos y no entre representantes de grupos, corrientes, ideas o tendencias.

Los morenistas no están discutiendo ideas o proyectos, sino personalidades construidas en torno a suposiciones partidistas personales. Y los candidatos a dirigir a Morena se representan, antes que otra cosa, a mismos, sin entender, además, de que López Obrador no tiene interés en un partido fuerte porque ya lo hubiera consolidado, sino que quiere un partido achicado para ceñir al ámbito de la presidencia de la república la administración de las relaciones de poder, de las relaciones sociales y de las relaciones de producción. Por lo tanto, parece que sólo Yeidckol Polevnsky y Mario Delgado han entendido el modo lopezobradorista de partido y por ello podrían ganar la contienda. En el otro extremo, Porfirio Muñoz Ledo crearía un partido contra el presidente de la república.

López Obrador está dejando sueltos a los morenistas para ir midiendo las corrientes dentro del partido y la distancia leal/desleal con el jefe del movimiento, sobre todo ante la expectativa de que el proceso normal --salvo sorpresas-- no llevará a la reelección presidencial, pero alguien tendrá que ser el candidato de Morena y habrá de hacerse cargo del partido. Al final de cuentas, el verdadero legado de López Obrador se conocerá después de que haya dejado la presidencia.

Pero a todos se le ha escapado que Morena se encuentra en el escenario de una sociedad política en reorganización casi total. Morena nació del PRD y éste salió del Partido Comunista Mexicano y existe dentro de Morena una corriente especial comunista --pasiva hasta ahora, pero podría despertar-- que sabe de política de partidos que tiene la idea de un partido leninista y que considera al partido como la organización de la clase obrera --hoy inexistente-- para definir un proyecto socialista.

Morena va a definir su rumbo 2020-2024 en la elección de dirigente, si acaso se completa el proceso legal para hacerlo o se regresan a las argucias leguleyas para ir posponiendo la renovación. Si López Obrador pierde el control del proceso y la encuesta organizada por el INE escoge al menos indicado, entonces el presidente de la república podría cumplir su amenaza de salirse del partido para construir otra corriente que sea la que opere las candidaturas de sus piezas legislativas para el 2021 y la de su candidato presidencial en el 2024.

Hasta ahora el más desbocado --en velocidad y en verborrea-- es Muñoz Ledo, quien ya amenazó a Marcelo Ebrard con echarlo del partido y expulsar al mismo tiempo nada menos que al jefe legislativo de los diputados Mario Delgado, dos piezas clave del primer círculo de poder lopezobradorista, como para enviar el mensaje de que Muñoz Ledo quiere aislar al presidente de la república para que el poder presidencial real lo tenga él como jefe de Morena…, finalmente, después de su fracaso de 1975 y 2000.

 

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miércoles, 23 de septiembre de 2020

Contracolumna • OBRADOR, BEISBOLISTA • CORRUPCIÓN, DEPORTE

 



JOSÉ MARTÍNEZ M.


