Carlos Ramírez
El caso del ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin,
podría terminar en un circo que ni siquiera pudiera servir para los propósitos
de Morena para las elecciones de junio del 2021. Al final, como en las buenas
novelas policiacas, habrá muchos culpables, pero ningún condenado.
El punto central radica en el expresidente Enrique Peña
Nieto y la corrupción usada para financiar su campaña presidencial del 2012 y
para acumular riquezas con negocios avalados desde Los Pinos. Pero los presidentes
sólo pueden ser acusados de traición a la patria y delitos graves de orden
común y la corrupción no alcanza.
Pero hay otro dato más importante: las campañas
presidenciales, los presidentes en turno y los expresidentes forman parte
de la institución presidencial y ésta, mal que bien, con todas las sospechas y
hasta pruebas, son inimputables por razones de seguridad política del
Estado: la presidencia y sus titulares son garantes de la estabilidad
del régimen priísta vigente.
Un presidente o expresidente en la cárcel implicaría el desmoronamiento,
ahora sí, del régimen, aunque con los riesgos implícitos en la ausencia
de un régimen de relevo. La fuerza de la presidencia de López Obrador, sólo
comparable con la de Obregón, Elías Calles y Díaz Ordaz, no aguantaría
un juicio judicial o por corrupción contra un expresidente de la república. Por
eso Fox nunca pudo juzgar a Echeverría por Tlatelolco, un asunto mucho
más grave que la compra de votos para la aprobación de una ley.
Y ahí se localiza otro problema: todos los presidentes de
la republica y gobernadores (el caso de Jaime Bonilla Valdez en Baja California
es un ejemplo) se han visto en la necesidad de comprar votos para
aprobar leyes que les interesan, y a veces no sólo con dinero en efectivo sino
con escalafones de poder. Algunos políticos presuntamente incluidos en
la lista de Lozoya ya están acumulando casos similares para apilar decenas
de expedientes similares.
Lo de las grabaciones serán un circo. De tenerlas, el
gobierno actual las va a dosificar a su interés. El presidente Zedillo tuvo en
sus manos grabaciones de Carlos Ahumada y otras que le hicieron en Cuba en las
que confesó a quiénes había sobornado, pero esas pruebas fueron desaparecidas,
escondidas o quemadas porque implicarían, también, el desmoronamiento del
régimen.
En la realidad, el caso Lozoya pasará a los anales de los
corruptos purificados; en los procesos legales, Lozoya aparece como el corrupto
mayor, un señalamiento que ya manchó de por vida y más allá a toda su
familia: por decisión propia, aunque por complicidades por el poder,
Lozoya fue un factor corruptor para lograr los votos de aprobación de la
reforma energética. La delación de cómplices no lo exonerará de sus
propias culpas morales y éticas.
Pero nadie está descubriendo el hilo negro. El 12 de mayo
de 1990, como parte del eje neoliberal del proyecto de gobierno de Carlos
Salinas de Gortari, la Cámara de Diputados aprobó la iniciativa de ley
para privatizar la banca que se había expropiado para el Estado el 1 de
septiembre de 1982. Lo significativo del caso que muchos diputados
priistas y de oposición que votaron por la expropiación en 1982 también
lo hicieron por la privatización, algunos ya sin estar del PRI en 1990 y otros
hoy en el PRD y hasta en Morena, casi todos a cambio de dinero.
La purificación de políticos corruptos realizada en la
actual administración es el indicio del destino de Lozoya Austin. Por lo tanto,
la lucha contra la corrupción no ha servido, ni servirá, como mecanismo
de destrucción del viejo régimen para la edificación de uno nuevo. Y lo grave
es que muchos corruptos del viejo régimen siguen en activo en el gobierno
actual, sin preocuparse por limpiar sus biografías.
Así que nadie verá tras las rejas a Peña Nieto ni a Luis
Videgaray por el factor de impunidad de régimen.
-0-
PIB. Quiérase o no, el PIB será el eje fundamental de la crisis
mexicana. Ya va en -10% y seguirá bajando para quedar en alrededor -14%. Y la
capacidad de reactivación en 2021 estará limitada por el nulo apoyo
gubernamental a sectores para la reactivación. Por eso algunos inversionistas están
evaluando una recesión con PIB negativo para 2020, 2021 y 2022.
Política para dummies:
La política es el arte de atravesar pantanos con alas inmaculadas, porque la
política es el pantano.
@carlosramirezh
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