Carlos Ramírez
Aunque nadie parece asumirlo
así, la elección de la próxima dirigencia del partido Morena va a definir lo
que hasta ahora no se ha querido
decidir: qué es Morena como partido político.
Las opciones de Morena están a la vista:
1.- Una restauración de
un PRI como partido-sistema en cuyo seno se controlaba (versión de José Revueltas) la totalidad de las
relaciones sociales.
2.- Un partido de la inexistente izquierda basado en una clase
obrera inexistente para dotar al Estado de una columna vertebral orgánica en cuanto a definiciones de
clase.
3.- Un partido lombardista
izquierdista por fuera y conservador-empresarial por dentro.
4.- Un movimiento social de apoyo sólo al líder social López Obrador.
5.- Un micro partido
que cambie el sistema político de un partido dominante a una alianza de varios
partidos para impedir la partidocracia.
6.- Una agencia
electoral para distribuir el poder entre lealtades y rifas-sorteos y no entre representantes de grupos, corrientes,
ideas o tendencias.
Los morenistas no están
discutiendo ideas o proyectos, sino personalidades construidas en torno a suposiciones partidistas personales. Y
los candidatos a dirigir a Morena se representan, antes que otra cosa, a sí mismos, sin entender, además, de que
López Obrador no tiene interés en un
partido fuerte porque ya lo hubiera consolidado, sino que quiere un partido
achicado para ceñir al ámbito de la
presidencia de la república la administración de las relaciones de poder, de
las relaciones sociales y de las relaciones de producción. Por lo tanto, parece
que sólo Yeidckol Polevnsky y Mario Delgado han entendido el modo lopezobradorista de partido y por ello podrían
ganar la contienda. En el otro extremo, Porfirio Muñoz Ledo crearía un partido contra el presidente de la república.
López Obrador está dejando sueltos
a los morenistas para ir midiendo las corrientes dentro del partido y la
distancia leal/desleal con el jefe del movimiento, sobre todo ante la
expectativa de que el proceso normal
--salvo sorpresas-- no llevará a la reelección presidencial, pero alguien
tendrá que ser el candidato de Morena y habrá de hacerse cargo del partido. Al final de cuentas, el verdadero legado de López Obrador se conocerá
después de que haya dejado la presidencia.
Pero a todos se le ha escapado
que Morena se encuentra en el escenario de una sociedad política en
reorganización casi total. Morena nació del PRD y éste salió del Partido
Comunista Mexicano y existe dentro
de Morena una corriente especial comunista --pasiva hasta ahora, pero podría despertar-- que sabe de política de
partidos que tiene la idea de un partido leninista y que considera al partido
como la organización de la clase obrera --hoy inexistente-- para definir un
proyecto socialista.
Morena va a definir su rumbo 2020-2024 en la elección de
dirigente, si acaso se completa el
proceso legal para hacerlo o se regresan a las argucias leguleyas para ir posponiendo la renovación. Si López
Obrador pierde el control del
proceso y la encuesta organizada por el INE escoge al menos indicado, entonces el presidente de la república podría
cumplir su amenaza de salirse del
partido para construir otra
corriente que sea la que opere las candidaturas de sus piezas legislativas para
el 2021 y la de su candidato presidencial en el 2024.
Hasta ahora el más desbocado
--en velocidad y en verborrea-- es Muñoz Ledo, quien ya amenazó a Marcelo
Ebrard con echarlo del partido y
expulsar al mismo tiempo nada menos que al jefe legislativo de los diputados
Mario Delgado, dos piezas clave del
primer círculo de poder lopezobradorista, como para enviar el mensaje de que
Muñoz Ledo quiere aislar al
presidente de la república para que el poder presidencial real lo tenga él como jefe de Morena…, finalmente,
después de su fracaso de 1975 y 2000.
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Política para dummies:
La política es el terreno de la lucha por el poder primero entre los aliados.
@carlosramirezh
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