lunes, 27 de julio de 2020

Sin AMLO, sin seguridad y con recesión, PAN vs. Morena en 2021


Carlos Ramírez

 

Con la renovación de cuatro consejeros del viejo INE del sistema político priísta, el cuadro electoral para el 2021 quedó finalmente armado. Y el dato mayor indica que las autoridades electorales van a aumentar la presión para impedir que el presidente de la república intervenga en el proceso electoral para favorecer a Morena.

La contienda electoral del 2021 será sólo entre Morena con todo el apoyo presidencial y el PAN en sus bastiones locales y regionales. El PRI se sigue derrumbando con la presidencia improvisada de Alejandro Moreno Cárdenas Alito y es posible que lo releven antes de las elecciones, el PRD no pudo crecer a Futuro 21 de expriístas y Movimiento Ciudadano volvió a extraviarse en los pasillos secretos del régimen.

La única arma ya no tan secreta que le queda al gobierno federal morenista estaría en el uso de expedientes judiciales contra el PAN (caso Lozoya) como el único adversario real. Sin embargo, ese recurso ha funcionado en candidaturas individuales --Peña Nieto contra el candidato panista Ricardo Anaya y un par de gobernadores priístas quemados por gobiernos panistas-- y no existen garantías de que afecten a los candidatos del PAN a diputados federales.

Antes de comenzar de manera formal el proceso electoral del 2021 y aún sin candidatos, Morena tendrá que lidiar con tres lastres significativos: la recesión económica con desempleo y pérdida brutal y general de nivel de vida y con indicios de recuperar PIB positivo hasta 2022 o 2023, la inseguridad con sus saldos cotidianos de delitos imparables y con el presidente de la república acotado por el INE actual y sin que los nuevos consejeros tengan autoridad política para abrirle espacios electoreros. La pandemia es un problema de salud, pero no social ni político.

En las primeras tendencias que pudieran fijar cuando menos un punto de partida y no un resultado previsible, Morena tendría un flujo de votos de entre 30% y 35%, contra el 37.2% de las votaciones legislativas de 2018. No pierde mucho, pero los problemas estarían en tres puntos adicionales: no sube, sus aliados PT y Encuentro Social bajan y el Partido Verde le va a contaminar expectativas electorales por su desprestigio acumulado.

El dato mayor estaría en el PT. En las elecciones del 2018, el partido exraulista (de Raúl Salinas de Gortari) logró 3.9% de votos para diputados y 6% en votos en la alianza presidencial al llevar a López Obrador de candidato. Es decir, por sí solo el PT --como estará en el 2021-- no es el partido sorpresa que quieren vender. La militancia de Manuel Bartlett Díaz y de Gerardo Fernández Noroña le han hecho perder tendencias de votos al PT. Por lo tanto, es probable que el PT saque menos votos en 2021 que en 2018.

Al bajar votos Morena y sus aliados, entonces existe la probabilidad de que la base electoral lopezobradorista --Morena, PT, PES: 63.8% de diputados-- baje a mayoría absoluta mínima o abajo del 50%. Los votos por el PRD y por el PRI a nivel de diputados podrían realinearse al PAN.

A nivel de las votaciones en quince gubernaturas, los primeros cálculos revelan un promedio para Morena entre 30% y 35%, con algunas plazas sin oposición o con oposición simbólica y una votación de indecisos. El PAN adelanta de manera holgada en Querétaro con Mauricio Kuri y podría consolidarse en Chihuahua. El PRI está dando la pelea, por la fuerza local de sus gobernadores salientes y sin efectos nacionales, en Sinaloa y Sonora, con tendencias de empate técnico.

Aunque se trata de primeros sondeos sin candidatos y antes del proceso formal, de todos modos ilustran no la reorganización de la oposición, sino el efecto desastre de la crisis en Morena como partido-movimiento o partido tribal y la falta de liderazgo presidencial. Los conflictos internos en Morena se han dejado crecer al punto, de acuerdo con analistas de partidos políticos, que una posterior intervención presidencial no aliviaría el colapso interno. Y si la lucha es tan encarnizada a nivel de lucha por la presidencia partidista, todos apuestan a conflictos mayores en los jaloneos por las candidaturas a diputados y gobernadores.

El acuerdo Monreal-Ebrard para rescatar Morena está llegando muy tarde y no involucra a los grupos ideológicos radicales que no respetan liderazgos y que tienen propuestas de reforma del sistema/régimen/Estado priísta que ha sobrevivido en dos años de gobierno de la 4-T.

 

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