Durante mucho tiempo he sido seguido al comentarista deportivo José Ramón Fernández, uno de los mejores periodistas deportivos. Pero lo bellamente onírico sucedió una noche mientras atendía su programa en ESPN cuando recibí una llamada inesperada. En la línea estaba el periodista Tlatoani Carrera para solicitarme una entrevista para el programa de José Ramón. Quería abordar la afición del ingeniero Carlos Slim sobre los deportes. Al día siguiente un equipo de ESPN estaba en mi casa. Esa noche se trasmitió la entrevista-reportaje con una duración de ocho minutos. Conté al periodista algunas anécdotas: la visita de Slim al club Barcelona de futbol y los consejos del Ingeniero para mejorar las finanzas del equipo de Messi; hablé de una carta confidencial que escribió Slim para el pelotero de las grandes ligas Alex Rodríguez, de su relación con José Sulaimán, del Consejo Mundial de Boxeo, de su apoyo a la escudería Telmex de Checo Pérez, del apoyo al patronato de los Pumas, de los deportes que practicó el Ingeniero en su juventud (natación y futbol americano). En fin hablé hasta de las ganas de Slim por abrir un museo de los deportes.
Aficionado al béisbol el ingeniero Slim y su primo hermano Alfredo Harp Helú sopesaron la posibilidad de comprar la franquicia del equipo de los Padres de San Diego y traerla a México y construir un estadio. De esa manera México estaría presente en las grandes ligas. Pero al final Slim decidió que no. Le pregunté sus motivos. El magnate me respondió que por ética no iba hacer un negocio de su deporte preferido.
Al final, la principal razón para desistir fueron los números. Sería muy caro sostener a un equipo de esas dimensiones en un mercado como el mexicano. Simplemente no sería rentable.
A diferencia de Slim, que es uno de los diez hombres más ricos del mundo, el presidente Obrador –quien dice que siempre trae 200 pesos en su cartera y quien presume su “austeridad” – gasta una fortuna de recursos públicos como un capricho para mantener su afición al béisbol. Este año, por ejemplo, pese a la crisis de la pandemia y la peor caída de la economía mexicana en su historia, el presidente Obrador va a gastar 350 millones de pesos del presupuesto presidencial en su amada afición pelotera. Casi un millón de pesos diarios para el béisbol. Un gusto que ni siquiera Slim se puede dar.
Cuando Obrador resultó ganador de las pasadas elecciones presidenciales lo primero que hizo fue contratar los servicios del expelotero de las grandes ligas, Edgar González, un ferviente lector de libros cristianos que combina la palabra de Dios con la formación de jugadores y entrenadores de béisbol.
La ascendencia de Edgar sobre Obrador es sorprendente, tan es así que el tabasqueño ordenó acondicionar una oficina especial para el beisbolista a un costado del despacho presidencial. Edgar González depende directamente del presidente. Sólo a él le rinde cuentas. La pomposa oficina recibe el nombre de Promoción y Desarrollo del Béisbol en México (Probeis) y tiene contemplado un presupuesto sexenal de 2 mil 100 millones de pesos. Hasta ahora se gastado casi 700 millones de pesos en ese proyecto más otros 500 millones de pesos extras invertidos en un estadio de béisbol en el estado de Sonora.
Al margen de Conade que encabeza Ana Guevara, inmersa en la corrupción, el plan de Edgar González es construir 16 academias para formar a 640 niños y 128 entrenadores para que “en el futuro” puedan aspirar a “probarse” como jugadores de las grandes ligas, aunque no hay garantías de nada.
El expelotero Edgar González es íntimo amigo del gobernador Jaime Bonilla Valdez quien lo presentó con Obrador.
Bonilla, a su vez, se hizo amigo de Obrador cuando le abrió los micrófonos de la estación 1030 AM de radio “La Tremenda” y de la plataforma multimedia PSN para sus campañas políticas. A cambio Obrador le entregó a Bonilla una diputación y una senaduría, después le dio en compensación la gubernatura.
Bonilla quien mantuvo negocios con los gobernadores Xicoténcatl Leyva Mortera y Óscar Baylón Chacón jamás pensó entrar a la política, pero su camino se cruzó Obrador y fue como sacarse la lotería.
Bonilla fue dueño del equipo de béisbol Los Potros de Tijuana hasta que un día fue expulsado de por vida de ese deporte. La razón: prostitutas, alcohol, drogas y dinero.
En la temporada 1987-1988 Los Potros de Tijuana se coronaron campeones de la Liga Mexicana del Pacífico. En esa ocasión Los Potros se enfrentaron con las Águilas de Mexicali ganando la serie 5 a 3.
Bonilla sobornó a cada uno de los jugadores de las Águilas con 30 mil pesos, una fiesta en una casa de citas donde abundaron las mujeres, el alcohol y las drogas.
Durante toda su vida, Bonilla se ha manejado a base de cochupos para seducir lo mismo amigos que enemigos. Así como lo hizo con los jugadores de Mexicali, también actuó de la misma manera con los diputados del Congreso Local para extender ilegalmente su mandato constitucional como gobernador. Tenía el respaldo cómplice de la secretaría de Gobernación Olga Sánchez Cordero pero la Suprema Corte de Justicia de la Nación le puso un hasta aquí a sus abusos, mientras su amigo el presidente Obrador volteaba hacia otro lado haciéndose el desentendido en las ambiciones de Bonilla.
Ahora Obrador tiene a un lado de su oficina como protegido al expelotero de los Padres de San Diego, Edgar González el amigo íntimo de Bonilla.




Muñoz Ledo quiere a Morena como un PRI neolombardista y diazordacista

 


 

Carlos Ramírez

 

Aunque a nadie parece preocuparle, el destino de Morena en este cambio de dirigente podría cerrar el círculo abierto en 1986-1989 por la Corriente Democrática pos-neo-cardenista convirtiendo al movimiento lopezobradorista en un nuevo PRI diazordacista-echeverrista-lopezportillista de 1976.

