Carlos
Ramírez
Para los
periodistas y analistas que basan
sus especulaciones en el archivo y
no en las circunstancias aisladas del momento, el escenario electoral
estadunidense de 2020 es muy similar
al de 2016: el día de las elecciones, como al mediodía, la encuesta del The New York
Times daba tendencia ganadora a la demócrata Hillary Clinton, pero al final
ganó Trump.
Lo de menos fue
el engaño intencionado del NYT para defender sus intereses
liberales. Lo más importante fue la percepción real de que el electorado
estadunidense no se mueve como dicen
las encuestas, los medios, los politólogos y los grupos de interés, sino que
vota por tres variables: los colegios electorales y no el voto
popular, los intereses conservadores
de votantes que dependen del american way
of life o modo de vida americano basado en la explotación, la codicia y la
competencia y el dato variable de que un candidato opositor debe inspirar y Hillary y hoy Biden carecen
de carisma y sólo obedecen a los
intereses del establishment capitalista.
Las elecciones
en los EEUU son analizadas a partir de los intereses de los analistas. La polarización promovida
por Trump sí le ha beneficiado en la
lógica de que la existencia misma de los EEUU depende de su papel hegemónico, dominante e imperial en el mundo, no de la buena voluntad. Los
presidentes liberales que han cedido
espacios imperialistas condujeron a una perdida
del dominio económico y militar de la Casa Blanca.
Los analistas
de fuera de los EUU --como los
mexicanos, por ejemplo-- escriben en función de sus pasiones locales, sin entender la lógica del conflicto estadunidense. Es decir, escriben como
mexicanos enfocando a Trump como si
fuera presidente mexicano y a las masas estadunidenses como si fueran
mexicanas. Es la hora en que analistas mexicanos no han explicado por qué el voto afroamericano e hispano le dio a
Trump el copetito para ganar. Ambos sectores votan como estadunidenses, con sus pasiones, egoísmos e intereses.
No hay datos
del análisis que haya hecho el
canciller Marcelo Ebrard para no oponerse a la visita del presidente López
Obrador a la Casa Blanca, pero su capacidad
de enfoque estratégico tienen elementos adicionales: en el 2016 Ebrard se la jugó con Hillary y hasta hizo un spot pidiendo a los migrantes que
votaran por la demócrata; hoy parece estar permitiendo
que el presidente mexicano deje indicios
de apoyo a Trump --manipulados, pero inevitables-- en función, sin duda, de sus
“otros datos”.
Hasta ahora, en
el ambiente electoral estadunidense se han fijados dos polos: de una parte, los que votan por la continuidad del proyecto Trump, los que votarían por otro si el otro fuera un candidato de
calidad y los sectores conservadores y puritanos;
del otro, los que hasta ahora sólo detestan
a Trump, pero carecen de un proyecto alternativo. Los malos humores,
desesperaciones y enojos de la líder legislativa demócrata Nancy Pelosi revelan
el pesimismo por el casi seguro
candidato Joe Biden, un político mediocre sin
el bloque de poder que tuvieron Obama y Hillary.
Las comunidades
afroamericana e hispana son un buen caudal,
pero a la hora del voto dan más valor a sus intereses conservadores que a la
inexistente y demagógica agenda liberal
de los demócratas. Pocos han hecho el análisis
real del 2016: ¿por qué hispanos y afroamericanos votaron por el racista Trump si Hillary iba a continuar el discurso minoritario social
de Obama? Porque Obama había decepcionado
a sus votantes no blancos: fue el primer presidente afroamericano de los blancos y su misión no fue ayudar a las
minorías sino salvar al capitalismo
anglosajón.
El tránsito
presidencial de Obama a Trump representó el fracaso de la agenda social de los políticos afroamericanos y de
los sectores liberales. No hay indicios seguros de que vaya a repetir el modelo, pero el ambiente
aporta elementos de que las minorías hispanas y afroamericanas no confían --no les inspira-- en el
candidato Biden, un político de tercer
nivel que carga en sus espaldas acusaciones de abusos sexuales, de un discurso racista hacia los afroamericanos y de
los negocios de su hijo en el
extranjero con evidencias de corrupción.
Por eso la pregunta:
¿y si gana Trump y repite el
escenario de suerte que le tocó a Peña Nieto en agosto de 2016?
-0-
Política para dummies: La política es la sensibilidad para identificar la
aguja y el pajar.
@carlosramirezh
---30---
No hay comentarios.:
Publicar un comentario