Carlos Ramírez
El primer discurso de presentación de la senadora
Kamala Harris como candidata demócrata a la vicepresidencia de los EE UU en nada se diferenció del modelo
republicano de administración del imperio estadunidense. Pero los votantes y
muchos de los analistas extranjeros siguen pensado en la existencia de un
imperialismo bueno: Trump es el
imperialista atrabancado y
Biden-Harris son imperialistas misericordiosos,
pero los dos son imperialistas.
Lo que se vota
en cada elección presidencial es el estilo
de los candidatos y en él de manera sobresaliente el discurso. Pero en el fondo, todos los políticos estadunidenses han
llegado a los diferentes niveles del Estado para mantener el american way of
life o modo de vida estadunidense. El confort
y la riqueza es producto del modelo imperial de expoliación interna y de otras naciones.
La diferencia entre Trump y Obama, por
ejemplo, es de imagen; el primero es grosero, arrogante, racista, irrespetuoso;
el segundo ofreció indicios de humildad
al saludar a un empleado de limpieza de la Casa Blanca o a un marine de su guardia de escolta. Pero
los dos, como todos los presidentes anteriores, garantizaron el funcionamiento militar imperial, desde Corea a
mediados del siglo pasado hasta ahora en el medio oriente.
Obama prometió
regularizar a los hispanos ilegales y se olvidó
de la promesa, y hoy Biden dice que sí les otorgará estatus oficial legal. Sin
embargo, la decisión le toca al
Congreso y no a la presidencia y de todos modos tampoco se cumplió el compromiso con una mayoría demócrata en la cámara
baja. La guerra de Bush Jr. contra Irak basada en inteligencia falsa de Inglaterra y la CIA fue aprobada por los entonces senadores Barack Obama y Hillary Clinton
porque respondía a los intereses del
imperio.
Los presidentes
de los EE UU son titulares del poder ejecutivo del Estado de Seguridad Nacional.
Es decir, la principal función de la Casa Blanca y de sus habitantes es la de mantener la centralidad estadunidenses
en el mundo y someter a todas las
naciones a las necesidades de los estadunidenses, incluyendo a los que votan
liberales y los que apoyaron al socialista
Bernie Sanders. La seguridad nacional estadunidense es el bienestar del 70% de los estadunidenses que disfrutan de los
placeres del capitalismo.
El gran enigma
no resuelto en la policía estadunidense sigue latente: explicar porque el racista, imprudente, atrabiliario y atrabancado
Donald Trump ganó las elecciones del 2016 si Hillary Clinton representaba la herencia moral, social y de imagen de
Obama. El voto hizo pasar a los EE
UU del día a la noche. Un intento de explicación radica en el voto del
estadunidense resentido contra el
Estado, contra la burocracia y contra los políticos, y hoy Biden y Harris representan ese perfil que fue
repudiado hace cuatro años.
Lo que los
habitantes del mundo deben entender radica en el hecho de que no hay imperialismo malo ni
imperialismo bueno, sino que existe una sola categoría de funcionamiento determinista de los EE UU: el
imperialismo expoliador que vive de la exacción
de recursos de naciones y ciudadanos pobres. Todavía hay personas fuera de los
EE UU que añoran a Obama, pero sin
aportar ni un solo dato que probara que hizo algún programa social para los
pobres. El entusiasmo de 2008 por la victoria de Obama se convirtió en resentimiento social en el 2016.
Trump y Biden
ya dejaron claro que la salida de la
crisis económica y social de los EE UU pasará por la exacerbación de la explotación comercial y racial de otras
naciones. Los demócratas liberales en
el Congreso avalaron las reformas al
Tratado Comercial con México de Trump porque beneficiaban a los EE UU y sometía
más la economía mexicana a las exigencias de la economía estadunidense. La
mayor deportación de mexicanos ocurrió no
con Trump, sino en los dos periodos de Obama.
El enfoque analítico mexicano sobre las
elecciones estadunidenses debiera de salirse
de la dialéctica buenos/malos y centrarse en la racionalidad de la dinámica de explotación económica. La sociedad
estadunidense, bases y élites, se mueve por tres resortes: la codicia, la competencia y la expoliación. Si
Biden y Harris ganan las elecciones, gobernarán con menos groserías y más urbanidad, pero con los mismos objetivos de explotación económica y de dominio militar y sin modificar la estructura interna de
desigualdad social que quita a los muchos para mantener a los pocos.
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Política para dummies: La política es el ejercicio del poder y el poder es la
dominación del otro.
@carlosramirezh
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