Sólo que ahora con un toque del tipo del Partido Comunista soviético: el plan con maña de Porfirio Muñoz Ledo buscar mover el eje político de la presidencia de la república al partido y presidencializar desde el apparátchik partidista anulando al líder López Obrador.

Fue lo que quiso hacer Muñoz Ledo en 1975-1976 cuando el presidente Echeverría le negó la candidatura presidencial y le dio el partido como premio de consolación. Desde el PRI, Muñoz Ledo se alió con el cacique sindical Fidel Velázquez para intentar la reconstrucción del movimiento obrero como una organización de masas que le impusiera condiciones al presidente López Portillo. Con astucia, Fidel lo abanicó y Muñoz Ledo se quedó en el gabinete causando estropicios hasta que lo echaron.

Morena podría ser el punto final del movimiento de protesta nacido en el PRI en la segunda mitad de 1986 para intentar meterse en la sucesión presidencial de 1988: la Corriente Democrática formó el Frente Democrático Nacional de la elección presidencial de 1988, el Frente se transformó en PRD en 1989, los caudillismos de Cárdenas, Muñoz Ledo y López Obrador lo destruyeron, agonizó hasta que López Obrador creó su estructura Morena para su candidatura presidencial exitosa en 2018 y no será necesario para el 2024 porque el modelo sucesorio lopezobradorista no considera a un partido como eje dinamizador de la próxima nominación, sino que el candidato tendrá que depender de una coalición de muchos partidos pequeños.

Muñoz Ledo siempre quiso ser el Perón mexicano. Desde la Secretaría del Trabajo 1972-1975 construyó un acuerdo con el movimiento obrero priísta controlado por Fidel Velázquez y aplastó con represión al sindicalismo independiente de entonces, sindicatos industriales pequeños y sobre todo la Tendencia Democrática de Rafael Galván. Sin embargo, Muñoz Ledo ignoró que la lógica del sistema había fortalecido a Fidel para servir a la élite gobernante y no para constituirse en poder autónomo.

La estrategia de movimiento obrero apuntalado por el gobierno y política de bienestar no le alcanzó a Muñoz Ledo para obtener la candidatura presidencial. Muñoz Ledo presume sus lecturas de Duverger como presunto primer teórico de los partidos, pero medio siglo antes del francés fue el alemán Robert Michels el que definió en 1915 a los partidos políticos en la lógica de Muñoz Ledo: oligarquías dirigentes que imponen voluntades personales, lo que llamó “la ley de hierro de la oligarquía”.

De la Secretaría del Trabajo como Ministerio de Bienestar Social peronista, Muñoz Ledo pasó al PRI a operar la campaña de López Portillo y por su cuenta definir al PRI como “el partido de los trabajadores”, aunque su base obrera fuera la controlada, corrupta y lobotomizada de Fidel Velázquez. En su presidencia en el PRD quedó atrapado entre el liderazgo de Cárdenas y el dinamismo de López Obrador y por eso pactó en secreto con Vicente Fox su declinación como candidato presidencial del PARM en el 2000. Y de ahí, una carrera llena de traiciones, expulsiones, corruptelas y acomodos políticos.

Ahora aparece en Morena y se presenta como candidato de unidad, pero ya con una lista estaliniana de expulsados del paraíso partidista. En términos ideológicos, intelectuales, politológicos y de calidad moral, Muñoz Ledo siempre se topó con Manuel Camacho Solís y de ahí su odio político al camachista Marcelo Ebrard. La arrogancia intelectual de Muñoz Ledo está haciendo estragos en Morena y aún sin haber llegado a la presidencia del partido, con la amenaza directa de que meterá en cintura al propio presidente López Obrador y su estrategia política de liderazgo social.

Al final, Muñoz Ledo sigue arrastrando su diazordacismo como la personalidad autoritaria que define.

 

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martes, 22 de septiembre de 2020

Contracolumna • LA GLUCOSA DEL GOBERNADOR • BARBOSA Y SU SUERTE ECHADA

 

JOSÉ MARTÍNEZ M.

El gobernador de Puebla, bueno es un decir, Miguel Barbosa quien domina el estado como un nerón tiene la suerte echada. Con Barbosa, Morena tiene los días contados. No es que lo digan los pitonisos ni los aprendices de brujo, es la consecuencia de los malos yerros de su administración.
No solo por su condición física que le impide movilidad, pero Barbosa se ha convertido en un lastre para su partido. Obsesivo en someter a los gobiernos municipales bajo su control, Barbosa ve cómo se le va la vida producto de su mala salud política.
En su reciente visita por el estado, el presidente Obrador hizo pública la mala salud física del gobernador, aunque lo más grave no lo dijo pues el huésped de Palacio Nacional sabe perfectamente que en las próximas elecciones su partido va a recibir un tremendo voto de castigo.
Barbosa ha polarizado al estado, como Obrador ha polarizado al país. Vaya, es el estilo de la casa. Si todo marcha bien Barbosa espera llegar al próximo mes de agosto para sacar sus tiliches de la Casa Puebla. Para entonces ya habrán pasado las elecciones de medio gobierno y estarán dadas las condiciones políticas para que el congreso local designe un sucesor, pero si las condiciones de salud del gobernador empeoran de aquí a las elecciones de junio próximo las cosas se le pueden complicar a Morena y al presidente Obrador. Todo depende de los niveles de glucosa del gobernador cuya salud ha hecho estragos en su salud física.
Como se sabe, en las próximas elecciones estarán en disputa 15 gubernaturas y la renovación de la Cámara de Diputados, aunque en total serán 21, 368 los cargos de elección en todo el país.
Pero sin duda, Puebla tendrá la elección más grande del país. En esta entidad se elegirán 2,285 cargos entre diputados federales y locales, así como 217 alcaldes y miles de síndicos municipales y regidores. Eso sin contar los suplentes.
Las elecciones no solo se verán “empañadas” por la pandemia sino por el corto tiempo de las campañas que iniciarán el 3 de mayo y concluirán el 2 de junio.
En el caso de Puebla todos estos factores están en contra de Barbosa quien no tiene el respaldo de su partido. En su obsesión por tener el control de todo el gobernador se ha confrontado con todos. Eso ha provocado un desgaste que no solo ha mermado su salud sino ha perdido el consenso con el que llegó al gobierno.
Mantiene un largo pleito con la Universidad y con los propios alcaldes de su partido.
Alrededor de Barbosa zopilotean toda clase de políticos. Hay quienes ya lo ven como un político en agonía, otros como un cadáver. Los políticos priistas están al acecho y buscan recuperar el terreno perdido aprovechando que Barbosa tiene menos del 20 por ciento de aprobación en las encuestas.
En la zona metropolitana donde se concentra el 45 por ciento del padrón electoral hay un descontento generalizado. Es evidente la corrupción, los abusos y excesos, así como la impericia de los alcaldes de Morena en las Cholulas, Cuautlancingo, San Martín Texmelucan, Tehuacán, Amozoc, Coronango, Huejotzingo y la capital poblana.
Los problemas de gobernabilidad se han acentuado desde la llegada de Morena al gobierno poblano. Se han triplicado los femenicidios y los secuestros, en tanto Puebla es el paraíso del huachicol, como se le conoce al robo de combustible, específicamente en la zona de Tehuacán donde se ubica el famoso triángulo rojo.
En la última Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, el INEGI reveló que el 97 por ciento de los habitantes de la capital poblana se sienten inseguros.
En el cuadro siguiente podemos observar un comportamiento de los delitos más comunes en la capital del estado.




Frente a una prensa crítica por sus excesos y su autoritarismo, Barbosa en su delirio presume de encabezar un gobierno “austero” y “honrado”, donde la opacidad es la marca de la casa.
En su visita por Atlixco, el presidente Obrador se sorprendió por la salud de Barbosa –al que muchos ya dan políticamente por muerto– “Hace unos días me informaron que estaba mal, me preocupé, ya luego tuve un reporte de que gozaba de cabal salud”.
En Puebla todo depende de los niveles de la glucosa del gobernador, hasta las hojas de los árboles no se mueven si Barbosa no lo ordena.

Lista de los 667: intelectuales, exfuncionarios y algunos más

 


Carlos Ramírez

 

Vista en conjunto y apellidos conocidos, la lista de presuntos 667 intelectuales puede impresionar. Pero en una revisión de primera mano se pueden encontrar funcionarios recientemente despedidos, exfuncionarios de gobiernos cuyos presidentes quieren ser juzgados en la plaza pública y… algunos otros.

El otro detalle de la lista refiere la existencia de un filtro insalvable: para estar en ella se necesita compartir de manera acrítica el repudio a decisiones del gobierno del presidente López Obrador; por lo tanto, no defiende la libertad de crítica, sino el enfoque antilopezobradorista.

De entrada, nada se dice del principal problema de la censura: los empresarios que son dueños de los medios impresos, radiofónicos y televisivos y deciden a los que aceptan en sus filas y a los que rechazan; algunos de los censurados fueron despedidos por los dueños, aunque hubiera habido de por medio alguna solicitud oficial. Cuando menos dos dueños de medios --Excelsior y TV Azteca-- tienen contratos con obras del gobierno actual. Y el 90% de los dueños de medios son empresarios que viven de la publicidad oficial.

Y en la lista hay investigadores que escriben en medios sin tener carrera periodística y que han sido afectados en sus ingresos por recortes en sus instituciones académicas u oficiales como el CIDE, el Conacyt y otros.

De la lista destacan algunos:

--Arturo Sánchez Gutiérrez no es intelectual, escribe de vez en cuando y fue consejero del INE.

--Claudio X. González, promotor de organizaciones civiles dedicadas a la observación critica de oficinas del sector público, sin que tenga ninguna tarea que lo pudiera haber convertido en intelectual.

--Juan Ignacio Zavala, hermano de Margarita Zavala, ha tenido más actividad política que de articulista en medios. Los Zavala y los Calderón han sido acosados por el nuevo gobierno por cargos referidos a sus tareas públicas en el sexenio 2006-2012 y sobre todo a las presuntas irregularidades electorales en las elecciones presidenciales del 2006.

--Julio Frenk, investigador médico, fue secretario de Salud del gobierno de Fox; escribe ensayos de su especialidad que se publican en la revista Nexos.

--María Elena Morera es articulista de El Universal a partir de su papel dirigente de organizaciones sociales dedicadas a la observación de políticas de seguridad, pero estuvo vinculada al exsecretario de Seguridad Genaro García Luna, arrestado en los EE. UU. por relaciones con el narcotráfico.

--María Amparo Casar, académica del CIDE, pero con cargo público en desarrollo político de la Secretaría de Gobernación en el gobierno de Vicente Fox; salta de ONG a ONG. Y es articulista en Excelsior.

--Jesús Reyes Heroles González-Garza fue director de Banobras, secretario de Energía, embajador en los EE. UU. y director de Pemex en gobiernos del PRI y del PAN y escribe en El Universal sin ser periodista.

--Mauricio Merino fue consejero del INE y escribe en El Universal, además de encabezar una ONG.

--Otto Granados Roldán fue director de Comunicación social del gobierno de Salinas, es politólogo y fue secretario de Educación Pública al final del gobierno de Peña Nieto. Escribe de manera irregular en medios.

--Raúl Padilla es el cacique de la Universidad Autónoma de Guadalajara donde fue rector y maneja la Feria Internacional del Libro como un gran negocio. No escribe ni tiene producción intelectual.

--Pedro Salazar Ugarte es articulista, pero fue director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, la catedral jurídica del PRI.

--Rolando Cordera Campos, que viene de la izquierda universitaria, trabajó de manera directa con el presidente Salinas de Gortari para promover el neoliberalismo y es funcionario editorial de la revista Nexos y escribe en La Jornada.

--Rubén Aguilar Valenzuela fue jefe de prensa del presidente Fox y su tarea fue aclarar lo que el presidente quería decir.

--Sergio García Ramírez es jurista de amplia y larga carrera, articulista en El Universal y la revista Siempre, exprecandidato presidencial priísta en 1987, ex procurador de la república.

--Santiago Levy, funcionario del gobierno de Zedillo.

Son, éstos, algunos de los que aparecen como intelectuales en la lista de los 667 denunciando censura de prensa.

 

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domingo, 20 de septiembre de 2020

Dilema de la 4-T: ruptura real con el pasado priísta o sólo sanación


Carlos Ramírez

 

El tono en que está redactada la carta del presidente López Obrador solicitando al Senado y a la Suprema Corte una consulta sobre las conductas económicas presuntamente delictivas de los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto pudiera llevar a una ruptura sistémica de lo que parece ser sólo una transición dentro de una transición.

Por el contenido del texto, López Obrador está marcando un deslindamiento histórico. No se trata sólo de acusaciones que refieran modelos de política económica, sino acusaciones que estarían tipificando delitos concretos contenidos en el código penal. Por lo tanto, la única forma de legalizar ese proceso sería con una ley de ruptura histórica o, como ocurre en países que construyeron democracias sobre las cenizas de dictaduras, una ley de memoria histórica.

Ahora mismo, por ejemplo, la alianza en España entre el Partido Socialista Obrero Español y el Partido Unidas Podemos y como acompañantes los resabios del Partido Comunista de España de Santiago Carrillo y La Pasionaria, están terminando de destruir las ruinas del franquismo --el Valle de los Caídos y la Fundación de Franco-- para transformar a posteriori la transición española en una ruptura revolucionaria que se eludió en la transición pactada de 1978.

Las acusaciones del presidente López Obrador a cinco expresidentes de la república --tres del PRI y dos del PAN, los cinco articulados por una misma política económica-- son lo suficientemente válidas como para crear ya una ley de memoria histórica que señale responsabilidades legales a quienes llevaron al país al hoyo de la gran crisis neoliberal 1983-2018.

La victoria presidencial del PAN en julio del 2000 no fue producto de algún modelo de transición pactada a la democracia, sino resultado del desmoronamiento del PRI, de la pérdida priísta del control procesal de las elecciones y del hartazgo ciudadano. Sin embargo, el PAN en la presidencia 2000-2012 careció de un esquema de ruptura con el sistema/régimen/Estado priísta y esos dos sexenios fueron, en los hechos, una continuidad del sistema-PRI.

El dilema y desafío de López Obrador, Morena y la 4-T radica en fijar, ahora sí, una ruptura con el modelo sistémico priísta para desarrollar una transformación de estructuras o deslindarse sólo de discurso del viejo régimen, pero mantener las variables priístas. Hasta ahora, la 4-T sólo se asume como posneoliberal, pero sin fijar nuevas relaciones sociales de producción que definan los objetivos de creación y distribución social de la riqueza más allá del camino fácil de los dardos verbales que en nada modifican la estructura neoliberal.

La carta presidencial para juzgar a los cinco últimos presidentes de la república hermanados por un mismo modelo neoliberal de gobierno podría ser el comienzo de una ruptura histórica de proyectos de nación o se quedará en mero planteamiento retórico. López Obrador ha sido muy certero en establecer efectos sociales negativos de presuntos delitos económicos y productivos, como alguna vez los planteó en una demanda en la antigua PGR.

A la carta le falta incluir al presidente Miguel De la Madrid --ya fallecido--, porque fue el responsable directo de las reformas constitucionales para pasar --en el razonamiento ideológico conservador de Carlos Salinas de Gortari en julio de 1985-- del Estado social posrevolucionario al Estado autónomo de compromisos sociales que ha sido la esencia del ciclo neoliberal 1983-2018. Ese tránsito hubo de tener la principal ruptura interna en el PRI con la salida de la Corriente Democrática de Cuauhtémoc Cárdenas a la que se sumó López Obrador en 1988 al aceptar la candidatura frentista a gobernador de Tabasco en 1988.

 El presidente López Obrador tiene elementos suficientes para fijar una ruptura real con el neoliberalismo. El juicio a expresidentes podría ser el primer paso o quedarse sólo en un acuerdo de sanación.

 

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Contracolumna • OBRADOR Y SU IMPOSTURA • AUTORITARISMO Y FRIVOLIDAD


JOSÉ MARTÍNEZ M.

México está parado en tierra movediza. Es innegable que el país se encuentra fracturado. Nos encaminamos a una de las elecciones más importantes de las últimas décadas frente a un nuevo régimen sin contrapesos y con partidos sin representatividad. Obrador obtuvo un triunfo aplastante no tanto por sus ideas sino por el hartazgo de la gente. Los partidos postularon malos candidatos y entre ellos emergió por enésima vez Obrador con un discurso superficial y sin contenido pero a la vez incendiario dirigido a la muchedumbre. Prometía castigar a la “mafia del poder” y terminó rodeándose de ellos. La “rifa del avión” y el retiro de las pensiones a los expresidentes fueron otras de sus “ofertas”.
La impostura de un político que actúa con engaños con apariencia de verdad.
A la gente le pareció atractiva la propuesta pero en el fondo su discurso mostraba un hueco ideológico. Formó Morena a su imagen y semejanza con lo peor de los políticos de todas las tendencias, incluidos representantes del Yunque y otros grupos de la ultraderecha y personajes del clero político, entre ellos mezclados un puñado de tránsfugas de la izquierda.
En esa campaña predominó el insulto y las descalificaciones pero el país salió perdiendo. De 90 millones de electores, un terció lo hizo por obrador, unos 25 millones dividieron su voto como parte de la polarización, pero otro tanto cercano a los 35 millones se abstuvo de participar.
Los resultados de la gestión de Obrador al frente del gobierno son desastrosos en cualquier segmento que se analice. Cambiar las bases del viejo régimen no es cualquier cosa. Implica cambios estructurales y constitucionales profundos. Para ello se necesita un Congreso fuerte, no servil a los caprichos presidenciales y un poder judicial fortalecido, pero tenemos uno corrupto y elitista.
El país necesita partidos fuertes pero tenemos simples cascarones, que son auténticas fachadas de grupos privilegiados y poco o nada comprometidos con una refundación del país.
Se necesita también una sociedad civil empoderada pero la sociedad se encuentra dividida y desorientada. FRENA es solo una expresión de los grupos empresariales con una agenda muy precisa pero sin una auténtica base social, en ella concurren grupos sociales sin ideología pero hartos del manejo caciquil del presidente. Al final Gilberto Lozano, el líder de esta organización, es como el alter ego de Obrador.
La polarización del país es consecuencia del malestar social frente al encono, la cerrazón y la exclusión promovida desde Palacio Nacional.
Hasta ahora no hay una voz poderosa que se deje escuchar como contrapeso.
Como nunca antes los intelectuales empiezan a esbozar una propuesta política pero carecen de una plataforma ideológica cercana a la gente.
Mientras tanto el presidente Obrador aprovecha esos vacíos dejados por los partidos, aún incluso a Morena, para cautivar a las masas con sus discursos incendiarios.
Un presidente que se impone como el poder de los poderes sin siquiera saber qué hacer con el timón en medio de la tormenta que amenaza llevar al país a un naufragio.
El carácter esquizo-paranoide de Obrador es un reflejo de su liderazgo, lo cual se evidencia en el desorden de su gobierno.
La prensa es la única que ha cumplido de sobra su papel. Por eso el presidente la detesta. Los ataques y descalificaciones contra los medios son una muestra de la desesperación del presidente cuando se siente acorralado por las críticas.
El tiempo se agota y no hay visos de una verdadera oposición articulada en torno a una fuerza política partidaria. Los partidos aún no se reponen del golpe demoledor de las pasadas elecciones que los dejó fuera de combate. El de Morena fue un golpe de suerte como el un boxeador de peso minimosca contra un peso pesado que en lugar de músculo estaba lleno de grasa.
Morena con una mínima afiliación de simpatizantes contó con el apoyo del público expectante. Los que apoyaron el triunfo de Obrador fueron unos bisoños en política que le creyeron toda su palabrería pero de a poco se han ido desencantando.
El discurso de “Por el bien de México, primero los pobres” fue sólo un slogan de campaña. Publicidad barata y engañosa. El presidente dice que la crisis derivada de la pandemia no ha hecho estragos entre los pobres. Eso no se lo cree ni el más lerdo de sus seguidores.
Obrador vive lejos de esa realidad. Pero los partidos están peor. Morena ni se diga. Para este movimiento todo gira en torno a la figura del tabasqueño.
Lo peor de todo es que Obrador ha convertido a su gobierno en un espectáculo. Da lo mismo burlarse de las denuncias periodísticas de las masacres, que de la lucha de las mujeres. Su conducta es irresponsable y bochornosa. Para él la violencia y las matanzas no existen, como lo dijo en su segundo informe. Las mujeres, según él, son manipuladas por la derecha.
En ese sentido, las denuncias de la prensa resultan “triviales”, “insustanciales”, de poca trascendencia.
No hay autocrítica. Todo lo frivoliza. Para él no es importante la ciencia, el arte y la cultura. Para Obrador lo importante son las encuestas y las rifas. El espectáculo. Eso hace al pueblo, feliz… feliz.
Para él no es importante el hambre y las muertes que ha dejado la guerra de la pandemia.
Seamos cínicos y no nos quejemos de los excesos que comete éste personaje y la pasividad del entorno que le ha permitido alcanzarlos.